La línea azul

Hoy, he recordado a Manuel Rivas, uno de mis queridos maestros, enhebrando historias diversas de mis viajes, comenzando por la línea del horizonte en la que teóricamente se separa el mar del cielo, pero donde está el secreto de lo que hay debajo y detrás de ella, de navegar por el mundo diariamente, yendo del timbo al tambo, tan cerca de García Márquez en sus cuentos peregrinos.

Sevilla, 30/III/2019

Eric Clapton visita todos los días el cielo

Hace muchos años regalé a mi hijo un disco de Eric Clapton, Complete Clapton, con canciones que estaban grabadas en la banda sonora de mi vida. Recuerdo que escuchábamos, una y otra vez, Tears in Heaven. Hoy, al leer un artículo magnífico sobre la intrahistoria de esa canción, dedicada a su hijo Conor, que falleció de forma trágica cuando solo tenía cuatro años, ha puesto en marcha la moviola de mi vida, repasando canciones que me aportaron un sentido especial para afrontar aquellos años difíciles en los que una de las dos Españas tenía helado el corazón a un españolito que quería vivir y a vivir dignamente empezaba.

¿Sabrías mi nombre si te viese en el cielo? / ¿Sería lo mismo si te viese en el cielo? / Debo ser fuerte, y seguir adelante. / Porque sé que no encajo aquí en el cielo

Comparto hoy con la Noosfera esta canción preciosa que hizo cambiar a Clapton para luchar cada día por una prioridad: la abstinencia del alcohol para ser más feliz cantando siempre ese homenaje precioso a la vida, Tears in Heaven, muy cerca de su hijo, Conor, compartiendo con él todos los días su particular cielo.

Sevilla, 29/III/2019

El hombre, si quiere, no es un lobo para el hombre

Cuando el sábado pasado escuchaba a un niño de 14 años, Jaime Infante, interpretar el tema principal de la película de Spielberg, La lista de Schindler, en el programa Prodigios, comprendí mejor que nunca que el hombre, si quiere, no es un lobo para el hombre, reinterpretando a Thomas Hobbes. Aquella frase fue trending topic, es decir, marcó tendencia en el siglo XVII, copiándola de Plauto (254-184 a. C.): el hombre es un lobo para el hombre (homo homini lupus), aunque en la construcción del comediógrafo latino la frase era más aleccionadora todavía: lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro.

Desde entonces no he dejado de dar vueltas a la posibilidad que existe siempre de arrancar de nuestras personas de secreto el lado más amable, incluso en precampaña electoral. Por esta razón, escuchando a Itzhak Perlman, he vuelto a recordar un artículo que escribí en 2014 refiriéndome a este aserto de Hobbes, pero donde sacaba una conclusión importante: el hombre, si quiere, puede ser una hormiga para el hombre. Entre lobos y hormigas anda el juego.

La especie marca tendencia y la humana de manera especial, aunque nos diferenciemos muy poco de las hormigas. Somos muchos seres vivos sobre la tierra y las hormigas también y los que nos une es que vivimos muchos años y el factor reproductivo funciona hasta determinados límites, fundamentalmente por desórdenes internos sociales y por el cambio de hábitat. Lauren Keller, presidente de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva y el mejor amigo de las hormigas, lo ha manifestado en diversas ocasiones: “Sí, las hormigas viven muchos años. El récord lo tiene la hormiga reina de una especie en concreto que vive hasta 28 años, lo cual es muchísimo para ser un insecto, cuya vida suele contarse por días o semanas. Equivaldría a que un primate viviera 4.000 años. En otras especies de hormigas las reinas suelen vivir entre diez y 15 años”.

Precisamente, la longevidad es el resultado de que siendo tantas se organicen perfectamente, “viven como un grupo, trabajan para el grupo, colaboran, se protegen, se ayudan, hasta pueden fabricar medicamentos para evitar que ciertas bacterias se propaguen en el interior de una colonia. Es lo mismo que ha ocurrido con el ser humano”. Fascinante. Así, siglos y siglos, desde que unos africanos salieron a dar una vuelta por el mundo hace millones de años, al igual que las hormigas, que también viajaron y mucho. Hasta que la división del trabajo llegó a la sociedad humana, extrapolada de lo que ya venían haciendo hace millones de años las hormigas, tan pequeñas y laboriosas ellas. Y este descubrimiento trajo soluciones y problemas sociales, porque la unión hace la fuerza, en palabras de Keller: “Todo ello mejora enormemente la productividad, surgen las ciudades modernas y todo esto, unido a las mejoras en la sanidad y la higiene, dispara en muy poco tiempo la población mundial. En 1930 ya había unos 2.000 millones de personas en el mundo, y eso no es nada: hoy hay más de 7.000 millones, y ciudades con más de diez y veinte millones de personas. Como se suele decir, la unión hace la fuerza”.

