El Principito, hoy / 1. Las personas grandes nunca aprenden por sí solas

Antoine de Saint-Exupéry, El Principito, 1943, acuarelas del capítulo I.

Sevilla, 15/XII/2025 – 07:20 h (CET+1)

Dicho y hecho. Con la ilusión de un niño con zapatos nuevos, compré ayer una edición de El Principito, escrita por Antoine de Saint-Exupéry y publicada por la editorial Salamandra, que respeta íntegramente el original traducido por Bonifacio del Carril, “con las acuarelas del autor”, tal y como se publicó por primera vez por la editorial argentina Emecé, el 20 de septiembre de 1951.

Ayer anuncié también en este cuaderno digital que iba a publicar una serie dedicada a esta novela corta, que siempre he entendido como dirigida a todas las edades, atribuyéndome por razones de edad, la especialmente concebida por el autor para mi condición de persona mayor o grande, no olvidando que fui niño, ratificado en sus primeras páginas, concretamente en el capítulo primero, ante el fracaso que cuenta el narrador (alter ego del autor) sobre la interpretación por parte de las llamadas “personas grandes”, de los dibujos que hizo cuando tenía tan solo seis años: “De este modo abandoné a la edad de seis años lo que pudo haber sido una brillante carrera de pintor. Me encontraba decepcionado a raíz del fracaso de mis dos primeros dibujos. Insisto en que las personas grandes no comprenden nada por sí mismas y es cansador para nosotros, los niños, darles siempre y siempre explicaciones”.

En esta primera entrega, esta experiencia de fracaso infantil, o no, según se mire, me ha recordado una escena hilarante protagonizada por Groucho Marx, al pronunciar aquella frase gloriosa en Sopa de ganso, en una reunión memorable de la Cámara de Diputados de Freedonia: “¡Hasta un crío de cuatro años sería capaz de entender esto!… Búsqueme un crío de cuatro años, a mí me parece chino“. Traído a nuestra realidad política actual, ambos niños, de cuatro años el de Groucho Marx y seis, el de Saint-Exupèry, cuestionan la incapacidad de las llamadas personas mayores o grandes de interpretarla de forma correcta y en su justo sentido. Siguiendo al pie de la letra lo solicitado por Groucho o el “cansancio” del narrador con alma de niño según Saint-Exupéry, es lo que tendría que gritar hoy la gente, los de abajo, en el Congreso de los Diputados, porque están obligatoriamente obligados a entenderse, cuando a muchos demócratas nos parece chino el diálogo de sordos en el que están instalados en la actualidad. Porque la situación política de este país les debería llevar a comprender que el resultado de las urnas es un mandato explícito para que se busquen siempre acuerdos de gobierno, tan necesitado este país de ellos, que… hasta un niño de cuatro años o de seis, es capaz de entenderlo.

De todas formas, el final del capítulo primero es desolador. Las personas “grandes” siguen o seguimos sin entender mucho qué pasa realmente en la vida, a no ser que se contemporice todo de un modo mediocre y con un gran peligro que acecha, porque no hay nada más peligroso que un mediocre con poder: “Cuando encontraba alguna persona grande que me parecía algo lúcida, realizaba la prueba de mi dibujo número 1 [¿sombrero o boa?] que siempre he conservado y conservo aún. Me interesaba saber si verdaderamente comprendería mi dibujo. Sin embargo, siempre me respondían: «Es un sombrero». Desde ya que no les hablaba entonces de serpientes boas, ni de bosques vírgenes, ni de estrellas. Me ponía a su alcance, hablándoles de bridge, de golf, de política y de corbatas. Así es como se quedaban conformes por haber conocido a un hombre tan razonable”.

Estando en estas cuitas, me he adentrado en el capítulo II, una vez decidido que el futuro del narrador no era la pintura sino volar, con estudios previos recomendados por las personas grandes: geografía, historia, cálculo y matemáticas. Conformismo preocupante. Un accidente lo sitúa en el desierto y allí se encuentra otra vez con la realidad de la pintura, del dibujo, al escuchar la voz de un hombrecillo, solicitando que le dibujase un cordero. Sorprendido lo intentó dos veces, cordero 1 y cordero 2, nunca del agrado del peticionario, hasta que finalmente busca una respuesta inteligente mediante el dibujo de una caja con tres agujeros, ¡con el cordero dentro!, que resultó del agrado del “hombrecito”, acostumbrado a las cosas pequeñas: “Se inclinó hacia el dibujo y exclamó: ¡Bueno, no tan pequeño…! Está dormido… Y así fue como conocí al principito”.

¡Ay, las cosas pequeñas!, pero no las señaladas sarcásticamente por Groucho: “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”. Siempre las he apreciado y este capítulo segundo comienza ya a ofrecer pistas de quién es el hombrecito del desierto, el principito, que así lo llama también el narrador. Es un motivo reforzador de mi gusto por las pequeñas cosas, las auténticamente pequeñas, que aprendí hace ya muchos años de un gran hombre, Rabindranath Tagore, a través de una obra preciosa, Pájaros perdidos, con una traducción impecable de Zenobia Camprubí, la compañera de vida de Juan Ramón Jiménez. Fue el “pájaro” 178 el que me descubrió una nueva vida: A mis amados les dejo las cosas pequeñas; / las cosas grandes son para todos.

La lectura de los dos primeros capítulos refrescan mi memoria histórica de la dignidad humana impregnada de valores. En este mundo al revés, donde el caballo grande, ande o no ande, es lo que entusiasma en nuestros alrededores, ha merecido la pena encontrarme de nuevo con este pájaro pequeño o con el pequeño cordero tan querido por el principito, porque nos hace más libres la posibilidad de dejar, regalar, ofrecer, entregar aquello que es verdaderamente cercano y que es posible compartir, aunque sea aparentemente muy poca cosa, muy pequeño. Aunque cuando nos retiremos a nuestra soledad sonora, que tan magníficamente vivieron Tagore, Zenobia y Juan Ramón, por este orden, necesitemos recoger con nuestras manos un nuevo pájaro perdido, el 130, que nos marca caminos para ser mejores, comprendiendo hoy el significado de los dibujos fallidos del narrador: Si cierras la puerta a todos los errores, dejarás fuera la verdad.

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UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

Ahora que mi blog cumple veinte años

Fotomontaje con la imagen de la portada de ‘El cuento de la isla desconocida’, de José Saramago, en la versión en tailandés (เรื่องของเกาะที่ไม่รู้จัก), incorporando la leyenda personal ‘Guía Cavafis” / JA COBEÑA

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Constantino Cavafis, Ítaca 

Sevilla, 11/XII/2025 – 06:00 h (CET+1)

Mi blog cumple hoy veinte años de vida digital. Las primeras palabras que escribí en lo que llamo ahora “cuaderno digital”, más allá del sustantivo “blog”, fueron para presentarme a la Noosfera, la malla pensante de la humanidad, porque fue Teilhard de Chardin el que me inspiró el título del mismo, que mantengo intacto veinte años después, porque como decía el famoso tango de Gardel, el tiempo -veinte años- ha pasado como si nada, cuando es verdad que su hilo conductor ha permanecido inalterable, convencido como estoy de que el mundo sólo tiene interés hacia adelante.

