El conformismo andaluz

UASLP 2016

Tengo que reconocer que la película Il conformista, me marcó mucho durante mi estancia en Italia en los años setenta del siglo pasado, aunque suene ya como muy lejano. Cada vez que escucho o leo algún texto sobre el conformismo, vuelve a mi filmoteca vital esencial aquella película excelente de Bernardo Bertolucci, porque aprendí a luchar -salvando lo que haya que salvar- con el personaje conformista que a veces llevamos todos dentro en el rincón del confort. Hoy, leyendo las últimas noticias de Andalucía, cuando se acerca el ferragosto, he recordado también a Mario Benedetti, porque escribió en Testigo de uno mismo (1) un soneto del pensamiento, precioso, que leyéndolo de nuevo me ha pre-ocupado (así, con guion), sobre todo por la segunda estrofa: sin pensar uno ahorra desalientos / porque no espera nada en cada espera / si uno no piensa no se desespera / ni pregunta por dónde van los vientos. Cuando preguntamos a nuestro alrededor ¿cómo va la cosa? lo habitual es que te respondan siempre ¿no lo ves? ¡fatal! Y la cosa es un constructo universal que tiene nombres y apellidos de casi todo lo que se mueve. De ahí al conformismo más activo solo hay un paso. No hay pensamiento, aliento, espera, ni preguntas para saber por dónde va la cosa de los vientos del Sur, que también existe.

Me preocupa mucho esta situación en Andalucía, que se extiende como una mancha de aceite. El conformismo hace estragos allí donde nace, se desarrolla y muere, porque se instala en el confort de los tibios y tristes, alejando como por arte de magia a las personas dignas de cualquier movimiento andante. Tengo que reconocer que me dan pánico, pero crecen como por encanto, porque todos coinciden en que la cosa está fatal. Pero ¿qué es la cosa? ¿su cosa?

La cosa es la vida misma, con su parafernalia personal e intransferible en cada persona que vive rodeada de cosas que cosifican, es decir, a la corta, más que a la larga, reducen a la condición de cosa a las personas. Porque ahí radica su peligro extremo: reducen a las personas a una cosificación inaceptable por medio del conformismo brutal que nos invade y que suele diseñarse muy bien por el enemigo, un artista de la mercancía política en hipermercados de la indignidad y de su economía propia y asociada. Muchas veces he ensalzado la figura de Papageno, el protagonista de la ópera de Mozart, La flauta mágica, porque su profesión es un modelo a seguir en muchas ocasiones para los inconformistas de cuna: encantador de pájaros, aunque no sepamos casi nunca a qué tipo de pájaros, con perdón, tenemos que encantar. Cada uno que lo aplique a quien corresponda.

Dice Mario Benedetti más adelante en el mismo soneto: la mente se acostumbra a ese vacío / no sabe ya de nortes ni de sures / no sabe ya de invierno ni de estío. Es verdad, porque el conformismo lleva a un electroencefalograma plano de la inteligencia que inhibe para tomar conciencia de que el Sur también existe, como nos pasa con el conformismo en esta tierra de maría santísima, donde nos acaba dando igual el calor que el frío. Lo que ocurre es que cuando se decide salir del conformismo que nos invade, el pensamiento, acostumbrado al vacío, huye de ángeles y tahúres y busca desesperadamente la noche, para pensar en esta tierra…, a troche y moche. ¡Menos mal! Benedetti dixit.

Sevilla, 21/VII/2017

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de http://beceneslp.edu.mx/pagina/node/740

(1) Benedetti, Mario (2014, 2º ed.). Testigo de uno mismo. Madrid: Visor Libros, pág. 122.

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