Estos días ofrecen un marco propicio para rescatar sentimientos y emociones especiales. Siempre procuro examinarlo todo y quedarme con lo bueno, según el mandato evangélico que aprendí en mi infancia, en boca de mi maestra, Dª Antonia, a quien tanto debo. De esta forma, ha llegado a mis manos un artículo precioso, 17.000 nombres y apellidos, que relata las vivencias en primera persona de una cooperante andaluza en Médicos Sin Fronteras, Julia García Gozalbes, que no necesita comentario alguno sino una lectura pausada para quedarnos con todo lo bueno que contiene.
Personas como Julia hacen que Andalucía se la conozca por su corazón dentro, en una frase feliz de Juan Ramón Jiménez sobre su pueblo, Moguer. Julia también lo tiene y sus palabras nos permiten comprender que 17.000 personas infectadas en el entorno que ella conoce de primera mano, nos deben hacer sentir una solidaridad especial con ese esfuerzo humano, desinteresado y cargado de generosidad sin límite, así como el reconocimiento público de Julia y sus compañeros y compañeras de Médicos Sin Fronteras, en la malla pensante mundial que nos ofrece Internet. De forma particular, en las microhistorias que nos cuenta para nuestras personas de secreto sobre Mathias, Daniel, Djene, Oude y Peve: “Un nene de 15 días. Permanece solo la mayor parte del día. Llora y el resto de los pacientes no pueden cogerle para consolarle: está en la zona de quienes esperan el resultado del test, y allí es estrictamente necesaria la regla del no contacto, hay que evitar la contaminación cruzada. Cada vez que entro, estoy 30 minutos con él. No se lo digáis a nadie pero, en el reparto de tareas, ya me preocupo de que me toque asistirle. Le doy de comer y le canto alguna nana, le cambio los pañales y le examino. El primer test es negativo. Quién sabe… puede que solo sea una sepsis”.
Gracias, Julia, por explicárnoslo mediante palabras tan coherentes con la realidad que has vivido. Tu trabajo bien hecho merece una vez más la atención de todos los que creemos que otro mundo, otra Andalucía, es posible.
Sevilla, 26/XII/2014
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