En aquella declaración de principios de 11 de diciembre de 2005, recordándola con una melodía de Serrat de fondo, de la banda sonora de mi vida (ahora que tengo veinte años o lo que hoy es lo mismo, ahora que mi blog cumple veinte años), decía que iniciaba una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas: “Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por José Saramago [en El cuento de la isla desconocida] será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, esto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma «Seis propuestas para el próximo milenio»: «…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial» (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar)”.

Creo que a través de más de tres mil artículos, he cumplido con aquél compromiso. Los han leído alrededor de dos millones y medio de personas provenientes de centenares de países de este mundo al revés, realidad incontestable y muy presente en el cuaderno por obra y gracia de Eduardo Galeano, con una obvia representación mayoritaria de países latinoamericanos por la lengua utilizada, con México a la cabeza. ¡Qué experiencia tan extraordinaria, gracias al mundo digital!, el que me enseñó a comprenderlo, sobre todo, Nicholas Negroponte (Nueva York, 1943), entre otros maestros de las tecnologías de la información y comunicación.

Salvando lo que haya que salvar, a lo largo de esta maravillosa experiencia, he escrito millones de palabras, leídas a través de casi dos millones y medio de visitas a este cuaderno digital, desde su inicio el 11 de diciembre de 2005, pretendiendo siempre ser consecuente con su subtítulo, que sigue apareciendo desde su nacimiento, es decir, alcanzar con cada publicación un objetivo como resultado pretendido: buscar islas desconocidas todavía por descubrir en el sentido de “penetrar directamente en el subconsciente de cada persona, lector o lectora, con su carga emotiva y filosófica” en todos y cada uno de sus contenidos, con objeto de que cada artículo o post, sea una experiencia intensamente subjetiva que lleve al lector o lectora a un nivel interno de conciencia como lo hace la música, tantas veces citada y reproducida aquí en textos y contextos diferentes. Lo que puedo asegurar hoy al hacer un alto en este camino digital, es que ha sido un viaje largo, una odisea, en el sentido más clásico del término, en su primera acepción aceptada por el Diccionario de la RAE: viaje largoen el que abundan las aventuras adversas, mis pre-ocupaciones (así, con guion), porque de todo hay en la viña del Señor de mis mayores, como cantaba mi paisano Antonio Machado, al que nunca he olvidado en esta bitácora o cuaderno de derrota, en lenguaje del mar. Cuaderno digital, en definitiva.

Los que hemos optado por iniciar otro tipo de viajes a islas desconocidas, a lo largo de la vida y utilizando sólo la imaginación, sabemos que la recomendación a Ulises del viaje a Ítaca, según Constantino Cavafis, era una extraordinaria guía de viaje: Ten siempre a Ítaca en tu mente. / Llegar allí es tu destino. / Mas no apresures nunca el viaje. / Mejor que dure muchos años / y atracar, viejo ya, en la isla, / enriquecido de cuanto ganaste en el camino / sin esperar a que Ítaca te enriquezca.

Lo que pasa es que en los momentos actuales de desconcierto democrático mundial, sólo sabemos que no sabemos lo que nos pasa y a la vuelta de cualquier viaje de norte a sur y de este a oeste en nuestro hemisferio particular e inquietante en esta etapa tan larga, protagonizado por el Ulises que casi todos llevamos dentro, puede que nos ocurra como al protagonista de un poema de Ángel González, Los ilusos de Ulises, que tampoco olvido: Siempre, después de un viaje, / una mirada terca se aferra a lo que busca, / y es un hueco sombrío, una luz pavorosa / tan sólo lo que tocan los ojos del que vuelve. // Fidelidad, afán inútil. / ¿Quién tuvo la arrogancia de intentarte? / Nadie ha sido capaz / -ni aun los que han muerto- / de destejer la trama / de los días.

Veinte años en la Noosfera ha sido un compromiso para destejer las tramas de cada día, con el objetivo de compartir este trabajo de rueca digital, escribiendo en páginas en blanco de este cuaderno digital como si cavara un pozo con una aguja, tal y como lo aprendí de Orhan Pamuk, a través de unas palabras pronunciadas en el discurso del acto de entrega del Premio Nobel de Literatura 2006: Escribo porque solamente modificando la realidad puedo soportarla, […] escribo para ser feliz.

Probablemente y con esta perspectiva homérica, habría que editar urgentemente una nueva guía de viajes, la guía Cavafis, para aprender la clave de todo viaje a las Ítacas particulares que, en muchas ocasiones, es una mudanza al interior de nosotros mismos. Es lo que aprendí hace ya muchos años en un viaje que inicié en el velero “La isla desconocida”, que me mostró José Saramago en su cuento homónimo, a modo también de guía para navegantes inquietos, aquel lejano 11 de diciembre de 2005, que recomiendo leer como guía imprescindible para personas aventureras que necesitan encontrar islas desconocidas, siguiendo el cuaderno de bitácora del propio Saramago y escuchando la voz protagonista de una mujer admirable que aplica siempre el principio de realidad en su vida: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual…”.

Y a pesar de que soy consciente, con espíritu gardeliano, de que veinte años no son nada, sigo decidido a ampliar el horizonte de miras de este blog, cuaderno de bitácora, cuaderno digital en definitiva, con sus blancas letras, como las de la carabela del cuento de Saramago: cuaderno de inteligencia digital para buscar islas desconocidas… Es lo que hicieron los protagonistas del cuento de Saramago al finalizar su microhistoria y, quizá, la tuya y la mía, la vuestra, queridos tripulantes digitales: Después, apenas el sol acabó de nacer, el hombre y la mujer fueron a pintar en la proa del barco, de un lado y de otro, en blancas letras, el nombre que todavía le faltaba a la carabela. Hacia la hora del mediodía, con la marea, La Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí misma.

Gracias, lector o lectora, gracias por haberme acompañado hasta aquí a lo largo de estos veinte años. Lejos de pararme, sigo haciendo camino al andar. Con tu quiero y mi puedo, recordando a Ricardo Cantalapiedra, obligatoriamente obligado a seguir comprometido con el mundo de todos (Rafael Ballesteros, dixit) y guardándome lo que entiendo por verdad porque sigo buscándola junto a la de los demás, como homenaje personal a mi paisano Antonio Machado.

Cuando escribo estas palabras, he buscado envolverlas, como regalo a la Noosfera, escuchando el Adagio del Concierto para clarinete en La mayor, KV 622, compuesto en 1791 por Mozart, el último año de su vida, cuando tenía 35 años: Clarinet Concerto in A major, K.622. Es una versión que aprecio mucho, interpretada por la Iceland Symphony Orchestra, dirigida por Cornelius Meister y con la intervención de la clarinetista solista Arngunnur Árnadóttir. Doscientos treinta y cuatro años después de su composición, tampoco son nada cuando escucharlo y sentirlo eleva el espíritu a los cielos y me permite creer y transmitir a los cuatro vientos que otro mundo es posible.

Veinte años después, confieso que hago hoy acopio de avíos en tierra, de nuevo, para poder navegar cada vez mejor por un mundo diseñado a veces por el enemigo (Juan Cobos Williams, lo dijo…).

NOTA: la imagen de cabecera es un fotomontaje que he realizado sobre la portada de El cuento de la isla desconocida de José Saramago, en la versión en tailandés (เรื่องของเกาะที่ไม่รู้จัก), que pude tener en mis manos y hojear durante la visita a la biblioteca del premio Nobel en Tías (Lanzarote), en el mes de agosto de 2010.

