
El pasado miércoles se aprobó el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2017 en el Congreso de los Diputados, después de haber asistido como ciudadano de a pie a la apertura y cierre de la Tómbola Presupuestaria, por parte del Gobierno actual, hasta el último minuto legal posible, donde los socios políticos de última hora han arañado millones de euros sin piedad y solidaridad nacional en esta ceremonia de confusión tan alejada del interés general. Nada más lejos de lo que tenían que haber sido en su fase de elaboración, donde se tendría que haber negociado de forma abierta y hasta la extenuación, si hubiera sido preciso, con todos los partidos presentes en el hemiciclo, sobre todo para atender grandes problemas de Estado, expresados en las grandes áreas de preservación del interés general, tales como territorio nacional, porque determina un principio de equidad racional del rol que ocupa cada habitante en el Estado y, por extensión en su Comunidad; empleo digno, pensiones aseguradas, educación universal, salud y servicios sociales, con especial atención a la dependencia. Lo que ha ocurrido lo sé: el efecto tómbola ha presidido la citada elaboración antecedente y solo quedaba la fase consecuente parlamentaria donde se ha hecho caso omiso de las enmiendas de totalidad, hasta siete, presentadas por la oposición, así como multitud de enmiendas al articulado. Todo con salvaguarda externa de participación democrática, que así ha sido, pero solo de forma burocrática parlamentaria sin asomo alguno del sentimiento de defensa colectiva del interés general, porque digámoslo alto y claro: todas las ideologías políticas no son ni inocentes ni iguales y quienes las representan tampoco.
Me asombra ahora el asombro del PSOE cuando se desgarra las vestiduras y toma conciencia de que estos Presupuestos son los de siempre, porque penalizan sobre todo el interés general. ¡Qué esperaban, después de haber dado un cheque en blanco al Partido Popular con la abstención vergonzante sin condiciones, para que pudieran formar gobierno! Asistimos desde el miércoles a la nueva ceremonia de celebración, con champán incluido, por parte de las Multinacionales de Captura del Desorden Público, porque revolotean siempre en torno a las aprobaciones de los diferentes presupuestos generales del Estado y de las diferentes Comunidades Autónomas. Saben desde el miércoles pasado que pueden crecer los seguros de salud alternativos al Sistema Nacional de Salud, la concertación desenfrenada con el sector privado de todo tipo de centros asistenciales, porque dicen que ya se sabe que el Estado no puede llegar a todos los sitios, que atender el interés general es caro, que el bienestar social es una quimera diseñada por utópicos alejados de la realidad que nos consume, que los planes de pensiones bancarios son la auténtica alternativa a la situación dramática actual de las pensiones; que las viviendas sociales ya no se podrán seguir construyendo al ritmo que contempla la demanda actual, luego será necesario volver a las andadas del mundo feliz del ladrillo. Además, el empleo se puede mantener durante muchos años en la situación insultante actual de precariedad, porque ahí están los números… Si, ya lo sé, precariedad de precariedades todo es precariedad.
Además, por si fuera poco, estamos asistiendo con estas acciones de gobierno a la privatización también de la solidaridad. Crecen organizaciones no gubernamentales, fundaciones y la presencia de las diferentes confesiones religiosas (a la cabeza la Iglesia Católica), que tienen que salir al auxilio sistemático, mediante campañas reiteradas, de los que menos tienen. Ya se sabe, es que el Gobierno no puede llegar a todas partes, un mantra que recorre todo el país sin recato alguno, como si la ciudadanía no tuviera derechos reconocidos en ámbitos irrenunciables desde el deber constitucional de atención prioritaria de los diferentes Gobiernos correspondientes para salvaguardar y atender sin dilación alguna el interés general.
Es urgente generar tejido crítico suficiente, convenientemente informado, para llegar a formar aparatos y sistemas sociales, políticos, que generen democráticamente la transformación de este país. El Congreso de los Diputados debería estar abierto siempre, en alta disponibilidad, para que los partidos de la oposición presenten continuamente alternativas a la situación actual, sin descanso alguno dada la gravedad de los hechos, con una evaluación continua de las políticas públicas que resultan de estos presupuestos aprobados el pasado miércoles. Tengo la impresión de que no se han hecho bien los deberes sociales y ahora, una vez obtenido un suspenso en junio al no haberse podido contrarrestar la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, por consenso, queda la posibilidad de aprobar estas asignaturas sueltas de ética y dignidad pública para septiembre. Mientras, leo y releo las enmiendas a la totalidad presentadas por los partidos de la oposición y los correspondientes grupos parlamentarios y la desazón es todavía mayor. ¿No había nada que se pudiera asumir por el partido en el Gobierno actual? No tienen desperdicio, sin que sean palabra de Dios para unos presupuestos alternativos, pero sí hay que reconocer que dan en la diana, en muchos casos, de lo que verdaderamente representan estos Presupuestos Generales aprobados en detrimento del interés general. Los datos son muy tercos y basta tener un conocimiento básico de la técnica presupuestaria para comprender qué significa el incremento en Defensa del 32, 1% desde la llegada del PP al poder en 2011, frente a los presupuestos de Sanidad y Educación, que se incrementan 2,3 % y 1,7 % respecto a 2016, pero que acumulan un recorte desde que llegó el PP al poder del 3,85 % y 11,2 %, respectivamente. Leer las 44 páginas del documento publicado por las Cortes Generales, es una buena acción de aprendizaje democrático para saber qué piensa la oposición de unos Presupuestos Generales que han sido la crónica de una aprobación anunciada.
Lo citaba en un post anterior y lo expresan ahora casi todos los partidos que han presentado enmiendas a la totalidad, resaltado especialmente en la efectuada por el PSOE, por cierto, bastante pobre frente a las presentadas por otros grupos: “la Encuesta de Condiciones de Vida publicada por el INE el día 25 de abril de 2017, afirmaba que el porcentaje de población en riesgo de pobreza se situó en el 22,3 % (con datos de ingresos de 2015), frente al 22,1 % del año anterior. Cabe destacar el aumento de esta tasa para los mayores de 65 años (de 0,7 puntos), mientras que la tasa de riesgo de pobreza para los menores de 16 años se situó en el 28,9 %, siendo 6,6 puntos superior a la del conjunto de la población. La desigualdad entre rentas aumentó en 2015 a pesar de la recuperación. Igualmente, según el indicador agregado AROPE (estrategia Europa 2020), el 27,9 % de los residentes en España está en riesgo de pobreza o exclusión social”. Es solo un ejemplo, pero con este panorama ¿qué esperaba obtener el PSOE con la abstención? ¿A qué vienen ahora las lamentaciones?
Lo que está en juego, la salvaguarda del interés general, está en el alero y hay que intentar rescatarlo y salvarlo de las Multinacionales de la Captura del Desorden Público por todos los medios posibles. Ese es nuestro reto, romper los silencios cómplices, sabiendo de antemano que no existe el bálsamo de Fierabrás que cure esta enfermedad insolidaria, pero sí alternativas de gobiernos con ideologías diferentes donde prime la ética pública y la acción progresiva de las Personas Dignas para defender el interés general, el de todos, sin excepción alguna. En las urnas nos veremos y lo que tenemos que hacer ahora es prepararnos para reconducir ideologías políticas a lugares socialdemócratas que nunca debieron abandonar.
Sevilla, 3/VI/2017
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