No he olvidado estas palabras de Benedetti en Revolución es participación (1): “La imaginación popular corre junto con los hechos, casi podemos decir que los hechos mismos son imaginativos, porque los hechos, mucho más que las palabras, son los que van abriendo caminos nuevos; los hechos empecinados y tenaces, fueron siempre y son ahora, la vanguardia de una transformación profunda. Las palabras vienen siempre detrás para explicarnos; incluso para explicar por qué se olvidaron de anunciarlos”.
En estos días del terremoto político en Andalucía suenan con gran fuerza en mi interior, incluso volviendo a recordar un refrán de mi infancia: hechos son amores y no buenas razones. Los hechos políticos verdaderos son los que abren siempre caminos nuevos, porque el ejemplo de lo que sucede en beneficio de todos es lo que convence de verdad a la ciudadanía. Lo que ocurre es que casi siempre invertimos los términos en política y se suele hablar más que demostrar lo que verdaderamente convence, es decir, los hechos verdaderos y constatables. Tenía razón Michael Ignatieff, el candidato a la presidencia de Canadá, cuando afirmaba que “Nada te va a causar más problemas en la política que decir la verdad”, pero este “amor”, la verdad, hay que asumirlo siempre.
El problema en estos días es que la izquierda sigue empecinada en no hablar de lo que ha sucedido en Andalucía, del fracaso político real y constatable. Mucho mejor sería, incluso por higiene mental de izquierdas, analizar en profundidad los hechos que han llevado a esta situación que ahora incluso busca gente para ocupar el muro de las lamentaciones, constatándose en estos días terribilis que ya falta mar para acoger a los que se están tirando del barco político correspondiente, tocado y hundido. Y lo que está pasando es que la desmovilización de la izquierda es total, porque se ha vaciado su alma política. Y hay que mirar hacia atrás sin ira, para seguir aprendiendo de los errores. El escritor portugués Lobo Antúnes lo comentó una vez y se me ha quedado grabado para siempre. Era una idea preciosa aportada por un enfermo esquizofrénico al que atendió tiempo atrás: “Doctor, el mundo ha sido hecho por detrás”, como si detrás de todo está el alma humana que fabrica el cerebro. Porque según Lobo Antúnes “ésta es la solución para escribir: se escribe hacia atrás, al buscar que las emociones y pulsiones encuentren palabras. “Todos los grandes escribían hacia atrás”. También, porque todos los días, los pequeños, escribimos así en las páginas en blanco de nuestras vidas, como cavando un pozo con una aguja, es decir, los equivocados, los fracasados temporalmente, debemos buscar de nuevos hechos, amores, que nos lleven a abrir caminos ilusionantes por las grandes alamedas políticas de una sociedad diferente, instalada en la libertad, donde puedan pasear por ellas las personas libres. Aunque tengamos que mirar de forma obligada hacia atrás para analizar en profundidad qué ha pasado y corregir los errores, para que las nuevas ilusiones encuentren las mejores palabras que anunciar.
Será la única forma de hacer justicia a lo ocurrido en Andalucía, porque podremos por fin justificar con palabras los hechos que hoy, por silencios cómplices y vergonzantes de la izquierda, por el absentismo galopante de más de dos millones, seiscientos mil electores en potencia, nos atenazan y nos dejan mudos. La revolución conlleva siempre participación y presencia.
Es verdad, hechos son amores votados y no buenas razones, porque las palabras deben venir siempre detrás para explicar todo, incluso para decir claro y alto por qué no se ha justificado la derrota de la izquierda en el momento oportuno. Por mucho que nos duela hacerlo.
Sevilla, 13/I/2019
NOTA: la imagen se ha recuperado de https://youtu.be/Z7YdxHDpFcU
(1) Benedetti, Mario (1973). Terremoto y después. Montevideo: Arca.
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