Ha sido una palabra que hemos escuchado todos los días y dondequiera que estuviéramos en el País Vasco. Aunque habláramos español, la despedida en euskera estaba asegurada siempre. Agur, siempre agur. He leído en tal sentido unas palabras dedicadas a este lema y he comprendido su justo sentido como palabra sublime: “En el euskera no existe ni de lejos otra palabra tan grandiosa como nuestro AGUR. Se mire por donde se mire es sublime: en lo referente a su extensión geográfica ocupa todo el territorio del euskera, no tiene variantes dialectales de ningún tipo (inaudito en nuestro idioma) y, por otra parte, es el vocablo con mayor aceptación y uso social, incluso entre los que no saben euskera. Es la palabra-llave de la que primero se valen los extraños que desean integrarse en Euskal Herria, la que les abre la puerta a las mil y una maravillas de nuestra cultura, idioma y país. Es también la palabra de nuestra lengua que primero ofrecemos para que todos la compartan con nosotros. AGUR es, al fin y al cabo, el vocablo con el que los vascos abrazamos y besamos el universo que nos rodea…” (1).
Primera composición del Agur, Jaunak
Escuchando el himno vasco Agur Jaunak, melodía popular como saludo oficial, que se estrenó por primera vez como tal himno con motivo del I Congreso de Estudios Vascos que se iba a celebrar en Oñate en 1918, en una primera versión para clarines y chistus, se comprende bien el doble sentido que hoy impera al pronunciarse la palabra agur, porque es tanto un saludo como una despedida. La traducción de este himno nos ayuda a comprenderlo mejor:
¡Salud, señores! ¡señores, salud!
¡Salud y media!
Todos somos hijos de Dios,
Lo mismo yo que vosotros.
¡Salud, señores! ¡señores, salud!
¡Salud y media!
¡Aquí estamos!
He hecho un esfuerzo por entender la utilización de agur y su aparición como lema en el tesoro lexicográfico de nuestro país, figurando por primera vez la palabra agur en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) publicado en 1817 y con el siguiente sentido: lo mismo que A Dios por expresión para despedirse. Sorprendentemente, en el llamado Diccionario Nacional de Ramón Joaquín Domínguez, publicado en 1853, aparece un significado de la palabra agur verdaderamente sorprendente y muy próximo a la realidad actual como interjección familiar: “Significativo de saludo o despedida. A Dios: si es entrando equivale a: hola!, buen día, bien hallado, etc. Si es saliendo, equivale a páselo V. bien, con Dios, hasta más ver, etc. En ambos sentidos es voz anticuada y en su lugar decimos abur”. Nunca más volvieron a publicarse estas acepciones. Como curiosidad hay que añadir que en el Diccionario de la RAE publicado en 1888, recoge que la palabra agur proviene del turco agur, como interjección para despedirse, interpretación que se mantiene hasta 1899. En la última edición de 2014 (revisada en 2017) se ha perdido el sentido actual cuando se recoge en los siguientes términos, aun cuando se reconoce su origen vasco, manteniendo su grafía sin más traducción: “Del vasco agur, y este del lat. augurium ‘agüero’. 1. interj. U. para despedirse”.
Cuando he conocido el contenido de Agur en la actualidad, que explora contenidos muy anteriores en la historia interna de Euskadi, cono expresión de saludo, recepción y despedida, he comprendido mejor que nunca la riqueza insondable del idioma, más allá de lo que ha fijado, limpiado y dado esplendor, como principal objetivo, la Real Academia Española. Quizá es todavía una asignatura pendiente en nuestra convivencia diaria, porque hemos conocido directamente la riqueza del euskera, idioma tan aparentemente lejano y difícil, pero lleno de matices, sobre el que nos han enseñado a respetar las tradiciones que al final son las que forman las palabras para expresarlas de la mejor forma posible, no al revé y acción no inocente por supuesto.
Cuando salíamos de Hondarribia hacia el Sur, despidiéndonos con una sola palabra, ¡Agur!, comprendimos cuánto nos queda por aprender y conocer otras culturas de este país maravilloso, un caleidoscopio de formas de ser y estar en este territorio tan diverso, tan complejo, tan enriquecedor, al que tanto debemos agradecer por haber nacido en él.
Con nuestro agradecimiento por la acogida que hemos sentido en el País Vasco, sentimos de una forma especial el contenido de agur desde el Sur, una acogida y despedida cargada de historia, que también existe.
¡Agur!
Sevilla, 2/IX/2018
(1) http://blogs.deia.eus/arca-de-no-se/2017/01/28/el-enigma-de-nuestra-palabra-agur/
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