Caótica es una niña buzo imprescindible

Mas el trabajo humano, con amor hecho, merece la atención de los otros…

Luis Cernuda, A sus paisanos, en La realidad y el deseo

Sevilla, 3/VIII/2022

He leído con tristeza la carta abierta a los lectores que la librería Caótica ha publicado en su página web y de la que se han hecho eco los medios de comunicación social, explicando la difícil situación que está atravesando el proyecto cultural que nació hace ya muchos años en esta ciudad, que siempre lo ha necesitado, porque sabemos que Sevilla es más de bares que de librerías. De esta carta entresaco algunos párrafos que explican bien la delicada situación que están atravesando y que merece el apoyo de todas las personas que amamos el mundo del libro: «Nacimos como proyecto cultural cooperativo, sin ánimo de lucro, con una clara vocación de fomento a la lectura, para calar en todas las edades, y una idea fija: el activismo cultural. No dudamos en crear un proyecto de cultura del libro más generoso, amplio y enriquecedor para nuestra ciudad. Y, para ello, era necesario un local de mayores dimensiones, para ofrecer mayor fondo, mayor número de secciones, más espacio para deambular entre libros, para inculcar que “leer importa” y más aforo para actividades culturales, las grandes protagonistas. Un espacio que no fuera, tan sólo, un almacén de libros. […] Desafortunadamente, además de retrasos en el pago, hemos sido incapaces de pagar los últimos tres meses. Por lo que hemos recibido, de parte de la propiedad, una demanda de desahucio. A pesar de haber estado obligados a mantener la vigencia de un aval bancario por toda la duración del contrato del alquiler que cubra esta situación, la propiedad ha optado por la medida drástica del desahucio, entendiendo que no confía en nuestra permanencia ni nuestra solvencia, pero sobre todo privándonos de nuestro derecho a disfrutar del resto de vigencia de nuestro contrato por cinco años más, en los que amortizaríamos la fuerte inversión inicial realizada en el local y en los que cumpliríamos con nuestro plan de negocio para cumplir el ciclo del proyecto que iniciamos en 2017, el proyecto por el que tanto hemos trabajado los libreros y libreras de Caótica. Nos priva de ese derecho. Nos desahucia».

Como muestra de solidaridad con el proyecto y junto a la divulgación de la necesaria participación económica en la campaña que han lanzado por todos los medios de comunicación posibles, vuelvo a publicar el artículo que vio la luz en este cuaderno digital el 17 de febrero de 2020, Caótica, una librería singular, pocos días antes de que se declarara la pandemia de la COVID-19 que, de forma brutal, tanto daño ha hecho a la cultura en general y a las librerías en particular.

Siguiendo a Cernuda, Caótica, un gran trabajo humano, merece la atención de las personas que amamos la cultura y el precioso mundo de los libros.

Caótica, una librería singular

Sevilla, 17/II/2020

La extravagancia de Caótica, una librería que está muy cerca del kilómetro 0 de Sevilla, en la calle José Gestoso, se muestra en espacio cultural con una singularidad especial, tal como ya definía el lema singularidad el Diccionario de Autoridades en 1739 (RAE), con la riqueza de nuestra forma de hablar hasta hoy: servir con el talento, no imitar otros, sino beneficiar el que ya dio el Cielo, o lo que recibimos de nuestros padres en la preciosa evolución de nuestra propia vida.

Ya he manifestado en diversas ocasiones , en este cuaderno digital, que Sevilla no es una ciudad de librerías sino de bares. Lo curioso es que Caótica ha incorporado en su zona de usos múltiples, un bar con una visión diferente, en el que cualquier cosa que tomes te sabe diferente al leer el mensaje que preside la barra más larga del mismo: “Somos el resultado de los libros que leemos, los viajes que hacemos y las personas que amamos”.

Es muy interesante conocer la experiencia diaria de esta librería, sus proyectos, el mundo de la cooperativa hecho realidad cultural en sus diversas formas de participar en el proyecto. Cuando entro en ella, no olvido los tres sueños de Guido Orefice, el protagonista de La vida es bella: distinguir el norte del sur (que también existe); leer a Schopenhauer, por su canto a la voluntad como motor de la dialéctica pendular de la vida y, en tercer lugar, abrir una librería. De todo hizo un arte para vivir, para enseñar a leer las señales de la vida, porque hablar es solo cosa de personas. Leer, igual de bello. Es una maravilla constatar que estamos preparados desde la preconcepción y a través del cerebro, para leer, cuando todo está conjuntado para comenzar a unir letras y grabarlas con unas determinadas formas en el cerebro. Agregando, además, sentimientos y emociones en relación con lo que nuestro cerebro lee.

En Caótica te envuelven los libros y regalos en papel negro. Allí hay una persona anónima que pone orden al caos del mercado habitual en la compraventa de libros, dibujando con colores llamativos múltiples dibujos a los que acompaña siempre el nombre con el que desees llevarte el recuerdo principal de esa librería singular. Y la bolsa de papel ecológico en la que depositas unos regalos especiales llamados libros, lleva la imagen de una niña-buzo, imagen que preside la librería: “una obra realizada por el artista Alejandro Vicuña que encierra una simbología en sintonía con el origen —renacer— de Caótica. La ‘niña-buzo’ está coronada por el azul del cielo de la ciudad y bañada en el amarillo que la rodea, un color que para Caótica representa la reinvención. Es una niña desprotegida en medio del asfalto pero que no teme a nada, una niña valiente que se enfrenta a la jungla urbana y al conflicto para bucear por el océano cultural, y hacer del caos un lugar luminoso. Unas gafas, unas aletas y un tubo de respiración son su único equipaje para explorar el mundo que la rodea y para navegar entre libros sin miedo a la aventura”.

En el relato de la Creación, se dice que la tierra estaba “hueca y vacía”, es decir, era un caos total. Lo maravilloso es constatar que durante muchos siglos abuelas y abuelos, madres y padres, contaban, recordando a sus antepasados en los pueblos ribereños del Tigris y Éufrates, que Dios vio ese caos, que todo era caótico, insuflando el ruaj, el espíritu, cerniéndose sobre la haz de las aguas. A partir de aquel acontecimiento, se creó todo pero, especialmente, a la mujer y al hombre. Si todo era bueno, en riguroso hebreo, cuando creó al ser humano vio Dios que “era muy bueno”. Un adjetivo, muy (meod), que desde entonces ha impregnado de esperanza de vida a este loco mundo, dando una respuesta magistral para poner orden en una situación caótica el universo, de la materia: la llegada del ser humano, la aparición del habla, de la palabra. Algo muy bueno, evolución en estado puro y lo más importante: es un relato que todavía se puede encontrar en la más pequeña librería del mundo.

Caótica tiene orden y sentido. Comprar un libro en ella, todavía más, porque demuestra singularidad: sirve con el talento, no imita otros, sino que beneficia el que ya le dio el cielo azul de Sevilla, la ciudad de la niña-buzo, su imagen más querida y perfecta.

NOTA: la imagen se ha recuperado de https://caotica.es/caotica/

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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