La ventana discreta / 12. Manual del arte de vivir

No vivas en la tierra
como un inquilino
ni en la naturaleza
al modo de un turista
Vive en este mundo cual si fuera la casa de tu padre
Cree en los granos en la tierra, en el mar
pero ante todo en el hombre

Nazim Hikmet (1902-1963) Tal vez mi última carta a Mehmet [su hijo]

Sevilla, 9/IV/2020

No conozco el manual para vivir confinados, porque no existe, pero sí algunas páginas de un manual del arte de vivir, que continúo escribiendo en este tiempo de estado de alarma y que me sirve de guía para intentar comprender el sentido de la vida ante acontecimientos imprevisibles. En una de sus páginas he encontrado un recurso extraordinario basado en la lectura de autores clásicos que siempre abordaban la vida diaria con arte, porque en ellos he encontrado siempre sabiduría basada en la experiencia de vivir y en su capacidad de admiración de todas las cosas, tal y como me enseñó Aristóteles hace ya muchos años. Me refiero en concreto a una referencia de un libro precioso de Nuccio Ordine, Clásicos para la vida (1) y me he puesto con ojos a la lectura, recomendando que lean este libro porque van a comprender bien por qué Ordine defiende a capa y espada la utilidad de lo que hoy se llama “lo inútil”.

El hilo conductor del manual del arte de vivir es la conjunción de la educación y la cultura que ahora estamos compartiendo con centenares de miles de niños y niñas que siguen asistiendo puntualmente a clases virtuales, estrenando una nueva forma de educarse en el pleno sentido de la palabra. En una sociedad del confinamiento, en la que probablemente se descubra qué es lo verdaderamente útil para vivir con bastantes privaciones, es conveniente rescatar la importancia de la educación y la cultura, sin tener que recurrir inexorablemente a la supuesta felicidad que nos propone de forma no inocente el mercado.

Esta es la razón de una de mis ilusiones actuales que deseo compartir con las personas que navegan conmigo en esta “Isla Desconocida” de Saramago, es decir, podemos descubrir una nueva forma de vivir con arte y en relación con la educación y la cultura asociada, nos debería llevar a pactos de Estado para que España recupere sendas que nunca debió perder en la articulación de la educación integral e integrada en todos los niveles que la imaginación digna pueda hoy soñar despierta. Y canalizar la cultura para compartir todos el arte de vivir con dignidad.

Cuando se habla de educación hay que hablar necesariamente de sus grandes protagonistas, los profesionales que ejercen esta profesión, educar, que en estos días deberíamos reconocerles permanentemente el trabajo que están desarrollando a través de las nuevas tecnologías y llevando la imaginación de todos al poder. Dice Ordine en su libro que la formación “requiere plazos largos. Orientarla exclusivamente por las presuntas ofertas del mercado laboral es perder de antemano la partida. No necesitamos reformas genéricas, sino asegurar una buena selección de los docentes. Los jóvenes reclaman sobre todo profesores que vivan con pasión y con verdadero interés la disciplina que imparten. Se trata de una exigencia sacrosanta, cuyos efectos beneficiosos todos nosotros hemos podido experimentar en nuestra vida estudiantil [-…] No se puede hablar al alumnado sin amar lo que se enseña. O tirar de powerpoint o prezi sin más, repitiendo todo lo que allí se expone sin orden ni concierto, sin alma didáctica alguna a pesar de la modernidad digital.

Finaliza el autor con una referencia a Einstein en el capítulo dedicado a la educación en su libro Mis ideas y opiniones y su canto a la curiosidad innata en los seres humanos, que permite desarrollar la creatividad y la fantasía, curiosidad de la que ya he hablado en esta serie. Dice Ordine que: “La buena escuela no la hacen ni las pizarras interactivas multimedia, ni las tablets, ni los managers, ni los demagógicos acuerdos a corto plazo con empresas y centros profesionales: la hacen solo los “buenos docentes”, aquellos que, renunciando a las “medidas coercitivas”, logran que “la única fuente de respeto del alumno al profesor sean las cualidades humanas e intelectuales de éste” (pág. 71s del libro de Einstein). Al docente le incumbe la delicada misión de hacer comprender a sus estudiantes que la enseñanza es una gran oportunidad ofrecida por la sociedad para ayudarnos a hacernos mejores, mujeres y hombres libres capaces de saber vivir”.

La clave está en comprender cada día (carpe diem) la odisea de vivir dignamente donde somos y estamos, tal y como dice el maravilloso Libro de Instrucciones para Vivir Dignamente, que me dicen que está agotado desde hace muchos siglos, aunque lo más importante en estos días de confinamiento es estar bien informados para crecer en optimismo responsable y regar diariamente el jardín de la inteligencia, como decía Voltaire. Vuelvo a leer al poeta turco Nazim Hikmet, intentando vislumbrar la quintaesencia del poema que encabeza estas líneas, es decir, qué significa luchar por la libertad y el arte de vivir a pesar de todo, señalando diferentes principios para incorporarlos desde hoy mismo al Manual para Vivir Confinados:

Ama la nube, la máquina y el libro
pero ante todo, ama al hombre
Siente la tristeza
de la rama que se seca
del planeta que se extingue
del animal inválido
pero siente ante todo la tristeza del hombre
Que todos los bienes terrestres
te prodiguen la alegría
Que la sombra y la luz
te prodiguen la alegría
Que las cuatro estaciones
te prodiguen la alegría
Pero ante todo, que el hombre
te prodigue la alegría

(1) Ordine, Nuccio (2017). Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal. Barcelona: Acantilado.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

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