Una historia triste de libros robados

He leído una historia preciosa y triste al mismo tiempo porque, como ocurre muchas veces en la vida ordinaria, todo depende del color con el que se mire lo que sucede a nuestro alrededor. He conocido que en la Biblioteca Central y Regional de Berlín (ZLB), se está llevando a cabo una acción testimonial y humana, cargada de sentimiento y respeto hacia las víctimas del exterminio nazi, a través del proyecto de devolución a sus legítimos dueños de más de tres millones de libros incautados en Alemania que quedaron en instituciones públicas del III Reich y que actualmente siguen ocupando un lugar en sus estanterías.

El protagonista de esta historia se llama Sebastian Finsterwalder, bibliotecario en la ZLB, que aborda con paciencia benedictina la labor de identificación de “huellas” de cada libro expoliado, de sus legítimos dueños, examinándolos a través de anotaciones, dibujos y señales que puedan llevar a la devolución de cada ejemplar por respeto a la memoria histórica de unos años en un país y en un régimen de cuyos nombres no quiero ahora acordarme. Precisamente, me ha impactado conocer a través de un excelente artículo publicado en diario.es, la referencia a un ejemplar de El Quijote, un ejemplar en español que se encuentra entre los libros a devolver: “[…] una edición impresa en Leipzig fechada en 1874”.

ZLB BERLIN

Biblioteca Central y Regional de Berlín (ZLB),

En una reciente lectura de un libro extraordinario de Alberto Manguel, localicé una cita de un diccionario del siglo VII antes de Cristo que nos indica la importancia de la permanencia de un libro en el lugar en el que lo sitúa su legítimo dueño: “Que Is^tar bendiga al lector que no altere esta tablilla ni la coloque en otro lugar de la biblioteca, y se alce airada contra aquel que ose retirarla de este edificio”. Se puede entrever el respeto reverencial que la historia ha manifestado siempre sobre el cuidado exquisito hacia los libros. Es lo que con el paso de los siglos se ha expresado en roman paladino sobre la “distracción” consciente de los libros, en los que se manifestaba incluso la reserva de excomunión a quien hiciera tal cosa.

No olvido nunca el mensaje de Guido Orefice, el protagonista de La vida es bella, por su ilusión de poner una librería que le jugaría al final una mala pasada por la invasión nazi en Italia, teniendo que explicar a su hijo Josué, de nombre hebreo, qué cartel van a poner en la librería para prohibir determinadas entradas como la que han leído al detenerse en un escaparate para ver un posible regalo para su madre: prohibida la entrada a hebreos y perros. Para quitar hierro a la dramática situación que está viviendo con su hijo, lo resuelve con una respuesta genial:

Josué – Pero nosotros dejamos entrar a todo el mundo en la librería.

Guido: ¡No, mañana mismo también pondremos un cartel!. A ver dime algo que te caiga mal.

Josué: las arañas. ¿Y a ti?

Guido – ¡A mí, los visigodos! A partir de mañana vamos a poner un cartel que diga. “prohibida la entrada a las arañas y a los visigodos». Me tienen frito los visigodos. Se acabó.

Guido era un  judío pobre que tenía tres ilusiones en su vida humilde: abrir una librería, comprender bien a Schopenhauer (por su canto a la voluntad como motor de la dialéctica pendular de la vida) y saber distinguir el norte del sur (que también existe). Todo quedaría en nada excepto su dignidad humana y el ejemplo para su hijo en el campo de concentración, sin libros ya, casi sin nada.

Que los libros incautados por el III Reich permanezcan en la Biblioteca Central de Berlín, es una oportunidad de reencuentro con las familias de sus propietarios, básicamente por el tiempo transcurrido. Escenas de quema de libros por las facciones políticas fascistas de cualquier cuño, han impresionado muchas retinas, películas fotográficas y de cine. Lo que se ha demostrado siempre es que los libros arden mal, como nos enseña Manuel Rivas en un libro homónimo que inicia su narración en el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 contra la República, periodo histórico en nuestro país, en el que lo que verdaderamente se quería quemar era la ideología republicana, con escaso éxito, fundamentalmente porque el alma busca siempre refugio en la dignidad humana, un cortafuegos que suele encontrar su sitio en libros preciosos para comprender la imprescindible condición humana de la libertad. Para que no se olvide.

Sevilla, 30/V/2019

Obligatoriamente obligados a entendernos

[…] El tema 83, la democracia,
el ácido sulfúrico, los ceros,
el tacón, las hambres, el casamiento
orgánico.
 
De este mundo los dos sabemos poco.
Y sin embargo, estamos aquí, obligatoriamente obligados a entenderlo.

Rafael Ballesteros, Ni yo tampoco entiendo

En el álbum musical de mi vida ocupa un sitio privilegiado una canción muy breve interpretada por Aguaviva, Ni yo tampoco entiendo, con letra del poeta malagueño Rafael Ballesteros, que procuro aplicarla todos los días por su mensaje final. Ha finalizado ya un largo proceso electoral de casi cuatro años, con un acelerón último de uno, que muestra de forma clarividente que todos, sin excepción, estamos obligatoriamente obligados a entendernos: partidos políticos y ciudadanía, casi por igual, tanto monta monta tanto, porque los votos son de los ciudadanos que votan. Pretendemos, con nuestro voto, ser dueños de nuestro destino, algunos con más ensoñación democrática de su destino que otros.