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¡Paz y Libertad!

Hoy es el Día de la Bandera de Andalucía, un enigma al trasluz para el andaluz

Banderas andaluzas en una manifestación en Sevilla, en defensa de la Sanidad Pública – 25 de marzo de 2023 / JA COBEÑA

La bandera blanca y verde de Andalucía es verde como la esperanza cuando asoma a nuestros campos; blanca como nuestra bondad.

Blas Infante, en La verdad sobre el Complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía, 1931

Sevilla, 4/XII/2025 – 07:48 h (CET+1)

Hoy se celebra el Día de la Bandera de Andalucía, una insignia -como la llamaba Blas Infanteel andaluz ideal– que simboliza una parte de las señas de identidad de esta Comunidad Autónoma, junto al escudo oficial que fue diseñado también por él, tomando elementos del escudo de Cádiz, adaptándolos a Andalucía, con un mensaje especial: Andalucía por sí, para España y la Humanidad. Las banderas, al igual que la música militar, nunca me han sabido levantar, pero como demócrata empedernido la respeto y procuro comprenderla en el espíritu y la letra del llamado padre de la patria andaluza, cuando en la Asamblea andalucista celebrada en Ronda (Málaga) en 1918, reclamó la bandera verde y blanca como uno de los símbolos propios del pueblo andaluz, correspondiendo los colores elegidos a los primitivos pendones del Califato de Córdoba y del Imperio Almohade. El verde no es claro, brillante o vivo, sino oscuro, más bien Omeya: “sus colores eran los más apropiados para representar la empresa de la restauración de un Pueblo, nunca bélico, y siempre creador de culturas originales, directoras de la Humanidad, como lo fue Andalucía”. Un año más tarde, en un artículo publicado en la revista Córdoba (173, 1919), vuelve a reafirmar la identidad de la “bandera nacional” andaluza: “En la Asamblea Regionalista de Ronda, 1918, se votó para Andalucía como bandera nacional, la bandera blanca y verde. Fueron los colores preferidos por nuestros padres. Verde es la vestidura de nuestras sierras y campiñas, prendidas por los broches de las campesinas habitaciones blancas; limoneros en flor son los árboles preferidos por los andaluces y blancas son nuestras villas y antiguas ciudades de blancos caseríos con verdes rejerías orladas de jazmines. Pura y blanca como un niño, es la Andalucía renaciente que en nuestro regazo se calienta”. Pasados unos años, se llegó a la guerra civil, momento en el que Blas Infante se reafirmó en la identidad de la bandera “nacional” de Andalucía, antes de ser fusilado en 1936: “La Bandera Andaluza, símbolo de Esperanza y de Paz, que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz ni la esperanza ni la libertad si cada uno de nosotros no la lleva ya plenamente izada en su corazón”. Para que hoy no se olvide, ni siquiera un momento.

Con este espíritu y estas letras se refrendó la bandera de Andalucía en el Estatuto de Autonomía de 1981, actualmente vigente, una bandera que tiene ideología en su historia más reciente y que debemos al empeño del Pueblo Andaluz representado en la figura de Blas Infante, cuando a pesar de que en 2022 y con motivo de la celebración de esta efeméride, el presidente actual afirmó que el 4 de diciembre de 1977, fecha que se conmemora hoy, “no estuvo presidido por las ideologías”, obviando de un plumazo su rica historia , no inocente, a lo largo de los siglos. Hoy, vuelvo a sentir vergüenza ajena al recordar estas palabras cuando se instrumentaliza y contamina todo, recordándolo en estos días tan especiales y críticos en el país, del que forma parte esta Comunidad, aunque solo sea para respetar lo que ocurrió en Málaga ese día y ese año, 4 de diciembre de 1977, en una manifestación inolvidable y cargada de ideologías de izquierdas, no inocentes, afortunadamente, en la que se pedía tierra y trabajo, donde un joven ilusionado con una nueva Andalucía blanca y verde, Manuel José García Caparrós, militante de Comisiones Obreras, murió por una bala, perdida pero certera, no se sabe bien, disparada por las llamadas fuerzas del orden público, asunto muy doloroso sobre el que, a pesar de haber estado “clasificado” y sin poderse investigar a fondo durante 48 años, la familia ya dispone del expediente para conocimiento completo de lo que ocurrió tal día como hoy.

Expuesto lo anterior, prefiero abundar hoy en el color blanco actual de la bandera andaluza, que permanece, porque siempre ha significado a lo largo de los siglos un símbolo de paz, concordia y bondad humana, frente a los que instrumentalizan esta realidad simbólica sin compasión alguna, como ocurre aquí en Andalucía con esta bandera “nacional”, sobre las que se ponen manos no inocentes y que no respetan el auténtico sentido de nuestra “insignia” a lo largo de los siglos, desde la arbonaida andalusí hasta la de nuestros días, con una clara ideología detrás. Si insisto en el color blanco es porque estoy interesado en resaltar esta franja de la bandera andaluza que ocupa su centro, aunque sea el de gravedad permanente de esta Comunidad, salvando lo que haya que salvar del estribillo de una canción de Franco Battiato grabada en mi alma de secreto, que en este día debería repetir sin cesar, adaptado a la situación actual en esta sacrosanta tierra para algunos: busco un centro de gravedad permanente en Andalucía, que nunca cambie lo que ahora pienso de las cosas, de la gente andaluza, sabiendo como sé, siguiendo de cerca a Luis Cernuda, mi querido paisano, que esa bandera que se conmemora hoy, es un enigma al trasluz, como cada andaluz, sea o no de cuna, que habita en Andalucía: Sombra hecha de luz, / que templando repele, / es fuego con nieve / el andaluz. / Enigma al trasluz, / pues va entre gente solo, / es amor con odio / el andaluz. / Oh hermano mío, tú. / Dios, que te crea, / será quién comprenda / al andaluz. Es más, reforzando ese color, el blanco, como el mismo compositor y cantor italiano deletreaba en su conocida bandera blanca (bandiera bianca): “¡Ah, qué difícil es permanecer tranquilos e indiferentes / mientras en nuestro entorno hay tanto ruido! / En este tiempo de locos lo único que nos faltaba eran los idiotas del horror / He escuchado los disparos en una calle del centro // En el puente hay una bandera blanca”.

En el contexto de lo manifestado anteriormente, creo que va siendo hora de que planteemos en Andalucía salir de nuevo a la calle como en aquel 4 de diciembre de 1977, para reivindicar que 48 años después estamos viviendo momentos muy difíciles como Comunidad Autónoma, en relación con el Estado de Malestar de la Comunidad, que tantas veces he citado en este cuaderno digital, con datos y en proyecciones concretas, a modo de banderas de denuncia de la situación que atraviesa Andalucía en realidades tales como la pobreza severa y exclusión, sobre todo en la pobreza infantil, hecho manifiesto en barrios archiconocidos por su extrema pobreza sostenida en el tiempo, en décadas de colas de hambre y localizados en la extensa geografía andaluza, desde Huelva hasta Almería; el paro en general, sobre todo juvenil y crónico de personas relativamente calificadas como “mayores”; los afectados por las demoras en la tramitación de las ayudas a la dependencia, en todas sus manifestaciones posibles; el difícil acceso y sostenimiento de la educación pública en todos sus niveles; los problemas existentes en la atención integral a la sanidad pública y gratuita, con especial foco en la salud mental, pariente pobre del Sistema Sanitario Público de Andalucía, con serios problemas en la Atención Primaria, clave de la organización sanitaria, así como en las listas de espera quirúrgica y de consultas externas especializadas, vergonzantes e inadmisibles, que afectan a más de un millón, cien mil personas; las soluciones de urgencia que se deberían implementar para garantizar la equidad en el acceso inmediato y no burocrático al Ingreso Mínimo Vital y otras ayudas legítimas para los que menos tienen y así una lista de situaciones límite, a veces interminable, en nuestra Comunidad.

