Estamos viviendo momentos muy difíciles en Andalucía. No hay que negar este principio de realidad, pero es necesario aportar luz a un túnel que se prolonga en el tiempo haciendo sufrir a muchas personas, fundamentalmente a los de siempre, a los que menos tienen, no a los que menos son.
Abrimos los periódicos, vemos los informativos de televisión y Andalucía tiene estos días un protagonismo que no es la realidad general de lo que ocurre en el terco día a día de la región de mayor extensión de España, con una población que representa un porcentaje muy relevante en el Estado. Es una región azotada por el paro, que no se comprende bien hasta que no se vive en primera persona y la realidad de las últimas noticias sobre los ERE avergüenza a cualquier persona bien nacida, pero es importante resaltar que gracias a estos fondos más de seis mil trabajadores/familias se han beneficiado de una decisión que en sí misma no es reprochable, aunque la corrupción manifiesta se hace inaceptable desde el primer euro que no se ha entregado a sus legítimos destinatarios.
Siendo esta realidad inapelable, debemos trabajar en una clave diferente, no amplificando continuamente esta realidad amarga. Y lo podemos hacer, por ejemplo, las personas que dedicamos el esfuerzo diario de nuestro trabajo en la Administración para hacer más real y efectivo el servicio a los ciudadanos, bajo el imperativo categórico del interés público. Porque todos no somos iguales y porque la corrupción no está generalizada, pudiendo dar fe de ello las personas, en calidad de empleados públicos, que trabajan en la Administración de la Junta de Andalucía y en sus entidades instrumentales, con dignidad personal e intransferible y que son multitud. También hay que hablar de esta realidad, porque si no se hace, sólo se alimenta el principio de maldad y corrupción colectiva cuando no es real, ni lo debemos aceptar con actitud vergonzante.
Hace quince días estuve en un hospital de Sevilla y los profesionales que me atendieron dieron un ejemplo de servicio público impecable. Y constaté que el Servicio al que acudí funcionaba muy bien. Y debo decirlo a los cuatro vientos. En la sala de espera me acompañaban ciudadanas y ciudadanos andaluces, anónimos entre sí, que esperaban ser atendidos con dignidad, gracias a un Sistema Público que beneficia a todos, sin excepción.
Lo he leído hoy, en palabras del cardiólogo Valentín Fuster: “Yo puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en España. Pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…” o lo que es lo mismo, puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en Andalucía, pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…. Y comprobaremos que es verdad, que funcionan muchas cosas en esta maravillosa región.
Sevilla, 24/III/2013
No puedo estar más de acuerdo. Precisamente, llevo tres meses compartiendo un nuevo periodo de formación con andaluces de distintos sectores y, sinceramente, estoy gratamente sorprendido de los buenos profesionales que acogen esta tierra.
Me gustaMe gusta