Los más antiguos del lugar recordarán esa preciosa canción de Aguaviva y sus estrofas finales, sobre nuestro destino: “De este mundo los dos sabemos poco. / Y sin embargo, estamos aquí, obligatoriamente obligados a entenderlo”. Decía recientemente Manuel Rivas en su columna del pasado superdomingo electoral, en el diario El País, hablando de lo que hace verdaderamente daño a la política, nacional y europea, que “Hay mucha gente desencantada de la política, tal vez porque tenía de ella una visión providencial. Yo no estoy desencantado, ni encantado, porque no espero milagros. Me parece suficiente milagro una política que no haga daño. Aunque imperfecta, que no cause desperfectos. Que no penalice la libertad, que no normalice la injusticia, que frene la guerra contra la naturaleza. Una política que no se nos caiga encima”.

Aquella canción nos dejaba inquietos ante el permanente mundo al revés, tan frecuente en nuestras vidas:

Ni yo tampoco entiendo si se me abre
el grifo y sale una bala tras otra
bala, si abro la puerta y se nos entra
el fusilado y cierro y se me queda
fuera el dedo, si unto amor en el labio entreabierto
y nada, si miro al muro
y todavía distingo los boquetes

Unos días después de los resultados electorales y de los múltiples escenarios que se plantean al desaparecer la estructura monolítica de la política y haber sido sustituida por el multipartidismo, tenemos que reconocer que de este mundo de la política de pactos sabemos poco, pero estamos aquí obligatoriamente obligados a entenderlo. Por encima de todo, amamos una política que no haga daño, “aunque imperfecta, que no cause desperfectos. Que no penalice la libertad, que no normalice la injusticia, que frene la guerra contra la naturaleza. Una política que no se nos caiga encima”.

Sevilla, 29/V/2019

Cuando un Colegio Público es una Isla Cosmopolita

Una isla cosmopolita

Con emoción y sentimiento, que pretendo que se escuchen más fuerte que el viento, según aprendí hace ya muchos años del poeta Rafael Alberti, comparto a continuación la información que ha publicado la Asociación Iniciativa Sevilla Abierta, a la que tengo el honor de pertenecer. Se ha preparado una publicación,  Una isla cosmopolita, con motivo de la celebración de la Feria del Libro de Sevilla, que recomiendo leer con atención reverencial hacia quienes la han preparado con esmero y son auténticos protagonistas de una isla cosmopolita en Sevilla, ejemplar. Se trata de alumnos, alumnas, maestros y maestras del Colegio Público [con mayúsculas] San José Obrero, ubicado en el distrito Macarena Norte, que acoge a niños procedentes de barriadas extramuros de Sevilla, atendiendo a unos 400 alumnos de 33 nacionalidades diferentes y 13 niños del asentamiento de El Vacie. Para que no olvidemos su compromiso social diario, tan cerca, tan lejos, aunque creo que estamos obligatoriamente obligados a entenderlo.

«La Asociación Iniciativa Sevilla Abierta participa por décimo año consecutivo en la Feria del Libro de Sevilla mediante el acto ISA Lee 2019, que tendrá lugar en esta ocasión el viernes 31 de mayo, de 12:00 a 13:00 en el espacio La Red (situado a la espalda del mostrador de información), frente a la fachada del Ayuntamiento de Sevilla de la Plaza Nueva, presentado por la periodista Pilar Lebeña, socia de ISA. El acto ISA Lee está concebido como un acto de entrada libre, ofrecido a toda la ciudadanía porque el espíritu de ISA Lee es reivindicar la vivencia cultural y cívica por parte de los habitantes de Sevilla en los espacios públicos, con las plazas como ágoras de la palabra y del pensamiento.

EL COLEGIO PÚBLICO SAN JOSÉ OBRERO, UNA ISLA COSMOPOLITA

El acto ISA Lee nació en el año 2009 como una manera de expresar públicamente, a través de la lectura, una selección de textos literarios sobre un motivo relacionado con los valores cívicos en nuestra ciudad. En su gestación, la Asociación pensó que la Feria del Libro era de las pocas celebraciones públicas existentes en la ciudad que nacieron de la sociedad civil, y quería contribuir a su desarrollo y consolidación con un acto abierto de participación ciudadana, mediante la selección de los textos y su posterior lectura por parte de ciudadanos con responsabilidad cívica. Asimismo, en la edición del 2016 ISA recibió por parte de la asociación Feria del Libro de Sevilla, el premio de fomento de la lectura por nuestra aportación a la reflexión y a la cultura en nuestra ciudad.

Para el décimo aniversario de ISA Lee hemos elegido el título de ‘Una isla cosmopolita‘, que hace referencia a la canción ‘Movimiento‘ de Jorge Drexler: “Todos somos de ningún lado del todo y de todos lados un poco”. Con este título queremos marcar el derrotero de nuestra circunnavegación por la ciudad hasta encontrar el lugar donde conviven niños de diferentes países y culturas, y en el que se ha creado un viento propicio para que se puedan manifestar todos a través de sus identidades. Nos referimos al Colegio San José Obrero, ubicado en el distrito Macarena Norte, que acoge a niños procedentes de barriadas extramuros de Sevilla, atendiendo a unos 400 alumnos de 33 nacionalidades diferentes y 13 niños del asentamiento de El Vacie. Esta diversidad de alumnado, con culturas, religiones, hábitos, costumbres y formas distintas de ver y vivir la vida, es respetada mediante un modelo de aprendizaje responsable y de contacto continuo con el diferente lo que crea un hábito muy saludable para la convivencia. Dicho colegio ha sido galardonado a nivel andaluz por la calidad de su labor educativa, tanto por el nivel de conocimientos que alcanzan los alumnos como su exitosa integración».

