Cerca del juez Garzón: vicios privados, públicas virtudes

El 11 de abril de 2010 escribí un post premonitorio de lo que hemos conocido hoy: el peso de la Ley interpretada por algunos, aunque sean jueces, cae sobre la dignidad del juez Garzón. Una vergüenza pública. No quiero agregar una sola palabra a las que ya escribí en aquél momento. Estoy cerca del juez y de su dignidad. Personalmente, le pido disculpas si no he sabido cooperar de forma más activa para defenderlo en la célula que me corresponde y en la que vivo:

VICIOS PRIVADOS, PÚBLICAS VIRTUDES

Para los que pertenecemos a la generación en la que sabemos que todavía, en tiempo de crisis, nos queda la palabra, escribo este post como microacto solidario para romper silencios cómplices, conformistas, acerca de personas y situaciones que sufren en democracia: niños amenazados por la larga sombra de la pederastia en la Iglesia y fuera de ella, personas que ejercen la política y son honrados, porque no todos son iguales, jueces dignos como Garzón y otros muchos como él preocupados para que no que pase sin pena ni gloria el dolor que perdura por los efectos de la Guerra Civil, y mujeres al borde de la muerte física, psíquica y social porque existen hombres e instituciones que no aceptan que desarrollen su inteligencia en libertad

PANAL DE ABEJAS

Un gran panal, atiborrado de abejas
que vivían con lujo y comodidad,
mas que gozaba fama por sus leyes
y numerosos enjambres precoces,
estaba considerado el gran vivero
de las ciencias y la industria.

Bernardo de Mandeville (1670 (?)-1733), El panal rumoroso: o la redención de los bribones

Desde la ventana del autobús 881, en Roma, veía en 1976 el cartel de la película de Miklós Jancsó que llevaba este título. El cine que la proyectaba estaba a solo unos metros de la Ciudad del Vaticano (¡qué paradoja!) y, una y otra vez, la he recuperado en mi memoria de hipocampo en estos últimos días de desasosiego ético nacional e internacional, con las noticias de la pederastia en la Iglesia, la trama de corrupción Gürtel, el proceso abierto contra el juez Garzón y el azote de la violencia de género, por poner ejemplos reales. La tentación inmediata es agregarnos inmediatamente al grupo de opinión mayoritaria de este país alejado de la teoría crítica constructiva y ver siempre en los otros lo que no somos capaces de integrar como una realidad de la condición humana que hay que saber enjuiciar con frialdad para no cometer errores dogmáticos e inquisidores, y para no caer, obviamente, en el determinismo cruel del mal y del bien necesarios, propugnado ya en el siglo XVIII por Bernardo de Mandeville, en un poema “anónimo” que publicó en 1714 (1), que formaba parte de un libro titulado The Fable of the Bees: or Private Vices, Public Benefits (La fábula de las abejas: Vicios Privados, Públicos Beneficios):

… empeñados por millones en satisfacerse
mutuamente la lujuria y vanidad.
… Los abogados, cuyo arte se basa
en crear litigios y discordar los casos,
… Deliberadamente demoraban las audiencias,
para echar mano a los honorarios;
… Los médicos valoraban la riqueza y la fama
más que la salud del paciente marchito
… Y la misma Justicia, célebre por su equidad,
aunque ciega, no carecía de tacto;
su mano izquierda, que debía sostener la balanza,
a menudo la dejaba caer, sobornada con oro
… El curioso resultado es que mientras
cada parte estaba llena de vicios,
sin embargo todo el conjunto era un Paraíso.

Este espectáculo, al que asistimos como testigos de cargo casi siempre, al grito de los tahúres de Mandeville, «¡Dios mío, si tuviéramos un poco de honradez»!, traduce la realidad cruel de una sociedad que está tocada en su alma. No nos engañemos. Mientras que la preocupación social más extendida del triunfo a toda costa y la exigencia de la felicidad como derecho constitucional siga campando en el terreno de la violencia reactiva, porque la llamada crisis de valores, de la que todo el mundo habla pero que casi nadie concreta, no acaba de analizarse con el rigor y urgencia que necesita, es muy difícil exigir de los demás la ejemplaridad, sin que empiece la auténtica conversión por uno mismo.

Vicios privados y públicas virtudes, es una expresión que va más allá del título de una película, porque la trasciende y recoge una realidad notoria en la sociedad actual. En un Estado de derecho debemos confiar siempre en la Justicia para abordar los delitos privados y públicos. Pero la solución está también y, básicamente, en otro ámbito: en la generación de responsabilidades públicas y privadas, individuales y colectivas, basadas en dos grandes principios, el del conocimiento y el de la libertad. Conocimiento, para saber por qué ocurren las cosas, por qué debemos recurrir siempre a la inteligencia para resolver conflictos, con su gran carga de sentimientos y emociones a la que siempre está ligada. Y, por supuesto, la libertad para educarla en el sentido más pleno del término. Educación y saber ser y estar en clave de ciudadanía, son dos grandes principios que necesitan ser reforzados y blindados a marchas forzadas en nuestro país, en todos los niveles sociales posibles. De esta forma, sabremos analizar mejor, con humildad, por qué el ser humano es capaz de practicar la violencia con los niños, robar dinero público, quitar legitimidad a un juez o hacer daño a una mujer, de muchas formas, sin caer tampoco en el diseño de un mundo feliz que no existe de forma global, aunque sí individual para quien se lo propone, sin necesidad de dioses o de la fatal aceptación del mal como “semilla” necesaria del bien, volviendo a Mandeville, al intervenir esos dioses salvadores (de cualquier tipología) que citaba anteriormente, para poner orden en un mundo tan enloquecido:

Pero, ¡oh, dioses, qué consternación!
¡Cuán grande y súbito ha sido el cambio!
Los tribunales quedaron ya aquel día en silencio,
porque ya muy a gusto pagaban los deudores.
… Quienes no tenían razón enmudecieron,
… con lo cual nada podía medrar menos
que los abogados en un panal honrado.
… La Justicia, no siendo ya requerida su presencia,
con su séquito y pompa se marchó.
Abrían el séquito los herreros con cerrojos y rejas,
luego los carceleros, torneros y guardianes.
… Todos los ineptos, o quienes sabían
que sus servicios no eran indispensables se marcharon;
no había ya ocupación para tantos.
… ¡Contemplad ahora el glorioso panal, y ved
cómo concuerdan honradez y comercio!

