El enigma de un andaluz, al trasluz de su nieta cantora

Pepe y su nieta, María José Llergo

Sombra hecha de luz, / que templando repele, / es fuego con nieve / el andaluz. / Enigma al trasluz, / pues va entre gente solo, / es amor con odio / el andaluz. / Oh hermano mío, tú. / Dios, que te crea, / será quién comprenda / al andaluz.

Luis Cernuda, El andaluz, en Como quien espera el alba, 1947

Sevilla, 28/II/2022, en el Día de Andalucía, como homenaje a cada persona de bien que vive en esta tierra, como «escuchaores» del dolor y quejío de los que menos tienen, pero más son, simbolizado en un abuelo andaluz que con su cante sigue transmitiendo lo que muchos andaluces sufrieron y sufren debajo de su piel.

Se llama Pepe, es de Pozoblanco (Córdoba) y es el abuelo de la cantora María José Llergo, porque de acuerdo con Facundo Cabral, no es lo mismo que cantaora, ya que no sólo tiene el oficio de cantaora, porque puede hacerlo, sino que también debe cantar y no callar lo que le transmitió su abuelo. Él no tuvo la oportunidad de aprender a leer y escribir en la España que tenía helado su corazón en el siglo pasado, pero según su nieta tiene más sabiduría que muchos eruditos, porque “tiene corazón”. Reproduce lo que tantas veces he señalado en este cuaderno digital, al referirme a la tradición oral, cuando en los pueblos ribereños del Tigris y el Éufrates, en la actual Iraq, se transmitía la sabiduría y la cultura ancestral a las nuevas generaciones, de padres a hijos y, sobre todo, de abuelos a nietos, hasta que llegó la palabra. Así durante muchos siglos, hasta descubrir una experiencia relatada recientemente por María José Llergo, cantora andaluza, en una entrevista realizada por María Casado en el programa “Las tres puertas”, en RTVE, el pasado miércoles 22 de febrero.

María José Llergo ha ganado recientemente el Goya a la Mejor canción por Te espera el mar, en la banda sonora de Mediterráneo. Ha sido la oportunidad de que el gran público la conozca por sus señas de identidad reflejadas en su manera de cantar ante la sombra de su abuelo, tal y como lo ha contado a María Casado: “Yo aprendí a hablar con sus canciones, es una persona que ríe todos los días de su vida y para mí es un ejemplo; canta por tangos, serranas, livianas, por peteneras, por soleá y se sabe un montón de cantes que no sabe ni cómo se llaman”; “yo lo único que quiero es ser libre, no canto por ambición o un afán de protagonismo: canto porque si no me muero de pena, es una necesidad, es como si a un pajarillo le quitas su canto, es mi manera de conversar con el momento en el que vivo, con la sociedad en la que vivo, es decir, lo que siento, lo que me duele y lo que me gusta, lo que me hace feliz; a veces parece que si hablas de algo que no te gusta pero que no haces nada por arreglarlo no sirve de nada. Entonces, yo canto para ver si así, entre todos, nos damos cuenta de lo que nos duele y nos sanamos”. A continuación, casi sin respiro después de estas profundas palabras, explicó el contenido de su canción “Tu piel”, que interpretó en directo: la canción “habla de que lo que hay debajo de tu piel no es simple, que las apariencias pueden decir lo que quieran pero que lo que importa en tu esencia, lo que tienes aquí dentro, que las pertenencias van y vienen, pero que lo que hay aquí dentro (señalándose la frente) nadie te lo puede arrebatar”:

Lo quе hay debajo de tu piel no еs simple
Lo quе hay debajo de tu piel no еs simple
Lo que hay debajo
Lo que hay debajo
Lo quе hay debajo de tu piel no еs simple

No
No es simple

Tu corazón vacío y tus bolsillos llenos
Todo el mundo quiere ser rico, nadie quiere ser bueno
No existe nada que compre un corazón sincero
Me da lástima del pobre que solo tiene dinero

Ella confiesa que quiere poner de moda “ser buenos”, porque “al final es lo único que te hace vivir y morir tranquilo”. Su abuelo, sus padres y Andalucía son su inspiración: “mi Andalucía”, a través de la luz y el agua que son «mi vida». Todo ello se llama respeto, gracia, dignidad, “se llama Andalucía”. Ha soñado bonito desde que era niña y se imagina que de aquí en adelante va a cantar siendo feliz junto a los suyos, que le han dado tanto. Quiere llenar el mundo de sensibilidad y alegría y dice algo extraordinario: “que no se nos olvide: el amor es lo que importa al final, porque es lo que queda cuando nos vamos”. Ella lo ejemplifica con un fandango de Pepe, su abuelo: Toda la vida trabajando / trabajando para guardar / pero cuando yo me muera / no me voy a llevar ná.

