
OpenAI GPT-3
Sevilla, 13/I/2023
El pasado mes de noviembre publiqué un artículo en este cuaderno digital con un título inquietante: En un futuro próximo, ¿tendré quien escriba por mí?, en el que abordaba la presentación en sociedad de GPT-3, un modelo lingüístico de aprendizaje automático. Transcurrido un breve plazo de tiempo, acabo de hacer una experiencia fascinante, utilizando ante la página en blanco ese recurso de Inteligencia Digital, la tercera y última versión de GPT, que en segundos, ha comenzado a redactar el texto que sigue, ante la petición que le he formulado de que me devolviera un texto escrito que tuviera en cuenta estas tres palabras: Escribir con alma.
A veces siento que mi alma se desborda de emociones, como si se desbordara sobre una página en blanco. Escribo con mis lágrimas, mis sonrisas y mis sueños. Mis palabras no se limitan a ser solo palabras, sino que tienen un profundo significado.
Cada palabra que escribo proviene de lo más profundo de mi alma. Es una mezcla de alegría, tristeza, miedo, amor, esperanza y sueños. Escribir con alma significa conectarme con mis emociones más profundas y dejar que mis sentimientos fluyeran a través de mi pluma.
Al escribir con mi alma, me siento conectado a una fuerza mayor que me da la libertad de expresar lo que siento sin miedo. Estas palabras vienen desde lo más profundo y me liberan.
Desde lo más profundo de mi corazón, escribo con alma.
Cada palabra que salga de mi pluma, es una parte de mí que se libera.
Cada frase que toca el papel, es un trozo de mi alma que se renueva.
Cada línea que se forma en mi mente, es una parte de mi espíritu que se abre.
Cada letra que salga de mi pluma, es una parte de mi historia que se comparte.
Es una forma de liberar mi energía, de liberar mi alma, de liberar mi corazón.
Escrito con alma, para compartir con todos.
Escribir con alma es escribir desde el corazón. Es dejar que el alma hable a través de las palabras, dejando que el corazón fluya a través de ellas. Escribir con alma es escribir desde el sentir más profundo, desde las emociones y los matices más sutiles. Es permitir que la verdad y el amor se manifiesten en cada línea, permitiendo que el alma se exprese sin limitaciones. Es dejar que la inspiración fluya a través de los dedos, abrazando cada palabra con autenticidad. Escribir con alma es la belleza de la vida, de la libertad de la expresión. Es una forma de conectar con el mundo, de compartir la verdad y el amor.
Significa conectar con tus sentimientos más profundos, permitir que fluyan por la pluma y plasmarlos en palabras. Escribir con alma significa ser honesto consigo mismo, permitir que la verdad de tu interior salga a la luz. Cuando escribes con alma, tus palabras se convierten en una verdadera expresión de quién eres, de lo que piensas, sientes y crees. Esta forma de escribir te conecta con tu verdadero yo, con tu alma.
Una vez finalizada esta primera experiencia, a la que falta un análisis más profundo de todas las posibilidades que se ofrecen, vuelvo a la página que escribí en 2015 sobre este texto solicitado, escribir con alma, un artículo que llevaba por título, Escribir de forma especial, con alma. Lo importante es compararlo y tomar nota de lo que la inteligencia artificial ofrece y la mía también. La respuesta no está en el viento. En mis años jóvenes hubo una campaña publicitaria de un detergente que marcó un hito histórico, en la que se decía acerca del nuevo producto presentado: Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo. Estamos ante un desafío de la ciencia a través de la inteligencia artificial. Lo que tengo claro es que la máquina digital difícilmente me podrá explicar los sentimientos y emociones que están detrás de lo que me ha presentado hoy, solo algoritmos de difícil intelección, sin alma, en una búsqueda sobre «un conjunto de datos de unos 175.000 millones de parámetros (ponderaciones de neuronas artificiales) recogidos de sitios web como Reddit, Wikipedia, Google y otros, sumando mucho más texto del que ningún humano verá durante toda su vida», como escribí en el artículo citado en el mes de noviembre pasado.