LECTURAS DEL ACTO ISA LEE 2019

«Asimismo, este año queremos destacar la diversidad cultural como herramienta de convivencia y educación inclusiva. Es por ello que hemos pedido a socios y simpatizantes de ISA, así como a alumnos y profesores del Colegio San José Obrero, que nos proporcionen textos de otros países y autores, que destaquen la multiculturalidad como una riqueza mundana; que en muchos casos ha servido para contar historias de valores universales, otras para inspirar a artistas e intelectuales, y otras para sentir más cercano al diferente. De esta manera, en la programación de este acto, los alumnos y alumnas de Infantil y Primaria de dicho centro escolar realizarán lecturas e interpretaciones musicales de los textos seleccionados por los socios de ISA, así como en torno al V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo de Magallanes.

Bajo el título general de ‘Saramago, el Teatro y una Décima’, en la publicación, diseñada por el socio Jesús Sánchez, puede verse en el índice de lectura, por ejemplo:

“El cuento de la isla desconocida” (José Saramago), aportado por el socio José Antonio Cobeña:

El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí,
para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar,
decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo,
visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es
necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos
salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir,
No es igual…

“Cuando los actores se vuelven verdaderos”, texto aportado por la socia Rosalía Gómez:

Cada persona empezó a creer que formaba parte de una
cultura específica, y poco a poco descubrió que lo que creía que
era su cultura solo era el manierismo superficial de esta cultura;
que su cultura y su individualidad más profunda se reflejaban
en algo muy diferente. Para permanecer fiel a sí misma, tuvo que
deshacerse de los rasgos superficiales que se conservan y cultivan
en cada país para propagar la cultura nacional. En varias ocasiones
vimos que solo surge una nueva verdad cuando se destruyen
ciertos estereotipos. […]

Son Jarocho, Canto de Mejorana, Repentismo, Galerón o Payada. La Milonga del Moro Judío” (Jorge Drexler), texto aportado por el socio Eliseo Monsalvete, presidente de ISA:

Por cada muro un lamento
En Jerusalén la dorada
Y mil vidas malgastadas
Por cada mandamiento.
Yo soy polvo de tu viento
Y aunque sangro de tu herida,
Y cada piedra querida
Guarda mi amor más profundo,
No hay una piedra en el mundo
Que valga lo que una vida».

Sevilla, 28/V/2019

NOTA: la imagen es un trabajo escolar del proyecto “Los Cuadros de mi Cole”, realizado por alumnos de Sexto del CEIP San José Obrero, coordinado por la maestra Mercedes Melero Pozo.

La jornada de reflexión hermosea la democracia y el voto

ENCRUCIJADA

Pensaba lo mismo hace tan solo un mes, con ocasión de las elecciones generales en este país y vuelvo a suscribir el contenido de lo que he escrito en reiteradas ocasiones en este cuaderno de bitácora que guardo a buen recaudo en el cuarto de derrota personal, utilizando el lenguaje del mar. Todo tiene su tiempo y su momento, respetando el fondo y la forma de una reflexión del Eclesiastés (Qohélet) al decirnos alto y claro que tenemos hasta 27 oportunidades para disfrutar de un regalo llamado tiempo a lo largo de la vida: nacer, morir, plantar, arrancar lo plantado, sanar, destruir, edificar, llorar, reír, lamentarse, danzar, lanzar piedras, recogerlas, abrazarse, separarse, buscar, perder, guardar, tirar, rasgar, coser, callar, hablar, amar, odiar, guerra y paz.

Ahora agrego dos más, el tiempo de reflexionar y el de votar en las elecciones municipales y europeas: «Me he detenido a leer con detalle las diferentes modalidades del lema “reflexión” y sus derivados en el Diccionario de Autoridades que tanto aprecio y en su contexto he descubierto una palabra vinculada con el adverbio de modo “reflexivamente” que recupero para festejar esta jornada. Se trata del verbo “hermosear” que vinculo hoy a la democracia porque ésta se hermosea con la reflexión que podemos llevar a cabo antes de acudir al acto de votar. Votar enriquece la democracia, la hermosea que decían los clásicos, porque mediante el voto responsable se considera y se da una segunda oportunidad a nuestro acto de decidir porque, en definitiva, se piensa más cuidadosamente todo.

Así reflexionaban nuestros antepasados del siglo XVIII en este país y así lo recogió el Diccionario de Autoridades (1734) para la posteridad, enriqueciendo ese acto tan sencillo, aparentemente, de reflexionar. La calidad intrínseca que contiene el verbo hermosear también lo recoge el citado diccionario con una acepción preciosa: “Hacer vistosa, perfecta y hermosa una cosa”. Quizá está ahí su encanto, porque si reflexionamos hoy sobre lo que va a ocurrir mañana a través de mi voto responsable, con sus consecuencias obvias, hacemos vistosa, perfecta y hermosa la democracia.

