Según García Lorca, Maruja Mallo pintaba la belleza del mundo que cabe dentro del ojo

Maruja Mallo, La verbena, 1927

Sevilla, 8/X/2025 – 13:19 h (CET+2)

Hoy se inaugura en el Museo Reina Sofía, en Madrid, una exposición muy importante para rescatar la memoria histórica de Maruja Mallo (Viveiro, 1902 – Madrid, 1995), Maruja Mallo. Máscara y compás, una artista de la generación del 27 que, como destaca la sinopsis oficial e la muestra, fue “una de las grandes artistas del siglo XX español y una de las principales figuras de la generación del 27, de la que formaron parte Rafael Alberti, Salvador Dalí, Federico García Lorca, María Zambrano, Luis Buñuel y Rosa Chacel, entre otros. Es, además, la más importante representante del grupo de artistas que, por primera vez, presentaron colectivamente una cosmovisión femenina desde una perspectiva también inédita, la de la mujer moderna, activa, libre y profesional. Mallo fue una artista visionaria que logró reflejar las preocupaciones de su época y anticiparse a muchas de las actuales. La universalidad de las aspiraciones humanas, más allá de diferencias económicas, raciales o de género, la consideración del mundo como un sistema ecológico interrelacionado y el poder del arte para revelar aspectos desconocidos de la realidad son ejes fundamentales de su obra”.

Federico García Lorca dijo de ella que “entre Verbena [La Verbena] y Espantajo [Espantapájaros] toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad”. Residente en Madrid desde 1925, frecuentó ambientes artísticos que caracterizan su obra, inspirada también en la cosmovisión de artistas como Dalí, García Lorca, Alberti y Buñuel. En los comienzos de la guerra civil viajó a Argentina, pasando en primer lugar por Portugal, donde inició su exilio, recibiendo ayuda de Gabriela Mistral, que propició una estancia americana posterior de la que no volvió a España hasta 1962. He leído una referencia suya en un periódico gallego, que resume de forma excelente su trayectoria ideológica y artística, como un todo inseparable: “Ya en sus años americanos era toda una celebridad, en cuanto que arribó a Argentina con el elogio y el refrendo de la flor y nata del surrealismo francés. Para cuando regresa a su país tenía estatus de auténtica figura de culto, que ella misma —tan inteligente y desinhibida— mimaba con su pose rebelde y su cuidada imagen. Seguía siendo aquella que con Lorca, Dalí y Margarita Manso inventó el movimiento de Las Sinsombrero. Fue en Madrid, cuando como en un juego se despojaron del sombrero —ella, con el corte de pelo estilo garçon— «para descongestionar las ideas» y se montó un escándalo, anécdota que mucho después bautizó la tendencia emancipatoria de las mujeres de la Generación del 27”.

Maruja Mallo, profesora de dibujo en Arévalo (Segovia), 1933

La sinopsis oficial de la exposición nos muestra también esta transición vital y cultural de la artista: “La personal y heterogénea producción artística de Mallo difumina los límites entre lo popular y lo vanguardista, entre estética y política. Lo popular no es para ella nostalgia rural ni mirada local, sino un territorio de conciliación e hibridación, contemporáneo y urbano. Durante su exilio en Argentina como consecuencia de la Guerra Civil española, Mallo traslada a sus obras la fascinación por la belleza y la diversidad que encuentra en ese nuevo continente. En ellas, la figura humana, con el rostro monumentalizado, y la máscara o la sombra como alter ego se convierten en protagonistas. Estas se caracterizan por una ambigua tensión entre lo animado y lo inanimado; tensión que cobrará una dimensión sombría a medida que la condición de exiliada pese más sobre ella”.

En 2024 pude sentir personalmente la maestría de Maruja Mallo por su obra La Verbena, en una exposición en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en Madrid, que llevaba por título Maestras, porque compartía esa denominación junto a Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann, Clara Peeters, Rosa Bonheur, Mary Cassatt, Berthe Morisot, María Blanchard, Natalia Goncharova o Sonia Delaunay, allí presentes a través de obras muy representativas, pintadas como artistas célebres en su tiempo que hoy vuelven a ser reconocidas como maestras, una forma excelente y didáctica de contestación al borrado en la historia del arte que sufrieron junto a otras que rompieron moldes con obras de indudable excelencia.  Otra forma de divulgación de un mensaje aleccionador para no borrar la memoria histórica y democrática de pintoras maestras en nuestro país, recuperada en la exposición que se inaugura hoy, Maruja Mallo. Máscara y compás.

Si quieren revivir lo que sintió García Lorca al contemplar una obra suya emblemática, La Verbena, recomiendo ver y leer con atención el análisis de esta obra, realizado por Patricia Molins, comisaria de la muestra, que ha publicado hoy el diario El País, bajo el título, Recorra el cuadro de ‘La verbena’ y descubra cómo Maruja Mallo convirtió el carnaval en una nueva versión de España. Es verdad que viéndolo, “toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo”.

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