Por último y como resumen de lo manifestado anteriormente, en este día de la Bandera de Andalucía, quiero enarbolar humildemente una simbólica, izándola en mi corazón, como aprendí de Blas Infante, en favor de los nadies de Andalucía, a los que Eduardo Galeano definió de forma impecable: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folclore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

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UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

Llegamos al 50 aniversario de la muerte del dictador Franco con tres heridas…

Llegó con tres heridas: 
la del amor, 
la de la muerte, 
la de la vida. 

Con tres heridas viene: 
la de la vida, 
la del amor, 
la de la muerte. 

Con tres heridas yo: 
la de la vida, 
la de la muerte, 
la del amor.

Miguel Hernández, en Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)

Sevilla, 19/XI/2025 – 13:09 h (CET+1)

En estos días de respeto a la memoria histórica y democrática de este país, con motivo del 50 aniversario de la muerte del dictador Franco, recuerdo especialmente a Miguel Hernández, leyendo varias veces un poema precioso, Llegó con tres heridas, en el que aprendemos qué significa caminar a diario con un sentimiento de tres heridas de ausencias: la de la vida, la del amor, la de la muerte (como las suyas).

Sigo leyendo su cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), en el que logro comprender bien lo que significa dignificar la vida cada día, en pleno ocaso de la democracia, con un acoso y derribo desvergonzado que exhibe diariamente la derecha extrema y ultraderecha de este país. Todos los días convivimos con heridas de vida, muerte y amor…, en ese orden, porque así lo exige la dignidad de la existencia, cuando luchamos para que la vida tenga sentido para todos, para los nadies también. La que vivió Miguel Hernández en días terribles de ausencias. 

Por respeto a la memoria democrática de este país y un día antes del recuerdo cronológico de aquella fecha tan especial para recuperar la Libertad robada durante tantos años, resuenan especialmente en mi alma estas palabras de Miguel Hernández con más fuerza que nunca, a modo de cancionero de presencias eternas, no sólo de ausencias, dando sentido a mi vida, a mi muerte y a mi amor, en el orden final que él describió por las heridas causadas en la dictadura franquista, en aquella guerra civil y atroz. Para que no se olvide.

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UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

Para la libertad, en nuestro país, casi cincuenta años es nada


«Para la libertad», interpretada por Joan Manuel Serrat y con una coreografía que utiliza el lenguaje de signos

Para la libertad sangro, lucho, pervivo. / Para la libertad, mis ojos y mis manos, / como un árbol carnal, generoso y cautivo, / doy a los cirujanos. 

Miguel Hernández, Para la libertad

Sevilla, 15/XI/2025 – 13:00 h (CET+1)

Cuando nos aproximamos a velocidad de vértigo, en el tiempo líquido que nos ha tocado vivir, a una fecha inolvidable en nuestro país, la muerte del dictador Franco, el 20 de noviembre de 1975, comprobamos cerca de Carlos Gardel, que casi cincuenta años de libertad que propició y garantizó la Constitución de 1978, han pasado para muchos como nada. En pleno ocaso de la democracia, vuelvo a pensar en lo que aquella fecha de aniversario próximo nos proporcionó tres años después, “con la frente marchita, la nieve del tiempo platear”, sintiendo “que es un soplo la vida”, que cincuenta años de mi vida en libertad “no es nada», viendo los derroteros del país en la actualidad.

Lo que ocurre es que este recuerdo fugaz en mi interior, mi persona de secreto, me sitúa frente a palabras del poeta Miguel Hernández, porque aquella fecha propició que pudiéramos acercarnos a su vida y obra para experimentar la libertad soñada en la lucha de los años de dictadura. Y esta realidad irrefutable no la olvido. De ahí que resuene en mi cerebro, con más fuerza que nunca, su canto a la libertad y lo que hay que seguir haciendo para mantenerla viva en común: Para la libertad sangro, lucho, pervivo. / Para la libertad, mis ojos y mis manos, / como un árbol carnal, generoso y cautivo, / doy a los cirujanos. // Retoñaran aladas de savia sin otoño, / reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida; / porque soy como el árbol talado que retoño: / aún tengo la vida.

Este poema de Miguel Hernández, El herido (II), publicado en «El hombre acecha» 1937-1939, sigue presente en mi alma de todos y en la de secreto, como si fuese ayer el primer día que conocí estas palabras en una España que tenía helado el corazón de personas que buscaban la libertad perdida en una dictadura implacable.

PARA LA LIBERTAD

Para la libertad, sangro, lucho, pervivo

Para la libertad, mis ojos y mis manos

Como un árbol carnal, generoso y cautivo

Doy a los cirujanos

Para la libertad siento más corazones

Que arenas en mi pecho, dan espumas mis venas

Y entro en los hospitales, y entro en los algodones

Como en las azucenas

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan

Ella pondrá dos piedras de futura mirada

Y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan

En la carne talada

Retoñarán aladas de savia sin otoño

Reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida

Porque soy como el árbol talado que retoño

Aún tengo la vida

Para la libertad, sangro, lucho, pervivo

Para la libertad, mis ojos y mis manos

Como un árbol carnal, generoso y cautivo

Doy a los cirujanos

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan

Ella pondrá dos piedras de futura mirada

Y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan

En la carne talada

Retoñarán aladas de savia sin otoño

Reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida

Porque soy como el árbol talado que retoño

Aún tengo la vida, aún tengo la vida

Es verdad, por último, que la mejor forma de respetar en democracia las palabras de su poema completo, debemos hacerlo no olvidando lo sucedido realmente en la guerra civil, sin blanqueamientos y añoranzas fascistas impresentables de quienes la propiciaron y rememoran hoy, defendiendo también y a diario la reconciliación y transición cincuenta años después de la muerte del dictador, leyéndolas pausadamente e intentando comprender el mensaje de estas bellas palabras escritas con el corazón por Miguel Hernández, porque sufro en muchos momentos de desconcierto político las heridas del amor, de la muerte y de la vida en mi cancionero de ausencias de ideologías y compromiso activo para luchar por un mundo mejor y lejos de las mentiras, bulos y medias verdades en las que nos tenemos que desenvolver a diario.

La verdad es que, afortunadamente y a pesar de todo, pienso -como él-, que aún tengo la vida, aún tengo la vida

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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

No le toquéis ya más, que así es… Rosalía

Sevilla, 13/XI/2025 – 12:34 h (CET+2)

Pertenezco a una generación matusalénica para cualquier relación con este mundo líquido, el de Zygmunt Bauman, representado estos días por la cantora Rosalía (San Esteban Sasroviras, Barcelona, 1992), algo más que cantaora o cantante, según Facundo Cabral, porque la diferencia estriba en que no sólo puede cantar, sino que debe hacerlo, para satisfacción de cientos de miles de jóvenes que la siguen a pies juntillas, como dirían mis ancestros. Rosalía “está hasta en la sopa”, sonando su nuevo álbum, LUX, por tierra, mar y aire, con letras que tienen dentro un mensaje especial, en el que interpreta dieciocho canciones como si fueran partes de un concierto sinfónico, al utilizar también varios “movimientos” que agrupan formas de interpretar el hilo conductor de esta bella obra.

