Lo que no se olvida

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Hoy se cumple el 41 aniversario de la muerte violenta de cinco trabajadores en los llamados “sucesos de Vitoria”, cuando España daba los primeros pasos para la Transición que tanto se critica ahora, desgraciadamente, por la forma en que se desarrolló. Aquella tragedia comenzó a las cinco y diez de la tarde del 3 de marzo de 1976 cuando efectivos de la Compañía de Reserva de Miranda de Ebro y de la guarnición de Vitoria de la Policía Armada desalojaron de la iglesia de San Francisco de Asís del barrio de Zaramaga a 4.000 trabajadores en huelga reunidos en asamblea. Wikipedia recoge aquella situación en los siguientes términos: “La policía lanzó gases lacrimógenos al interior de la iglesia y disparó con fuego real y pelotas de goma a las personas que salían del recinto. Murieron 5 personas y fueron heridas de bala más de ciento cincuenta”. Los fallecidos fueron: Pedro María Martínez de 27 años de edad, trabajador de Forjas Alavesas y Francisco Aznar Clemente de 17 años de edad, estudiante y operario de panadería, que fallecieron en el mismo lugar de los hechos. Romualdo Barroso Chaparro de 19 años y José Castillo de 32 años, que resultaron gravemente heridos en la intervención de la Policía fallecieron posteriormente. Bienvenido Pereda de 30 años, trabajador de grupos Diferenciales, falleció posteriormente.

Estos hechos marcaron un punto de inflexión de mi vida, hasta el punto de que al haber hecho referencia a estos gravísimos incidentes en una intervención pública mía unos días después, sufrí persecución de autoridades académicas y sanitarias en el hospital en el que trabajaba hasta el límite de tener que abandonar mi puesto de trabajo y comenzar un nuevo ciclo de vida, en términos puros y duros de giro copernicano. Recuerdo la cercanía que encontré siempre, entre otras muchas personas, en Manuel Gerena, el cantautor al que Alberti siempre recordaba por su apellido porque «consonaba muy bien con la pena».

Nunca paso por alto esta fecha en mi vida de secreto. Sigo pensando que la muerte violenta de Pedro María, Francisco, Romualdo, José y Bienvenido, por el mero hecho de hacer una huelga, manifestarse y encerrarse en una iglesia, fue un hecho luctuoso definitivo para que este país iniciara una Transición imprescindible en un país tan dual como el nuestro, por mucho que algunos la nieguen hoy sin mucho escrúpulo político. Para mí, algo tan transcendental cómo para hacer una opción por trabajar sin descanso a favor de la democracia, incorporándome a la lucha diaria hasta hoy para que el interés general presidiera siempre mi quehacer cotidiano. Para no olvidarlo, ni siquiera un momento.

Sevilla, 3/III/2017

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de: http://www.buscameenelciclodelavida.com/2016/03/vitoria-3-de-marzo-de-1976.html

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