Y surgen los problemas de convivencia, la dialéctica entre el lobo y las hormigas, por ejemplo: “Y surgen los conflictos, que ya tienen una base genética en las hormigas: “Existen rebeliones internas en las colonias y guerras entre hormigas, cuando combaten por un mismo espacio. Por ejemplo, esto se está dando con las especies invasoras que están llegando a Europa sobre todo de América Latina, y estas especies son muy agresivas y luchan contra las hormigas europeas. Y también hay una base genética para el conflicto”.

Tenemos hormigas para rato, porque a pesar de que intentemos imitarlas hasta la saciedad, cosa que no nos iría mal en principio, tenemos que asumir como la cigarra altiva de la famosa fábula de Esopo que saben más que nosotros, porque saben hacer las cosas muy bien, porque cunde el ejemplo entre ellas del trabajo bien hecho y, curiosamente, se admiran unas a otras. Además, parecen inmortales “como especie prácticamente sí que lo son, han sido capaces de sobrevivir a todo y lo seguirán haciendo”, dice Keller. Y sobrevivirán al ser humano, tan altivo él, porque siguiendo a Plauto el ser humano suele desconocer a los demás con frecuencia, cosa que no hacen las hormigas. Debería cundir su ejemplo hasta hacerse real esta nueva experiencia, es decir, poder gritar a los cuatro vientos: homo homini formica o lo que es lo mismo, las personas son como las hormigas para las mismas personas, porque trabajan, viven, se ilusionan y comparten todo con los demás. A pesar de las castas, por mera necesidad política, en el sentido más puro del término.

He vuelto a escuchar el tema precioso de La lista de Schindler, en una versión extraordinaria por la conjunción de John Williams, el compositor de esta obra maravillosa y la interpretación magistral del que considero uno de los mejores violinistas de la historia de la música que aún comparte vida con nosotros: Itzhak Perlman. Escucharlo y sentirlo al mismo tiempo nos permite comprender que, efectivamente, el hombre, si quiere, no es un lobo para el hombre, porque todo lo humano no nos es ajeno, es más, nos pertenece.

Sevilla, 27/III/2019

 

Elecciones generales 2019 / y 10. Siempre nos quedará la ética del voto

SOLERIA ETICA

Finalizo esta serie dedicada a la quintaesencia de las próximas elecciones generales con un homenaje al suelo firme de la vida, a la solería ética que justifica todos los actos humanos, incluso el de votar. Como los mandamientos de mi infancia, todo lo que se diga en torno a las elecciones generales se encierra siempre en dos decisiones extraordinarias: el voto y el respeto al interés general cuando se lleva a cabo como derecho fundamental en este país. Siempre me ha gustado asimilar la ética a la solería de nuestras casas. Así lo aprendí del profesor López-Aranguren hace ya muchos años, cuando comparaba la ética al suelo firme que justifica todos los actos humanos a lo largo de la vida: es la “raíz de la que brotan todos los actos humanos, o todavía mejor, el suelo firme que justifica dichos actos, en definitiva, una forma de vida”. Y es verdad, porque la ética no debería estar sometida a la moda o al mercado, como una mercancía más, como sucede ahora, porque bien entendida es una actitud permanente ante la vida personal y social, pública y privada, sostenida en el tiempo que corresponda vivir a cada uno, es decir, una forma de vida.

Hace casi 36 años que publiqué un artículo en el diario ODIEL, en Huelva, que llevaba por título “Ética del Municipio” (viernes, 27 de mayo de 1983), en pleno ecuador de mi vida. Hoy, vuelvo a recuperar aquellas palabras, en un contexto diferente, pero he leído entrelíneas lo que desearía reafirmar de nuevo de forma sencilla, cuando nos aproximamos a las elecciones generales, donde como ciudadano que va a votar, con creencias y con una clara conciencia de la ética del voto, cambiaría muy poco de aquellas palabras escritas con pensamiento y sentimiento, con mucha más fuerza que el viento, en la clave de Rafael Alberti, a quien tanto leía y seguía en aquellos días. Estos son mis principios de la ética del voto y si no gustan, no tengo otros.

Esta nueva lectura, actualizada, va a consistir en poner en cursiva las palabras cambiadas por su necesaria actualización de texto y contexto. Nada más.

“Dicen los principios éticos más ortodoxos, que la «cosa», la plata, por ejemplo, sólo sirve cuando es para las personas. La plata en sí no es nada, porque el valor se lo ha dado el ser humano. En este caso, el voto, el «papel» que se utiliza en las papeletas sólo sirve para la persona, porque en sí tampoco vale nada. ¿A qué viene esto? Sencillo. Comenzamos una nueva etapa de Estado y no vendría mal adentrarse en un mundo olvidado con frecuencia: la ética del Estado.

Las bases éticas nacen en cada persona. En cualquier persona en su condición, ahora, de ciudadana. Las raíces de la conducta no son debidas en principio a unas normas establecidas, sino a la posibilidad de ser persona. Luego partimos del ser humano y su conducta. No son las manos las que votan, sino toda la persona la que vota. Y ese ciudadano deposita en un papel su persona «votando». Una persona que, en principio, confía (o debe confiar) en un programa, en unas personas, en una ideología, en un progreso, etc. Y esa persona quiere ser escuchada en su silencio, a veces, de los sin voz. Porque el silencio de la urna existe ante los ruidos propagandísticos. En pocos centímetros de papel una persona se proyecta y proyecta la sociedad. Sueña con unir muchos papeles y así, casi pegados, afirmar conjuntamente que se cree en la posibilidad de ser pueblo y ser escuchado.

