Próximamente, en este salón…

Al igual que Juan Manuel Serrat, en aquella preciosa canción de “Los fantasmas de Roxy”, anuncio que “próximamente, en este salón” virtual, a diferencia de aquella demolición del cine de sus sueños más preciados, el Roxy, presentaré un post que me está llevando tiempo y estudio, porque me atrevo a mostrar al mundo entero (el que rodea a cada una, cada uno …, ¡nada más y nada menos!), que vivimos siempre atados y bien atados a una dialéctica incuestionable de origen cerebral: recordar y predecir. Esa es la cuestión.

No ocupará este blog, con ocasión del nuevo post anunciado, ningún proyecto bancario, como el de aquella canción, destruyendo sesiones continuas donde “echaban NO-DO y dos películas de ésas que tú detestas y me chiflan a mí, llenas de amores imposibles y pasiones desatadas y violentas”.

Estoy descubriendo la importancia que hoy día damos a los recuerdos, jugando a recordar lo que no podemos olvidar, porque un día aprendí que solemos vivir mucho de la represión existencial al rechazar hacia el inconsciente tendencias inaceptables que surgen como consecuencia de conflictos psicológicos no resueltos. Las que nos hacen recordar aquello que nos cuesta borrar y que nos impide predecir sin riesgos.

Y es que no es posible la destrucción de nuestras intrahistorias. Por eso he recordado a Serrat, en su canción, tarareando su preciosa letra: “Yo fui uno de los que lloraron/cuando anunciaron su demolición,/con un cartel de: «Nuñez y Navarro,/próximamente en este salón»./En medio de una roja polvareda/el Roxy dio su última función,/y malherido como King-Kong/se desplomó la fachada en la acera./Y en su lugar han instalado/la agencia número 33/del Banco Central./Sobre las ruinas del Roxy/juega al palé el capital”.

Y mientras, estudio esta relación para el recuerdo grato, con el que se disfruta. Porque Joan Manuel Serrat, como obrero de la canción que protesta por no estar cómodo en este salón real -que no virtual- en el que nos toca vivir, me susurra al oído que hoy, mañana, pasado mañana, cuando siga avanzando en esta micro-investigación, puede ser un gran día/donde todo está por descubrir,/si lo empleas como el último/que te toca vivir./Saca de paseo a tus instintos/y ventílalos al sol/y no dosifiques los placeres;/si puedes, derróchalos./Si la rutina te aplasta,/dile que ya basta/de mediocridad”.

Porque los fantasmas del Roxy, los recuerdos, a veces, no descansan en paz…

Sevilla, 29/III/2009

El cerebro disfruta con los libros

Cartel de la Feria del Libro (Bogotá), s/d

El cerebro percibe o goza de los contenidos y formato de un buen libro. Así lo hemos aprendido de la tradición de las palabras vividas en determinados contextos, porque así se ha transmitido. En el siglo XIX se fijó por primera vez la palabra disfrutar en el ámbito de la lengua castellana, para dar brillo y esplendor a su contenido: coger, lograr, percibir los productos y utilidades de alguna cosa (RAE U, 1822). Es decir, cojo un libro, logro hacerme con él y percibo su contenido adaptándolo a mis expectativas, a mi conocimiento, a mis sentimientos y emociones. Lo abrazo. Me abraza. Todo eso produce un libro ó una revista de historia, por ejemplo.

Este juego de palabras lo he experimentado con un descubrimiento en días pasados de una revista publicada en Andalucía, por el Centro de Estudios Andaluces, Andalucía en la historia, que me ha llenado de orgullo al percibir en su contenido, al que he tenido acceso por primera vez en el número 23, que la historia es una fuente de conocimiento que despierta interés social por conocer claves de aproximación a la verdad de lo ocurrido durante siglos en este territorio tan creativo. Me interesó su contenido, centrado en un dosier sobre la prensa andaluza, por haber formado parte de esta intrahistoria andaluza, al haber sido Presidente de un Consejo de Administración de la sociedad editora de un periódico en la provincia de Huelva (1983-1984), La Noticia, que marcó un desafío a una forma de manifestarse la sociedad, en clave periodística de integración de opiniones y creencias. Con anterioridad, en 1976, por colaboraciones periódicas en un diario que rompía moldes en clave de apertura y compromiso social, El Correo de Andalucía, en el que me ilusionaba entregar mis originales muy cerca de la rotativa, en el edificio del Polígono de la Carretera Amarilla, para la célebre página 3 de opinión, en noches apresuradas de la nueva Andalucía que soñábamos, que queríamos.

Me han regalado dos libros con la suscripción: La Andalucía del exilio y Magia y vida cotidiana. Andalucía, siglos XVI-XVIII, que ya están en lista de espera para coger, lograr, percibir y gozar su contenido, su utilidad. Gracias a las posibilidades del cerebro, aunque tengo que reconocer que el sistema límbico va a jugar un papel primordial: me va a permitir disfrutar de ellos. Una vez más, procurando no confundir valor y precio.

Sevilla, 22/III/2009

A la mayor gloria de Dios (AMDG), de las personas

RESTAURANTE SAN IGNACIO LOYOLA

Ha sido una vuelta a la memoria de hipocampo, un ejercicio de moviola existencial. Ha ocurrido el sábado 14 de marzo de 2009, en una visita cálida a Fuenteheridos (Huelva), el pueblo de los ciudadanos de la fuente, no sé si heridos todavía en su amor propio… Me habían comentado que habían inaugurado un nuevo restaurante en la calle Cruz, 6, junto a la parroquia, en una antigua residencia de retiro de los jesuitas. No lo podía creer. Allí, en aquella casa, había pasado días de compromiso existencial hace más de 35 años, cuando formaba parte de una Asociación pre-ocupada por la situación de familiares de las personas que ingresaban en el Hospital de las Cinco Llagas, hoy sede del Parlamento andaluz, de sus hijos, a los que el ingreso les impedía atenderlos adecuadamente. Y los llevábamos allí en verano, para ofrecerles la mejor calidad de vida humana. Éramos muchas personas, jóvenes y mayores que poníamos ilusiones, dedicación personal e intransferible y compromiso social para atender situaciones sociales muy complejas.