Es probable que el conocimiento nos permita comprender entonces que los vicios son públicos cuando personalmente ya no sabemos vivir con nosotros mismos, porque hemos perdido el espacio privado y necesario de la virtud en un panal social que nos desborda, aceptando desgraciadamente el principio del conformismo cómplice e impresentable del manual ético de Mandeville: Dejad, pues, de quejaros: sólo los tontos se esfuerzan por hacer de un gran panal un panal honrado.

Sevilla, 11/IV/2010

(1) García-Trevijano, Carmen (1994). El reverso de la utopía. Actualidad de «la fabula de las abejas» de Bernardo de Mandeville. Psicología Política, 9, 7-20.

NOTA: La imagen utilizada en este post fue recuperada el 10 de abril de 2010 de: http://www.infoagro.com/noticias/2008/5/1458_agricultura_abre_plazo_solicitar_ayudas_al_fomento.asp

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Sevilla, 9/II/2012, un día muy triste para la democracia en nuestro país

Ética del municipio y de la ciudadanía

COMO VOTAR

http://www.elecciones.mir.es/locales2011/

Hace casi 28 años que publiqué un artículo en el diario ODIEL, en Huelva, que llevaba por título “Ética del Municipio” (viernes, 27 de mayo de 1983). Hoy he recuperado aquellas palabras, en un contexto diferente, pero he leído entrelíneas lo que desearía reafirmar de nuevo de forma sencilla, a una semana de las elecciones municipales de 2011, donde como ciudadano que va a votar, con creencias, cambiaría muy poco aquellas palabras escritas con pensamiento y sentimiento con mucha más fuerza que el viento, en la clave de Rafael Alberti, a quien tanto leía y seguía en aquellos días.

Esta nueva lectura, actualizada, va a consistir en poner en cursiva las palabras cambiadas. Nada más.

“Dicen los principios éticos más ortodoxos, que la «cosa», la plata, por ejemplo, sólo sirve cuando es para las personas. La plata en sí no es nada, porque el valor se lo ha dado el ser humano. En este caso, el voto, el «papel» municipal sólo sirve para la persona, porque en sí tampoco vale nada. ¿A qué viene esto? Sencillo. Comenzamos una nueva etapa municipal y no vendría mal adentrarse en un mundo olvidado con frecuencia: la ética municipal.

Las bases éticas nacen en cada persona. En cualquier persona en su condición, ahora, de ciudadana. Las raíces de la conducta no son debidas en principio a unas normas establecidas, sino a la posibilidad de ser persona. Luego partimos del ser humano y su conducta. No son las manos las que votan, sino toda la persona la que vota. Y ese ciudadano deposita en un papel su persona «votando». Una persona que, en principio, confía (o debe confiar) en un programa, en unas personas, en una ideología, en un progreso, etc. Y esa persona quiere ser escuchada en su silencio, a veces, de los sin voz. Porque el silencio de la urna existe ante los ruidos propagandísticos. En pocos centímetros de papel una persona se proyecta y proyecta la sociedad. Sueña con unir muchos papeles y así, casi pegados, afirmar conjuntamente que se cree en la posibilidad de ser pueblo y ser escuchado.

El problema ético nace cuando se rompen los papeles, nunca mejor dicho. El símbolo de la papelera es el fantasma que recorre las mentes de los que votan. Y el recuerdo de ese acto debe estar presente, de forma cautelar, en las mentes de los elegidos democráticamente. Cada voto representa a una persona eligiendo y elegir es la posibilidad más seria de libertad que podemos gozar. La actitud ética del respeto al voto se constituye condición sin la cual no se puede hacer política municipal.

Otro principio ético municipal es el del respeto a la razón por un sentido de responsabilidad. La razón es humana y no tiene color. Sí, por el contrario, ideología y personas. Ya ha demostrado la historia de forma suficiente que «ninguna ideología es inocente», como señaló Lukács. Y la ideología simbolizada en programas políticos ha perdido su inocencia de base. Pero eso no es «malo», para que nos entendamos. Perder la inocencia para ser responsable, es «bueno». Y ser responsable conlleva por un lado, conocer la «cosa» política (programa, por ejemplo…), el contenido de la acción y además, ser libre para decidir en nombre de unos votos.

Conocimiento y libertad, se constituyen así en elementos imprescindibles para ejercer el sentido de responsabilidad, es decir, de «respuestabilidad» (valga la expresión) ante situaciones políticas municipales muy puntuales. Arreglar una calle, poner farolas, o estudiar los impuestos, en si no son nada, sino que conocidos que son «para cada persona», para el ciudadano, valen, en el mejor sentido de la palabra.