El problema ético nace cuando se rompen o pierden los papeles, nunca mejor dicho. El símbolo de la papelera es el fantasma que recorre las mentes de los que votan. Y el recuerdo de ese acto debe estar presente, de forma cautelar, en las mentes de los elegidos democráticamente. Cada voto representa a una persona eligiendo y elegir es la posibilidad más seria de libertad que podemos gozar. La actitud ética del respeto al voto se constituye condición sin la cual no se puede hacer política de Estado.

Otro principio ético en este contexto de elecciones generales es el del respeto a la razón por un sentido de responsabilidad. La razón es humana y no tiene color. Sí, por el contrario, ideología y personas. Ya ha demostrado la historia de forma suficiente que «ninguna ideología es inocente», como señaló Lukács. Y la ideología simbolizada en programas políticos ha perdido su inocencia de base. Pero eso no es «malo», para que nos entendamos. Perder la inocencia para ser responsable, es «bueno». Y ser responsable conlleva, por un lado, conocer la «cosa» política (programa, por ejemplo…), el contenido de la acción y, además, ser libre para decidir en nombre de unos votos.

Conocimiento y libertad, se constituyen así en elementos imprescindibles para ejercer el sentido de responsabilidad, es decir, de «respuestabilidad» (valga la expresión) ante situaciones políticas municipales muy puntuales. Arreglar una calle, poner farolas, o estudiar los impuestos, en si no son nada, sino que conocidos que son «para cada persona», para el ciudadano, valen, en el mejor sentido de la palabra.

Por último, el tema de llevar o no razón política: «La razón misma no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja siempre el carácter racional (o irracional) concreto de una situación social, de una tendencia del desarrollo, dándole claridad conceptual y, por tanto, impulsándola o entorpeciéndola» (1). Lo que pretende la razón política es reflejar la situación social de un Estado, una ciudad, de un pueblo; eso sí, teniendo las ideas claras, porque de lo contrario se puede llegar a estropear la construcción de un sentimiento ciudadano de crecimiento, progreso y desarrollo. Tener las ideas claras, también es punto de partida ético imprescindible en la política a ejercer después de unas elecciones generales. ¿Por qué? Sencillamente porque es búsqueda de verdad, criterio ético que, a pesar del paso del tiempo, siempre se sitúa como conquista. Y es que la verdad está en la «cosa», como decíamos al principio, en ese papel alargado con nombres y apellidos, que es mi voto.”

Solo he cambiado algunas palabras para respetar la perspectiva de género y el contexto de las próximas elecciones generales. En aquellos años se utilizaba siempre el vocablo “hombre”, para caracterizar una representación del ser humano.

Las reflexiones que he publicado a lo largo de esta serie deberían tenerse en cuenta en los programas políticos concretos y factibles de las próximas elecciones generales, para que podamos elegir aquellos que se comprometan con la ética en todos sus niveles, porque todos los partidos políticos no son iguales. Quien defiende el mercado puro y duro, la austeridad y abrocharse permanentemente el cinturón, defiende normalmente las mercancías en todos los niveles de la vida y la ética no suele aparecer por ningún sitio, porque compromete y mucho. Además, suele convivir mal con el capital. Es más, no se pueden diseñar programas políticos éticos, si no se conoce qué significa esa palabra en las vidas de los que los diseñan. Y cada voto lo debería tener en cuenta.

Ahora, solo me queda esperar con la ardiente impaciencia de Neruda la jornada electoral de 28 de abril. Nada más.

#IzquierdaJamásVencida

Sevilla, 26/III/2019

NOTA: La imagen representa un fragmento de solería árabe con estrella de 8 puntas más crucetas con estrella vidriada.

(1) LUKACS, G (1976). El asalto a la razón. Barcelona: Grijalbo, pág. 5.

Elecciones generales 2019 / 9. Política social, política social, política social…

Todo el mundo ha escuchado en las últimas semanas una expresión que unos interpretan a modo de denuncia, por un uso espurio de las prerrogativas de un gobierno que sigue dirigiendo el país de forma legítima, porque dicen que el Gobierno está instalado ya en la campaña electoral declarando los Consejos de Ministros como “viernes sociales”, mientras otros dicen que están haciendo lo que tienen que hacer, servir al interés general de la ciudadanía en problemas muy serios que se deben resolver sin más demora. El fondo de la cuestión no es baladí porque está en juego el auténtico sentido de la gobernanza política, tal como dijo Aristóteles en su tratado sobre política: “Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y eso es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad” (1). En pocas palabras, el gobierno de la casa comunitaria, la Ciudad, en una interpretación literal de la palabra política y la forma de hacerla, para que lo entendamos todos.