Para que no se olvide ni siquiera un momento en esta jornada tan vistosa de reflexión».

Sevilla, 25/V/2019

NOTA: la imagen se recuperó el 1 de diciembre de 2018 de http://blog.cristianismeijusticia.net/2015/04/10/inmigracion-y-nuevas-encrucijadas-como-ser-profeta-en-un-mundo-diverso

Todo se discontinúa, nada permanece

DISCONTINUAR

En el mundo digital existe un enemigo público número 1 que se denomina “discontinuar”, es decir, se rompe o interrumpe la continuación de algo o lo que es lo mismo, el software de un teléfono móvil “se discontinúa” y ya no va ser posible actualizarlo o el “hardware” se discontinúa y ya no puede soportar las actualizaciones del software necesarias para seguir utilizándolo con la seguridad necesaria o con las prestaciones que requiere la nueva actualización. O Trump decide que Google no dé soporte alguno a Huawei, ni de software ni de hardware, «discontinuando» su colaboración no inocente por cierto. Tanto monta, monta tanto, desde la perspectiva digital de mercado. En mi etapa de directivo de estrategias digitales, me daba pánico escuchar la posible “discontinuidad” de un sistema operativo o de una plataforma tecnológica, por los daños colaterales gravísimos que podían ocasionar a personas, bienes y servicios públicos, afectando de forma directa al interés general de las personas.

El apetito insaciable de las multinacionales de amplio espectro, entre las que destacan las de telefonía móvil, programa la obsolescencia de sus aparatos discontinuando todo lo que se mueve para llevar al consumidor al síndrome de la última versión porque lo que me servía ayer deja de serlo porque se discontinúa todo. Apple ha lanzado ya un aviso para navegantes digitales con la nueva versión de su sistema operativo iOS, el 13, porque ya no se podrán actualizar los iPhone SE, iPhone 6 y iPhone 5S, llamando la atención, sobre todo, el caso del modelo SE porque ¡solo tiene tres años de antigüedad! La palabra temida campa a sus anchas en el mercado tecnológico, es decir, se discontinúan a partir de la nueva versión del sistema operativo, con el mágico número 13, metiendo a todo el mundo el miedo en el cuerpo o en la mente, que no es lo mismo.

Algo habrá que hacer ante esta locura digital y todo pasaría por garantizar un periodo de tiempo razonable en el uso y consumo de los teléfonos móviles y de aparatos y sistemas operativos que llevan embebidos. El síndrome de la última versión ya está aquí hace años y ha venido para instalarse en nuestras vidas gracias a la discontinuidad tecnológica. Cuando era pequeño se cantaba en mi casa una canción que llevaba por título “Todos queremos más”, cuya letra la tengo grabada en estos tiempos de discontinuidad absoluta, porque no solo los aparatos electrónicos, sino en casi todo y en todos los tiempos posibles se conjuga el verbo discontinuar, permaneciendo casi nada: Todos queremos más / todos queremos más / todos queremos más / y más y más y mucho más. / El pobre quiere más / el rico mucho más / y nadie con su suerte / se quiere conformar. […] La vida es interés / el mundo es ambición / pero no hay que olvidarse / que uno tiene un corazón. La suerte “tecnológica”, por supuesto, porque todos “queremos más tecnología” y cuanto más moderna mejor.

Si Heráclito de Éfeso levantara la cabeza comprendería perfectamente el argumento expuesto, pero sorprendiéndose por la situación actual de discontinuidad de todo lo que se mueve, llevándose las manos a la cabeza, porque su aserto “Todo fluye, nada permanece”, no estaba expuesto para dañar la vida de las personas sino para que se comprendiera el secreto de la evolución de las especies y el necesario desarrollo que surge cuando tenemos visión de amplio espectro en la vida.

El que quiera entender que entienda en el contexto tecnológico actual. Estamos avisados por la Historia y por Trump con sus últimas veleidades tecnológicas del proteccionismo tecnológico americano representado en estos momentos por el Dios Google ante el gigante chino de nombre Huawei, aunque recuerdo siempre a Mercedes Sosa, afortunadamente, cantando en Todo cambia que Cambia el rumbo el caminante / Aunque esto le cause daño / Y así como todo cambia / Que yo cambie no es extraño. No es lo mismo, no es lo mismo.

Mientras, repaso el presente de indicativo del verbo “discontinuar”, según la Real Academia Española, para ver si me afecta algo en cada uno de sus tiempos de conjugación.

Sevilla, 22/V/2019

 

¡Busquen a un niño o a una niña en el Congreso!

Hoy es un día muy importante para la democracia de este país, al constituirse el Congreso de los Diputados en su XIII Legislatura y vuelvo a recordar algo que aprendí hace ya muchos años de unas palabras de Nicholas Negroponte, en un libro de consultoría en estrategia digital (1) que me ha acompañado durante años de vida profesional, porque necesitamos a los niños y a las niñas para solucionar problemas complejos de la vida: “Mi consejo para cualquier directivo no-digital (es decir, la mayoría de los directivos actuales) es que no deben tener en cuenta a su departamento de informática y lo que deben hacer es “contratar a un niño”. Lo decía en 1998 en referencia a que el mundo tecnológico lo iban a dirigir en un futuro no lejano los niños porque influyen en el mercado, marcan tendencias y en última instancia “tenemos que aprender de ellos”.