Entré en aquella casa, restaurada y adaptada a su nuevo cometido. Me permitieron recorrerla casi palmo a palmo: las dos habitaciones de la entrada (sin el tapiz de damasco rojo), el salón de la antigua capilla, la escalera central de caoba, el tragaluz cenital redivivo, el azulejo de San Ignacio, rodeado de sus palabras programáticas: a la mayor gloria de Dios, las habitaciones ó celdas de la planta alta, de la planta baja, el pozo y el jardín.

Los nuevos gestores de la casa, del restaurante, me explicaron todos los detalles de la restauración, una obra emprendida por jóvenes de la sierra de Huelva, con muchas ilusiones y proyectos para hacer mudanzas importantes en tiempo de turbación económica y existencial. Excelentes.

La moviola personal me devolvió muchos recuerdos imborrables, de personas a las que quiero, de algunas que ya no están físicamente en este mundo pero que me permitieron ser persona, de experiencias que daban sentido a la vida en años difíciles para el compromiso social, de nombres concretos: Don Antonio, Salvador, Pedro, Enrique (grande), Enrique (chico), Mari-Carmen (hasta 2), Concha, Merche, Margarita, Tanché y otros muchos que no cabrían en este post sentido. Miguel y Dolores, ciudadanos con residencia permanente en Fuenteheridos, con su actitud de generosidad hasta límites insospechados. Gracias a todas y todos, porque fueron personas entrañables, cuyo valor excelente radicaba en la disponibilidad para estar contigo, conmigo, con aquellas niñas y niños que corretearon en su día por aquella casa que había sido residencia de los jesuitas, con un único objetivo: devolverles la felicidad que la enfermedad robaba a sus padres en un hospital de Sevilla.

Ayer, 14 de marzo de 2009, me volví a encontrar con todos aquellos protagonistas de aquél mundo feliz. Cuando bajaba por la calle Maestra Adame recordé que para mayor gloria de las personas, la ética del compromiso personal y social fue -y todavía hoy lo es- posible.

Sevilla, 15/III/2009

Cuando desperté, mi blog todavía estaba allí

MOLINOS DE VIENTO

A modo de cerebros, ante el viento que genera la crisis – Molinos de Viento en Ciudad Real

“cuando empieza a soplar el viento, algunos corren a esconderse
mientras otros construyen molinos de viento”

(refrán popular asiático)

Es la primera vez, en tres años, que me he ausentado de la cita en la Noosfera durante un mes. No he estado fuera de ella, físicamente hablando, pero sí de esta ob-ligación [sic] con el ejercicio de la inteligencia digital. Y me preocupa pensar que el ejercicio de lo cotidiano robe esta posibilidad de desarrollo de la inteligencia creadora. Quizá, estoy, estás, está, estamos, estáis, están… viviendo momentos de compulsión vital. Y he vuelto a mi tarea de búsqueda de «islas desconocidas». Cuando frecuentaba esta tarea, recordando el futuro de Pereira, de Tabucchi, he encontrado dos (existen más), que quiero presentar en sociedad digital desde mi orilla.

La primera ha sido en la asistencia a una de las sesiones programadas en Imaginática 2009, celebrada en el Aula Magna de la Facultad de Física de la Universidad de Sevilla. Me atrajo el título, En busca de islas desconocidas y sus autores: Braima Mane, un ingeniero de telecomunicaciones de Guinea Bissau y Marcos Cobeña Morián, estudiante de Ingeniería Informática. Y no me defraudó. El protagonismo fue el de la inteligencia personal, colectiva y conectiva. Rompió muchos moldes. Quien buscara el reino del chip, descubrió que aquél no era el sitio adecuado. Solo quedó patente que el conocimiento era el rey de la vida y que para muchas personas todavía existen islas desconocidas, con tres razones de búsqueda ó encuentro: menos es más, la actitud permanente de búsqueda y una biografía de modelo que, en este caso, era Braima. Y el objetivo de la exposición se cumplió: en la clave de Saramago [El cuento de la isla desconocida], Braima y Marcos zarparon en un pequeño barco virtual donde, con los asistentes a bordo, navegamos entre África, Cuba y España, buscando islas desconocidas, con un par de maletas más vacías que llenas.

La segunda isla desconocida ha sido una dirección electrónica: http://www.agoratalentia.es/documentos/everis.pdf, en la que he encontrado unas razones para comprender mejor cómo actuar ante los molinos de viento actuales, la «crisis», palabra y realidad que me hizo sospechar, tal y como lo planteaba en mi post anterior, que estaba naciendo una oportunidad de desarrollo de la inteligencia personal e intransferible, como recurso que no se ha agotado todavía, con gráficas desoladoras de paro humano, pero no cerebral. He visto la presentación de Marc Alba varias veces y tengo que decir que me ha ayudado a despertar y darme cuenta de que mi blog todavía estaba aquí. Esta es la auténtica razón de mi vuelta a esta cita ob-ligada para garantizar la búsqueda compartida de islas desconocidas.

Sevilla, 7/III/2009