Preferiría no haber publicado hoy este artículo sobre el poder sin escrúpulos de La Casa Blanca

Sevilla, 24/II/2025 – 15:56 h (CET+1)

Todavía no me he recuperado de mi conmoción al leer una columna de Nuria Labari en el diario El País, sobre un tuit publicado por La Casa Blanca (The White House) en “X” el pasado 18 de febrero, con un título “ASMR: Vuelo de deportación de extranjeros ilegales”, no inocente por supuesto.

Para empezar a entender esta publicación, hay que conocer qué significan las siglas ASMR, porque encierran el mensaje malévolo de lo que se pretende transmitir como aviso para inmigrantes ilegales o no, dependiendo de cómo se lleve a cabo la selección de “presuntos implicados”, cuestión que a estas alturas pongo personalmente en cuarentena. AMSR, siguiendo de cerca la columna citada, es un acrónimo que significa “respuesta sensorial meridiana autónoma y describe una sensación física y psicológica que aporta calma y tranquilidad a quien la experimenta. Su efecto es realmente placentero y por eso los vídeos en ASMR acumulan millones de visualizaciones en internet. ¿Pero en qué consisten? Básicamente en realzar sonidos en primer plano como técnica de relajación. ¿Qué clase de sonidos? Pues susurrar al oído, pasar las páginas de un libro, arrugar una bolsa… Las derivaciones del ASMR son casi infinitas y cada vez más artísticas (la cuarta temporada de Stranger Things comenzó con cinco minutos de ASMR sin diálogos), pero siempre busca provocar relajación y tranquilidad. Pues bien, la Casa Blanca ha grabado un vídeo en ASMR para provocar en sus espectadores el mismo placer que experimenta Donald Trump (y sus votantes) cada vez que una persona migrante es humillada y deshumanizada”.

Creo que al escuchar este vídeo, comprenderán quienes leen hoy estas palabras, que tengo el mismo sentimiento de Bartleby el escribiente, cuando manifestaba una y otra vez aquella legendaria frase, “preferiría no hacerlo”, porque personalmente hoy, por mi parte, también hubiera preferido no escribirlas, porque lo visto y escuchado me ha revuelto el alma, pero creo que debemos compartir esta información para tomar conciencia de lo que está pasando en el mundo y ejercer el poder de la denuncia pública como pueda hacerlo cada uno, cada una, desde su posición actual en ese concreto mundo al revés, para no participar en silencios cómplices que conducen a nada bueno para la humanidad. También, escribo estas líneas para demostrar cómo se destroza la democracia con impunidad absoluta, bajo el principio del “todo vale” ante el calificado como “el contrario”, caiga quien caiga y cueste lo que cueste, incluso si son vidas humanas de migrantes con la dignidad y su dolor dentro.

En este contexto, conviene recordar que el pasado 29 de enero, el presidente Donald Trump firmó la Ley Laken Riley, que ordena la detención de inmigrantes indocumentados por delitos menores, incluso si no han sido acusados o sentenciados, para procesarlos para su deportación, aunque el aspecto más polémico de esta nueva ley estriba en una aparente violación de la presunción de inocencia de los detenidos. Es verdad también que esta Ley obtuvo en su tramitación un respaldo amplio del Partido Demócrata, debido a la intrahistoria del asesinato de una joven que da nombre a esta ley.

Lo que puedo asegurar es que esta demostración de fuerza mediante ASMR, es decir, mi “respuesta sensorial meridiana autónoma”, lo que me ha provocado es una sensación física y psicológica de desasosiego e intranquilidad, que me duele confesarlo. Lo que no acierto a comprender y me escandaliza es que, siguiendo a Nuria Labari, la Casa Blanca haya grabado este vídeo en ASMR “para provocar en sus espectadores el mismo placer que experimenta Donald Trump (y sus votantes) cada vez que una persona migrante es humillada y deshumanizada”.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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