En los programas políticos es donde se establecen las grandes diferencias ideológicas que los respaldan. Todos no son iguales y por esta razón me detengo hoy en los que están sustentados por ideología socialdemócrata, que protegen los grandes pilares del Estado de Bienestar, tales como políticas educativas públicas, políticas de salud universal pública y políticas sociales que atiendan el círculo virtuoso de la vida desde la concepción, el nacimiento, el desarrollo y la entrada en el amplio mundo de las personas mayores, sin olvidar a los dependientes de cualquier edad y a quienes los cuidan de forma imprescindible. En este marco, sigo las reflexiones que ha hecho Josep Borrell en Los Idus de Octubre, sobre el presente y futuro de la socialdemocracia, porque plantea cinco retos siguiendo la doctrina de Alain Bergounioux, en La revue socialiste, que considero de especial transcendencia para poder sustentar las políticas sociales de amplio espectro que hoy necesita nuestra sociedad española: la construcción de nuevos compromisos para regular los conflictos sociales, la sostenibilidad del desarrollo y su integración en todas las políticas sociales, las políticas socialdemócratas que no pueden ser eficaces sin una dimensión europea, resolver el problema de las identidades nacionales y, en quinto lugar, adaptar la organización de los partidos socialistas a la innegable debilidad y puesta en cuestión de las democracias representativas.

Para reforzar el contenido de los programas sociales, destaco como botón de muestra dos decisiones del Gobierno actual que se aprobaron el pasado viernes en el Consejo de Ministros. Me refiero concretamente al Plan de Retorno a España y Estrategia Nacional de Prevención y Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social 2019-2023. El primer Acuerdo tiene como objetivo fomentar el retorno de españoles a nuestro país en las mejores condiciones y facilitar su proceso de vuelta: “Bajo el lema «Un país para volver», el Plan de Retorno permitirá desarrollar un total de 50 medidas encaminadas a facilitar la vuelta de los emigrantes españoles y que nuestro país se convierta en un lugar atractivo para desarrollar un proyecto de vida personal y profesional. El presupuesto total del Plan de Retorno a España, en el que están implicados 10 ministerios, asciende a 24.209.400 euros, de los que 12.389.400 euros serán en 2019 y 11.820.000 euros en 2020. La población española residente en el extranjero, según datos a 1 de enero de 2019, asciende a 2.545.729 personas, de las que 1.553.539 residen en América y 900.159 en Europa. La población española en el exterior ha aumentado en 1 millón de personas desde 2009 hasta ahora”.

En segundo lugar, la Estrategia Nacional de Prevención y Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social 2019-2023, “busca la cohesión y el progreso social, y trata de dar cobertura adecuada a las necesidades de la ciudadanía y especialmente a los colectivos vulnerables en situación de pobreza o exclusión. También da cumplimiento a los objetivos de la Estrategia Europa 2020, al tiempo que contribuye a impulsar en España los principios del Pilar Europeo de Derechos Sociales, así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030. El documento se construye en torno a cuatro metas estratégicas. Estas líneas de actuación se desarrollarán mediante la elaboración de planes operativos anuales, que fijarán medidas concretas, la asignación presupuestaria y las entidades responsables de cada una de las tareas descritas en la estrategia”. Estas medidas son: combatir la pobreza, especialmente de las personas más vulnerables, como niños, niñas y adolescentes. Para ello tiene como objetivo crear un sistema de ingresos mínimos que permita vivir con dignidad y favorecer el incremento de la renta neta disponible de los hogares. La segunda meta se refiere a la inversión social en las personas y se desglosa en dos objetivos: educación equitativa e inclusiva y atención prioritaria en formación y empleo a grupos vulnerables.

La tercera meta apuesta por consolidar un sistema de servicios públicos sanitarios, educativos y sociales, universales y de calidad, que acompañen y protejan a las personas a lo largo de su ciclo vital y profundicen en combatir las desigualdades. En particular, uno de los objetivos de la estrategia es que las personas puedan hacer frente al coste de la vivienda sin que este condicione su vida y la satisfacción de sus necesidades más básicas. Se contribuirá a mejorar la situación de familias como las monomarentales, las personas que hayan sufrido una ejecución hipotecaria, que estén en situación de desempleo o que hayan agotado todas las prestaciones, así como las personas sin hogar. La cuarta meta, relativa a la eficacia y eficiencia de las políticas, establece cinco objetivos. En primer lugar, la ordenación del sistema y la coordinación de los servicios, políticas y prestaciones, en favor de personas en situación de pobreza y exclusión social. También contiene la coordinación y cooperación territorial y eficiencia del conjunto del sistema, así como con la UE. Además, comprenden la colaboración y participación todos los actores implicados en las políticas de prevención y lucha contra la pobreza y la exclusión social. Finalmente, tiene como objetivo crear sistemas coordinados y transparentes de gestión de la información y el conocimiento, que den respuestas innovadoras a las necesidades sociales”.

Es obvio considerar que son solo un ejemplo de políticas sociales programáticas, pero de una transcendencia social que debe figurar en los programas políticos que se centren en las prioridades sociales, sin olvidar nunca la atención preferente al problema del paro, como ya he indicado en artículos anteriores, con especial incidencia en los jóvenes porque la tasa nacional de paro juvenil en España es la segunda más elevada de la UE, con un 35%, sólo por detrás de la griega (43%) y teniendo las peores condiciones laborales para los más de cinco millones de jóvenes situados en el tramo de 18 a 29 años.

Lo que está en juego, la salvaguarda del interés general fijada en programas sociales, está en el alero y hay que intentar rescatarlo y salvarlo de las Multinacionales de la Captura del Desorden Público por todos los medios posibles, que convierten todo lo que tocan en mercancía, incluso los bienes y servicios públicos: educación, salud, vivienda, empleo, etc. Ese es nuestro reto, romper los silencios cómplices, sabiendo de antemano que no existe el bálsamo de Fierabrás que cure esta enfermedad insolidaria, pero sí alternativas de gobiernos y programas sociales con ideologías diferentes donde prime la ética pública y la acción progresiva de las Personas Dignas para defender el interés general, el de todos, sin excepción alguna. En las urnas nos veremos y lo que tenemos que hacer ahora es prepararnos para reconducir ideologías políticas a posiciones socialdemócratas que nunca se debieron abandonar.

#IzquierdaJamásVencida

Sevilla, 25/III/2019

(1) Aristóteles (2000). Política. Madrid: Biblioteca Básica Gredos, 1253 a.

 

El país de los prodigios

PRODIGIOS

Prodigios, 23/03/2019

Anoche se estrenó en la televisión pública, en su canal 1 y en tiempo privilegiado (prime time) desde la perspectiva de audiencia, un programa muy interesante dedicado al reconocimiento de talentos artísticos de niños y jóvenes de España, comprendidos entre 10 y 16 años, en las categorías de instrumento, canto y danza, con música sinfónica, excelente, en directo continuo, interpretada por la orquesta Sinfónica y Coros de Castilla y León. Tiene un nombre programático, Prodigios, que simboliza la búsqueda de talento infantil y juvenil en ámbitos culturales de suma importancia para ennoblecer la cultura de este país. El objetivo final del programa es que uno de los concursantes sea declarado “Prodigio del Año”.

Me pareció una apuesta arriesgada pero muy aleccionadora y me alegra que la cadena pública aborde estos formatos de entretenimiento y educación artística. Una imagen vale más que mil palabras y aunque invito a visualizar el programa completo en RTVE a la Carta, he escogido un momento que me pareció sublime por su resultado final. Me refiero a la semifinal que disputaron dos concursantes de instrumento, Pelayo y Jaime, cada uno en su especialidad, piano y violín, que sobrecoge al contemplarlos y oírlos. El alma de Jaime flotó continuamente en el ambiente y en las lágrimas del jurado.

Vuelvo a ver el programa hoy porque me reconforta pensar que España es un país de prodigios, porque necesito regresar a menudo a mi rincón de pensar. El jurado me pareció impecable, porque su trayectoria los avala y porque emiten juicios muy bien informados. Ainhoa Arteta, Nacho Duato y Andrés Salado, estuvieron a la altura de los prodigios que intentaban hacernos ver que la vida puede ser amable con todos cuando a través de las artes se ennoblece el alma humana. Boris Izaguirre sabe estar y su cultura también lo avala en la presentación de tanto prodigio por metro cuadrado, delante y detrás del escenario.

Quedó claro al finalizar el programa que tenemos niños y niñas prodigio en España, entendido como niños o niñas que tienen unas dotes excepcionales (RAE) para el canto, instrumento y danza, porque son personas que poseen unas cualidades en grado extraordinario (RAE). Es muy importante que con dinero público, en tiempo público y en espacio público, se nos ofrezca este regalo de la parte más amable del país, que necesitamos descubrir día a día, sin anuncios de mercado y sabiendo distinguir siempre valor y precio en la cultura. No es lo mismo.

Sevilla, 24/III/20

Elecciones generales 2019 / 8. Un enemigo político que acecha: la corrupción de la mente

EMILIO LLEDÓ

La política es la administración de la justicia, de la educación y de la cultura con generosidad

Emilio Lledó

He leído recientemente un artículo precioso de Emilio Lledó, Juan de Mairena, una educación para democracia, en el que hace una advertencia sobrecogedora sobre la corrupción de la mente: “Sorprende que con el enorme y tal vez desmesurado retumbar de las noticias sobre corrupción, no se haya entrevisto la peor de las corrupciones, mucho más grave aún que la de la supuesta apropiación de bienes ajenos o la utilización de la venta de los bienes públicos para engordar los privados. Me refiero a la corrupción de la mente, a la continua putrefacción de la conciencia debida, entre otras monstruosidades de degeneración mental, a la manipulación informativa. Estas corrupciones no son instantáneos desenfoques de la visión. Al cabo del tiempo esos manejos en nuestras inermes neuronas acaban por distorsionarlas, desorientarlas y dislocarlas. Difícilmente podrán hacer ya una sinapsis, una conexión pertinente y correcta” (1).