Como siempre hago en relación con las sinopsis oficiales de obras culturales, para no caer en espoiler, en esta ocasión se presenta LUX «como el cuarto álbum de estudio de la cantante, productora, compositora y ganadora de varios Grammy; se trata de su lanzamiento más innovador y global hasta la fecha. LUX es una proeza de visión y maestría. El álbum se ha grabado junto a la London Symphony Orchestra e incluye voces de artistas como Björk, Carminho, Estrella Morente, Silvia Pérez Cruz y los coros de la escolanía de Montserrat y de l’Orfeó Català. Rosalía explora temas de la mística femenina, la transformación y la espiritualidad trazando el arco entre la ilusión y la pérdida, la fe y la individualidad».

Mi amor a la música clásica me ha acercado a este álbum, junto al contenido exquisito de algunas de sus letras. Me ha gustado mucho la crítica que efectuó el diario El País el pasado cinco de noviembre, en la que se decía textualmente que «Las fortalezas de la cuarta y nueva obra de Rosalía, Lux, son muchas, pero quizá se deba poner en primer término la importancia del lugar desde el que se concibe. Hablamos de una obra osada, valiente, compleja, arrogante y fascinante, un disco sin estribillos, sin apenas ritmos memorizables, densa y extensa. Llamémosla anticomercial, pero a la vez se puede considerar pop. Esto lo realiza Rosalía desde la cúspide de la música pop, desde una posición de estrella mundial. […] Realizar un álbum raro desde los márgenes de la industria resulta mucho más sencillo, pero armar esta epopeya mística desde el trono que ella ocupa ofrece la imagen de una artista con una valentía radical». Lo que resulta indudable es que sus dieciocho canciones ofrecen un espacio de reflexión impresionante a través de sus letras y melodías, apoyadas por intérpretes de fama mundial: MOV I: 1. Sexo, Violencia y Llantas, 2. Reliquia, 3. Divinize, 4. Porcelana, y 5. Mio Cristo Piange Diamanti; MOV II: 6. Berghain, 7. La Perla, 8. Mundo Nuevo y 9. De Madrugá; MOV III: 10. Dios es un Stalker, 11. La Yugular, 12. Focu ‘ranni [Exclusivo en formato físico], 13. Sauvignon Blanc y 14. Jeanne [Exclusivo en formato físico]; MOV IV: 15. Novia Robot [Exclusivo en formato físico]; 16. La Rumba del Perdón; 17. Memória y 18. Magnolias.

Agradezco a Rosalía que ofrezca a través de este álbum espacios de reflexión para sus seguidores y seguidoras, que son cientos de miles de jóvenes, sobre todo, que buscan algo más en este loco mundo en el que nos ha tocado vivir, en momentos muy delicados para salvaguardar la democracia mundial. Por eso, a la hora de enfrentarme hoy a la pantalla en blanco, he recordado también a Juan Ramón Jiménez, a través de un poema muy breve y bueno, por tanto dos veces bueno (Baltasar Gracián, dixit), ¡No le toques ya más, que así es la rosa!, tal y como lo aprendí de él hace ya muchos años (1). Este recuerdo me permite exclamar también a todos los vientos algo vinculado con la utilización del enigmático pronombre personal «le», que para mí, en este aquí y ahora, podría ser el sentimiento de Rosalía, no exento de pensamiento, en su nuevo álbum: «¡No le toquéis ya más, que así es… Rosalía!

(1) Jiménez, Juan Ramón, Piedra y cielo, Buenos Aires: Losada, 1968

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UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

¿Quién anima al animador? (II)

Julio Numhauser & Maciel Numhauser, Todo cambia

Sevilla, 11/XI/2025 – 09:45 h (CET+1) [actualizado del artículo publicado en 2022]

La persona que anima es una especie en extinción, porque los agoreros mayores de este reino humano están haciendo continuamente de las suyas, con Trump a la cabeza, aunque en nuestro país también tenemos una muestra muy amplia, agrupada en siglas de derecha extrema y ultraderecha confesa. Animar es un verbo que admite hasta diez acepciones, según el Diccionario de la lengua española (RAE): infundir vigor a un ser vivo, infundir ánimo o energía moral a alguien, incitar a alguien a una acción, dar vida o animación a una obra de arte, comunicar a una cosa inanimada vigor, intensidad y movimiento, dar movimiento, calor y vida a un concurso de gente o a un paraje; dicho del alma, dar vida al cuerpo, vivir, habitar, cobrar ánimo y esfuerzo, decidirse, determinarse a hacer o decir algo. Son diez interpretaciones que equivalen a una sola, de las que destaco la última sobre las demás: animar es dar vida al cuerpo, saber vivir en definitiva. Cambiar todo lo que haya que cambiar.

Todo está cambiando en nuestras vidas porque hay muy pocas zonas de confort que nos animen a habitar seguros y de forma estable en el microcosmos que nos rodea. La cantora Mercedes Sosa (cantante es la que puede cantar y cantora es la que debe hacerlo, según Facundo Cabral), cantó Todo cambia, con letra y música del músico chileno Julio Numhauser, fundador de mi querido grupo Quilapayún, para animarnos a continuar siempre hacia adelante mediante su compromiso activo a través de la música, por ejemplo, habiéndolo grabado personalmente en la razón y en el corazón a lo largo de mi vida, en etapas que han quedado registradas en mi memoria de secreto, situada como estructura muy valiosa en una región profunda del cerebro, el hipocampo. La recuerdo en ocasiones como ésta porque era una auténtica animadora, infundiéndonos siempre ánimo o energía moral a todos: Cambia lo superficial / Cambia también lo profundo / Cambia el modo de pensar / Cambia todo en este mundo. Es bueno que como animadores hablemos de esto, por higiene mental, en el Club de las Personas Dignas, al que pertenezco desde hace ya muchos años, para reforzar las actitudes cotidianas en lo que vivimos, hacemos y sentimos, aunque reconozcamos que la situación de inmovilismo reaccionario y ocaso democrático nos hace daño, sabiendo que debemos compartir la realidad cambiante, por dura que sea, hasta que al animarnos y respetar a los que animan a los animadores, integremos en nuestra inteligencia de todos y en la de secreto, el hecho de que cambiar no es extraño…, porque no cambiamos el amor a lo que queremos, por mucho que nos cueste, porque somos coherentes, porque los principios permanecen, aunque tomemos conciencia plena de que para los Tristes y los Tibios, cada uno en su Club, tanto cambio no lleva a nada bueno. Y en los momentos difíciles que estamos atravesando, quizás se frotarán las manos, en su presunto triunfo anímico, porque piensan que estábamos advertidos. Me alegra pensar que así no será…, porque el cambio no es ya algo extraño en nuestras vidas: Lo que cambió ayer / Tendrá que cambiar mañana / Así como cambio yo / En esta tierra lejana // Cambia el rumbo el caminante / Aunque esto le cause daño / Y así como todo cambia / Que yo cambie no es extraño.