La cita del libro citado anteriormente, que me regalaron en una magnífica conferencia de Punset a la que asistí hace ya muchos años, la he asociado siempre a la genialidad de Groucho Marx, en aquella frase gloriosa en Sopa de ganso en una reunión memorable de la Cámara de Diputados de Freedonia: “¡Hasta un crío de cuatro años sería capaz de entender esto!… Búsqueme un crío de cuatro años, a mí me parece chino“. Es lo que tendría que gritar hoy la gente rodeando el Congreso de los Diputados, porque están obligatoriamente obligados a entenderse, cuando les parece chino el diálogo de sordos en el que están instalados en el multipartidismo político. La situación política de este país les debería llevar a comprender que el resultado de las urnas es un mandato explícito para que se busquen acuerdos de gobierno y legislatura que… hasta un niño o una niña de cuatro años son capaces de entenderlo.

Sevilla, 21/V/2019

(1) Downes, Larry y Mui, Chunka (1999). Aplicaciones asesinas. Estrategias digitales para dominar el mercado. Harvard Business School Press: Boston (Massachusetts). El título, que se antoja como imposible, ha intentado respetar el del original en inglés, aunque hubiera sido más correcto el de Desarrollos devastadores. Recomiendo consultar el constructo “aplicación asesina” (killer app) en el mundo digital, para comprender bien su significado exacto.

La niña celeste

NINA CELESTE

Cuenta Mario Satz en su libro El alfabeto alado (1), que Pitágoras tuvo un espejo egipcio de bronce que le había regalado un sacerdote de Isis, a orillas del Nilo, tras decirle: el espejo es el reflejo de la luz, la luz un fluido espejo que viaja en pos de identidades. Aquello era un mensaje programático de lo que le sucedería tiempo después cuando una mariposa niña celeste se posó en el cristal del espejo creyendo que era una lámina quieta de agua: “De un azul pálido pero vivo, la cara superior del insecto fue para Pitágoras un relámpago del cielo, un resplandor de mediodías pulidos por el viento, mientras que la inferior, con sus muescas y sus puntos, de un color pardo y gris, le pareció la tierra misma, plural, múltiple, opaca y vasta”. Pitágoras se acercó para verla mejor y en un abrir y cerrar de sus alas “aceptó que así vive el ser humano, con frecuencia ignorante de que su parte superior mira la profundidad de su origen y la inferior la superficie de su fin”.

He recordado cuando era niño y cazaba, desgraciadamente, mariposas, casi todas blancas, que si las veía volar era un presagio de que cuando volviera a casa me encontraría una carta. No vi nunca a esa niña celeste, ni tuve espejos donde posarse, pero pasaba horas con mi cazamariposas de red verde buscando mensajes ocultos en las alas de aquellas frágiles danzarinas con trajes de fiesta, que me dejaban en los dedos un polvillo que me maravillaba mantener intacto hasta volver a casa. Es como si buscara desesperadamente un mensaje en sus alas, imposible de descifrar, aunque fuera verdad que aquel día de caza había asegurado recibir una carta, porque las había visto de color blanco como la nieve.

Pitágoras tenía razón. En aquel momento, en el que yo era tan solo un niño, ignoraba que aquellas mariposas blancas, de cuyo nombre no recuerdo nada, me permitían mirar la profundidad del origen de mis sueños con mis ojos, mientras que, con mis pies, corriendo tras ellas, solo quería retenerlas en una cárcel absurda aquí en la tierra. Lo que no sabía tampoco es que a Pitágoras le había ocurrido lo mismo, un día ya muy lejano, al ver una niña celeste posada en su espejo egipcio de bronce.

Sevilla, 20/V/2019

NOTA: la imagen de la mariposa “niña celeste”, se ha recuperado hoy de http://www.ukbutterflies.co.uk/species_chart.php?family=Lycaenidae&stage=imago

(1) Satz, Mario (2019). El alfabeto alado. Madrid: Acantilado-Quaderns Crema.

 

 

El entusiasmo de los que tenemos el alma alada

ALMA ALADA

Desde que Manuel Rivas me orientó una lectura urgente para almas aladas, El alfabeto alado, tengo una deuda con él, porque algo me ha pasado que me recuerda con ardiente impaciencia que debo leer el libro de Mario Satz, mucho más cuando descubro un resumen apresurado del mismo, programático para almas entusiasmadas: “Entre el alma humana y las mariposas existe un estrecho parentesco: lo que en una es oscilación y ascenso en las otras es aleteo y color. Aristóteles fue el primero en acuñar la palabra psique para designar ese nexo, y, tras él, poetas y pintores representaron el alma alada, frágil e inasible pero hermosa. Hoy es la fotografía la que documenta la vida de estos espléndidos insectos, cuya milagrosa existencia muestra a su vez cuán volátil y extraordinaria es la vida humana. Breves e intensos, los relatos que Mario Satz reúne en este bellísimo libro dan cuenta de las aventuras y desventuras de esas joyas aladas que han dado lugar a tantos mitos, leyendas y fábulas dignos de ser recordados” (1).