El daño de la corrupción política se puede convertir en un daño irreparable en la mente de las personas. La ciudadanía es cada vez más consciente de este grave problema y así lo ha manifestado en el último barómetro del CIS de febrero de 2019, que he citado ya en esta serie y en relación con la pregunta respecto de los principales problemas que existen en España, en respuesta espontánea con prelación de los tres principales problemas: “En tercer lugar, en el ranking de problemas en España, está “la corrupción y el fraude”, con un porcentaje del 23,1%, con una distribución entre primer y tercer problema del 9,3%, 9,2% y 4,6%, respectivamente”, unido íntimamente al segundo problema recogido en el mismo: “los/as políticos/as en general, los partidos y la política”, con un total del 29,4%, con la correlación 15,1%, 9,0% y 5,3%, respectivamente.

El daño al denominado principio de confianza debida en democracia representativa, es un ejemplo muy clarificador de la corrupción mental por la manipulación informativa que se pueda recoger en letra impresa en los programas políticos y en las intervenciones públicas de sus líderes en mítines, tertulias, comparecencias en ruedas de prensa y en mensajes explícitos en redes sociales. La manipulación permanente mediante compromisos falsos acaba “distorsionando, desorientando y dislocando” las creencias de los votantes.

Con profundo respeto ciudadano pido que se ponga una especial atención a no corromper la mente de las personas que pertenecen al club ciudadano de las personas dignas, que son millones en este país. Estamos acostumbrados a votar sin conocer con detalle el contenido de los programas políticos y luego vienen los escándalos farisaicos cuando denunciamos que no se cumplen determinados aspectos de los mismos, porque lo que allí se prometía no era verdad, se falseaba su auténtica razón de ser y estar en el programa político correspondiente. Es imprescindible conocerlos al detalle con anterioridad al voto, para conocer la posibilidad real de cumplimiento de su verdad o mentira intrínseca, pero también acusan un desgaste en su formulación, porque la participación real e identitaria en la redacción de los mismos, casi siempre es delegada en las siglas y en representantes que desconocemos. Las nuevas tecnologías y las redes sociales tienen ahora un papel fundamental en estas formulaciones, es decir, en la participación real y efectiva de los militantes y de los llamados “simpatizantes” o personas en general con creencias.

En el marco de lo expuesto anteriormente sobre corrupción de la mente, hago de nuevo una llamada de atención a los partidos de izquierda sobre todo, pero también a todos los que participen en los próximos comicios, sobre la defensa constitucional actual de la democracia representativa que cuida hasta el extremo la participación de la ciudadanía. Para ello, es necesaria la educación en valores ciudadanos, que no se improvisan sino que son el resultado de una educación personal, familiar y social. Por extensión, educación política. La participación ciudadana, organizada, es la respuesta, pero dejando abierta la posibilidad de generar liderazgos que arrastren conciencias humanas bien informadas, a veces en minorías o mayorías silenciosas o ruidosas, que después se llamarán votos. La única fuerza que es capaz de contener la corrupción política de la mente.

Comprendo muy bien por qué Emilio Lledó adjunta una referencia de Juan de Mairena, el heterónimo de Antonio Machado, al texto recogido al comienzo de estas palabras: “Por debajo de lo que se piensa está lo que se cree, como si dijéramos en una capa más honda de nuestro espíritu. Hay personas [hombres, en el original] tan profundamente divididas consigo mismo, que creen lo contrario de lo que piensan. Y casi -me atrevería a decir- es ello lo más frecuente. Esto debieran tener en cuenta los políticos. Porque lo que ellos llaman opinión es más complejo y más incierto de lo que parece. En los momentos de los grandes choques que conmueven fuertemente la conciencia de los pueblos se producen fenómenos extraños de difícil y equívoca interpretación: súbitas conversiones, que se atribuyen a interés personal, cambios inopinados de pareceres, que se reputan insinceros, posiciones inexplicables, etc. Y es que la opinión muestra en su superficie muchas prendas que estaban en el baúl de las conciencias”.

Creo que la opinión de la ciudadanía recogida en el último barómetro del CIS muestra lo que está detrás de esas opiniones sobre los principales problemas de España. Es un atentado contra la ética individual y colectiva hacer caso omiso de lo allí expuesto. Si no se tienen en cuenta estas opiniones, es probable que la corrupción mental crezca de forma bidireccional y el país se sitúe en un disparadero nada recomendable para garantizar la convivencia ciudadana, porque lo que se quiebra directamente es la razón de ser y existir la democracia: la participación en la gestión diaria, conjunta, ordenada y organizada de las cosas de la ciudad, del pueblo.

En los momentos que vivimos de tanta corrupción mental, nos hacen falta personas como Emilio Lledó, que nos recuerden que la palabra es un medio político inalienable para construir nuestras casas, nuestras ciudades, nuestras amistades, nuestras familias, nuestro trabajo, nuestra ideología, tal y como nos lo recuerda siempre Aristóteles en un texto muy querido para este autor: “Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y eso es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad” (2).

#IzquierdaJamásVencida

Sevilla, 24/III/2019

NOTA: la fotografía de Emilio Lledó se ha recuperado hoy de https://www.bing.com/search?q=la+corrupci%c3%b3n+mental&form=EDGEAR&qs=HS&cvid=c232b8c26add461b8ed3becd47cd30c3&cc=ES&setlang=es-ES

(1) Lledó, Emilio (2018). Sobre la educación. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, p. 127.

(2) Aristóteles (2000). Política. Madrid: Biblioteca Básica Gredos, 1253 a.

Elecciones generales 2019 / 7. La verdad política en los programas electorales

FUEGO Y CENIZAS

Nada te va a causar más problemas en la política que decir la verdad

Michael Ignatieff, Fuego y cenizas

Estamos instalados en las falsas noticias, falsas declaraciones, acusaciones falsas y así sucesivamente sin solución de continuidad, que se amplifican en las redes sociales contaminadas por la mentira despiadada. Ante la próxima campaña electoral acudo a una de mis preguntas habituales en este cuaderno digital que busca encontrar islas desconocidas en la política verdadera: ¿los programas políticos tendrían que incorporar en sus índices, la llamada de atención sobre la ficción que encierran en sí mismos? No quiero pensarlo y por esa razón voy al cine a ver películas basadas en hechos reales que me conmuevan (Green Book) y vuelvo a leer una obra de Vargas Llosa que leí en 2016, La verdad de las mentiras, para comprobar si a través de la palabra literaria puedo encontrar la verdad que no encuentro en la realidad política actual: la ficción literaria, dice él, es por sí sola “una acusación terrible contra la existencia bajo cualquier régimen o ideología: un testimonio llameante de sus insuficiencias, de su ineptitud para colmarnos. Y, por lo tanto, un corrosivo permanente de todos los poderes, que quisieran tener a los hombres satisfechos y conformes. Las mentiras de la literatura, si germinan en libertad, nos prueban que eso nunca fue cierto. Y ellas son una conspiración permanente para que tampoco lo sea en el futuro”. No es que Vargas Llosa sea santo de mi devoción pero suelo separar en mi vida la paja del heno sin demonizar a nadie, porque nada humano me es ajeno. Incluso el neoliberalismo, para analizarlo y denunciar sus pies de barro cuando tiene poco que ofrecer a los que menos tienen.

Si nos dijeran la verdad mentirían”, escribí después de las elecciones generales en España en diciembre de 2015 y finalizaba con una reflexión sobre la que vuelvo a hacer hoy una operación rescate para comprobar si a través de mis palabras encuentro sentido a esta verdad que nos corroe en la película real del día a día: “El problema radica también en que estamos sobrepasados por experiencias políticas pasadas, enmarcadas en mentiras que parecían en el mejor de los casos verdades a medias, muy lejos del interés general. Ahora hace falta altura de miras, sensatez extrema, diálogo donde la búsqueda de la verdad sea un esfuerzo común, guardándose cada uno la suya en aquello que no une, no toda la verdad, aunque comprendamos ahora mejor que nunca algo que experimentó en su experiencia vital el gran político canadiense Michael Ignatieff en su frustrada carrera hacia la presidencia de su nación: “Nada te va a causar más problemas en la política que decir la verdad”. Porque si no, solo nos quedará en nuestro pensamiento y sentimiento una reflexión […] que se podría convertir los próximos días en trending topic popular a todas luces: si nos dicen la verdad (algunos políticos, no todos), mentirían. Aprendiendo con humildad de la paradoja de Epiménides, cuando afirmó que todos los cretenses eran unos mentirosos, porque casualmente…, él también lo era”.

Necesitamos leer programas que contengan verdad verdadera que emerja sobre todas las querellas más o menos criminales en torno a las personas que trabajan en política y elaboran programas electorales, porque muchas personas están convencidas de que en política se miente continuamente: “los políticos, mienten más que hablan” y sus programas, en campaña electoral, dan buena fe de ello. Es una realidad flagrante, que solo se puede combatir si el poder político en todas sus escalas se instala una vez por todas en la verdad, teniendo una clave machadiana contundente al respecto: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. La izquierda lo sabe y en la próxima campaña debería dar ejemplo segundo a segundo de que se instala definitivamente en la verdad política, en la credibilidad, no en la ficción política, meramente literaria, de la que hablábamos anteriormente y que también existe.

#IzquierdaJamásVencida

Sevilla, 23/III/2019

 

 

Lang Lang en el Museo del Prado

Anoche,  el pianista chino Lang Lang llenó de música la sala del Museo Nacional del Prado en la que se expone el cuadro Las Meninas, del pintor sevillano Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Interpretó dos piezas de su repertorio habitual, la bagatela Para Elisa de Beethoven y el Vals de Amelie, una bella composición que forma parte de la banda sonora de la película del mismo nombre, mezclando dos épocas que representan su amor transversal a la música de todos los tiempos.

Ha vuelto a España después de casi dos años de una retirada forzosa de los escenarios a causa de una tendinitis en la mano izquierda, que ha superado felizmente con un gran esfuerzo personal. Es maravilloso presenciar la conjunción artística de la música y la pintura en un escenario inolvidable. Velázquez fue anoche más feliz todavía en su casa del Prado. Lang Lang nos transmitió el mensaje de la cultura como altavoz del conocimiento universal que nos hace más libres.

