Es justo que lo aprendas todo, tanto el corazón imperturbable de la persuasiva verdad como las opiniones de los mortales, en las cuales no hay creencia verdadera
Parménides, Sobre la Naturaleza
Se está celebrado en Madrid el Congreso Internacional de periodismo «fact-checking» (pruebas de verificación), Global Fact 4, habiendo participado en el acto de apertura la periodista y directora de El Objetivo, Ana Pastor, Bill Adair, fundador de Politifact (Premio Pulitzer 2009) y profesor de Duke University y el director de IFCN – International Fact-Checking Network, Alexios Mantzarlis.
Tenemos que agradecer a Ana Pastor que, desde 2013, se conozcan las llamadas “pruebas de verificación” (fast check) a través de un espacio televisivo “El objetivo”, que dirige en La Sexta. Fue un revulsivo en su momento porque a través de esta realidad se podía conocer la verdad de lo que se anuncia muchas veces en política y que luego no responde a lo manifestado. Afortunadamente, lo sigue siendo en el momento actual. Está vinculado al auténtico periodismo de investigación y es una oportunidad extraordinaria de acercarnos a la verdad de lo que ocurre y se cuenta.
Hablar sobre la verdad verdadera es una constante en las páginas de este cuaderno digital, porque necesitamos conocer la verdad de lo que ocurre en nuestro aquí y ahora, pero la política, a veces, no es buena compañera de camino. Recuerdo de nuevo un libro de Vargas Llosa, La verdad de las mentiras, a modo de diccionario de verdades sobre realidades contadas por autores célebres como novelas inolvidables sobre la vida y la muerte, en una dialéctica casi imposible de entender a tiempo. En el caso de la literatura, la aproximación a ella nos descubre casi siempre la verdad de las mentiras “piadosas”, aunque no inocentes, que se narran a lo largo de la prosa novelada. Igual que en la advertencia de los títulos de crédito de muchas películas: cualquier parecido del guion con la realidad es pura coincidencia. Es decir, ya sabemos qué nos estamos jugando existencialmente, estamos avisados. No ocurre así con la política, porque las mentiras políticas nos llevan de la mano, afortunadamente con honrosas excepciones porque todos los políticos no son iguales, al descubrimiento de la falta de verdad que hay casi siempre detrás de ella, aunque nadie nos avisó de que eso no iba a ser así, confiando en ella como elemento crucial de la democracia.
Vargas Llosa dice en su libro, acerca de la ficción literaria, que por sí sola es “una acusación terrible contra la existencia bajo cualquier régimen o ideología: un testimonio llameante de sus insuficiencias, de su ineptitud para colmarnos. Y, por lo tanto, un corrosivo permanente de todos los poderes, que quisieran tener a los hombres satisfechos y conformes. Las mentiras de la literatura, si germinan en libertad, nos prueban que eso nunca fue cierto. Y ellas son una conspiración permanente para que tampoco lo sea en el futuro”.
He reflexionado mucho sobre las mentiras políticas de algunos políticos, porque no comparto que todos sean iguales. Escribí un post después de las elecciones generales en España en diciembre de 2015, “Si nos dijeran la verdad mentirían”, que finalizaba con una reflexión sobre la que hago hoy una operación rescate para comprobar si a través de mis palabras encuentro sentido a esta verdad que nos corroe en la película real del día a día, con la inestimable ayuda de las pruebas de verificación de todo lo que pasa: “El problema radica también en que estamos sobrepasados por experiencias políticas pasadas, enmarcadas en mentiras que parecían en el mejor de los casos verdades a medias, muy lejos del interés general. Ahora hace falta altura de miras, sensatez extrema, diálogo donde la búsqueda de la verdad sea un esfuerzo común, guardándose cada uno la suya en aquello que no une, no toda la verdad, aunque comprendamos ahora mejor que nunca algo que experimentó en su experiencia vital el gran político canadiense Michael Ignatieff en su frustrada carrera hacia la presidencia de su nación: “Nada te va a causar más problemas en la política que decir la verdad”. Porque si no, solo nos quedará en nuestro pensamiento y sentimiento una reflexión […] que se podría convertir los próximos días en trending topic popular a todas luces: si nos dicen la verdad (algunos políticos, no todos), mentirían. Aprendiendo con humildad de la paradoja de Epiménides, cuando afirmó que todos los cretenses eran unos mentirosos, porque casualmente…, él también lo era”.
Espero que las pruebas de verificación actúen como revulsivo ante la mentira política actual. Mientras, tendremos que seguir viendo El Objetivo, el programa de La Sexta, para intentar comprender ese aserto tan atrevido: si alguna vez nos dijeran la verdad…, algunos políticos mentirían. Hoy, sigo de cerca lo que se está debatiendo en el Congreso de Madrid, porque es un camino abierto a una verdad objetiva, que tanto necesitamos.
Sevilla, 6/VII/2017