María José se ha pasado la vida escuchando a su abuelo, porque aprovecha cada segundo cuando lo tiene cerca, porque él tiene cuatro columnas bien alineadas: lo que piensas, lo que dices, lo que sientes y lo que haces: “es la persona más coherente que conozco”. María José nos ha hablado de una esencia del ser andaluz, ser escuchaores de la vida. Un abuelo de Andalucía, Pepe, nos lo ha enseñado a todos y Federico García Lorca lo argumentó de forma especial en la presentación oficial en Granada del Primer Concurso del Cante Jondo, que se celebró el 19 de febrero de 1922, en nombre del Centro Artístico, al que la prensa conocía también como la “Simpática Sociedad”, mediante una Conferencia que llevaba por título “Importancia histórica y artística del primitivo canto andaluz llamado cante jondo”, cuyas palabras finales no olvido: “A todos los que a través de su vida se han emocionado con la copla lejana que viene por el camino, a todos los que la paloma blanca del amor haya picado en su corazón maduro, a todos los amantes de la tradición engarzada con el porvenir, al que estudia en el libro como al que ara la tierra, les suplico respetuosamente que no dejen morir las apreciables joyas vivas de la raza, el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía y que mediten bajo la noche de Granada la trascendencia patriótica del proyecto que unos artistas españoles presentamos”. Sé que mi deber como andaluz es convertirme en “escuchaor” de lo que Andalucía canta a través de su dolor, de su quejío.

He comprendido bien que escuchar el dolor actual de esta tierra es un elogio de la caricia o, si quieren, una exaltación de su impacto en mi alma de secreto, para honra de Andalucía y sus gentes, tal y como lo aprendí de las palabras de García Lorca pronunciadas en Granada hace tan solo cien años. O de las que el miércoles pasado expresó María José Llergo, con el alma de su abuelo dentro: “yo lo único que quiero es ser libre, no canto por ambición o un afán de protagonismo: canto porque si no me muero de pena, es una necesidad, es como si a un pajarillo le quitas su canto, es mi manera de conversar con el momento en el que vivo, con la sociedad en la que vivo, es decir, lo que siento, lo que me duele y lo que me gusta, lo que me hace feliz; a veces parece que si hablas de algo que no te gusta, pero no haces nada por arreglarlo, no sirve de nada. Entonces, yo canto para ver si así, entre todos, nos damos cuenta de lo que nos duele y nos sanamos”.

Sigo viviendo con la esperanza de que el dios que corresponda comprenda qué significa hoy ser andaluz o andaluza en Andalucía, más allá de los que nos llevan al diccionario de uso del andaluz corriente como una sola palabra, cuando lo que necesitamos es una definición urgente como personas con luz interior, pero con un enigma de fuego y nieve dentro, escuchaores y escuchaoras por definición cuando el pueblo canta y clama a través de sus “palos”, como palabras hilvanadas en la melodía del dolor diario. Como Cernuda soñó un día esperando el alba de su tierra que, muchos años después, seguimos esperando para todos, sobre todo para los que menos tienen y no pueden salir a día de hoy de las jaulas de pobreza en que viven. Con una realidad exasperante, casi un millón de parados y otro millón de pensionistas en el umbral de pobreza, junto con miles de niños viviendo en pobreza severa, sin ir más lejos, que están entre los andaluces que llevan la soledad dentro, tal y como lo expresó Cernuda, nuestro paisano, que siempre soñó con el despertar del alba de la libertad y dignidad en Andalucía: “Sombra hecha de luz, / que templando repele, / es fuego con nieve / el andaluz. // Enigma al trasluz, / pues va entre gente solo, / es amor con odio / el andaluz. // Oh hermano mío, tú. / Dios, que te crea, / será quién comprenda / al andaluz. Con las letras de su cante jondo, desgarrado, al que escucho hoy con atención reverencial para seguir luchando y viviendo en pleno siglo XXI: no te creas si te dicen que ya no sufre [Andalucía], mi pueblo, porque aunque los pobres reímos y algunas veces cantamos, la procesión va por dentro (Ricardo Cantalapiedra), porque el quejío del flamenco, como escuchaor, no resbala por mi piel, ni debajo de ella, sino que la modifica para siempre.

María José Llergo, Te espera el mar, Goya 2022 a la mejor canción

Lo que recomiendo hoy, Día de Andalucía, es seguir de cerca a García Lorca, como escuchaores de él y de María José Llergo, acompañados por el alma que entrega ella a su abuelo, a través de cada canto, por el dolor y el quejío que llevan dentro. Un ejemplo de coherencia andaluza por lo que piensa, dice, siente y hace, las cuatro columnas bien alineadas de su abuelo Pepe, de Pozoblanco, en Córdoba, en Andalucía, sin ir más lejos.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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