Deutsche Grammophon. Lang Lang – Tiersen: Six Pieces for Piano, Volume 2: 4. La Valse d’Amélie

Esta noche actúa en el Teatro Real de Madrid, interpretando obras de Mozart y Beethoven, acompañado por la Orquesta Titular del Teatro Real, que estará dirigida por Ivor Bolton. En la primera parte del concierto, tocará la Sinfonía número 41 en do mayor Júpiter, de Mozart, y en la segunda La clemenza di Tito, también de Mozart, así como el concierto para piano y orquesta número 2 en si bemol mayor, Op. 19, de Beethoven. En la rueda de prensa de ayer manifestó que el concierto será «precioso, divertido y poético». No lo dudo, porque su estela continua después de la actuación de ayer junto a Velázquez, en la que se puede afirmar que recuperamos una noche de paz espiritual en el Museo del Prado.

Sevilla, 22/III/2019

San José era sólo José de Nazareth, de profesión carpintero

EL RECIEN NACIDO-LA TOUR

Georges de La Tour, El recién nacido (1648, óleo sobre lienzo, 76 x 91 cm, Museo de Bellas Artes, Rennes)

Dedicado a todas las personas que me felicitan en un día en el que recuerdo a San José sólo como José de Nazareth, de profesión carpintero. Una persona buena, en el buen sentido de la palabra «bueno», amante de sus silencios y maestro en el arte de callar.

Cuando llega este día de tanta tradición en España, la fiesta de San José, recuerdo un poema precioso de Rafael Alberti, El platero, publicado en El alba del alhelí, que siempre he sentido como la gran paradoja de la creencia descreída en el dios que nos conmueve y en la Virgen que solo acepta el regalo de un beso a su niño, mucho más allá de medallas, collares y anillos, de los regalos que impone el mercado, porque nos puede servir para comprender la quintaesencia de la religión bien entendida y no mezclada con decisiones que nunca se deberían tomar en un Estado laico. También, en un José muy humilde, carpintero por más señas, que la acompaña en silencio en ese momento mágico:

A la Virgen, un collar
y al niño Dios, un anillo,
Platerillo,
no te los podré pagar,
¡Si yo no quiero dinero!
¿Y entonces qué? di.
Besar al niño es lo que yo quiero.
Besa, sí

La segunda fila que siempre ocupó José de Nazareth, la pareja oficial de María me ha emocionado en muchas ocasiones, a pesar de que la historia lo ha encumbrado siempre a los altares. En este momento, vuelvo a contemplar el óleo de Georges de La Tour, El recién nacido, un pintor desconocido durante siglos para la historia del arte, donde no aparece José por ningún sitio porque realmente nunca fue protagonista de esta historia mágica. Sobrecoge el silencio y austeridad en este cuadro tan realista en los últimos años del pintor: “Sus célebres “noches”, de aparente simplicidad, silenciosas y conmovedoras, dan vida a personajes que surgen con magia en espacios sumidos en el silencio, de colorido casi monocromo y formas geometrizadas. La total inexistencia de halos u otros atributos sacros, así como los tipos populares empleados, justifican la lectura laica que a veces se ha hecho de sus nocturnos en obras como La Adoración de los pastores del Louvre o El recién nacido de Rennes. Sin medallas, sin atributos laicos ni sacros. Sin collares o anillos. Sin nada, solo con el regalo precioso del silencio sonoro de la noche y contemplando a su niño.

En las dos experiencias narradas no aparece José por ningún sitio, pero allí estaba. Lo que pasó en la tienda del platero o en aquella habitación familiar tan austera, muestran el silencio eterno de José, rodeado siempre de preguntas sin respuesta como nos puede pasar hoy, un día 19 de marzo de 2019, según el calendario gregoriano, pero sorprendido con una historia donde sabía perfectamente cuál era su papel. Me gusta recordar hoy a José, despojado de su santidad, ocupando su sitio en la historia, básicamente como un hombre humilde, trabajador y bueno, con un profundo respeto a María, una persona que la historia ha colocado en un sitio muy especial difícilmente entendible si te falta la fe que nos enseñaron nuestros mayores, como le gustaba decir a Antonio Machado.

Es sorprendente que Marcos, el primer evangelista que contó el relato completo de Jesús de Nazareth, obviara en el mismo el nacimiento de Jesús. Solo sabemos que en el capítulo 6, versículos 1 a 3 de su crónica de la muerte anunciada de Jesús (como buen periodista), dijo lo siguiente: “Se marchó [Jesús] de allí y vino a su tierra, y sus discípulos le acompañaban. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada; y decía: «¿De dónde le viene esto? y qué sabiduría es ésta que le ha sido dada ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, de Josét, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de él”.

Como dije anteriormente, José no aparecía por ningún sitio pero, dueño de sus silencios, siempre tuvo el sentido de la medida que tanto aprecio.

Sevilla, 19/III/2019

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