Jamás te recuerdo, democracia, porque nunca te olvido

Jamás te recuerdo, porque nunca te olvido

Enrique Bunbury, El rumbo de tus sueños

Sevilla, 16/XI/2025 – 09:50 h (CET+1)

En estos días de recuerdo obligado sobre lo que supuso, hace ya 50 años, la muerte del dictador Franco y la apertura en nuestro país de las grandes avenidas de la libertad, la frase del cantor Bunbury aplicada a la democracia, debería ser una de las declaraciones de amor y contrato social más importantes en la vida de las personas: jamás te recuerdo, democracia, porque nunca te olvido. Ante su llamativo ocaso, tratado en varias ocasiones en este cuaderno digital, es urgente reivindicar su importancia para seguir viviendo en sociedad, a pesar de los esfuerzos que se hace a diario por muchos dirigentes y líderes sociales para condenarla al ostracismo. No hace falta ir a Estados Unidos, Ucrania o Gaza para aseverar esta realidad fascista que clama al cielo, que se pretende conquistar por muchos antidemócratas, porque en nuestro país es constatable con datos que hay signos evidentes de que vivir en democracia es algo que tenemos que recordar todos los días, porque la olvidamos con una facilidad pasmosa, sobre todo cuando falta diálogo para comprender que “todos no somos iguales” y que, por tanto, no podemos ni debemos pensar lo mismo y que se ha demostrado a lo largo de los siglos que es la mejor forma de convivencia humana cuando precisamente nada humano, incluso nuestro peor rostro, nos debería ser ajeno.

Creo que a tenor de lo expuesto anteriormente, es urgente introducir en la programación de la escuela del mundo al revés (Eduardo Galeano, dixit), en la que estamos instalados en nuestro país, una asignatura que llevara por título “Educación para la Democracia”, visto el fracaso que llevamos a nuestras espaldas democráticas con una que se llamó, no hace tanto tiempo, “Educación para la Ciudadanía”, acusada de forma torticera y sin compasión de “adoctrinamiento” en las escuelas de este país.

No hace falta ser un Einstein redivivo para constatar que la democracia peligra día a día, por la radicalidad tan agresiva que se está instalando en la sociedad de este país al revés, de forma silenciosa, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies, que diría también Eduardo Galeano. Las noticias que se publican a diario sobre el auge de la ultraderecha en nuestro territorio hispano, con una llamativa asunción de esta alarmante realidad por parte de los más jóvenes, muestran el mundo al revés de la democracia auténtica en nuestro país. Esta es la razón de por qué no debemos olvidarla nunca, para no tener que estar recordándola siempre. Estoy convencido de que la democracia hay que cuidarla cada día y con tres pilares de cuidados básicos que he reiterado en muchas ocasiones en este cuaderno digital: el primero, participar en procesos electorales y ser consecuentes con lo que cada uno vota, sabiendo que las ideologías no son inocentes y que todos los partidos no son lo mismo. De ahí la necesidad de recurrir a una información veraz y objetiva de los programas y del conocimiento de los líderes que los representan, con objeto de que cada persona pueda emitir juicios bien informados, no sólo en el momento de introducir el voto en la urna, sino también en la convivencia diaria, huyendo de silencios cómplices, en una permanente alborada democrática. El segundo pilar se centra en ejercer la responsabilidad activa de ciudadanía, porque ser responsable es la conjunción de conocimiento y libertad. Conocimiento, porque la inteligencia es el bien más preciado para vivir dignamente, entendida como la capacidad de resolver problemas en libertad de conciencia y acto del día a día, considerando siempre que es lo más bello que tiene el ser humano. Libertad, porque es lo más preciado de lo que dispone el ser humano cada día en la tarea diaria de entrar en ella.

Finalmente, el tercer pilar nos obliga a pensar en el día después de las elecciones, en los días del después que llegan hasta hoy, por ejemplo, porque detrás del voto debe haber siempre un compromiso activo con el voto fiado a terceros que probablemente ni conozco, a través de un papel alargado como la sombra ética y decente que lo protege. Es decir, tengo que mantener activo el compromiso diario de mi opción a través de la participación activa, como ciudadano o ciudadana que vive en un ámbito local concreto, en la consecución de aquellos objetivos que me han llevado a elegir una determinada opción política volcada en un programa, que nunca se debe entender como flor de un día. El éxito político de la democracia, como el campo, es para quien la trabaja y no hay que olvidar que cuando la política se entiende así podemos ser protagonistas de la misma en mi casa, mi barrio, mi trabajo, mi ciudad, mi país o, simplemente, entre mis amigos o familia del alma.

En definitiva, lo que planteo es una alborada democrática, vigilante y continua, donde no tengamos que recordarla permanentemente, algo que sólo es posible cuando no la olvidamos ni siquiera un momento.

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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!