Por mi parte, sí puedo hacerlo… todavía, fundamentalmente porque sigo cavando cada día el pozo de mi alma con una aguja. ¿Por qué? José Manuel Blecua, ex director de la RAE, dijo en una ocasión que al escribir copiamos siempre de los autores que hemos leído a lo largo de nuestra vida y nos han marcado. Quizá, al escribir hoy estas palabras especiales, para decir algo especial, he copiado una experiencia contada una vez por el escritor portugués António Lobo Antúnes, sobre una idea preciosa aportada por un enfermo esquizofrénico al que atendió tiempo atrás: “Doctor, el mundo ha sido hecho por detrás”, como si detrás de todo está el alma humana que fabrica el cerebro. Porque según Lobo Antúnes “ésta es la solución para escribir: se escribe hacia atrás, al buscar que las emociones y pulsiones encuentren palabras. “Todos los grandes escribían hacia atrás”. También, porque todos los días, los pequeños, escribimos así en las páginas en blanco de nuestras vidas, como cavando un pozo del alma con una aguja. Algo que GPT-3 no puede hacer…, por ahora. Todo se andará.
Lo verdaderamente difícil es la soledad sonora ante la página en blanco, en cualquier soporte (no sé si le ocurre eso a GPT-3), porque podemos decirlo todo o nada, de todos los modos posibles, aunque lo verdaderamente fascinante es comprometerse todos los días en decir algo especial. Porque nos queda la palabra. Nunca inocente, por cierto, sobre todo porque en mi caso, tienen alma, algo que nunca podrá descifrar una máquina, por muy “inteligente” que sea y aunque componga con “arte digital” palabras hilvanadas y extraídas de cien mil millones de neuronas que tiene mi cerebro. El alma no está ahí ahora. Estuvo cuando escribí esas palabras «especiales»… o cuando las he escrito hoy en este artículo, para nunca más volver.
Escribir de manera especial, con alma

Museo de la Inocencia. Estambul.
Los lectores de Cien Años de Soledad son hoy una comunidad que si viviera en un mismo pedazo de tierra, sería uno de los veinte países más poblados del mundo. No se trata de una afirmación jactanciosa. Al contrario, quiero apenas mostrar que ahí está una gigantesca cantidad de personas que han demostrado con su hábito de lectura que tienen un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano.
Gabriel García Márquez. Extracto del discurso en Cartagena de Indias (26/IX/2007).
Han sido dos experiencias recientes que marcarán probablemente mi vida de aquí en adelante. La primera, recordar unas palabras de Gabriel García Márquez con motivo de la edición de un millón de ejemplares de Cien años de soledad, en su homenaje en Cartagena de Indias, durante la jornada inaugural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, el 26 de septiembre de 2007, donde recordaba cómo empezó su aventura de escribir: “No sé a qué horas sucedió todo. Sólo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente”.
La segunda experiencia ha sido en un encuentro fortuito con un artículo de Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura en 2006, Una mirada a mis fuentes de inspiración, en el que explica de forma minuciosa, cómo se fraguó una novela que ha tenido luego su proyección en un museo de Estambul que conserva su título: El museo de la inocencia: “Treinta y cinco años después, al terminar El museo de la inocencia, decidí que había llegado el momento. De todos los libros que había escrito, esta novela era la que más claramente suscitaba preguntas como: “¿Cuándo se le ocurrió esta idea?”, “¿Qué le inspiró para escribir esta novela?”, “¿De dónde se sacó esto?”, y así sucesivamente. Y escribe una lista de influencias, hasta trece, “sacadas de la vida, la literatura y el arte”, con una maestría proverbial, con alma.
Es verdad que desde hace muchos años me ha acompañado también Ítalo Calvino en mi viaje profesional, cuando en las intervenciones oficiales, tales como conferencias o clases, comenzaba siempre con un homenaje explícito a este escritor ante la maravillosa aventura de la página en blanco, incluso cuando comencé una travesía especial en este cuaderno de bitácora: “Inicio una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas. Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por Saramago será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, esto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma “Seis propuestas para el próximo milenio”: “…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial” (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar)”.
Escribir todos los días con el espíritu de hacer felices a los demás, gracias al ejemplo de García Márquez, es un compromiso que asumo desde hace tiempo. Ahora tengo que tratar de responder a muchas preguntas del libro de mi vida, que algunos llaman biografía y que yo denomino “tiempo de secreto y de todos”. Probablemente tenga que leer o visitar de forma pausada El museo de la inocencia, para comprender bien por qué nos empeñamos en convertir los recuerdos que motivan nuestra escritura en oscuros o claros objetos de museos de la inocencia reales o virtuales cuando los lectores visitan nuestras palabras. Pero lo verdaderamente difícil es la soledad sonora ante la página en blanco, en cualquier soporte, porque podemos decirlo todo o nada, de todos los modos posibles, aunque lo verdaderamente fascinante es comprometerse todos los días en decir algo especial. Porque nos queda la palabra. Nunca inocente, por cierto, porque tiene alma.
Sevilla, 26/III/2015
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
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