La memoria galopa en un caballito de mar

Caballito de mar en el Acuario de Sevilla / JA COBEÑA

Sevilla, 16/I/2023

Hace ya más de quince años que dediqué muchos artículos de este cuaderno digital a divulgar las estructuras del cerebro, convencido plenamente de que en él reside el suelo firme de nuestra vida a través de estructuras maravillosas que expliqué, una a una, para general conocimiento de la malla pensante de la humanidad, lo que se conoce también como Noosfera. Ayer, en una visita al Acuario de esta ciudad, me detuve un tiempo a contemplar a los caballitos de mar y pensé cómo proporciona datos a diario en mi cerebro una estructura llamada hipocampo, que significa caballo de mar, en su etimología más pura, sin agregarle toda la carga mitológica que también contiene el vocablo. Imaginé mi memoria por unos segundos viajando por el mar proceloso de la vida, agarrándose a veces a ramas del fondo de ese mar pero con el encanto con que los vi ayer ir del timbo al tambo de su ecosistema, en un entorno que no es el suyo por definición, como nos suele ocurrir a veces en la vida ordinaria.

Cuando regresé a casa, volví a leer el primer artículo que escribí en este blog sobre esta estructura maravillosa, que ocupa un lugar muy importante en el cerebro, El caballo encorvado, fundamentalmente porque ella guarda toda mi memoria histórica y me ayuda a vivir con datos almacenados de conocimiento, sentimientos y emociones, al galope que marcan los dos corceles anatómicos que poseo, para garantizar la identidad en mi acontecer diario, la que justifica todos mis actos. Si aquél artículo supuso una aproximación de base científica a esta estructura cerebral tan maravillosa, me alegra saber que se ha elaborado recientemente, por parte de unos científicos australianos (1), Marshall A Dalton, Arkiev D’Souza, Jinglei Lv, y Fernando Calamante, el mapa más detallado jamás realizado de los enlaces de comunicación entre el hipocampo y el resto del cerebro. Los hallazgos de este mapa pueden cambiar nuestra forma de pensar sobre la memoria humana”, utilizando resonancias magnéticas de una base de datos de neuroimagen creada para el Proyecto Conectoma Humano.

En el citado estudio, se ha descubierto que “contrariamente a lo esperado, las conexiones de algunas regiones del cerebro con el hipocampo eran sustancialmente más altas (en el caso de las regiones de procesamiento visual) o mucho más bajas (en el caso de las áreas corticales frontales). Esto podría indicar que aunque algunas vías se conservaron a medida que los humanos evolucionaron, los cerebros humanos también pueden haber desarrollado patrones de conectividad únicos diferentes de otros primates. Se necesita más investigación para desmenuzar esto con más detalle. “Aunque hemos logrado este mapeo de alta resolución del hipocampo humano, el método de rastreo de vías realizado en primates no humanos, que pueden ver hasta el nivel celular, puede ver más conexiones de las que se pueden discernir con una resonancia magnética”, sostuvo Dalton. Y concluyó: “O podría ser que el hipocampo humano tenga un número menor de conexiones con las áreas frontales de lo que esperamos y una mayor conectividad con las áreas visuales del cerebro . A medida que la neocorteza se expandió, quizás los humanos desarrollaron diferentes patrones de conectividad para facilitar las funciones de memoria y visualización específicas de los humanos que, a su vez, pueden sustentar la creatividad humana. Es un poco un rompecabezas, simplemente no lo sabemos. Pero nos encantan los acertijos y seguiremos investigando”.

Hippocampus – Hipocampo (anatomía) – Wikipedia, la enciclopedia libre

En mi artículo de 2007 expliqué esta estructura con profunda admiración hacia la anatomía humana: “Se trata de una circunvolución (elevación redondeada) que se encuentra en la región anteromedia del lóbulo temporal del cerebro, que “resulta de la internalización en los mamíferos, de un córtex arcaico desarrollado en reptiles y mamíferos primitivos” (2). Esta corteza primitiva, ¿paleocorteza?, que forma parte de la alocorteza, integra tres estructuras: giro o fascia dentada, el cuerno de Ammon y el subiculum. Y lo sustancial: forma parte del sistema límbico, como estructura fundamental de diferentes tipos de memorias y almacén de las emociones por su proximidad con la amígdala. Vamos por partes. Hay que empezar por la estructura más antigua, no se sabe si de vital importancia para guardar “grabaciones” vitales, denominada “alocorteza”, una parte muy profunda del cerebro, la más antigua, heredada de nuestros antepasados, necesaria para ordenar las citadas grabaciones neuronales. Hay que “abrir el cerebro” para localizarla: no se ve desde fuera. Y una vez allí, nos encontramos con estructuras muy curiosas: el archipallium, el paleopallium, el claustro y la amígdala. Pallium es corteza en latín, palio en el lenguaje popular. El archipallium (primera corteza) es la zona donde se encuentra nuestro caballo encorvado, junto a un área de transición: la fascia dentada, el cuerno de Ammon y el subiculum, considerándose la parte más antigua del cerebro. El paleopallium (antigua corteza) comprende la corteza piriforme, la región periamigdalar y la corteza entorrinal. El claustro es una estría de sustancia gris, y la amígdala que ya fue “declarada” en este cuaderno de bitácora como una de las maravillas del universo cerebral en el post de 25 de febrero de 2007.

El hipocampo no cabalga solo en el cerebro. Dijimos que integraba tres estructuras. La primera, la fascia dentada, es una circunvolución (elevación redondeada) que recibe aferencias (fibras que traen y llevan) desde la corteza entorrinal (que recibe dopamina y la proyecta hacia el hipocampo). La segunda, el hipocampo propio o cuerno de Ammon, es el hipocampo por definición, la estructura más antigua. Está dividido en tres áreas, formadas por células piramidales donde las dendritas juegan un papel fundamental en la neurotransmisión de naturaleza glutamatérgica. Por último, la tercera, el subiculum, como zona de transición entre el hipocampo y el giro parahipocámpico de la corteza temporal, la corteza de tres capas que rodea al hipocampo. Y la corteza entorrinal, área que se encuentra dividida en seis capas corticales bien definidas. Es responsable del tráfico interno en todas las áreas del hipocampo y de la mayor entrada de fibras en el mismo.

También expliqué en aquel momento por qué estaba interesado en presentar este “caballo” de carreras vitales ¿Qué funciones trascendentales para la vida ordinaria desempeña el hipocampo, basadas en el aprendizaje y en la memoria como un todo indisoluble? Por varias razones y funciones demostradas científicamente. La primera es porque llama la atención que el cerebro más antiguo se haya encargado siempre de “guardar” los patrones de aprendizaje y que a través de la evolución de las especies su misión “solo” se haya enriquecido con las aferencias (los circuitos y entradas y salidas de los neurotransmisores) que le han permitido crecerse hasta alcanzar una inmensa popularidad en el turf de la vida. Esto se ha demostrado recientemente con la investigación reconocida por la revista Science en relación con el descubrimiento de científicos italianos y españoles al demostrar en laboratorio cómo funciona la química de la memoria, registrando el cerebro de ratones vivos mientras recuerdan. Sobre este experimento ya recogí su importancia en otro post y básicamente consiste en introducir un sensor en el cerebro de los ratones (en el hipocampo, como región clave en la memoria) y ver cómo funciona cuando aprenden recordando. Ante este planteamiento se recurre a producir un sonido junto al ratón justo antes de que un soplo en los ojos le haga cerrar los párpados y, como en el caso del perro de Pavlov, tras repetirlo varias veces, el animal cierra los ojos al oír el sonido, aún sin soplo que le induzca a hacerlo (3).

En segundo lugar, porque las situaciones de “olvido” voluntario o involuntario, no son capaces de predecir situaciones que han de venir o pasar. De forma didáctica se publicaba recientemente una referencia al impacto del trabajo del hipocampo en funciones diarias y en experiencias y recuerdos vitales (4): “Seguro que muchos de ustedes ya están planificando sus próximas vacaciones. Es posible que no sepan nada del sitio al que van a ir, pero si se les dice que va a ser una playa tropical ya pueden predecir algunas de las sensaciones y experiencias que van a vivir. Esta capacidad de premonición se aloja en una zona del cerebro, el hipocampo, que está estrechamente relacionada con los recuerdos. Tanto, que es la región que muchas veces tienen dañada las personas con amnesia. Al menos esto es lo que pasó con el ensayo, que ha sido realizado por científicos de las universidades de Londres y Cardiff (Reino Unido), y que ha sido publicado en la edición digital de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). La importancia del trabajo rutinario del hipocampo es de tal calibre que difícilmente pueden construir el futuro las personas con el hipocampo dañado. El título de este cuaderno de bitácora, El mundo sólo tiene interés hacia adelante, justificaría por sí mismo que se ahondara en esta investigación, porque construir el día a día es la tarea que se vive subidos al corcel (el hipocampo, el caballito del mar) que hoy he presentado en sociedad, digital por supuesto. Y es una grabación en la memoria de gran impacto personal porque es la memoria que permanece, que se guarda, no la inmediata, porque ésta está en otro sitio del cerebro. La expresión “mi mala memoria” es la que refleja bien estas malas pasadas… de la química, quizá.

Y aparece así la estructura básica de la memoria a largo plazo, la razón de la razón (que no del corazón) en términos pascalianos. La información que entra por los sentidos llega al hipocampo dejando siempre una “huella” de lo que se ha “visto” o “sentido”. También puede llegar a la amígdala, para evaluar emocionalmente la “escena” o “reacción sensorial” a grabar. Y comienza la carrera interna del hipocampo como caballo disciplinado o desbocado, en función de los márgenes que dejen los neurotransmisores y las hormonas correspondientes: “cuando el nivel emocional es elevado, las señales límbicas, vía septum,(la pared delgada que separa dos tejidos) alcanzan el hipocampo induciendo la síntesis de nuevas proteínas y de ese modo consolidar el trazo de memoria. De ese modo la huella débil y efímera se convierte en una memoria más robusta y duradera” (4). Y se avanza en esta investigación con afirmaciones rotundas que dejan entrever el papel primordial del hipocampo en esta tarea de grabación histórica: “el hipocampo recibe de la corteza grandes volumen de información multimodal, la asocia, la retiene durante el procesamiento, la amplifica, probablemente la compara con la ya existente y contribuye a su consolidación en la corteza cerebral. El hipocampo y la amígdala participan simultáneamente, tanto en los estados iniciales de la formación de la memoria, como en la recuperación”.