Es verdad. En tiempos modernos es difícil reconocer el papel tan importante que juega la filosofía para comprender qué está pasando en el mundo actualmente. Mi alma alada de aprendiz de filósofo que hace camino al andar, me ha llevado a mi biblioteca de secreto para volver a leer un diálogo precioso de Platón, Fedro, a ver si soy capaz de entender este loco mundo en el que me ha tocado vivir. Y he localizado un pasaje que nunca he olvidado para comprender la locura de vivir entusiasmado, dentro del texto y contexto de la alegoría del carro alado, donde se explica que el alma humana es el auriga que tira de dos caballos, uno de ellos bueno y el otro, malo: “Cómo es el alma, requeriría toda una larga y divina explicación; pero decir a qué se parece, es ya asunto humano y, por supuesto, más breve. Podríamos entonces decir que se parece a una fuerza que. como si hubieran nacido juntos, lleva a una yunta alada y a su auriga. Pues bien, los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos, y buena su casta, la de los otros es mezclada. Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un conductor que guía un tronco de caballos y, después, estos caballos de los cuales uno es bueno y hermoso, y está hecho de esos mismos elementos, y el otro de todo lo contrario, como también su origen. Necesariamente. pues, nos resultará difícil y duro su manejo” (2).

En el contexto anterior es donde radica el significado profundo de Platón, al referirse al alma alada: “Por eso, es justo que solo la mente del filósofo sea alada, ya que, en su memoria y en la medida de lo posible, se encuentra aquello que siempre es y que hace que, por tenerlo delante, el dios sea divino. El varón, pues, que haga uso adecuado de tales recordatorios, iniciado en tales ceremonias perfectas, sólo él será perfecto. Apartado, así, de humanos menesteres y volcado a lo divino, es tachado por la gente como de perturbado, sin darse cuenta de que lo que está es “entusiasmado” (3).

Vivir entusiasmado es “estar en lo divino”, “estar poseído por alguna divinidad”, de acuerdo con la etimología griega del verbo “enthousiasmós”. Nuestro Diccionario de la Lengua Española, en su actualización de 2018, lo carga de sentido actual en las acepciones primera, segunda y tercera del lema “entusiasmo”: “1. m. Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive; 2. m. Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño; 3. m. Inspiración divina de los poetas antiguos y de los profetas. Además, como soy un inconformista pleno con lo que ocurre en este mundo y no me gustan muchas cosas de lo que ocurre a diario en él, es decir, como me perturban muchas cosas de lo que pasa, sin saber por qué pasan muchas cosas, quiero recordar el sentido del “enamoramiento” de la vida junto a las personas que más amo, alzando el vuelo continuamente para ver más allá de mi pequeño micromundo, leyendo otra vez a Platón, en Fedro: “Y aquí es, precisamente, a donde viene a parar todo ese discurso sobre la cuarta forma de locura, aquella que se da cuando alguien contempla la belleza de este mundo, y, recordando la verdadera, le salen alas y, así alado, le entran deseos de alzar el vuelo, y no lográndolo, mira hacia arriba como si fuera un pájaro, olvidado de las de aquí abajo y dando ocasión a que se le tenga por loco. Así que, de todas las formas de «entusiasmo», es ésta la mejor de las mejores, tanto para el que la tiene, como para el que con ella se comunica; y al partícipe de esta manía, al amante de lo bello, se le llama enamorado” (4).

Vuelvo otra vez a mi hombre de secreto, que no el de todos, para reflexionar la frase que regaló en una ocasión el escritor Lobo Antunes en el acto de recepción del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, en la Feria Internacional del Libro, en la ciudad de Guadalajara (México), en noviembre de 2008, transfiriendo una idea preciosa aportada por un enfermo esquizofrénico al que atendió tiempo atrás: “Doctor, el mundo ha sido hecho por detrás”, por si detrás de todo esto está el alma humana, alada, que fabrica el cerebro. Porque al igual que manifestó en ese acto: “ésta es la solución para escribir: se escribe hacia atrás, al buscar que las emociones y pulsiones encuentren palabras. “Todos los grandes escribían hacia atrás”. También, porque todos los días escribimos así en las páginas en blanco de nuestras vidas, entusiasmados con nuestras almas aladas.

Sevilla, 19/V/2019

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://binged.it/2HpRw2j 

(1) http://www.acantilado.es/catalogo/el-alfabeto-alado/
(2) Platón (1986). Diálogos III (Fedón, Banquete, Fedro). Madrid: Gredos, p. 345.
(3) Platón, Ibidem, p. 352.
(4) Platón, Ibidem, p. 35

El rabioso tiempo real

RABIOSO TIEMPO REAL

El rabioso tiempo real es una locución que utilizábamos con frecuencia en mi dilatada experiencia directiva sobre estrategias públicas digitales. Sobre todo, en las estrategias de salud digital porque de lo que trata es de atender la vida de cada persona en situación de salud y enfermedad. Nos iba la vida, en su sentido más literal, en que todo funcionara a la perfección, el hardware y el software de la historia de salud digital y, obviamente, en las telecomunicaciones que pretendían salvar el rabioso tiempo real.

El adjetivo “rabioso” es de dudosa utilización en esta locución y siempre me ha llamado la atención, porque estaba convencido de que era una situación de “vehemencia” para que todo funcionara a la perfección y cuando se necesitaba, no tanto de las restantes explicaciones que recoge el Diccionario de la lengua española acerca del lema “rabioso”, en su actualización de 2018, de difícil encaje en esta interpretación de la locución digital expuesta: 1. adj. Que padece rabia. U. t. c. s.; 2. adj. Colérico, enojado, airado; 3. adj. Vehemente, excesivo, violento.

