Un paseo llamado libertad

WANDERLUST
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido.

Pablo Neruda, en Walking Around

Ocurrió hace millones de años. Tuvo que ser un momento mágico de la evolución humana. Un día muy lejano ya en el tiempo y no suficientemente investigado todavía, un antropopiteco erguido comenzó a andar de forma productiva sobre dos pies y comenzó a ver de forma diferente el mundo que le rodeaba. Este momento tan especial decidió contarlo a los que le rodeaban, gracias a un pequeño hueso, el hioides, que le permitió pronunciar las primeras palabras entre seres humanos, muy afanados en la cocina de la caza y pesca, menesteres aprendidos en el patio muy particular de sus cavernas.

Así comenzó una historia jamás bien contada, mucho más allá de la creación porque todo era evolución. Y comentó sus primeros paseos por suelo africano, cómo había vivido aquella experiencia maravillosa, hasta que asimilando la presencia en su entorno de un pequeño pájaro, el escribano añil, decidió comenzar esa aventura iniciática para seres inteligentes con sentimientos y emociones, viajar, que hoy conocemos a través de estudios científicos que “nos aportan datos reveladores y concluyentes sobre el momento histórico en que los primeros humanos modernos decidieron abandonar África y expandirse por lo que hoy conocemos como Europa y Asia. A través del ADN de determinados pueblos distribuidos por los cinco continentes, el rastro de los humanos inteligentes está cada vez más cerca de ser descifrado. Los africanos, que brillaban por ser magníficos cazadores-recolectores, decidieron hace 50.000 años, aproximadamente, salir de su territorio y comenzar la aventura jamás contada. Aprovechando, además, un salto cualitativo, neuronal, que permitía articular palabras, utilizar sabiamente el fuego, alimentarse con alimentos cocinados y expresar sentimientos y emociones. Había nacido la corteza cerebral de los humanos modernos, de la que cada vez tenemos indicios más objetivos de su salto genético, a la luz de los últimos descubrimientos de genes diferenciadores de los primates, a través de una curiosa proteína denominada “reelin” (1). Aquellos primeros paseos de nuestros antepasados fueron sorprendentes, algo parecido a los del primer astronauta en la luna.

Desde entonces han ocurrido muchas cosas alrededor de la bipedestación humana, porque se ha demostrado que nacemos para caminar, para hablar y para aprender. Es lo que la ciencia nos aporta hoy a través de investigaciones fascinantes (2). Ahora, un libro que me despertó gran interés en el pasado mes de abril, Wanderlust. Una historia del caminar, sobre el que escribí un post refiriéndome a él, En caminar juntos está el secreto, ha llegado a mis manos por una llamada de atención de un gran escritor argentino, Patricio Pron, en un breve artículo, Al andar, donde manifiesta la importancia de andar como una disidencia que abre horizontes a la inteligencia humana y a la libertad: “Pensar y caminar (más aun: vagabundear sin rumbo, abiertos a lo que vemos y al efecto que todo ello provoca en nosotros) serían, pues, actividades antieconómicas (“anticapitalistas”, se puede decir) y, por consiguiente, no debería sorprendernos que, como recordó recientemente el escritor español Isaac Rosa en este mismo periódico [Rosa, Isaac (2015, 27 de abril). Buena gente que camina. Babelia (El País)], las manifestaciones políticas más recientes en España (y no sólo en ella) hayan tenido el carácter de una marcha “que prolonga el caminar como un acto político, una forma de desobediencia civil” (3).

EL CUARTO PODER
Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901). El Cuarto Estado.

En mi persona de secreto, que siempre pasea conmigo en silencio sonoro, resuenan las primeras palabras del secreto de caminar que escribí aquél día, porque andar no es una decisión inocente, sino política (en el buen sentido de la palabra “política”: de ciudadanía comprometida): “Siempre me ha sorprendido el cuadro “El Cuarto Estado”, al que hizo tan famoso la película “Novecento” de Bertolucci. Lo contemplé a diario en los meses que duró la promoción de la película, cuando vivía en Roma en 1976, a través de las ventanillas de los autobuses 881 y 62, camino de mi Facultad. Descubrí entonces que en caminar juntos está el secreto de la vida”, es decir, descubrir que al igual que hicieron nuestros antepasados hay que hacer camino al andar, con tu quiero y mi puedo, ante la imperiosa necesidad de levantarnos del suelo para seguir caminando en situaciones impresentables a las que nos lleva muchas veces, por las aceras de la vida, la sociedad de mercado y sus mercancías.

Sevilla, 21/VIII/2015

(1) Cobeña, José Antonio (2015, 15 de abril). MasterCerebro.
(2) Marcus, G. (2005). El nacimiento de la mente. Barcelona: Ariel.
(3) Pron, Patricio (2015, 17 de agosto). Al andar. El País.

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