Por último, el tema de llevar o no razón política: «La razón misma no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja siempre el carácter racional (o irracional) concreto de una situación social, de una tendencia del desarrollo, dándole claridad conceptual y por tanto, impulsándola o entorpeciéndola» (1). Lo que pretende la razón municipal es reflejar la situación social de una ciudad, de un pueblo; eso sí, teniendo las ideas claras, porque de lo contrario se puede llegar a estropear la construcción de un sentimiento ciudadano de crecimiento, progreso y desarrollo. Tener las ideas claras, también es punto de partida ético imprescindible en la política municipal. ¿Por qué? Sencillamente porque es búsqueda de verdad, criterio ético que a pesar del paso del tiempo, siempre se sitúa como conquista. Y es que la verdad está en la «cosa», como decíamos al principio, en ese papel alargado con nombres y apellidos, que es mi voto municipal…”

Solo he cambiado algunas palabras para respetar la perspectiva de género. En aquellos años se utilizaba siempre el vocablo “hombre”, para caracterizar una representación del ser humano. Nada más.

Sevilla, 15/V/2011

(1) LUKACS, G (1976). El asalto a la razón. Barcelona: Grijalbo, pág. 5.

La dignidad de los funcionarios

Soy uno de los 241.169 empleados públicos (ahora en situación administrativa de servicios especiales), que forman parte del resumen total de anexo de personal, del Presupuesto de la Comunidad Autónoma de Andalucía para 2010. En las últimas semanas hemos asistido a un momento crucial en la vida de los funcionarios en España. Llevo tiempo navegando en una patera muy particular, que cuando llueve se moja como las demás, muy frágil, lejos de los cruceros existenciales en los que siempre me quieren meter con la consabida frase: es que al fin y al cabo, José Antonio, todos vamos en el mismo barco… La percepción ciudadana de la función pública no pasa por sus mejores momentos, porque durante años no ha sabido salir a la calle, hacer teoría crítica de la dignidad de los empleados públicos, abandonando determinadas oficinas siniestras, muy pocas, que tanto lastre dejan en las conciencias de los ciudadanos. Y esta realidad me ha preocupado siempre, me preocupa y me preocupará, eso sí, viajando en una patera ética…

Creo en la dignidad de la función pública, aunque soy consciente de que hay que ganar segundos de credibilidad a diario, porque se pierden con una facilidad inusitada todos los días. Credibilidad que pasa por recuperar ética pública en las pequeñas cosas: puntualidad en los tiempos públicos, sobre todo cuando son de los demás, que están esperando ser atendidos por nosotros, trabajar mucho y bien, de forma impecable, desde dentro, desde la trastienda pública, para mejorar día a día la Administración en el trabajo que nos corresponde, con el denominador común del interés público, sabiendo que nos movemos siempre en un triángulo crítico: tiempo, espacio y dinero, públicos. Credibilidad pública, para quien la trabaja, para quien la recibe. Es una auténtica lástima que solo se produzcan movimientos de denuncia pública de la situación funcionarial cuando nos tocan el bolsillo, no preocupándonos a diario cuando nos tocan el alma a muchos funcionarios por culpa de algunos, internos, externos y mediopensionistas, que tiran por tierra el trabajo digno que defendemos muchas personas que ejercemos funciones públicas desde los numerosos puestos de trabajo que nos permiten ofrecer al ciudadano lo mejor de nuestra Casa Pública, de lo que llevamos dentro de la propia Administración, en la que trabajamos día a día y en el puesto que nos corresponde.

La percepción pública sobre los funcionarios, no es buena en muchas ocasiones, por los estereotipos que nos hacen daño y por la vanidad que acusamos históricamente. Pero no debemos rasgarnos las vestiduras, porque muchas veces se ven las miserias internas a través de los agujeros de nuestras túnicas de modernidad. Más o menos porque podemos encontrar a funcionarios con capacidades para enseñarnos y demostrarnos que una especie de «personas dignas, con trabajo en el mundo público» es posible. Siempre recuerdo a este propósito, una simpática anécdota. Diógenes de Sínope, aquel filósofo que también «buscó un hombre» [hoy, probablemente, un buen funcionario], prototipo de la escuela cínica y que aspiraba a ser todo un hombre, estaba un día en los baños al mismo tiempo que Aristipos de Cirene, el cirenaico. Éste, al salir, cambió su vestidura purpúrea por la túnica desgarrada de Diógenes. Y cuando Diógenes se dio cuenta, se puso rabioso y de ninguna manera quiso ponerse el vestido purpúreo. ¿Por qué? En definitiva se podría observar la vanidad de Diógenes a través de los agujeros de su túnica, dejaba de ser él al vestirse de púrpura y esto constituía un grave problema de representación, cara a los espectadores.

Cuando vuelvo a altamar en los océanos públicos, recuerdo siempre la vanidad que muchas veces ha pesado y pesa sobre nosotros, funcionarios, porque la representación pública es una tarea que exige mantenimiento diario, al alcance de los ciudadanos, como si trabajáramos en edificios de cristal y siempre nos estuvieran observando. No es de extrañar que a través de los agujeros económicos de nuestras nóminas, no seamos capaces de detectar nuestras propias carencias cuando en época de bonanza siempre se nos ha pedido lo mismo en relación con lo que nos demanda la ciudadanía a diario: trabajo digno, puntual y con respeto reverencial a la cosa pública. Hubiera sido un buen momento para salir a la calle, ¡hay muchas formas simbólicas de hacerlo, lógicamente! y gritar a los cuatro vientos que somos muchos funcionarios los que creemos en la función que nos ha asignado la Administración Pública correspondiente y que nos pre-ocupa [así, con guión] diariamente hacer las cosas bien, con convencimiento pleno construido por el conocimiento, las aptitudes y las actitudes públicas y privadas que cada funcionario o funcionaria tiene, para que no se resienta nunca el servicio público, el que preocupa de verdad a las personas a las que nos debemos en nuestro sencillo o complejo quehacer diario.

Sevilla, 16/VI/2010

Hoy empieza todo

TAVERNIER1
Fotograma de la película Hoy empieza todo, dirigida por Bertrand Tavernier

A diferencia de lo que decía Groucho Marx, los principios éticos que profeso son los que son y si no gustan a alguien, lo siento. No tengo otros. Por eso, en el día en que se ha publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, mi nombramiento como Director General de Tecnologías para Hacienda y la Administración Electrónica, en la Consejería de Hacienda y Administración Pública, de la Junta de Andalucía, he recurrido a mi memoria de hipocampo, histórica [sic, aunque hoy esté en horas bajas este constructo], recordando unas palabras que preparé en Junio de 2000, horas antes de la toma de posesión de un nombramiento muy querido: Secretario General del Servicio Andaluz de Salud.

Diez años después, conservan toda su frescura y, afortunadamente, cambiando lo que hay que cambiar, siguen siendo mis principios. No tengo otros. Por esta razón, las publico hoy, adaptadas a la situación actual, como gesto de empoderamiento hacia la ciudadanía a quien me debo también en este nuevo cargo público.

Dominique Sampiero escribió un excelente guión para la película de Bertrand Tavernier Hoy empieza todo, donde se reflejaba la realidad de los contrapuntos de una gestión directiva extrapolable a toda gestión ideologizada, como es la acción política de una Consejería. Hace años empezó todo lo que hoy nos rodea en clave de libertad a través de la Constitución donde se definió el papel que juega la Administración en el territorio español y, por extensión, en Andalucía. La ordenación de la Administración Pública en el Estado y de forma muy concreta en la Comunidad Autónoma de Andalucía, marca el camino de la acción pública de las altas cargas que algunas personas, sobre todo personas, tienen que desarrollar en el desempeño de los cargos. Y los nombramientos pasan, las tomas de posesión pasan y la vida de cada uno de los altos cargos que en el mundo andaluz son y han sido, pasan. Sólo queda la calidad de la percepción personal e intransferible de la cosa pública sentida y percibida por la ciudadanía, en un constante ir y venir en la encrucijada de cada cometido, normalmente expresado en los compromisos de estructura de cada Consejería.

Ser un alto cargo en la Consejería de Hacienda y Administración Pública es un compromiso sobre un producto inasible, perecedero, por definición, con una clave extraordinaria que nos la ofrece el concepto de inteligencia positiva, es decir, la inteligencia creadora, ilusionante, proactiva, educadora… Si, además, en este caso concreto por razón de cargo que a cada uno compete y en función de cada responsabilidad adquirida o entregada, la acción digital en la trastienda de la Administración que prepara los productos a servir a la ciudadanía, se troca en trabajo directivo, comunitario, compartido, solidario, sentido, deseado y deseante, las posibilidades de servicio público con señas de identidad de excelencia se hacen más próximas y duraderas.

Cuando Dominique Sampiero explica por qué se puso este nombre a la película, Hoy empieza todo, se comprende mejor la clave ética, la clave de este momento público que trasciende lo meramente protocolario y compromete a todos los ciudadanos andaluces en la acción transformadora que, indudablemente, se puede llevar a cabo, para implantar de forma celular la sociedad del conocimiento en Andalucía.

Todo lo que va a ocurrir es lo contrario a un cuento de hadas. Lo contrario de Había una vez. ¿Qué les parece si hoy ofreciéramos este titular: Hoy empieza todo… para la Dirección General de Tecnologías para Hacienda y la Administración Electrónica? Reconozco que es una espada de doble filo. Porque o estamos asistiendo a un momento en que muchos pueden pensar que la sociedad pierde sus valores y creencias en el bienestar social ideologizado y dejamos entonces terreno abonado para el desencanto de los mercaderes del no se puede hacer nada, o la acción creadora de la inteligencia digital, de carácter público, aprovecha esta ocasión y buscamos entre todos la mejor manera de comenzar todos los días el gran compromiso de servicio a los ciudadanos y ciudadanas de Andalucía en lo más íntimo de su propia intimidad, que es el derecho inalienable, entre otros, a recibir impecables servicios públicos digitales.

Hoy empieza todo. Momentos como este te hacen ver que el cine, en realidad, no es cine, sino la interpretación de una realidad más próxima de lo que parece. Contenemos la respiración. Todos nos enfrentamos a este momento en un cuerpo a cuerpo. Cuando se toma posesión de este cargo, un gran corazón late, se alarma, va más despacio, lee con convicción su promesa, su respeto a la autoridad, su compromiso individual y colectivo con la sociedad andaluza. Todos los rostros miran en la misma dirección. Este impulso es el que nos acompañará siempre y nos permitirá conducir esta microhistoria saludable. ¿Saben por qué? Porque como decía el autor de la obra sobre la que está basada la película, aunque hoy comience todo, en verdad, todo se parece al amor…

Sevilla, 14 de abril de 2010

Cumpleaños en alta mar digital

Mañana celebro el tercer aniversario de mi primera salida a la búsqueda de islas desconocidas, mediante este cuaderno de derrota [sic], guardado celosamente en mi bitácora personal. Y deseo celebrarlo con todas y cada una de las personas que me han acompañado de mil formas en este apasionante viaje, contando con todas, con todos, a la hora de enfrentarme -en cuantas ocasiones he escrito en el blog- ante la famosa pantalla en blanco. Gracias.

Sigo entretejiendo una telaraña digital en torno a la divulgación científica de las estructuras del cerebro humano, de la inteligencia digital, porque estoy convencido que la Noosfera es la gran aventura por descubrir en toda su potencialidad.

Me “coge” este cumpleaños en alta mar, digital por supuesto. He iniciado este año una travesía que durará cuarenta y ocho meses, en un compromiso digital con la Administración de la Junta de Andalucía, en el área de Economía y Hacienda, que me parece fascinante. Cuando voy de mi corazón a mis asuntos y al revés, de vez en cuando y de cuando en vez, me pongo delante del teclado de mi querido ordenador ThinkPad y escribo para no perder el Norte de la vida, porque cuando me enfrento a las claves del “qwerty” disfruto en el encuentro con mi persona de secreto y haciendo partícipe de las investigaciones personales e intransferibles, con sentimiento y emociones, a cuantas personas se enrolan en esta nave (que va…), sabiendo que por paradojas de la vida voy subido también, a veces, en un Trans-Siberiano virtual, porque tengo que tocar puerto, suelo, la realidad de todo aquello que nos rodea tierra adentro, estación a estación, hasta llegar a un nuevo puerto de mar adentro y tomando conciencia de que no es fácil tomar el control de la máquina… Dialéctica en estado puro.

Y sólo me queda la palabra digital en esta “Isla desconocida”, que descubrí un día concreto de diciembre de 1998, mediante la contraprestación curiosa de mil pesetas que costaba el libro “El cuento de la isla desconocida”, destinadas íntegramente (sic, en negrita) a ayudar a los damnificados de Centroamérica a través de la Cruz Roja Internacional. Valor y precio. Sin confundirlos.

El viaje de la “Isla desconocida” que me regaló en el más puro anonimato su autor, José Saramago, no se me olvidará nunca. Gracias, a él. Fueron 43 pequeñas páginas que el 10 de diciembre de 2005, cuando registré este blog, aparecieron como por arte de magia en mi memoria a largo plazo como abriéndose paso, hoja a hoja, para tener un sitio preferente –intercaladas- en este cuaderno de derrota, en términos marinos. Quizá fuera porque siempre he insistido en mi vida que lo importante es viajar hacia alguna parte, buscándonos a nosotros mismos y, a veces, en compañía de algunas y algunos, los más próximos y cercanos. Al fin y al cabo, tal y como finalizaba el cuento de Saramago. Su compromiso.

Sevilla, 9/XII/2008

Los obispos instruyen, la ciudadanía piensa (¡menos mal!)

Me tendrían que fundir de nuevo. Cada vez que la Iglesia oficial española se pronuncia últimamente, representada en su Conferencia Episcopal, y sus cardenales y obispos hablan “como pastores de la Iglesia que tienen la obligación y el derecho de orientar el discernimiento moral que es necesario hacer cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción del bien común”, como en el caso que nos ocupa hoy en relación con la Nota de la CCVII Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, titulada “Ante las elecciones generales 2008”, de 30 de enero de 2008 y presentada a bombo y platillo por su portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, no me quedo tranquilo sin pronunciarme como humilde caminante que hace camino al andar en la vida, clasificado por el CIS probablemente como “no creyente”, tipificado como tal, que respeta todas las opiniones, pero que no se queda impasible ante lo que interpreto como una manipulación burda de asuntos de gran trascendencia para una parte de la población española que, aún declarada católica, deja entrever que algo está pasando en las filas de la Iglesia por su falta de “militancia” activa y abandono progresivo de los sacramentos.

Para hablar así, he verificado en primer lugar los datos del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (1), de diciembre de 2007, como Avance de Datos, para dejar testimonio de una foto fija de la realidad española tratada científicamente, recogiendo dos preguntas del último cuestionario pasado y en relación con la “materia religiosa” y el cruce de estos datos por variables políticas:

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CRUCES POR VARIABLES POLÍTICAS

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Nunca mejor dicho, una imagen vale más que mil palabras y las cifras son tozudas. Creo que esa debe ser la auténtica preocupación de la jerarquía católica, constatar indefectiblemente, como bien narraba Rafael Alberti en Roma, peligro para caminantes, que algo está pasando en el seno de la Iglesia Católica:

Entro, Señor, en tus iglesias… Dime,
si tienes voz, ¿por qué siempre vacías?
Te lo pregunto por si no sabías
que ya a muy pocos tu pasión redime.

Respóndeme, Señor, si te deprime
decirme lo que a nadie le dirías:
si entre las sombras de esas naves frías
tu corazón anonadado gime.

Confiésalo, Señor. Sólo tus fieles
hoy son esos anónimos tropeles
que en todo ven una lección de arte.

Miran acá, miran allá, asombrados,
ángeles, puertas, cúpulas, dorados…
Y no te encuentran por ninguna parte.

He leído con suma atención el documento de referencia anterior (folio y medio) y el documento marco que lo soporta, denominado “Orientaciones morales ante la situación actual de España”, como Instrucción Pastoral de la LXXXVIII Asamblea Plenaria de la CEE (de 27 páginas), de 23 de noviembre de 2006, al hacer continua referencia al mismo. En este país, instalado en la crónica de la opinión elevada a la máxima categoría ética, muy poco atento a la teoría bien construida y con cimientos ó suelo firme, bases incuestionables de la ética a palo seco, es muy probable que casi nadie haya leído estos dos documentos perfectamente entrelazados ya que es muy difícil entender la última Nota sin acudir sistemáticamente al comentario de texto de la Instrucción Pastoral. Sin embargo se lanzan opiniones y diatribas a diestro y siniestro, sin contextualizar de verdad que es lo que se pretende decir. Y vaya por delante que, como casi todo en la vida, esta Nota no es inocente.

Su lectura rezuma el viejo axioma de la verdad dogmática construida en los diez mandamientos, el mágico número diez de la tradición hebrea (perfección, plenitud). Son, exactamente, diez recomendaciones para orientar el discernimiento moral, para los católicos y para todos aquellos que quieran escucharnos. Los Diez mandamientos del perfecto votante católico y para los de ánimo decaído, que más adelante explicaré. Si es para los católicos, las cifras cantan por sí solas, como he reflejado en las transcripciones literales, fotográficas, del último barómetro del CIS, aunque se aprovecha el rebufo de la catolicidad, por aquello de la universalidad, para hacer el enero, febrero y marzo del año, sobre todo el 9 de marzo, sabiendo como está el patio de su casa, que cuando llueve se moja como el de los demás. Posiblemente, se inunda, a veces. Por no hablar del discernimiento, que como dice la Real Academia, tiene que ver sobre todo con “operaciones de ánimo”. Y el horno no está para bollos, porque el ánimo de la ciudadanía, de la democracia, según ellos y solamente ellos, con acólitos incluidos, “se está hundiendo”.

La segunda “palabra” de la Nota, tiene que ver con el comentario de texto al que aludía anteriormente, las “Orientaciones morales ante la situación actual de España”, donde la Conferencia Episcopal se empleó a fondo en asuntos muy fronterizos para la sociedad en general, más allá de la mera catolicidad: democracia y moral, el servicio al bien común, mejorar la democracia, respeto y promoción de la libertad religiosa, el terrorismo, y los nacionalismos y sus exigencias morales, entre otras “cuestiones” a dilucidar. Todo viene de lejos.

El tercer “mandamiento” es el canto del buen introductor de embajadores: que nadie se sienta ofendido por lo que decimos, pero “¡agárrate que vienen curvas!” en lo que sigue. Diplomacia vaticana en estado puro: “Sólo pedimos libertad y respeto para proponer libremente [la cursiva está así en el texto] nuestra manera de ver las cosas, sin que nadie se sienta amenazado ni nuestra intervención sea interpretada como una ofensa o como un peligro para la libertad de los demás”. ¡Faltaría más! El problema es que los vemos venir…

La cuarta “Instrucción” comienza a emplearse a fondo: no todos estamos en el mismo barco, aunque yo recuerdo que el mensaje cristiano, por excelencia, es que hay que examinarlo todo y quedarse con lo bueno, si es posible en un único barco. Pero examinarlo. Y entra a saco en la cuestión de fondo de la Nota: “es cierto que no todos los programas son igualmente compatibles con la fe y las exigencias de la vida cristiana, ni son tampoco igualmente cercanos y proporcionados a los objetivos y valores que los cristianos deben promover en la vida pública (n. 50)”. Esta referencia, n. 50, dice lo siguiente para dejar todo bien claro: “50. En esta participación activa y responsable en la vida pública y política, los católicos actúan bajo su responsabilidad personal, son libres de escoger las instituciones y los medios temporales que les parezcan más adecuados y conformes con los objetivos y valores del bien común, tal como lo perciben con los recursos comunes de la razón y la iluminación que reciben de la revelación de Dios aceptada por la fe. La Doctrina Social de la Iglesia, fundada en la razón, iluminada por la fe y purificada por la caridad, es patrimonio común de todos los cristianos y orienta y enriquece sus actividades, sin imponer la unidad y la coincidencia en los medios y procedimientos estrictamente políticos. Si es verdad que los católicos pueden apoyar partidos diferentes y militar en ellos, también es cierto que no todos los programas son igualmente compatibles con la fe y las exigencias de la vida cristiana, ni son tampoco igualmente cercanos y proporcionados a los objetivos y valores que los cristianos deben promover en la vida pública”. Me encantaría comentar brevemente estas palabras, tales como la decisión de “apoyo a partidos diferentes y militar en ellos”, pero de acuerdo con la “iluminación que reciben de la revelación de Dios”, parece ser que ahora reinterpretada por la Conferencia Episcopal, es muy difícil abordarla en este post. Podría hacerse, “próximamente en este salón virtual”.

En el quinto “mandamiento”, se entra a matar directamente, según el lenguaje taurino. Ya no hacen falta más faenas: “La calidad y exigencia moral de los ciudadanos en el ejercicio de su voto es el mejor medio para mantener el vigor y la autenticidad de las instituciones democráticas (n. 56). No se debe confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas. Al decir esto no pretendemos que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral católica. Pero sí que se atengan al denominador común de la moral fundada en la recta razón y en la experiencia histórica de cada pueblo (n. 55)”. ¿Qué quiere decir este juego de palabras? No, pero sí ó sí, pero no. ¿Qué significa atenerse al denominador común de la moral fundada en la recta razón y en la experiencia histórica de cada pueblo? No conozco un solo programa político en el que se violente la llamada moral (siempre prefiero hablar de ética) fundada en la recta razón, porque, eso sí, puede haber diversas razones que, además, el corazón no entiende de ellas. Y bien que hace, afortunadamente. ¿o es que la razón solo la tiene la Iglesia Católica? Además, la razón histórica de cada pueblo suele recogerse en la Constitución, siendo la nuestra un ejemplo de ello. ¿O es que porque España haya sido durante cuarenta años católica, apostólica y romana, tiene que seguir siéndolo porque sí, por su experiencia histórica? ¡Cuanto circunloquio para la locura que, a veces, registra la historia de los pueblos! De España, sin ir más lejos, durante la dictadura.

Sexta Nota: citando al Papa y recogiendo textualmente su pronunciamiento sobre los peligros que nos acechan en la actualidad: “Es preciso afrontar… con determinación y claridad de propósitos, el peligro de opciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, en particular con respecto a la defensa de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social” (n. 56)”. Y para que no queden fisuras, el pronunciamiento no entrecomillado se centra en los peligros que acechan a las nuevas formas de entenderse el matrimonio en España: “La legislación debe proteger al matrimonio, empezando por reconocerlo en su ser propio y específico”. Es decir, se dice abiertamente y resolviendo el silogismo escolástico planteado en la Nota (la interpretación es mía y solo mía) que: “La legislación actual española no protege al matrimonio, empezando porque no lo reconoce en su ser propio y específico”. Ya está dicho por la Conferencia Episcopal: ¡ojo, porque la actual legislación en torno al matrimonio y las nuevas figuras que se pueden contemplar, aprobada en un Parlamento y apoyada por la ciudadanía que respalda las mayorías políticas, no lo protegen en la esencia católica!. Y ya sabe la catolicidad recogida por el CIS que quien avisa no es traidor.

Séptima Instrucción/Séptimo mandamiento: aquí ya me afecta personalmente por el conjunto de inexactitudes y mentiras que se explicitan en la misma, en el mismo: “No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna (n. 13). En ese sentido parece que apuntan, entre otras cosas, las dificultades crecientes para incorporar el estudio libre de la religión católica en los currículos de la escuela pública, así como el programa de la nueva asignatura, de carácter obligatorio, denominada “Educación para la ciudadanía” (n.18), que lesiona el derecho de los padres – y de la escuela en colaboración con ellos – a formar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones religiosas y morales. Es necesario promover un gran pacto de Estado sobre la base de la libertad de enseñanza y la educación de calidad para todos”. No es verdad lo que se deja entrever. El debate de la laicidad no es un debate oportunista, ocasional, sino Constitucional. Pero la Iglesia, erre que erre. Se puede decir más alto pero no más claro. Personalmente, me he implicado mucho en el falso debate en torno a la Educación para la Ciudadanía, segunda parte de la parte contratante de esta Nota de la Instrucción, que se puede consultar mediante el buscador de este Cuaderno. Los pactos de Estado tienen siempre formas democráticas y sus escenarios correspondientes de base constitucional. Y la actual legislación no está basada en un fraude de Ley, como algunas veces se ha dicho sin tapujos. Las leyes están para cumplirlas. Todas y todos. Incluida la Conferencia Episcopal que ha hecho una exhibición lamentable de altanería y prepotencia en relación con esta materia.

En relación con el mandamiento 8º, es escalofriante cómo se despacha, con la técnica de la mancha de aceite, en cinco líneas y media, una declaración sobre el terrorismo: “Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político (n. 68)”. Así, sin más, resaltando por cierto lo que parece una obviedad, si no fuera porque hay que saber leer entre líneas. Lo que se quiere decir, claramente, es que en España se está reconociendo explícita e implícitamente a una organización terrorista como representante político y, además, se tiene como interlocutora política. ¡Qué memoria tan frágil tiene la Iglesia Católica española! ¡En que mal lugar han dejado al Obispo Uriarte y a cuantas organizaciones negocian lo indecible para aproximarse a soluciones democráticas, cuando negociaba personalmente y con representación política del Estado con ETA, en la etapa del Gobierno anterior! ¿Por qué se hace esta referencia en un texto que explícitamente dice en su portada como título en mayúsculas: “ANTE LAS ELECCIONES GENERALES 2008”? Sencillamente, impresentable, cuando deberían cuidar algo con sentido común: no echar más leña al fuego.

En el mandamiento noveno, también abordan un asunto muy espinoso que tiene raíces más allá de nuestras fronteras: las problemáticas derivadas de los nacionalismos, para seguir manteniendo viva la hoguera. Otra más. Y de nuevo se recurre a la llamada verdad histórica, que cada vez se sabe menos lo que es con la que está cayendo: “Hay que evitar los riesgos de manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública en favor de pretensiones particularistas o reivindicaciones ideológicas (n. 74)”. Y aparece el término recurrente de la atención extrema a la manipulación dudando creo de la mayoría de edad de la ciudadanía. Zapatero, a tus zapatos, sin equívoco alguno –por favor- al decirlo en latín: Ne sutor ultra crepidam, emulando al pintor griego Apeles.

Llegamos al final: décimo mandamiento, el totum revolutum, donde entran lo mismo los inmigrantes que los parados, los que están solos, las jóvenes que pueden caer en las redes de la prostitución, las mujeres humilladas y amenazadas por la violencia doméstica, los niños, objeto de explotaciones y de abusos, y quienes no tienen casa ni familia donde acogerse”. Y un guiño a la convocatoria de las elecciones en la Comunidad Autónoma de Andalucía porque se indica que hay “que trabajar también para superar las injustas distancias y diferencias entre las personas y las comunidades autónomas, tratando de resolver los problemas más acuciantes, como son el trabajo, la vivienda accesible, o el disfrute equitativo de la naturaleza, compartiendo dones tan indispensables para la vida como el agua y cuidando con esmero el patrimonio común de la creación (n. 80). En el orden internacional, es necesario atender a la justa colaboración al desarrollo integral de los pueblos”. Un broche que suscribiría cualquier persona de bien, sin ser católica, si no fuera porque la lectura de fondo y forma no es pacífica, con todo lo manifestado anteriormente. Problemas territoriales como el agua, sin ir más lejos, también tienen un trasfondo político de primera línea.

Como todo decálogo que se precie, estos mandamientos se podrían encerrar en dos: hay partidos políticos que son católicos y otros que no lo son. Ama al partido político que su programa es fiel reflejo de lo que aquí se dice (en las Notas), sobre todas las cosas y a determinada derecha de toda la vida, como a ti mismo.

Sevilla, 2/II/2008

(1) CIS. Centro de Investigaciones Sociológicas (2007). Barómetro de Diciembre. Avance de resultados. Estudio nº 2.746. Diciembre 2007.

La tercera singladura ó la maravilla del día a día digital

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Extracto de la derrota y acaecimientos más notables del viaje de la nao Magallanes desde el Puerto de Acapulco a la Bahía de Manila con caudales y frutos del comercio de Filipinas en el año de 1808. AMN. Ms. 577 (recuperado de http://www.museonavalmadrid.com/archivo/expediciones_cientificas.asp, el 9 de diciembre de 2007)

Mañana, 10 de diciembre de 2007, cumplo dos años navegando en Internet con la ayuda de este cuaderno de derrota [sic], guardado en una bitácora (para ser exactos) americana virtual, por paradojas de la vida. Inicio, por tanto, la tercera singladura del día a día. Es verdad que este año ha sido crucial para descubrir islas desconocidas, habiendo entregado a la Noosfera un libro sobre inteligencia digital que preparé a lo largo de 2006 y que ya se lo han bajado algunos navegantes desconocidos, en honor al nombre reiterado de la isla recién descubierta (no me preocupa la cantidad de personas que lo hayan hecho, sino que a determinadas personas les haya parecido interesante para navegar en la inteligencia digital).

Aquí en Sevilla, cuando algo tarda mucho ó se demora más de la cuenta se dice que “está durando más que la obra de la catedral”. Es que se recuerda una fecha trascendental: el 10 de diciembre de 1606 finalizaron las obras de construcción de la misma, después de 203 años de trabajos continuados. El símil es muy interesante, porque no quiero perpetuar la escritura en este cuaderno al igual que lo hizo el celo catedralicio de la ciudadanía de Sevilla, la de toda la vida, pero sí me sobrecoge pensar que su finalización justificó de forma sobrada una simbología de creencia que solo se ha valorado porque la obra solo tuvo interés cuando fue hacia adelante, día a día, como esta aventura a la que hoy te has acercado.

He vuelto a abrir el cuaderno de derrota, sabiendo que el rumbo ó dirección me lleva siempre a alguna parte previamente analizada en cartas náuticas/neuronales desplegadas en la corteza cerebral. O no, porque la isla desconocida guarda en sí misma un secreto a voces: solo se la conoce cuando se sale al exterior de uno mismo: es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual (José Saramago, El cuento de la isla desconocida).

Gracias.

Sevilla, 9/XII/2007

Atocha: una verdad incómoda

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Cuando me he despertado esta mañana, la verdad estaba todavía allí (y aquí: en una sentencia ejemplar, en un juicio modélico, en la muerte sin sentido, real, en quienes lucharon por devolver vida a quienes se les escapaba en segundos de terror, en las personas y organizaciones que quisieron saber siempre la verdad machadiana, es decir, aquella que se busca en común, guardándose cada una, cada uno, la propia; en el Estado de Derecho, en aquellas personas afectadas por el atentado, que todavía no comprenden nada del absurdo de las creencias en algunos responsables del más allá que –paradojas del destino- hacen la vida imposible a los del más acá; en los silencios de los dioses a favor de la inteligencia humana, y en la democracia que se construye con las pequeñas acciones y cosas del día a día).

Cuando me he despertado esta mañana, la verdad estaba todavía allí (y aquí: he decidido cuidarla porque he crecido en las contradicciones de un país lleno de oportunidades en los últimos treinta años, que está más cerca de las culturas desconcertadas que de la educación para la ciudadanía).

Cierto.

Cuando me he despertado esta mañana, una verdad incómoda estaba todavía allí.

Sevilla, 4/XI/2007

El regreso de ETA

Me gustaría llamar al Presidente y decirle que merece la pena, que lo merece el dolor de toda la ciudadanía a la que le gustaría cantar que el pueblo va a triunfar, seguir luchando por conseguir la paz que el 23 de marzo de 2006 comenzó a forjarse en el anuncio de la tregua. Así lo escribí entonces y de esta forma lo volví a reivindicar desde este humilde cuaderno el 31 de diciembre pasado, la fecha horrible del atentado de Barajas, del asalto a la razón ó de la destrucción de la misma. He buscado esta tarde, desesperadamente, a Quilapayún y los he escuchado varias veces gritando aquella hermosa estrofa del himno emblemático de las libertades, El pueblo unido jamás será vencido:

De pie, cantar
el pueblo va a triunfar,
millones ya,
imponen la verdad,
de acero son
ardiente batallón,
sus manos van
llevando la justicia
y la razón. Mujer,
con fuego y con valor,
ya estás aquí
junto al trabajador.

Me gustaría decirle al Presidente que cuente con la colaboración celular de algunas ciudadanas, de algunos ciudadanos (creo que muchas y muchos), conmigo también, para luchar contra el sinsentido de la sinrazón de ETA, de todas las formas posibles. La principal, con la honestidad de la actitud pacífica de todos los días, de cada segundo, para hacer visible la realidad de que otro mundo, otro país, es posible. Me gustaría decirle que cuente con mi apoyo ético de la lucha silenciosa ó ruidosa cuando haga falta para aprender de otra actitud deletreada por Quilapayún en La cantata de Santa María de Iquique: con el amor y el sufrimiento se fueron aunando las voluntades.

Me gustaría decirle, Presidente, que no desfallezca ante la sinrazón de voces propias ó/y de propios ó asociados, porque la frialdad de algunas manos tendidas suele ser algunas veces más tibia que las de aquellas personas citadas en el Apocalipsis, cuando se narra la realidad de los que no están ni fríos ni calientes…

Me gustaría decirle, Presidente, que esta noche leyera aunque fuera una sola vez un poema de Vicente Aleixandre, La mano, que como poeta del Sur simboliza muchas manos de esta tierra para estrechársela en estos momentos de soledad por problemas en el Norte:

Oh mano, mano humana que fue amor, o sería
Brille el esfuerzo humano como una paz durable,
Mano que en otra mano dichosamente pósase
Mientras todas las manos a esta tierra cercaran.

Me gustaría decirle, Presidente, por último, que en casa le respetamos en el dolor que transmitió ayer y que hoy han recogido todas las fotos de portada en diarios de tirada nacional.

Me gustaría decirle, Presidente, que no está solo.

Sevilla, 6/VI/2007

Declaración de principios

Inicio una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas. Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por Saramago será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, ésto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma «Seis propuestas para el próximo milenio»: «…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial» (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar).

Sevilla, un lugar de Andalucía (España), 11 de diciembre de 2005