Justa y Rufina

rufina

Las he contemplado de cerca en la exposición comisariada por Gabriele Finaldi, director de la National Gallery, que la Fundación Fondo de Cultura de Sevilla (Focus) ofrece en Sevilla en el Hospital de los Venerables hasta el próximo 2 de abril, retratadas de forma especial por dos paisanos y artistas de su tierra, Velázquez y Murillo, juntas por primera vez gracias a la cooperación de dos instituciones, una andaluza y otra americana, que han permitido este encuentro en su ciudad de nacimiento. De forma consciente me he acercado a ellas para comprender su historia, apeándolas personalmente de su santidad y queriendo entender el porqué de su veneración en esta sacrosanta ciudad.

Todo lo que he leído y que no acepta la trazabilidad histórica de su origen trianero o sus martirios prolongados, me sugiere una forma de acercarme a ellas de forma diferente, mucho más humana y menos transcendental. Se puede aceptar por la tradición oral que Justa y Rufina eran hermanas, que vivían en Híspalis y que pertenecían a una familia alfarera, sin concretar que fuera Triana en un principio su lugar de nacimiento. ¿Qué fue antes, Triana o el alfar? A los efectos ejemplares no me importa esta ausencia de la pertenencia a una de las dos «Sevilla» que tanto pesan en el corazón dual de esta tierra. Eran tiempos imperiales, romanos, de convivencia cristiana con deidades de diverso cuño y donde era complicado exteriorizar las creencias sin un seguidismo ciego del poder. Con sus consecuencias del compromiso activo, sobre todo para los cristianos de fe firme.
Probablemente, no estaban de acuerdo con aceptar la obligación de seguir las fiestas romanas a ciegas y esto supuso un gran problema de convivencia en su barrio, llegando a un tratamiento vejatorio por su singularidad. Todo lo demás, es pura tradición y subida a los altares de dos mujereas sencillas que en el barroco se ensalzaron de forma espectacular.

Esta historia sencilla era la que tenían en su persona de secreto Velázquez y Murillo cuando la retrataron para la posteridad. Sus pinceles trasladaron al óleo lo que habían escuchado a sus padres sobre ellas desde su infancia en Sevilla, porque había pasado de abuelos a hijos y nietos la tradición oral de los martirios atribuidos al imperio romano y que habían sufrido por su pertinaz fe estas dos mujeres sevillanas, alfareras y de firme convicción cristiana.
Las he contemplado un tiempo y he querido vivir esta experiencia de sencillez que me transmitían con su mirada. Tres pinturas excelentes, de dos maestros especiales. Ambas, están felices estos días y desde el año pasado en Sevilla, porque comparten espacio de exposición de su vida, de su historia, interpretada por dos maestros del barroco sevillano.

Esa es la razón de por qué hoy pensamos muchas veces que otra otra forma de comprender el mundo de la santidad es posible, porque el que aprendimos a vivir con justificaciones creacionistas se agota por horas. Y eso que cuando era pequeño me encantaba Peter Pan, aquél defensor acérrimo del mundo de nunca jamás. O Jesús de Nazaret, cuando se dormía en el cabezal del barco por lo cansado que estaba…, no por sus milagros, tal y como nos lo comentaba en un directo increíble el joven periodista Marcos. O Rafael Alberti, que me recuerda siempre que cuando se abre el debate de pensamiento y sentimiento, hay que escuchar siempre el corazón, sencillamente porque es más fuerte que el viento.

Volviendo a la exposición, dentro de un mes volverán a separarse estas dos mujeres, porque ésta es la realidad de los tiempos modernos. Rufina, según Velázquez, se queda en Sevilla y Justa, según Murillo, regresa a Dallas en Texas, dejando atrás a Sevilla, Triana y, ambas, una historia que se nos escapa de las manos y quizá del pensamiento lógico, aunque no del corazón. De las dos, me quedo con la mirada penetrante de Rufina, según Murillo y Velázquez, en eso coinciden, porque te miran directamente a los ojos, como comprendiendo lo que significa la memoria histórica de esta ciudad para que algún día entendamos su verdad dual. Aunque Rufina, según Murillo, se marche otra vez tan lejos…

Sevilla, 5/III/2017

NOTA: la imagen de Santa Rufina se ha recuperado hoy de: https://velazquezmurillosevilla.com/obras/#jp-carousel-209

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