
Amén: Francisco Responde | Disney+ (disneyplus.com)
Sevilla, 5/IV/2023
Como decía Antonio Machado, en su poema “He andado muchos caminos”, En todas partes he visto / caravanas de tristeza, / soberbios y melancólicos / borrachos de sombra negra, / y pedantones al paño / que miran, callan, y piensan / que saben, porque no beben / el vino de las tabernas. / Mala gente que camina / y va apestando la tierra… Hasta el Papa Francisco ha asentido con la cabeza cuando un joven le ha preguntado ¿usted cree que tiene a mala gente a su alrededor?, en imágenes que se pueden ver en el documental Amén. Francisco responde, dirigido por Jordi Évole y Màrius Sánchez, que se estrena hoy en la plataforma Disney+ y según figura en un artículo publicado también hoy en el diario El País: “Dice mucho del pontífice más aperturista al menos desde Juan XXIII su disposición a escuchar a quienes son tan diferentes a su entorno más cercano, al que, por cierto, se refiere como corrupto. Se nota amargura en cómo Francisco admite no haber terminado la limpieza en el Vaticano, la de esa suciedad con la que no pudo su antecesor. Un chico le pregunta: ¿usted cree que tiene a mala gente a su alrededor? El Papa asiente: la tiene”. En el documental se recoge un encuentro de Francisco con diez jóvenes el verano pasado, en Roma, en un local de coworking, fuera del hábitat vaticano, “con el objetivo de conversar y trasladarle las principales preocupaciones de su generación”, en el que se abordaron concretamente cuestiones tan actuales como la migración, la sexualidad, la identidad de género o la libertad religiosa.
Constatar esta realidad en el Vaticano reafirma una realidad verificable en el mundo actual, que tanto daño hace a la humanidad y que lo manifieste Francisco es algo que sobrecoge, pero que confirma que tiene los pies en la tierra, muy lejos de la figura de Pedro a través de los siglos y que, como tantas veces he citado en este cuaderno digital, lo describió fantásticamente Rafael Alberti en el poema Basílica de San Pedro, en su libro Roma, peligro para caminantes: Di, Jesucristo, ¿Por qué / me besan tanto los pies? / Soy San Pedro aquí sentado, / en bronce inmovilizado, / no puedo mirar de lado / ni pegar un puntapié, / pues tengo los pies gastados, / como ves. / Haz un milagro, Señor. / Déjame bajar al río; / volver a ser pescador, / que es lo mío.
La verdad es que no me consuela tontamente lo que asiente Francisco en su entorno más próximo, que se presume siempre de otra estofa, más cristiana y humana, por ejemplo, sin pretender mucho más, aunque al igual que detallaba Machado en su poema, también es verdad que andando tantos caminos en la vida, en todas partes he visto “[…] gentes que danzan o juegan, / cuando pueden, y laboran / sus cuatro palmos de tierra. / Nunca, si llegan a un sitio, / preguntan a dónde llegan. / Cuando caminan, cabalgan / a lomos de mula vieja, / y no conocen la prisa / ni aun en los días de fiesta. / Donde hay vino, beben vino; / donde no hay vino, agua fresca. / Son buenas gentes que viven, / laboran, pasan y sueñan, / y en un día como tantos, / descansan bajo la tierra. Y eso me basta para seguir creyendo que otro mundo de buena gente es realmente posible.
El que quiera entender que entienda las palabras de Francisco. Y qué es “lo suyo”, como Pedro según Alberti. O “lo nuestro”, en la terquedad de cada día. Lo que es indudable es que estamos rodeados de mala gente y desde que el mundo es mundo, tal y como lo conocemos, con perdón para los creacionistas y evolucionistas en sus legítimas interpretaciones, sigue vigente una pregunta, más que divina, humana: ¿por qué existe el mal?, a la que el cerebro humano lleva miles de años intentando buscar respuestas de todo tipo. Durante muchos siglos, esa respuesta “sólo la sabía Dios” y cuando tuvimos la oportunidad de “conocerla”, eso sí, cuando Dios “quiso”, según los creacionistas, a Adán y Eva no se les ocurrió mejor idea que mudarse de sitio, recordando unas palabras que escribí en este cuaderno de derrota (en argot marinero) en 2007: “Adán y Eva… no fueron expulsados. Se mudaron a otro Paraíso. Esta frase forma parte de una campaña publicitaria de una empresa que vende productos para exterior en el mundo. Rápidamente la he asociado a mi cultura clásica de creencias, en su primeras fases de necesidad y no de azar (la persona necesita creer, de acuerdo con Ferrater Mora) y he imaginado -gracias a la inteligencia creadora- una vuelta atrás en la historia del ser humano donde las primeras narraciones bíblicas pudieran imputar la soberbia humana, el pecado, no a una manzana sino a una mudanza. Entonces entenderíamos bien por qué nuestros antepasados decidieron salir a pasear desde África, hace millones de años y darse una vuelta al mundo. Vamos, mudarse de sitio, según los evolucionistas. Y al final de esta microhistoria, un representante de aquellos maravillosos viajeros decide escribir al revés, desde Sevilla, lo aprendido. Lo creído con tanto esfuerzo. Aunque siendo sincero, me entusiasma una parte del relato primero de la creación donde al crear Dios al hombre y a la mujer, la interpretación del traductor de la vida introdujo por primera vez un adverbio “muy” (meod, en hebreo) –no inocente- que marcó la diferencia con los demás seres vivos: y vio Dios que muy bueno. Seguro que ya se habían mudado de Paraíso”. A pesar de que sigue siendo verdad, después de haber pasado millones años, que estamos rodeados de mala gente que camina y va apestando la tierra, formando caravanas de tristeza, / soberbios y melancólicos / borrachos de sombra negra, / y pedantones al paño / que miran, callan, y piensan / que saben, porque no beben / el vino de las tabernas.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
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