La respiración dirige una orquesta sinfónica llamada “cerebro”

Todos podemos ser escultores de nuestro propio cerebro si nos lo proponemos

Santiago Ramón y Cajal

Sevilla, 17/I/2025

Cuando me enfrentaba a primera hora de esta mañana a la página en blanco, para hilvanar palabras con sentido en mi cuaderno digital, mis ojos me han inspirado el asunto a tratar hoy, al leer algo impactante, porque sigo pre-ocupado [así, con guion] con el estudio del cerebro, confiado en que este siglo nos deparará grandes descubrimientos, para que se amplíe el abanico del conocimiento de por qué se producen tantas enfermedades mentales, invalidantes en muchos casos, llevando la esperanza de salud integral a millones de personas que las sufren en la actualidad. Desde hace ya miles de años, el cerebro ha sido considerado como la sede de la vida y qué contrasentido experimentamos a diario cuando conocemos tanto sufrimiento humano por las enfermedades mentales. No olvido las palabras de Hipócrates, (Cos, 460 a.C.- Larisa, 377 a.C.), en Sobre la enfermedad sagrada (Perì hierēs nousou), cuando escribió palabras bellas sobre el cerebro: «El hombre debería saber que del cerebro, y no de otro lugar vienen las alegrías, los placeres, la risa y la broma, y también las tristezas, la aflicción, el abatimiento, y los lamentos«.

El descubrimiento, hoy, de una “isla desconocida” cerebral, es la influencia de la respiración humana en el funcionamiento del cerebro individual, fenómeno que ha sido analizado por la neurocientífica Nazareth Castellanos, en una breve intervención de siete minutos, patrocinada por el BBVA dentro de su proyecto «Aprendemos juntos 2030», iniciándola con una metáfora muy didáctica: «si el cerebro es una orquesta, la respiración es su directora», utilizando una anécdota de Einstein, de una conferencia que pronunció en Madrid, donde al final de la misma dijo: «Bueno, no espero que nadie me haya comprendido, pero no importa, porque lo importante es que en el intento de comprenderme, he introducido orden en sus cerebros». Cuando hacemos ese esfuerzo de «voy a leer un libro», «voy a prestar atención a algo», estoy haciendo que mi cerebro funcione como una orquesta. Podemos tener la Filarmónica de Berlín o la orquestilla del pueblo. ¿De qué depende eso? De lo que yo haya entrenado, ¿verdad?, de las veces que yo haya ensayado. Nuestro cerebro aprende a aprender, aprende a ordenarse. Una de las formas es con la respiración». El problema radica en que nosotros respiramos de una forma desordenada. A partir de aquí centra su intervención, que recomiendo ver y escuchar atentamente, en sus trabajos científicos sobre cómo influye la respiración en el cerebro, en «cómo tendría que ser el patrón respiratorio». El resultado fue sorprendente porque lo que se descubrió es que respiramos muy mal, porque hemos desevolucionado, respiramos de forma muy errática. ¿Por qué ocurre esto? Lo que se ha descubierto es que en el cerebro hay unos núcleos predictores de la respiración que requieren orden,,no desorden, porque lo volvemos «loco», para entendernos. Ante esta situación, la doctora Castellanos propone una solución, sentarse a respirar durante diez minutos con un ritmo, es decir, que sepa el cerebro cuando una persona va a inspirar, a modo de un marcapasos, que «va guiando los ritmos de las neuronas». A partir de aquí explica con detalle el proceso de ordenación de “la orquesta”, sabiendo cómo se dirige, comenzando por una «inspiración» ordenada, yendo directamente al cerebro a través del bulbo olfativo, en trescientos milisegundos, llegando a los hipocampos, sede de la memoria (como ya he explicado en numerosa ocasiones en mi etapa divulgativa de las estructuras del cerebro en este cuaderno digital), donde están esperando determinadas neuronas a recibir estos impulsos eléctricos. A partir de aquí, hace la simulación del proceso como si fuera una orquesta. En esta situación de los hipocampos (2), las neuronas se mueven como los diversos instrumentos de la misma, comenzando por la afinación. En un momento determinado, tasado en la investigación, que se produce trecientos milisegundos después de iniciar la inspiración, aparece de pronto «un director de orquesta» con un movimiento de batuta imaginaria al que todos responden al unísono, que se llama científicamente la «alienación neuronal en alfa inducida por la respiración», latidos eléctricos que es alfa, ocho, diez o doce veces por segundo, es decir, «la respiración induce orden, coordinación, sincronización en nuestro cerebro».

En definitiva, para que el cerebro pueda ejecutar bien sus funciones necesita estar «orquestado», convirtiéndose así en el gran ordenador de la dinámica neuronal, no porque sean el órgano [los pulmones] que más influye en el cerebro, que es el corazón, sino porque a diferencia del sistema digestivo o del corazón, la respiración es aquello que yo puedo moldear a voluntad. Entre inspiración y exhalación anda una gran parte del juego de la vida cerebral. Es de tan vital importancia analizar científicamente este proceso que, para la doctora Castellanos, es considerado como una llave fundamental para acceder al cerebro, lo que se considera ya como un predictor esencial de salud mental globalmente considerada como tal, solidaria con el género humano, de fácil acceso, con independencia del poder adquisitivo de cada persona, porque la realidad es que todos respiramos. Hacerlo bien, es harina de otro costal.

Es importante conocer con detalle la persona que es y siente lo que dice en lenguaje accesible para la Humanidad, la autora de este descubrimiento, en la sinopsis personal trazada por la entidad organizadora de estas intervenciones profesionales tan didácticas: «Nazareth Castellanos es física teórica y doctora en neurociencia por la Universidad Autónoma de Madrid, autora de “El espejo del cerebro: Neurociencia y meditación” y “Neurociencia del cuerpo”, combina una intensa labor investigadora con la divulgación científica. Pionera en el estudio de la influencia que la meditación tiene sobre el cerebro, y apasionada de la comunicación entre cerebro y corazón, para ella, es imposible estudiar el cerebro como algo aislado, independiente del cuerpo que lo habita. Asegura que en los últimos años se está viviendo una auténtica revolución en la neurociencia que está reconciliando el cerebro con el cuerpo, y aceptando que no se puede entender el comportamiento humano sin comprender la influencia que el corazón, la respiración o el intestino – entre otros – tienen sobre el cerebro. «Pero no solo eso – afirma con entusiasmo – existe un hilo invisible que nos une a otras personas, ahora mismo lo que está sucediendo en mi cuerpo también depende de lo que está sucediendo en los cuerpos de las personas que yo tengo alrededor. Por ejemplo, el corazón, la respiración, la postura, y a mí esto es algo que me parece muy bello, impresionante, porque nos habla de una humanidad común y porque nos hace pensar en la comunidad, la idea que tenemos de cómo podemos impactar sobre los demás y la responsabilidad social que tenemos».

Animo a ver su intervención, escucharla o leer sus palabras, porque no dejan indiferente a nadie. Si importante es lo narrado anteriormente, aprovechen la oportunidad de aproximación Nazareth Castellanos para profundizar en otra vertiente muy atractiva del cerebro: Los secretos de la comunicación entre el cerebro y el corazón. La transcripción literal de su intervención, de mayor duración, les ayudará a seguir muy de cerca sus palabras. Nos les defraudará. Emulando a don Santiago Ramón y Cajal podríamos decir hoy que todos podemos ser directores o directoras de nuestro propio cerebro, a modo de orquesta sinfónica, si nos lo proponemos. Afortunadamente, no necesitamos más capital que el propio, el humano.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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