Y la memoria se va…

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Ángel González (fotografía recuperada de http://www.bigbridge.org/eurosf/angelg.htm, el 13 de enero de 2008)

Existe un Alzheimer ideológico que me preocupa mucho en los últimos meses. La muerte reciente de Pepín Bello y Ángel González me ha llevado de la mano a recordar pequeños cuentos que residen en mi hipocampo personal e intransferible. No podemos conservar sus microhistorias, pero algo importante se muere en la vida de la penúltima España, cuando Pepín y Ángel se mueren. Y me queda el consuelo de repasar el ranking mundial de los cuentos más breves, de los que conozco bien los cuatro primeros puestos, porque ya solo busco relatos breves, creencias en muy pocas palabras:

1. “Yo”, de Áloe Azid (Autobiografía).

2. “Que bueno”, sin acentos ni signos ortográficos, de Luisa Valenzuela, aunque escondía una trama sorprendente en su título: (“El sabor de una medialuna a las nueve de la mañana en un viejo café de barrio donde a los 97 años Rodolfo Mondolfo todavía se reúne con sus amigos los miércoles por la tarde”).

(Aquí se sitúa por parte de algunos autores un microcuento ó microrelato de Hemingway: “Vendo zapatos de bebé, sin usar”).

3. “Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía allí”, Augusto Monterroso (“El dinosaurio”).

4. “The last man on Earth sat in a room. There was a knock on the door”. (El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta), de Frederick Brown.

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José Bello, Federico García Lorca, Juan Centeno y Louis Eaton Daniel, 1924. Archivo Jesús Bal y Gay. Archivo Residencia de Estudiantes (fotografía recuperada de http://www.residencia.csic.es/pres/galeria/pages/001.htm, el 13 de enero de 2008)

Y sentado a solas ante mi ordenador, han llamado los dos a la puerta de mi memoria. Que bueno. Todavía están aquí, en mi hipocampo (mi yo). Y no vendo nada, porque no sé hacerlo. Porque ya no están…

Sevilla, 13/1/2008