Me quedo con la acepción de vehemencia porque de lo que se trata es del tiempo real como la vida misma. Esta es una de las aportaciones maravillosas del mundo digital en el que vivimos, estamos y somos. No hablamos, por tanto, de tiempo que padece rabia, tiempo colérico, enojado, airado, excesivo o violento. Sí, de tiempo real, vehemente, porque nos va la vida en ello. Hoy queremos tener todas las cosas en el momento y véase la proliferación del mercado en Internet. Pero, si de lo que se trata es de nuestra vida, sobre todo en etapas de enfermedad, no tanto de salud, aunque nos preocupa que todo ocurra en el instante que necesitamos algo o alguien, el rabioso tiempo real es imprescindible que funcione a la perfección en el mundo digital. Existe inteligencia digital y tecnología más que suficientes para que lo podamos exigir a las autoridades políticas que gobiernen en cada momento. Es un problema de inversión y no tanto de gasto.

En el mundo digital en el que vivimos, en rabioso tiempo real, nos tenemos que enfrentar de una vez por todas a esta pregunta de rabiosa actualidad, si nos instalamos en el mundo de ciudadanos rabiosos, tal y como lo explicaba muy bien Mario Vargas Llosa en un artículo dedicado a los ciudadanos rabiosos, en el que explica el nacimiento de esta locución, Wutbürger, que quiere decir “ciudadano rabioso”. ¿Inversión o gasto digital? Ya lo escribí (con rabia digital, que también existe), en su momento, en este cuaderno digital, cuando dediqué una serie a la Política Digital de Estado: “Esta es la pregunta del millón de dólares para muchos descreídos digitales, que ya han resuelto determinados responsables TIC, políticos y técnicos, que aun conociendo la realidad digital en España miran para otro lado y con gran desparpajo vergonzante tienen respuesta a la misma: gasto y solo gasto. Pero esto no es así y no es verdad para los que conocemos la realidad del gasto público digital en España desde hace muchos años, porque es un clamor entre los profesionales del sector que en España se gasta mucho en soluciones digitales de software y, sobre todo, hardware, con una proliferación de chiringuitos digitales, porque no se toman medidas contundentes y claras para contenerlo con soluciones tecnológicas de reutilización de software y consolidación de centros de procesos de datos, por ejemplo, que supondrían ahora una inversión inicial pero que contendría el gasto a muy corto plazo”.

Para ello es necesario que de una vez por todas se eleven estas decisiones a rango de política digital (rabiosa) llevada a cabo por un Gobierno Digital fuerte, bien armado, con altura de miras y dependiente directamente de la presidencia del Gobierno, para abordar con carácter inmediato una revolución digital en este país, con altura de miras y que suponga un beneficio a corto plazo, tanto cualitativo, como cuantitativo, con una estrategia digital declarada con disposiciones de carácter sustantivo que se pueda proyectar luego en las Comunidades Autónomas que respeten en determinados artículos las peculiaridades de cada una, pero nunca permitiendo la falta de equidad en la accesibilidad digital a los recursos públicos.

Esta política digital acabaría con las tómbolas digitales de recursos financieros, subvenciones, Fondos FEDER, financiación de planes y proyectos sin mezcla de beneficio alguno, sin orden ni concierto en muchas ocasiones por controles políticos no inocentes, solo para exquisitos digitales o buscadores digitales de última hora, que no benefician ni buscan el interés general digital que debería perseguir su finalidad pública implícita. También con los miles de chiringuitos digitales montados e instalados, que no implantados, por todo el país, bajo el eslogan de que “a mí que no me llamen”, despreciando casi siempre el buen hacer digital de los otros. Otro gallo cantaría si pudiéramos conocer de una vez por todas los extraordinarios recursos digitales que ya existen tanto en software y hardware pagados con dinero público, de todo el país, y se pudiera disponer de ello a modo de Repositorio Común Digital, por imperativo legal y “rabioso”, por supuesto, no por mera discrecionalidad, con plena disponibilidad para las Administraciones Públicas, como está ya legislado de forma tímida todavía y que tan poco caso se le hace.

Tengo la respuesta muy clara a la pregunta formulada: inversión cualitativa y cuantitativa, inversión urgente para controlar urgentemente también el gasto digital actual. Si hubiera política digital administrada por un Gobierno Digital a nivel de Estado, con proyección legal a las Comunidades Autónomas que serían participantes activas en el desarrollo de esta nueva política, podríamos abordar con carácter inmediato una auditoría para conocer, una vez más con urgencia, la situación digital del país, desoladora por supuesto desde la perspectiva de gasto público nacional y territorial, para que se pudieran tomar medidas urgentes de contención del mismo en reutilización del software y consolidación masiva de infraestructuras digitales, por un efecto inversor inmediato que supondría taponar la hemorragia económica de gasto TIC que se está produciendo todos los días. Acciones que llevarían a clausurar de forma inmediata tómbolas y chiringuitos digitales extendidos por todo el país.

La catetez digital, que también existe, nos lleva a situaciones pintorescas de despreciar casi siempre lo que los demás hacen bien y con soluciones digitales a veces de más calidad que las nuestras. Pero nos puede la trinchera de la autonomía mal entendida y lo de los demás, en principio, es para no fiarse mucho. No digamos nada, si el Estado o esa Comunidad la preside otro partido político. Las TIC no son inocentes, pero permiten practicar ética digital de una gran calidad cuando garantizan la equidad en la accesibilidad a servicios públicos digitales a través de algo tan sencillo y al alcance toda la ciudadanía como un teléfono, instrumento revolucionario para obtener bienestar social o el mando a distancia del televisor inteligente. Eso sí, a precios razonables y que respondan al rabioso- tiempo real que nos rodea.

Sabemos, por desgracia, que todo necio digital, confunde hasta la saciedad, valor y precio. Ese es el auténtico problema de fondo del rabioso tiempo real como derecho ciudadano en el mundo digital. Todo lo dicho anteriormente, es de rabiosa actualidad, por supuesto. Está pasando y, a veces, no lo estamos viendo ni disfrutando porque algunos desprecian la atención pública digital al rabioso tiempo real de la vida y, sobre todo, aplicado al interés general de la ciudadanía en su intramundo de educación, salud y atención permanente a personas mayores, que se debería llevar a cabo con preferencia absoluta sobre el interés no inocente del mercado (digital. por supuesto).

Sevilla, 16/V/2019

Se nos ha muerto, como del rayo, Alfredo Pérez Rubalcaba

ALFREDO PEREZ RUBALCABA

He dejado pasar unos días desde que tuve la primera noticia del ictus que sufrió el pasado miércoles Alfredo Pérez Rubalcaba y que finalmente no pudo superar. La verdad es que el país se ha volcado en el reconocimiento amable hacia una persona que fue casi todo en el partido socialista. Por algo será. No lo conocí personalmente, pero le he seguido atentamente, a lo largo de los años, en el camino político que hizo al andar sin volver la vista atrás. Hizo una política digna, amable, con las personas que comprendieron su forma de ser y estar en el mundo, humilde, sobre todo.

Del Ciudadano Alfredo recuerdo muchas cosas que me enseñaron a comprender la política como servicio al interés general de la ciudadanía por encima de todas las cosas. Él, mejor que nadie, conocía bien la química del ser humano, la condición humana según André Malraux. Porque el laboratorio de la vida le permitía entrar y salir diariamente en la sala de los microscopios del departamento de ética política.

Es muy normal y lo hemos podido presenciar en estos días de duelo, que los panegíricos afloran casi por ensalmo. Es muy común en la clase política realizar maniobras de aproximación a las personas que mueren en pleno ciclo vital y ensalzarlos cuando no lo hicieron en vida, incluso cuando los han maltratado de palabra y obra hasta límites insoportables. Llevo muy mal estos duelos vacíos y sin sentido. Pero la condición humana es así. Malraux lo dejó escrito.

Las personas que quiero saben que siempre comento la muerte como una pregunta en vida de muy difícil respuesta, como a otras cuestiones que nos ocupan y pre-ocupan [sic] todos los días. Ante esta situación siempre recuerdo la voz de la experiencia histórica de una persona de comunidad, de nombre Eclesiastés, que tuvo que enfrentarse al auténtico problema de la muerte, que en el fondo es un problema de cómo comprendemos y valoramos el tiempo. Y he encontrado en él una sabia respuesta ante la ausencia del compañero Alfredo.

En la vida hay tiempo para casi todo, porque todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: nacer, morir, plantar, arrancar lo plantado, matar, sanar, destruir, edificar, llorar, reír, lamentarse, danzar, lanzar piedras, recogerlas, abrazarse, separarse, buscar, perder, guardar, tirar, rasgar, coser, callar, hablar, amar, odiar, guerra, y paz. Ante este panorama complejo, cuando se aproxima la realidad de la muerte, todo se encierra en tres preguntas fundamentales sobre el factor tiempo en vida:

– ¿Qué gana el que trabaja con fatiga? o en otra variación sobre el mismo tema: ¿Qué saca cualquier persona de todo su fatigoso afán bajo el sol?

– ¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida de los animales desciende hacia abajo, a la tierra?

– ¿Quién le guiará a contemplar lo que ha de suceder después de él?

No conocemos las respuestas, cuestión que nos deja solos ante el peligro de un mundo diseñado muchas veces por el enemigo. Para los que buscamos desesperadamente comprender estas ausencias sin el apoyo de Dios, el Eclesiastés nos dejó una clave maravillosa que enmarca una respuesta posible: caminar juntos buscando la felicidad y hablar de Alfredo con entusiasmo, de sus cosas, de su forma de hacer política, de su visión de Estado por encima de todas las cosas políticas, de cómo nos enseñó a amar por encima de todo, en su Cielo Político tan particular, incluso de forma que no todo el mundo comprende: “más valen dos personas que una sola, pues obtienen mayor ganancia de su esfuerzo, pues si cayeren, una levantará a la otra; pero ¡ay de la persona sola que se cae!, que no tiene quien la levante. Si dos se acuestan, tienen calor; pero la persona sola ¿cómo se calentará?”. Todo es más sencillo así, porque la amistad entre personas que admiran la política y a los políticos honestos que hacen camino ético al andar, es como la cuerda de tres hilos, que no es fácil romper.

Sevilla, 12/V/2019

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://aniversario.elpais.com/alfredo-perez-rubalcaba/

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