He dicho anteriormente que hay que respetar a los animadores frente a los agoreros mayores del reino que, instalados en su mediocridad eterna, no hacen nada más que cantar las desgracias propias y ajenas sin mezcla de cambio o progreso personal y social alguno. Desgraciadamente, los animadores son una especie en extinción, aunque el gran espectáculo del mundo continúe. Lo dije en 2022, por ejemplo, con motivo de la entrega del Óscar al mejor corto “animado”, El limpiaparabrisas, español por cierto, dirigido por Alberto Mielgo, una metáfora “animada” sobre el amor en tiempos revueltos, como primer motor que anima la vida, intentando responder en pocos minutos a la gran pregunta de la vida: ¿qué es el amor?: “La verdad es que todo se nubla en la mente y en el corazón cuando llueve y se moja el alma, que también sucede, siempre no a gusto de todos, pero tomando conciencia de que ese todo se puede limpiar también con el amor líquido del limpiaparabrisas de la vida, porque al final todo depende del color del cristal con el que se mira cada aquí y ahora de esa turbulenta forma de ser y estar en el mundo que cada uno vive. Juan Ramón Jiménez me lo enseñó hace ya muchos años, cada vez que traspasaba la cancela de su casa en Moguer, en la calle Nueva: “[…] era de hierro y cristales blancos, azules, granas y amarillos. Por las mañanas. ¡qué alegría de colores pasados de sol en el suelo de mármol, en las paredes, en las hojas de las plantas, en mis manos, en mi cara, en mis ojos! […] Yo miraba sucesivamente todo el espectáculo, el sol, la luna, el cielo, las paredes de cal, las flores -jeranios, hortensias, azucenas, campanillas azules-, por todos los cristales, el azul, el grana, el amarillo, el blanco. El que más me atraía era el amarillo. Por el cristal amarillo todo se me aparecía cálido, vibrante, rejio, infinito […] Todo allí acababa bien; era un término como el del beso en el amor, como el de la gloria verdadera e íntima en el arte; después de mirar por el cristal amarillo ya no quería yo más y me quedaba contento”. Como me pasa a mí hoy al ver en repetidas ocasiones el corto de Mielgo, con el color de cada plano, que llevan el alma dentro”.

Los animadores “menores” del reino, practicamos la defensa a ultranza del “principio esperanza”, que he mantenido en mi vida y que he ido alimentando hasta hoy de lecturas ideológicas no inocentes. El éxito filosófico de Ernst Bloch, por ejemplo, con su teoría de ese “principio esperanza”, fue demostrarnos que tenemos que llegar a ser “ateos” por la gracia de Dios, es decir, hay que creer en la trascendencia de la vida sin un Trascendente alienador. Por ello, hay que rechazar de base la superstición y la mitología de la religión. Sólo así, el ser humano adquirirá su desarrollo pleno. En definitiva, permitirá regar con rocío, todos los días, las esperanzas legítimas que cada uno tiene, animarnos, en una palabra, dando respuesta a la pregunta profunda de Neruda, ¿Es verdad que las esperanzas deben regarse con rocío? (Libro de las preguntas, IV), aprendiendo a ser felices cada día, una experiencia de esperanza en el amor, entre otras, como hambre cósmica en tiempos revueltos, aprendiendo de una vez por todas que animar nuestra vida y la de los demás es cosa de cuidar el alma, dando vida al cuerpo, vivir y habitar la vida. En definitiva, cobrar ánimo y esfuerzo, decidirse, determinarse a hacer o decir algo que nos permita mantener viva la esperanza de dar respuesta a los problemas de la vida, a sus continuas preguntas. Siendo así, que yo cambie no será ya extraño y como animador…, la verdad es que, hoy por hoy, a pesar de lo que está cayendo, me siento con fuerzas para seguir luchando por un mundo mejor para todos.

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UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

Continúo caminando en belleza, para que todo en belleza acabe

Fragmento de El nacimiento de Venus (1482), Sandro Boticelli (1445-1510). Temple sobre lienzo. Medidas: 172,5 x 278,5 cm. Galeria degli Uffizi. Florencia.

Que en belleza camine.
Que haya belleza delante de mí
y belleza detrás
y debajo
y encima
y que todo a mi alrededor sea belleza
a lo largo de un camino de belleza
que en belleza acabe.

Eduardo Galeano, Quise, quiero, quisiera, del «Canto de la noche», del pueblo navajo, en El cazador de historias.

Sevilla, 5/XI/2025 – 11:58 (CET+1)

La vida es bella…, según se mire, tal y como Albert Einstein nos aclaró cuando dijo que la belleza no mira, solo es mirada. Procuro que sea así en mi vida, porque lo que me importa de verdad es profundizar en el significado de la belleza, algo que admiro desde mi niñez, algo que capta el cerebro y nos proporciona placer de forma personal e intransferible. Por esta razón pascaliana de la razón y del corazón, me ha interesado conocer a fondo una actividad museística que ha iniciado el Museo Nacional del Prado, en colaboración con el Centro Internacional de Neurociencia y Ética (CINET) de la Fundación Tatiana, “al crear la Residencia Internacional de Neurociencia y Arte, un programa pionero que une la investigación sobre el cerebro humano con la riqueza de la creación artística. Este proyecto interdisciplinar busca abrir nuevas vías de conocimiento en torno al funcionamiento de la mente y su relación con la creatividad”.

Con tal motivo, el pasado lunes 3 de noviembre se inició el proyecto con una conferencia, La imagen en el arte y en la Inteligencia Artificial, a cargo del neurocientífico Alva Noë, profesor de la Universidad de Berkeley, que adjunto a continuación y que el museo presenta como “una oportunidad única de diálogo entre ciencia, filosofía, arte y sociedad”.

En torno a una pregunta inquietante, ¿Qué es la belleza? ¿Dirías que es algo objetivo o todo lo contrario?, se va a desarrollar el Seminario de Ciencia y Arte que ha comenzado con la conferencia citada. Lo seguiré de cerca porque estoy muy interesado en que a pesar de lo que está pasando y estamos viendo a diario, continúo caminando en belleza, para que todo en belleza acabe. Frecuentando los caminos en mi Sur, he recordado ahora que también tenemos el deber de aportar belleza en la vida, algo que nos enseñó un poeta andaluz del siglo XVIII, Dionisio Solís, cordobés por más señas, que se formó en esta ciudad, Sevilla, dejándonos un ejemplo precioso sobre «decir bellezas», escribirlas también, tal y como lo recoge mi preciado Diccionario de Autoridades, algo de lo que estamos también muy necesitados, porque quien busca belleza la encuentra y quien la recibe, la entrega. Es a través de una seguiriya, Al retrato de una dama, cuando lo dice todo a los escuchaores del Sur: Al retrato de Anarda, / todos atiendan, / que aunque yerre las coplas / diré bellezas. Decirlas es «hablar oportunamente, con gracia y donaire sobre alguna materia, o discurrir con erudición y primor: como se suele decir de un gran Orador o de un hombre discreto y docto, que ocasionan deleite en los que los oyen discurrir y hablar».

Eduardo Galeano / El cazador de historias

En la orilla que me encuentro en la actualidad, en la singladura que inicié hace tiempo para seguir buscando islas desconocidas de esperanza, en un mundo terco que se encarga a diario de arrebatárnosla, considero que Eduardo Galeano me acompaña para hacer este camino o singladura, tanto monta monta tanto, cuando me acerco a una isla especial que suele inspirar también mi alma de secreto y, a veces, la de todos: el principio esperanza, que se inspira en el camino de la belleza que puede presentarse en la vida de cada uno cuando nos lo proponemos: Que en belleza camine. / Que haya belleza delante de mí / y belleza detrás / y debajo / y encima / y que todo a mi alrededor sea belleza / a lo largo de un camino de belleza / que en belleza acabe (1). Él lo cuenta de una forma especial al detallarnos la historia de la tribu Pawnee, junto al río Platte, en el relato Las Estrellas (2), del que he escogido sus palabras finales, porque representan lo que me ha sucedido a lo largo de la vida, fundamentalmente porque soy un caminante del mundo que late a través de la palabra, que nos queda y… además, es bella:

A orillas del río Platte, los indios pawnees cuentan el origen.
Jamás de los jamases se cruzaban los caminos de la estrella del atardecer y la estrella del amanecer.
Y quisieron conocerse.
La luna, amable, las acompañó en el camino del encuentro, pero en pleno viaje las arrojó al abismo, y durante varias noches se rio a carcajadas de ese chiste.
Las estrellas no se desalentaron. El deseo les dio fuerzas para trepar desde el fondo del precipicio hasta el alto cielo.
Y allá arriba se abrazaron con tanta fuerza que ya no se sabía quién era quién.
Y de ese abracísimo brotamos nosotros, los caminantes del mundo
.

Una cosa más, como diría Steve Jobs al finalizar sus presentaciones: si escribo hoy estas líneas es porque en 2008 publiqué en este cuaderno digital un relato, Memoria de desván, presidido por un fragmento de gran belleza  de El nacimiento de Venus (1482), obra excepcional de Sandro Boticelli (1445-1510), que responde exactamente a una experiencia personal que viví en noviembre de 1982, en La Punta del Moral (Ayamonte), en una madrugada real, oscura, alumbrada solo por una farola maltrecha y próxima al bar donde nos enrolamos para una aventura bella que ahora he podido narrar sobre un pecio de mi cerebro, nunca mejor dicho. Y está escrito «con mil amores» (¡que expresión popular tan excelente…!) en homenaje a una persona a quien quiero segundo a segundo porque su actitud, bella y transmitida a través de sus ojos azules, me ayudó a salir de las profundidades de un atlántico nocturno muy particular, que cuando llovía se mojaba no como los demás, sino como el agua cantada por El Lebrijano, según Gabriel García Márquez.

(1) Galeano, Eduardo, Quise, quiero, quisiera, del «Canto de la noche», del pueblo navajo, en El cazador de historias, 2016. Barcelona: Siglo XXI España.

(2) Galeano, Eduardo, Ibidem, p. 20.

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¡Paz y Libertad!

Discurso de Byung-Chul Han, en el acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2025

Byung-Chul Han, durante su discurso en el acto de entrega de premios Princesa de Asturias 2025 – RTVE

Sevilla, 26/X/2025 – 07:50 h (CET+1)

Como no podía ser menos por mi admiración del filósofo coreano Byung-Chul Han, mostrada en la pequeña serie de artículos publicados en este cuaderno digital en días anteriores, a modo de homenaje personal al recibir el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, publico a continuación el discurso que pronunció el viernes pasado en el acto oficial de entrega de premios Princesa de Asturias 2025.

Creo que es una síntesis de la trazabilidad de su obra, destacando algo que me ha emocionado, porque el viernes publiqué el último artículo que le he dedicado como homenaje por la recepción del premio citado, en el que el contenido de su título, Byung-Chul Han: “no somos nosotros los que utilizamos el smartphone, sino el smartphone es el que nos utiliza a nosotros, como premonición antes de su discurso, forma parte del recogido íntegramente a continuación.

Nada que añadir por mi parte, porque sólo nos queda leerlo, pensar, aprender lo expuesto y actuar en consecuencia.

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Discurso de Byung-Chul Han, en el acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2025

“Majestades,
Altezas Reales,
dignísimas autoridades,
distinguidos premiados,
señoras y señores.

Es para mí un gran honor, a la par que una inmensa alegría, recibir tan alta distinción en esta histórica ciudad de Oviedo.

En la Apología, el famoso diálogo de Platón, cuando Sócrates expone su propia defensa después de haber sido condenado a muerte, explica cuál es la misión del filósofo. La función del filósofo consistiría en agitar a los atenienses y despertarlos, en criticarlos, irritarlos y recriminarlos, igual que un tábano pica y excita a un noble caballo cuya propia corpulencia lo vuelve pasivo, y así lo espolea y estimula. Sócrates compara a ese caballo con Atenas.

Yo soy filósofo. Como tal, he interiorizado esta definición socrática de la filosofía. También mis textos de crítica social han causado irritación, sembrando nerviosismo e inseguridad, pero al mismo tiempo han desadormecido a muchas personas. Ya con mi ensayo La sociedad del cansancio traté de cumplir esta función del filósofo, amonestando a la sociedad y agitando su conciencia para que despierte. La tesis que yo exponía es, efectivamente, irritante: la ilimitada libertad individual que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión. Aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad. Ya no vivimos en una sociedad disciplinaria, donde todo se regula mediante prohibiciones y mandatos, sino en una sociedad del rendimiento, que supuestamente es libre y donde lo que cuenta, presuntamente, son las capacidades. Sin embargo, la sensación de libertad que generan esas capacidades ilimitadas es solo provisional y pronto se convierte en una opresión, que, de hecho, es más coercitiva que el imperativo del deber. Uno se imagina que es libre, pero, en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo, hasta colapsar. Ese colapso se llama burnout. Somos como aquel esclavo que le arrebata el látigo a su amo y se azota a sí mismo, creyendo que así se libera. Eso es un espejismo de libertad. La autoexplotación es mucho más eficaz que ser explotado por otros, porque suscita esa engañosa sensación de libertad.

También he señalado en varias ocasiones los riesgos de la digitalización. No es que esté en contra de los smartphones ni de la digitalización. Tampoco soy un pesimista cultural. El teléfono inteligente puede ser una herramienta utilísima. No habría problema si lo usáramos como instrumento. Lo que ocurre es que, en realidad, nos hemos convertido en instrumentos de los smartphones. Es el teléfono inteligente el que nos utiliza a nosotros, y no al revés. No es que el smartphone sea nuestro producto, sino que nosotros somos productos suyos. Muchas veces sucede que el ser humano acaba convertido en esclavo de su propia creación. Las redes sociales también podrían haber sido un medio para el amor y la amistad, pero lo que predomina en ellas es el odio, los bulos y la agresividad. No nos socializan, sino que nos aíslan, nos vuelven agresivos y nos roban la empatía. Tampoco estoy en contra de la Inteligencia Artificial. Puede ser muy útil si se emplea para fines buenos y humanos. Pero también con la Inteligencia Artificial existe el enorme riesgo de que el ser humano acabe convertido en esclavo de su propia creación. La Inteligencia Artificial puede ser empleada para manejar, controlar y manipular a las personas. Por eso, la tarea acuciante de la política sería controlar y regular el desarrollo tecnológico de manera soberana, en lugar de simplemente seguirle el paso. La tecnología sin control político, la técnica sin ética, puede adoptar una forma monstruosa y esclavizar a las personas.