Sabemos más cosas y sobre todo en relación con las claves de género: el hipocampo es mayor y más activo en las mujeres, es decir, pueden estar en todos los “detalles” de lo que ocurre en determinadas ocasiones; sufre cambios hormonales constantes en una dialéctica entre el estrógeno y la progesterona, activas “amazonas” en la carrera de la vida personal y en pareja; en el primer día del periodo, el hipocampo es activado por el estrógeno reforzando e incrementando en un 25% sus conexiones: se recuerda y aprende más y mejor, es decir, la actividad recordatoria puede ser frenética en la segunda semana del ciclo menstrual. Conocer estas realidades fisiológicas ayuda a los hombres a respetar más a la mujer, entre otras cosas porque sus posibilidades de aprendizaje son una continua lección programada, mes a mes, que hace muy valiosa la experiencia menstrual desde esta óptica contrastada por la ciencia. También se ha investigado el envejecimiento en esta maravillosa estructura cerebral y se sabe que si se mantiene la terapia hormonal en mujeres menopáusicas, su memoria tenderá a envejecer más lentamente, porque las dosis de estrógenos activan la memoria verbal y de largo plazo.

El artículo finalizaba con las siguiente reflexión: “Hoy, determinados investigadores sabemos cosas que nos hace muy atractiva la aproximación al cerebro desnudo. Espero que estas palabras ayuden a conocernos mejor en la parte más profunda del ser humano, aquella que no se ve, aunque sea difícil asemejarnos a Robert Redford (Tom Broker), cuando de forma magistral para los sentimientos y emociones de los espectadores “susurraba a los caballos” como metáfora de la aprehensión de la vida. Para quien quiera comprender el hipocampo así (nuestro pequeño caballo particular pilgrim, personal e intransferible), a partir de hoy no podemos decir ya –afortunadamente- que es un desconocido. Te lo he susurrado. Nada más”.

Al contemplar ayer a los caballitos de mar en el Acuario, me reafirmé en la idea de que el cerebro nos va a dar muchas sorpresas en este siglo. Por eso insisto en que este siglo va a ser muy importante para la historia de la humanidad, porque va a ser el siglo del cerebro, lo mismo que el pasado fue el siglo del corazón, cuando la cirugía y las técnicas de imagen accedieron definitivamente a él, incluso extrayéndolo “con vida” de su alejamiento habitual, en una actividad definida como “extracorpórea”. La inteligencia humana usada por la ciencia se abre paso, poco a poco, en un mundo hostil, no inocente, al que por ahora da la impresión a veces de que no le interesa mucho descubrir la magia del cerebro, porque dejaría al descubierto la gran mentira de los desajustes sociales, de la indecencia de la pobreza sublime que, por mucho que lo neguemos, la tenemos más cerca de lo que parece, aunque qué beneficioso sería para mitigar las enfermedades mentales, por ejemplo. Pobreza mental, sin ir más lejos. La gran lección de la vida es que queremos ser felices, enamorarnos de una vida que no permita ser personas. Posiblemente porque quien nos creó o puso en marcha el primer motor inmóvil, la razón de la evolución, tuvo en cuenta que la maravilla del cerebro era una tarea multisecular. Por los siglos de los siglos. Creo que por el hipocampo cerebral también anda la cosa, con su poder natural de memoria presente e histórica. Y esto, si me perdonan el atrevimiento, no ha hecho nada más que empezar a desarrollar su maravilloso potencial humano para ser más felices.

(1) Marshall A Dalton, Arkiev D’Souza, Jinglei Lv, Fernando Calamante. Nuevos conocimientos sobre la conectividad anatómica a lo largo del eje anterior-posterior del hipocampo humano mediante el seguimiento cuantitativo de fibras in vivo, 2022, eLife. DOI: 10.7554/eLife.76143

(2) Mora, F. y Sanguinetti, A.M. (1994). Diccionario de Neurociencias. Madrid: Alianza.

(3) Gruart, A., Muñoz, M.D. y Delgado-García, J.M. (2006). Involvement of the CA3–CA1 Synapse in the Acquisition of Associative Learning in Behaving Mice. The Journal of Neuroscience, 26(4):1077–1087.

(4) Benito, Emilio de (2007, 16 de enero). “Olvidar” el futuro. Las personas con amnesia no son capaces de anticiparse o predecir situaciones venideras. El País, p. 36.

(5) Almaguer Melian, W., Bergado Rosado, J. y Cruz Aguado, Reyniel (2005). Plasticidad sináptica duradera (LTP): un punto de partida para entender los procesos de aprendizaje y memoria. Revista Cubana de Informática Médica, 1 (5).

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

A %d blogueros les gusta esto: