Las personas deben ser el eje de la investidura para la presidencia del Gobierno de España

MARIA ZAMBRANO

Sevilla, 11/VIII/2019

Estamos viviendo la cuenta atrás para la próxima sesión de investidura para la presidencia del Gobierno de España, según lo previsto en el artículo 99 de la Constitución española, estando en este momento situados en el apartado 4 del citado artículo: “Si efectuadas las citadas votaciones no se otorgase la confianza para la investidura, se tramitarán sucesivas propuestas en la forma  prevista en los apartados anteriores”, es decir, “[1…] el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno. 2. El candidato propuesto conforme a lo previsto en el apartado anterior expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara. 3. Si el Congreso de los Diputados, por el voto de la mayoría absoluta de sus miembros, otorgare su confianza a dicho candidato, el Rey le nombrará Presidente. De no alcanzarse dicha mayoría, se someterá la misma propuesta a nueva votación cuarenta y ocho horas después de la anterior, y la confianza se entenderá otorgada si obtuviere la mayoría simple”.

Ahora, cuando escribo estas líneas, estamos en el día 21 del plazo de dos meses que figura en el artículo 99. 5: “Si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del Presidente del Congreso”. Quedan exactamente 39 días para resolver esta cuestión de Estado y la preocupación ciudadana crece por momentos, porque hay un sentir popular al que se debería prestar especial atención por los actuales representantes políticos: no se deben repetir las elecciones generales.

He escrito recientemente dos artículos en relación con la situación transitoria actual de base constitucional, Obligatoriamente obligados a entenderse y El acuerdo programático de izquierda para un próximo Gobierno en España: ¡es el interés general! Hoy, escribo el tercero, bajo la responsabilidad ciudadana que me otorga la Constitución al haber emitido un voto con la idea de que haya Gobierno inmediatamente y de acuerdo con los plazos legales previstos en la Constitución. Con ardiente im-paciencia [sic], separándome de Neruda solo por unas horas, en las que se puede perder la paciencia ética de la espera y esperanza política. Lo he recordado hoy cuando pronunció una frase gloriosa al finalizar su discurso en el acto de entrega del Premio Nobel: “En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia, dignidad a todos los hombres”. Hoy, no disfruto de ella en su expresión paciente, sino modulada por el prefijo negativo “im”, con el significado que a través de los siglos conocemos: intranquilidad producida por algo que molesta o que no acaba de llegar. Reconozco que estoy instalado en ella, en la impaciencia ardiente.

Para armar las ideas a transmitir en esta ocasión, he acudido a un texto precioso de María Zambrano, una andaluza excepcional natural de Vélez-Málaga, de lectura imprescindible, en un libro escrito en 1958 fuera de España por su ideología republicana, Persona y Democracia (1), donde analiza la responsabilidad de cada persona en democracia, que me ha parecido de una actualidad rabiosa.

La primera cuestión es recordar a los politólogos y políticos en general, obligatoriamente obligados a entenderse y que participan en dimes y diretes de la próxima investidura, que la democracia es la sociedad española en la actualidad “en la cual no solo es permitido, sino exigido, ser persona”, tal y como lo define María Zambrano en el libro citado (p. 183). No se debería olvidar esta cuestión porque no hablamos de la definición clásica de “gobierno del pueblo”, porque ser persona, es pertenecer a un pueblo concreto, trascendiéndolo. Cuando se habla de empleo, sanidad, dependencia y educación, deberían pensar los artífices de los posibles pactos de investidura o los acuerdos programáticos que procedan, que para ser personas en este país democrático hay que tener empleo, servicios de salud personalizados, servicios sociales que atiendan los procesos de dependencia humana y acceso universal, obligatorio y gratuito a la reina de la democracia, la educación universal y estructurada desde la etapa infantil hasta la universitaria.

María Zambrano lo explica de forma muy clara y contundente: “Y si alguna vez, realmente, desaparecieran las clases sociales, solo podría suceder en virtud de que se hubiese llegado a vivir desde el ser persona del todo, de que esa realidad de la persona hubiese invadido, por decirlo así, toda el área de la realidad humana. De no ser así, las clases [sociales] nacerán y renacerán, una y otra vez. Más, en cambio, si el ser persona es lo que verdaderamente cuenta, no sería tan nefasto el que hubiese diferentes clases, pues por encima de su diversidad, y aún en ella, sería visible la unidad del ser persona, del vivir personalmente. Se trata, pues, de que la sociedad sea adecuada a la persona humana: su espacio adecuado y no su lugar de tortura” (p. 187).

La sociedad española tiene un futuro en manos de los representantes políticos actuales, en la dialéctica expresada: si los ciudadanos y ciudadanas del país se tienen en cuenta como personas en un acuerdo programático de Gobierno seguro, como los puertos, España será un espacio adecuado de empleo, sanidad pública, educación universal y gratuita, y atención cuidada a la dependencia en todas y cada una de sus manifestaciones. Y millones de personas de este país deberían dejar de sufrir los problemas de paro y sociales de todo tipo que inundan las estadísticas españolas del dolor humano.

Solo nos quedan 39 días para vivirlo o no. Lo he aprendido de María Zambrano, cuando justifica por qué escribió ese precioso libro: que se dé nuevamente en este pequeño planeta, en este país, “un triunfo glorioso de la Vida” por el solo hecho de ser personas.

 

(1) Zambrano, María. Persona y democracia, 2019. Madrid: Alianza Editorial.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

 

 

 

A %d blogueros les gusta esto: