¿Andar sólo por caminos correctos? No, para Carmen Martín Gaite

Ensayando «Caperucita en Manhattan» – Teatro de La Abadía -Madrid

Sevilla, 4/II/2025

Lo leí ayer en una crónica teatral excelente de “Caperucita en Manhattan”, una obra inolvidable de Carmen Martín Gaite, estrenada en Madrid con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de la autora, con una entradilla significativa: “La adaptación del popular cuento de Carmen Martín Gaite dirigida por Lucía Miranda es un chute de libertad tan festivo como el relato original”.

En nuestro tiempo tan moderno, mediocre y cainita, es maravilloso leer una crónica sobre lo que se hace bien en nuestro país, yo diría que muy bien, recordando unas palabras que no he olvidado, del eminente cardiólogo Valentín Fuster: “Yo puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en España. Pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…” o lo que es lo mismo, puedo estar hablando todo el rato de las cosas que se hacen mal en España, pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…. Y comprobaremos que es verdad, que funcionan muchas cosas en este controvertido país.

En muy pocas palabras, Raquel Vidales, en su oficio de cronista, nos ayuda a captar la esencia de esta adaptación teatral: “Recordemos que esta es la historia de una Caperucita contemporánea. Sara Allen, una niña que vive con sus padres en Brooklyn y sueña con Manhattan: esa isla llena de luces junto a la estatua de la Libertad. Ahí vive su abuela, una antigua estrella de music hall noctívaga, librepensadora y poco hogareña, todo lo contrario que sus normativos padres. Pero mientras que en el cuento tradicional abuela y nieta acaban devoradas por el lobo por salirse del “camino correcto”, la versión de Martín Gaite invita a lo contrario. En su escapada de Brooklyn a Manhattan, Sara Allen descubrirá que no hay un “camino correcto”. También el significado de la palabra libertad: algo que “se siente por dentro y no se puede decir”. Una sensación tan poderosa cómo frágil, como demuestra su tergiversación política actual”. Extraordinario resumen.

Me he quedado hoy con el tratamiento de lo que simboliza para Carmen Martín Gaite aprehender el auténtico “camino correcto” en la vida, sobre todo para los que hemos crecido en dictadura política y sus derivadas deontotónicas, el exclusivo cumplimiento del deber, aunque hacerlo te costara la propia vida y la pérdida absoluta de la libertad.

Nada más que por el análisis anterior de Caperucita en Manhattan y su adaptación teatral en La Abadía de Madrid, me lleva a leerla con pasión y a esperar que en la gira prevista de la Compañía que actualmente la representa, haga un alto en esta sacrosanta ciudad, muy dada a respetar, “como se debe hacer y siempre se ha hecho”, el “camino correcto” de la vida, como un universal ético. Al fin y al cabo, como me enseñaron en mi infancia que hacían Caperucita, sorprendentemente “roja”, y su abuela, no sé si “azul”, ante un lobo “también rojo” o negro según se mire, muy peligroso como le corresponde serlo, a pesar de que en mi alma juvenil me quedó grabada en mi mente, para siempre, la famosa sentencia de Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre. Mejor dicho, en latín, homo homini lupus. Sin atisbo de libertad alguna ante caminos probablemente “incorrectos” para la sociedad de mi época o, quién sabe, si también de la actual, tan moderna, tecnológica, dualista, mediocre y cainita.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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