Últimamente he reflexionado mucho sobre la creciente pérdida de respeto en nuestra sociedad. Hoy en día, en cuanto alguien tiene una opinión diferente a la nuestra, lo declaramos enemigo. Ya no es posible un discurso sobre el que se base la democracia. Alexis de Tocqueville, autor de un famoso libro sobre la democracia estadounidense, ya sabía que la democracia necesita más que meros procedimientos formales, como son las elecciones y las instituciones. La democracia se fundamenta en lo que en francés se llamamoeurs, es decir, la moral y las virtudes de los ciudadanos, como son el civismo, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto. No hay lazo social más fuerte que el respeto. Sin moeurs, la democracia se vacía de contenido y se reduce a mero aparato. Incluso las elecciones degeneran en un ritual vacío cuando faltan estas virtudes. La política se reduce entonces a luchas por el poder. Los parlamentos se convierten en escenarios para la autopromoción de los políticos. Y el neoliberalismo ha creado ya una gran cantidad de perdedores. La brecha social entre ricos y pobres se sigue agrandando cada vez más. El miedo a hundirse socialmente afecta ya a la clase media. Precisamente estos temores son los que lanzan a la gente hacia los brazos de autócratas y populistas.

Creemos que la sociedad en la que vivimos hoy es más libre que nunca. En cualquier ámbito de la vida, las opciones son infinitas. También en el amor, gracias a las aplicaciones de citas. Todo está disponible al instante. El mundo se asemeja a un gigantesco almacén donde todo se vuelve consumible. El infinite scroll promete información ilimitada. Las redes sociales facilitan una comunicación sin límites. Gracias a la digitalización, estamos interconectados, pero nos hemos quedado sin relaciones ni vínculos genuinos. Lo social se está erosionando. Perdemos toda empatía, toda atención hacia el prójimo. Los arrebatos de autenticidad y creatividad nos hacen creer que gozamos de una libertad individual cada vez mayor. Sin embargo, al mismo tiempo, sentimos difusamente que, en realidad, no somos libres, sino que, más bien, nos arrastramos de una adicción a otra, de una dependencia a otra. Nos invade una sensación de vacío. El legado del liberalismo ha sido el vacío. Ya no tenemos valores ni ideales con que llenarlo.

Algo no va bien en nuestra sociedad.

Mis escritos son una denuncia, en ocasiones muy enérgica, contra la sociedad actual. No son pocas las personas a las que mi crítica cultural ha irritado, como aquel tábano socrático que picaba y estimulaba al caballo pasivo. Pero es que, si no hay irritaciones, lo único que sucede es que siempre se repite lo mismo, y eso imposibilita el futuro. Es cierto que he irritado a la gente. Pero, afortunadamente, no me han condenado a muerte, sino que hoy soy honrado con la concesión de este bellísimo premio. Se lo agradezco de todo corazón. Muchísimas gracias”.

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de RTVE.

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¡Paz y Libertad!

Las poetas palestinas nos muestran la trágica realidad de una guerra atroz

Hind Joudah (1983, campamento de al-Buraij, Gaza)

Sevilla, 20/X/2025 – 09:36 h (CET+2)

En medio del precario alto el fuego en Gaza, he descubierto la voz de mujeres poetas palestinas, que invito a escuchar en este enlace de RNE audio, en el que Luz Gómez García, catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y especialista en literatura de Oriente Medio y traductora, presenta una antología especial preparada por ella, Maneras de ser Palestina. Antología de nuevas poetas. En la sinopsis del programa se informa que “excepto con dos de ellas, la primera que abre el libro que está desaparecida y de Hiba Abu Nada asesinada con su familia en un bombardeo israelí, con las demás sigue teniendo relación directa a través de las redes, sobre todo de Facebook, plataforma en la que la memoria y los escritos de la cultura palestina se están recopilando. Hablamos con Luz y escuchamos también los poemas de Ghada Shafii “Momentos Aplazados” en la voz de Montse Soto, Hala Shrouf “Mi espíritu ya no come nada” en la voz de Consol Saenz, Neama Hassan “Apuntes de Gaza” en la voz de Marta Orquin y Hind Joudah “Una poeta en tiempos de guerra” en la voz de Rosa de Diego. Escuchamos la música de creadoras palestinas, libanesas y tunecinas: RACHA RIZK- Bia Wala Bik; RIMA KHCHEICH- El Shayyalin; TEREZ SLIMAN- Snoring Moon; MARCEL KHALIFE + OUMAIMA KHALIL- Asfour; TANIA SALEH- Matrah; EMEL- Merrouh; SOUAD MASSI- Hurt”.

Igualmente, es importante conocer lo que la poeta palestina Hind Joudah manifiestó en una obra publicada en 2024, Poems for Gaza, para tomar conciencia de lo que significa expresar con sentimiento poético la tragedia en su país arrasado por Israel: “escribir no detiene el tremendo dolor. Nada puede alejarnos de Gaza y del aliento de los que viven allí. Mientras el asesinato continúe, el miedo no se detiene, la ansiedad vive en tu sangre; mientras la gente esté muerta, sedienta, perdiendo la electricidad y las comunicaciones, huyendo, siendo asesinada, encarcelada y quemada viva en sus tiendas de campaña por la ocupación, mientras misiles y excavadoras demolen sus hogares, y los árboles son arrancados, y las calles desaparecen… Estos son golpes al alma antes que al cuerpo; todo lo que sucede en Gaza es una herida para el alma. Los sacrificados no pueden ser separados de su dolor mientras el cuchillo esté incrustado en ellos. No hay zonas seguras, ningún lugar que pueda hacernos sentir que nuestros seres queridos estarán bien. Uno se siente avergonzado de estar vivo, incluso si el hogar se pierde y nos desplazamos. El futuro parece más desconocido y aterrador que nunca; nuestras mentes son incapaces de captar la escala de una catástrofe que continúa consumiéndonos, que sin duda afectará a nuestro futuro, que no se puede predecir, ni sabemos cómo será alguna vez».

Para conocerlas bien en este contexto, recomiendo leer también una entrevista reciente en el diario El País a Hind Joudah, en torno al libro citado, Maneras de ser Palestina. Antología de nuevas poetas, donde se describe la realidad actual en Gaza a través de palabras llenas de sentimientos cargados de dolor y sufrimiento: “La poesía de Joudah y del resto de autoras sorprende, conmueve e interpela: “El futuro está preso, y cada vez que levanta la cabeza, una guerra lo mata”, escribe Neama Hassan, desde Gaza. “Para ser una madre palestina, tienes que aprender a contar cuentos de hadas en las noches eternas de los bombardeos”, relata desde Jerusalén Maya Abu Al Hayat. “Las balas no me dieron tiempo a abrazar el corazón de mi amado”, solloza en sus versos Mona Musaddar, palestina que vive en Doha”.

Creo que las poetas palestinas utilizan la poesía como un arma cargada de doloroso presente, pero también de futuro incierto. En este contexto recuerdo, una vez más, a Gabriel Celaya, cuando nos enseñó en La poesía es un arma cargada de futuro (1955), su clave poética para transformar este mundo al revés, tan manifiesta dolorosamente en Gaza, pero tan lejos de los silencios cómplices y de la equidistancia política actual:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse
.

El que tenga oídos que oiga. El que quiera entender que entienda. El que quiera leer…, que lea la obras de las poetas palestinas exponiendo en versos su trágica realidad. Estaremos más cerca de Palestina que nunca.

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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!