La ardiente paciencia que aprendí de Neruda ha encontrado al final de las elecciones generales un resultado que responde a mis principios éticos para vivir dignamente, interpretando la política que transforma la sociedad, sabiendo que, si no gustan a los demás, no tengo otros. Sé que las personas que lean estas palabras pensarán con nostalgia rediviva en días ya lejanos para algunos, en los que con orgullo y sentimiento de clase no nos importaba sentirnos parte de lo que todo el mundo conocía como “la izquierda” y que te identificaran como integrante de sus formaciones políticas que no ocultaban con actitud vergonzante sus siglas e ideologías implícitas. Tampoco importa hoy, con el triunfo electoral de la izquierda, que los que no están en este espacio ético se burlen de nuestras “utopías”, como los de siempre y para tranquilizar sus conciencias han llamado y quieren seguir llamando a toda pre-ocupación [así, con guion] por los demás desde las políticas de izquierda, sobre todo cuando se centran en el beneficio del interés general y de los que menos tienen (por cierto, no solo en relación con el dinero, que poderoso caballero es).
Vuelvo a escuchar a Quilapayún, que ocupa un puesto estelar en la banda sonora de mi vida, escuchando un himno precioso, El pueblo unido, jamás será vencido, con una letra que resume muy bien el triunfo de la izquierda en estas elecciones generales, que se resume en una frase programática: será mejor la vida que vendrá a conquistar nuestra felicidad. Sinceramente, lo necesitamos.
El pueblo unido, jamás será vencido, / el pueblo unido jamás será vencido…
De pie, cantar / que vamos a triunfar. / Avanzan ya / banderas de unidad. / Y tú vendrás / marchando junto a mí / y así verás / tu canto y tu bandera florecer. / La luz / de un rojo amanecer / anuncia ya / la vida que vendrá. / De pie, luchar / el pueblo va a triunfar. / Será mejor / la vida que vendrá / a conquistar / nuestra felicidad / y en un clamor / mil voces de combate se alzarán, / dirán / canción de libertad, / con decisión / la patria vencerá. / Y ahora el pueblo / que se alza en la lucha / con voz de gigante / gritando: ¡adelante!
El pueblo unido, jamás será vencido, / el pueblo unido jamás será vencido…
Aprendí de Víctor Jara que “hoy es el tiempo que puede ser mañana”. La mejor forma de no olvidarlo es atender estas palabras en su hoy, que ahora es el nuestro, porque no han perdido valor alguno al recordarlas en estos momentos cruciales para el país. Ahora toca complicarnos la vida para salvar el interés general y sus prioridades: el empleo para todos lo que permanecen en vida laboral activa, la educación y salud, públicas, por supuesto, la ordenación y organización del territorio que sume las peculiaridades de cada comunidad autónoma que conforma el caleidoscopio nacional, la urgente atención al cambio climático y la atención a las personas mayores, sus pensiones, su dependencia, incluyendo el ocaso de la vida, el bien morir si es necesario. Sería una forma de salir del silencio cómplice en el que a veces estamos instalados para complicarnos la vida en el pleno sentido de la palabra, porque hay tajo para todos. La responsabilidad es colectiva no solo de los que nos representan políticamente en el partido triunfador en estas elecciones y la de sus posibles y necesarios asociados. El éxito de la izquierda es, como lo que ocurre con el campo, para quienes lo trabajan sin descanso. Merece la pena, porque en la izquierda digna se sabe que cuesta mucho esfuerzo personal y colectivo mantener abiertas las grandes alamedas por donde pasan las personas libres y felices para construir una sociedad mejor. Palabra de Allende y ¿por qué no?, nuestra.
Sevilla, 29/IV/2019
NOTA: el vídeo se ha recuperado hoy de: https://youtu.be/LWlkWPXfvXc