Memorias de hipocampo (I)

Inicio una nueva serie de hojas escritas, en este cuaderno de bitácora, dedicadas a palabras estructuradas y concatenadas en diferentes formatos: artículos, cartas, conferencias, ensayos, presentaciones y reflexiones, que he creado a lo largo de mi vida y que se alojan hoy día en mi hipocampo, como sede declarada de mis diferentes memorias. Es un homenaje anticipado a la belleza de esta estructura cerebral, cuando todavía puedo hacer uso de ella de forma excelente, a la que ya dediqué un post específico y que es, curiosamente, uno de los más leídos por quienes acuden a esta isla desconocida de la Noosfera digital, de acuerdo con las estadísticas de acceso que utilizo.

Comienzo por unas palabras de agradecimiento (antes se decía discurso) que pronuncié en el acto de recepción del Premio Nacional de Informática y Salud 2000, que me entregaron en Madrid, en Enero de 2001, como profesional que por trayectoria y dedicación había colaborado especialmente en la implantación de la informática en el entorno sanitario, y que simbolizaban bien una forma de entender el compromiso con la sociedad de un empleado público que ama su trabajo diario, con unas claves que expuse con sentimiento y pensamiento, en días en los que siempre comenzaba todo

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Fotografía de Bertrand Tavernier, durante el rodaje, con uno de los niños protagonistas de Hoy comienza todo

PREMIOS NACIONALES DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE INFORMÁTICA DE LA SALUD – 2000

MADRID, 18 DE ENERO DE 2001

Buenas noches. No me gustaría convertir estas palabras de agradecimiento en un mero formalismo al uso, sino convertirlas en un canto al reconocimiento social del ser humano que, en definitiva, es lo que deberían perseguir estos premios, si me apuran, cualquier premio. Cuando he asistido a este tipo de actos, siempre he recordado unas palabras de un poeta paisano mío, sevillano y maltratado por la derecha intransigente, un hombre llamado Luis Cernuda, porque refleja la incapacidad que, a veces, tienen las palabras para expresar lo que se siente, se ama o se agradece, como en este caso:

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de
su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Exactamente es así: hoy les voy a hablar de mi amor verdadero, que no se llama gloria, fortuna o ambición. Hoy asistimos a la entrega de un premio al mejor profesional de informática… Junto con el agradecimiento sincero del reconocimiento social, deseo, a través de estas palabras, devolverles lo que me han dado como símbolo social de que casi nada nos pertenece sino que, al contrario, se nos confía, porque todo es muy relativo. Yo no pertenezco a la legión de embajadores del tratamiento de la informática como los proclamadores de la buena nueva digital, del evangelio digital, en frase de Hans Magnus Enzensberger, aquellos que declaran a los ciudadanos como ignorantes molestos. No soy tampoco vendedor de cajas de trucos pragmáticas, en expresión del mismo autor. No me gustan las brechas digitales, como nos alertaba un editorial del periódico El País, el pasado día 3 de Enero, al abordar los peligros del analfabetismo informático, afirmando que Internet, como la gran apuesta digital, puede ser una herramienta eficaz para reducir las diferencias en el acceso a la información que es lo que hace verdaderamente libres a los ciudadanos. Lo que he venido haciendo desde que tengo uso de razón es buscar sentido a la vida cualquiera que sea la posición que se ocupa en ese momento en el vivir diario. Pero el sentido de lo relativo es abrumador cuando nos consideramos solidarios, personas comprometidas con su espacio y tiempo, públicos, como es mi caso en la esfera profesional. Si este premio simboliza algo, es el reconocimiento a una Comunidad Autónoma, Andalucía, que me ha permitido ser funcionario público, administrador público y, desde el día 13 de junio de 2000, alto cargo público. Es decir, es la sociedad la que brinda la posibilidad de ser y de ser premiado, como en esta ocasión. Y es la sociedad la que resulta premiada, porque te ha permitido ser y ser premiado. Luego a ella va dirigido este premio.

