Sevilla, 11/IV/2020
El niño que llevo dentro siempre se queda extasiado ante el comienzo clásico de los cuentos de su infancia: érase una vez… Quizá ha sido la razón de lo que me ha ocurrido al conocer una publicación reciente de la Organización Mundial de la Salud, Mi héroe eres tú, un relato en torno al universo infantil y familiar que se enfrenta ahora a un monstruo que viene a vernos llamado COVID-19. El libro es “[…] un proyecto desarrollado por el Grupo de Referencia del Comité Permanente entre Organismos sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Situaciones de Emergencia (GR IASC SMAPS). El proyecto contó con el apoyo de expertos mundiales, regionales y nacionales de los Organismos Miembros del GR IASC SMAPS, además de padres, cuidadores, profesores y niños de 104 países. Se distribuyó una encuesta mundial en árabe, inglés, italiano, francés y español para evaluar la salud mental y las necesidades psicosociales de los niños durante el brote de COVID-19. Con los resultados de la encuesta se elaboró un marco de temas que se abordarán en la historia. El libro fue compartido a través de cuentos a niños de varios países afectados por COVID-19. La retroalimentación de los niños, padres y cuidadores se usó luego para revisar y actualizar la historia” (1).
Se puede acceder a él en línea o bajárselo por Internet desde una dirección específica facilitada por la OMS y es un libro escrito para los niños y niñas de seis a once años de todo el mundo afectados por la pandemia de COVID-19. Una de las protagonistas del cuento, Sara, resume muy bien el hilo conductor del mismo: “Todos podemos ayudar a la gente a estar a salvo, mamá”, dijo. “¡Conocí a tantos héroes en mi aventura!”.“¡Oh, Sara, tienes razón!”, dijo su mamá. “Hay muchos héroes que mantienen a la gente a salvo del coronavirus, como médicos y enfermeros maravillosos. Pero tú me haces recordar que todos podemos ser héroes, todos los días, y mi mayor héroe eres tú”.
Aproximándome a este cuento he recordado a José Saramago que, con su humildad característica, escribió un cuento precioso, La flor más grande del mundo, aunque reconocía la enorme dificultad para hacerlo: “Las historias para niños deben escribirse con palabras muy sencillas, porque los niños, al ser pequeños, saben pocas palabras y no las quieren muy complicadas. Me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido capaz de aprender, y eso me da mucha pena. Porque, además de saber elegir las palabras, es necesario tener habilidad para contar de una manera muy clara y muy explicada, y una paciencia muy grande. A mí me falta por lo menos la paciencia, por lo que pido perdón. Si yo tuviera esas cualidades podría contar con todo detalle una historia preciosa que un día me inventé […]”.
También aprendí junto a Neruda, el verano pasado, que los niños y las niñas de Venezuela, cualquier niño o niña que cada venezolano o venezolana lleva dentro, estaban de enhorabuena porque podían ser protagonistas de un cuento precioso, Los juguetes más grandes (¿qué curioso; la flor y los juguetes más grandes?), de la escritora venezolana Kristel Guirado, como homenaje a Pablo Neruda, que llamaba “juguetes grandes” a sus mascarones y mascaronas de proa y popa, que de todo hay en los mares del señor. Todos llevamos un niño o una niña dentro. Neruda sabía que sus mascarones, los juguetes más grandes de su casa, le acompañaban siempre para seguir contándoles historias increíbles vividas durante sus singladuras azarosas: “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta. He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche”.
El cuento de Saramago finaliza con una frase premonitoria de lo que se debe hacer con el cuento propiciado por la OMS en este tiempo de pandemia. Su recomendación es clara: “Este es el cuento que yo quería contar. Me da mucha pena no saber narrar historias para niños. Pero por lo menos ya conocéis como sería la historia, y podréis explicarla de otra manera, con palabras más sencillas que las mías y tal vez, más adelante, acabéis sabiendo escribir historias para niños. Quién me dice que un día no leeré otra vez esta historia, escrita por ti que me lees, pero mucho más bonita”. También hay que considerar que las personas mayores que no lean este cuento perderán probablemente al niño o niña que todos llevamos dentro y que nos hace mucha falta en tiempos difíciles. Saramago lo tuvo siempre muy claro: “siempre he llevado dentro al niño que fui”. Aviso para navegantes en el mar proceloso del coronavirus 19.
También he conocido una acción que ha presentado el Instituto Andaluz de la Mujer, que recojo expresamente porque han elaborado un cómic, COVID Warriors, “una herramienta lúdico-cultural, formada por personajes de ficción, para mejorar las condiciones de residencia”, basada en “la creación de personajes de ficción como eje de este proyecto divulgativo y lúdico-cultural en los 34 centros de acogida durante el período de confinamiento por la alerta sanitaria y que plantea hacerse extensible durante el tiempo que requieran las medidas extraordinarias por el COVID-19, tanto en su diseño como en su ejecución”. A este respecto, la directora del IAM, Laura Fernández, ha señalado que “esta propuesta, que se lleva a cabo en los centros de emergencias, casas de acogida y pisos tutelados, tiene tres propósitos esenciales: trasladar un mensaje de calma y positividad para hacer frente a la situación de alarma, difundir los protocolos sanitarios y de seguridad de una forma accesible y atractiva a las personas acogidas y mejorar el clima en los centros de acogida, poniendo especial atención en la población infantil”. Excelente idea que complementa las múltiples respuestas educativas durante la pandemia. Han informado oficialmente que “el equipo COVID Warriors es un grupo de personajes de ficción formado por un niño, una niña y una mujer en representación de las personas acogidas y una trabajadora representando a todos los equipos profesionales del Servicio Integral de Atención y Acogida a mujeres víctimas de violencia de género, quienes luchan de manera conjunta contra ‘el villano COVID-19’. Estos héroes y heroínas son el eje del proyecto, dando sentido al mismo y estructurando todas las acciones que de él se deriven”. No olvido esta acción en Andalucía ante los más débiles porque entre héroes andan también ambos proyectos.
Al contar el cuento de héroes en la pandemia, presentado por la OMS, junto al cómic del IAM, deberíamos seguir la recomendación de Saramago en relación con su niño interior. Probablemente, necesiten una lectura acompañada de padres, abuelos y abuelas, hermanos mayores, familiares cercanos, cuidadores y cuidadoras, profesionales asistenciales también, porque la historia de Sara y sus amigos o la del equipo de Guerreros del COVID, se pueden explicar con palabras sencillas y cercanas a la realidad de cada lector, niño o niña, animándonos a todos a escribir nuevas historias, incluso más bonitas, porque si nos esforzamos en hacerlo estos días tan especiales, es probable que descubramos al niño o niña que siempre fuimos y que todos, sin excepción alguna, llevamos dentro.
«Érase una vez un monstruo que se llamaba COVId-19, que vino a vernos…» Así me lo han contado y así lo cuento.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.
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