Hombrecitos (aviso para navegantes)

Sevilla, 25/XII/2019

No, no podremos ver una película con este título, hecha para los hombres de hoy, aunque sea un aviso para navegantes de la historia de la literatura y el cine. Estamos viviendo la fiebre de Mujercitas en su quinta versión cinematográfica que se estrena hoy en muchos cines de este país. Me han gustado diferentes versiones de este clásico popular, aunque no olvido la que protagonizó Katherine Hepburn en la segunda adaptación cinematográfica (1933) de la novela de Alcott, que se conoció en España como “Las cuatro hermanitas”, dirigida por el director que hizo de su vida un canto a las mujeres, George Cukor. Las hermanas March, que no Marx, simbolizaban una revolución de la sororidad frente a los estándares victorianos en Massachussets en el siglo XIX.

Hablamos de sororidad, que finalmente fue aceptada su entrada en el diccionario de la RAE en 2018, en su versión on-line, con tres acepciones, dado que la primitiva era la católica, apostólica y romana, nunca mejor dicho al ser una interpretación de la raíz latina de la palabra, soror, hermana carnal (que todo se andaría después): “Del inglés sorority, este del latín medieval sororitas, -atis “congregación de monjas” y este derivado del latín soror, -ōris “hermana carnal”:

  1. f. Amistad o afecto entre mujeres.
  2. f. Relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento.
  3. f. En los Estados Unidos de América, asociación estudiantil femenina que habitualmente cuenta con una residencia especial.

Hecha esta aclaración, que tiene su enjundia histórica para los que la quieran comprender así y salvando lo que haya que salvar (que es mucho), la trama siempre ha destacado por la trayectoria de una de las hermanas, Jo, porque desea ser escritora por encima de todas las cosas y ya se sabe que las mujeres que escriben son peligrosas.

Hoy he querido rescatar un libro olvidado, Hombrecitos, que también escribió Louisa May Alcott, publicado por primera vez en 1871: “La novela retoma personajes de Mujercitas y es considerada por algunos el segundo libro de una trilogía no oficial de Mujercitas, que se completa con su novela de 1886, Los muchachos de Jo”. Cuenta la historia de Jo March cuando se casa y monta una escuela junto a su marido en Plumfield. Destacan en la novela tres niños, hombrecitos, Nathaniel «Nat» Blake, el gran protagonista, Thomas «Tommy» Bangs y John «Demi» Brooke, de once , diez y nueve años, respectivamente. Otra niña, gran protagonista a los ojos de Jo, es “Annie «Nan» Harding: una niña de diez años de edad con fama de revoltosa, decidida a demostrar que las chicas pueden hacer cualquier cosa que los muchachos puedan hacer. Cuando su madre murió, ella se volvió muy traviesa y desordenada, y pasó a vivir en manos de sirvientas y niñeras. La señora Jo le propuso a su padre la idea de mandarla a Plumfiled, esto para que Daisy tuviera una amiga y tal vez mejorar la conducta de los muchachos con «algo más de toque femenino»; y su padre estuvo de acuerdo en que Nan viviría más alegre entre chicos de su edad. Sus compañeros le apodaron «Terremoto Nan» por su inquietud, pues siempre está inventando nuevos juegos y haciendo travesuras. Gracias a sus hazañas, «Terremoto Nan» se convirtió en una especie de heroína para sus compañeros, además de que es muy hábil a la hora de atender las lesiones menores de los chicos. Es también muy sobresaliente en sus estudios y quiere ser doctora cuando crezca” (1).

A diferencia de Mujercitas, la novela se ha llevado al cine en cuatro ocasiones: en 1934, en una nueva adaptación en 1940, en una serie de televisión y, finalmente, en una serie de dibujos animados en Japón con el título Wakakusa Monogatari: Nan to Jou Sensei, dirigida por Kôzô Kuzuha y estrenada en Japón el 17 de enero de 1993.

Quizá es importante destacar el papel de una alumna en esta serie animada, que responde a lo expuesto anteriormente y que no pasa desapercibido para la Jo: “Nan Harding, una niña que a menudo se comporta como un chicazo y que es en personalidad, la viva imagen de la joven Jo March. Nan prefiere jugar con los chicos que con Daisy, aunque también encuentra en ella a una fiel amiga cuando Jo trata de modelar su lado femenino. Poco después, Nat se une al grupo; Nat es un niño que ha crecido en las calles, ganándose la vida gracias al talento musical que tiene para tocar el violín. Por desgracia, el profesor Bhaer pronto descubre que Nat tiene la mala costumbre de mentir, aunque veces sea con buena intención, pero el profesor conoce un método sumamente eficaz para ahuyentar dicho hábito. Por último, los problemas llegan a la escuela el día que Dan hace su aparición; Dan es un muchacho joven que había sido compañero de Nat. Dan tiene un carácter fuerte, agresivo y no confía fácilmente en la bondad que Jo trata de ofrecerle. Su presencia pone a la escuela de Plumfield en peligro cuando, sin ninguna consideración por las estrictas reglas, Dan intenta enseñar los malos ejemplos que ha aprendido.

Mujercitas hace patente el valor de una mujer, Jo March, en su deseo de ser escritora y quebrar el rol asignado en la época victoriana. Ya lo escribí en 2017, en un post que rescato por su fondo y forma a la hora de interpretar esta valoración de la mujer escritora, Son imprescindibles las mujeres que escriben. Entonces escribí a modo de ejemplo: “Creo que a María Teresa León apenas se la conoce en España, no más allá de haber compartido una larga vida con Rafael Alberti. Ayer, en la Feria del Libro de Sevilla, la vi en muchos mostradores de librerías que enseñaban sus cartas de identidad, entre las que se encontraban las portadas de varios libros de y sobre María Teresa León. Me alegré al reencontrarme con ella, haciéndose justicia al rescatarla del olvido porque creo que, al igual que el título de un libro sobre el que escribí en este cuaderno digital en 2007, las mujeres que escriben (y leen) son peligrosas imprescindibles, es más, han aportado y aportan una riqueza incuestionable a la literatura”.

Para los hombres de hoy es importante atender esta figura de mujeres diferentes, rebeldes. Es lo que debían aprender aquellos hombrecitos no victorianos que podían ver como seña de identidad en las niñas rebeldes como Nan, que prefería jugar con ellos antes que con las niñas rompiendo el estereotipo de la época. Es la gran lección de Jo March que deberíamos destacar para los hombrecitos de hoy en las reposiciones de la obra de Louisa May Alcott por encima de todo.

Una indicación última: en Sevilla he descubierto una librería pequeña, humilde, que se preocupa de vender cuentos no para princesas sino para mujeres rebeldes. Visítenla, en la Plaza de San Marcos, en un barrio humilde, porque nos les defraudará. Encontrarán allí libros y cuentos para niñas que quieren ser diferentes. Las niñas de Jo.

(1) https://es.wikipedia.org/wiki/Hombrecitos

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.