Desde hace varios años, exactamente desde 1997, la Comunidad Autónoma Andaluza y su Sistema Sanitario Público vienen manifestando una apuesta clara por la revolución digital. Hablo en términos de revolución porque así debe ser. Una revolución centrada en los ciudadanos, a los que ofrezco este premio, ciudadanos andaluces, del sur, que también simbolizan el auténtico concepto de ciudadano que nos viene dado en este país por la Constitución. Y la revolución digital hace patente que junto a sus características de progreso inexorable en las comunicaciones y, por tanto, en la culturización a través de la información, la integración de los sistemas y tecnologías solo tiene sentido cuando se hace y se construye centrándola en los ciudadanos. Y es lo que ha permitido sentar las bases de un nuevo paradigma público sobre el que seguimos trabajando a diario, que contemplando lo que ocurre con el concepto y la praxis de la nueva economía, sabe distanciarse de los conceptos espurios de la revolución digital para poner las cosas en su sitio, entre los conceptos de evangelio digital y manual de supervivencia para personas comprometidas con su futuro. Y tenemos una gran oportunidad por estar en España y en el Sur, como reconocía Nicolás Negroponte en una reciente visita a nuestro país: “Dentro de ese futuro cercano, destaca el potencial de los países mediterráneos en Internet. Ciertas características de la Red y de la mentalidad latina coinciden: carácter abierto, desconfianza hacia la autoridad y fuerte creatividad. (Hoy las webs más visitadas de Estados Unidos están diseñadas por hispanos)”. Sin comentarios.

El premio se hace interesante y fecundo por su rastro, por su huella. Nace un nuevo compromiso en la clave que ofrecí como primicia el día de mi toma de posesión como Secretario General del Servicio Andaluz de Salud, es decir, hoy, con este premio, vuelve a empezar todo. Dominique Sampiero escribió un excelente guión para la película de Bertrand Tavernier, Hoy empieza todo, donde se reflejaba la realidad de los contrapuntos de una gestión directiva extrapolable a toda gestión ideologizada, como es la acción política de un sistema sanitario público. Hace años empezó todo lo que hoy nos rodea en clave de libertad a través de la Constitución donde se definió el papel que juega la Administración en el territorio español y, por extensión, en Andalucía. La ordenación sanitaria del país y de la Comunidad marca el camino de la acción pública de las altas cargas que algunas personas, sobre todo personas, tienen que desarrollar en el desempeño de los cargos. Y los nombramientos pasan, las tomas de posesión, pasan, los premios pasan y la vida de cada uno de los altos cargos que en el mundo nacional y andaluz son y han sido, pasan. Sólo queda la calidad de la percepción personal e intransferible de la cosa pública, en un constante ir y venir en la encrucijada de cada cometido, normalmente expresado en los compromisos de estructura.

Recibir este premio significa algo muy importante: la salud es un compromiso sobre un producto inasible, perecedero, por definición, con una clave extraordinaria que nos la ofrece el concepto de salud positiva, es decir, la salud creadora, ilusionante, proactiva, educadora… Si, además, la acción de salud que a cada uno compete se troca en trabajo comunitario, compartido, solidario, sentido, deseado y deseante, las posibilidades del todo sanitario se hacen más próximas y duraderas.

Cuando Dominique Sampiero explicaba por qué se puso este nombre a la película nos puede dar la clave de este acto que trasciende lo meramente protocolario y compromete en la acción transformadora: Todo lo que va a ocurrir es lo contrario a un cuento de hadas. Lo contrario de Había una vez… ¿Qué les parece si hoy ofreciéramos este titular: Hoy empieza todo… para la SEIS, para cada uno de sus miembros, para los premiados?… Reconozco que es una espada de doble filo. Porque o estamos asistiendo a un momento en que muchos pueden pensar que la sociedad pierde sus valores y creencias en el bienestar social ideologizado y dejamos entonces terreno abonado para el desencanto de los mercaderes, o la acción creadora de salud aprovecha esta ocasión y buscamos entre todos la mejor manera de comenzar todos los días el gran compromiso de servicio a los ciudadanos en lo más íntimo de su propia intimidad, que es el derecho inalienable a la protección de su salud, con el gran instrumento de apoyo que supone la revolución digital.

Hoy empieza todo. Actos como este te hacen ver que el cine no es de cine. Contenemos la respiración. Todos nos enfrentamos a este acto en un cuerpo a cuerpo. Un gran corazón late, se alarma, va más despacio, se dirige a ustedes con la convicción de su promesa, su respeto a la autoridad, su compromiso individual y colectivo con la sociedad en general y la andaluza, en particular. Todos los rostros miran en la misma dirección. Este impulso es el que nos acompañará siempre y nos permitirá conducir esta microhistoria saludable. ¿Saben por qué? Porque aunque hoy comience todo, en verdad, todo se parece al amor…

Sevilla, 11/XI/2007

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