Las poetas palestinas nos muestran la trágica realidad de una guerra atroz

Hind Joudah (1983, campamento de al-Buraij, Gaza)

Sevilla, 20/X/2025 – 09:36 h (CET+2)

En medio del precario alto el fuego en Gaza, he descubierto la voz de mujeres poetas palestinas, que invito a escuchar en este enlace de RNE audio, en el que Luz Gómez García, catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y especialista en literatura de Oriente Medio y traductora, presenta una antología especial preparada por ella, Maneras de ser Palestina. Antología de nuevas poetas. En la sinopsis del programa se informa que “excepto con dos de ellas, la primera que abre el libro que está desaparecida y de Hiba Abu Nada asesinada con su familia en un bombardeo israelí, con las demás sigue teniendo relación directa a través de las redes, sobre todo de Facebook, plataforma en la que la memoria y los escritos de la cultura palestina se están recopilando. Hablamos con Luz y escuchamos también los poemas de Ghada Shafii “Momentos Aplazados” en la voz de Montse Soto, Hala Shrouf “Mi espíritu ya no come nada” en la voz de Consol Saenz, Neama Hassan “Apuntes de Gaza” en la voz de Marta Orquin y Hind Joudah “Una poeta en tiempos de guerra” en la voz de Rosa de Diego. Escuchamos la música de creadoras palestinas, libanesas y tunecinas: RACHA RIZK- Bia Wala Bik; RIMA KHCHEICH- El Shayyalin; TEREZ SLIMAN- Snoring Moon; MARCEL KHALIFE + OUMAIMA KHALIL- Asfour; TANIA SALEH- Matrah; EMEL- Merrouh; SOUAD MASSI- Hurt”.

Igualmente, es importante conocer lo que la poeta palestina Hind Joudah manifiestó en una obra publicada en 2024, Poems for Gaza, para tomar conciencia de lo que significa expresar con sentimiento poético la tragedia en su país arrasado por Israel: “escribir no detiene el tremendo dolor. Nada puede alejarnos de Gaza y del aliento de los que viven allí. Mientras el asesinato continúe, el miedo no se detiene, la ansiedad vive en tu sangre; mientras la gente esté muerta, sedienta, perdiendo la electricidad y las comunicaciones, huyendo, siendo asesinada, encarcelada y quemada viva en sus tiendas de campaña por la ocupación, mientras misiles y excavadoras demolen sus hogares, y los árboles son arrancados, y las calles desaparecen… Estos son golpes al alma antes que al cuerpo; todo lo que sucede en Gaza es una herida para el alma. Los sacrificados no pueden ser separados de su dolor mientras el cuchillo esté incrustado en ellos. No hay zonas seguras, ningún lugar que pueda hacernos sentir que nuestros seres queridos estarán bien. Uno se siente avergonzado de estar vivo, incluso si el hogar se pierde y nos desplazamos. El futuro parece más desconocido y aterrador que nunca; nuestras mentes son incapaces de captar la escala de una catástrofe que continúa consumiéndonos, que sin duda afectará a nuestro futuro, que no se puede predecir, ni sabemos cómo será alguna vez».

Para conocerlas bien en este contexto, recomiendo leer también una entrevista reciente en el diario El País a Hind Joudah, en torno al libro citado, Maneras de ser Palestina. Antología de nuevas poetas, donde se describe la realidad actual en Gaza a través de palabras llenas de sentimientos cargados de dolor y sufrimiento: “La poesía de Joudah y del resto de autoras sorprende, conmueve e interpela: “El futuro está preso, y cada vez que levanta la cabeza, una guerra lo mata”, escribe Neama Hassan, desde Gaza. “Para ser una madre palestina, tienes que aprender a contar cuentos de hadas en las noches eternas de los bombardeos”, relata desde Jerusalén Maya Abu Al Hayat. “Las balas no me dieron tiempo a abrazar el corazón de mi amado”, solloza en sus versos Mona Musaddar, palestina que vive en Doha”.

Creo que las poetas palestinas utilizan la poesía como un arma cargada de doloroso presente, pero también de futuro incierto. En este contexto recuerdo, una vez más, a Gabriel Celaya, cuando nos enseñó en La poesía es un arma cargada de futuro (1955), su clave poética para transformar este mundo al revés, tan manifiesta dolorosamente en Gaza, pero tan lejos de los silencios cómplices y de la equidistancia política actual:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse
.

El que tenga oídos que oiga. El que quiera entender que entienda. El que quiera leer…, que lea la obras de las poetas palestinas exponiendo en versos su trágica realidad. Estaremos más cerca de Palestina que nunca.

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UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

La arruga, en nuestra piel, también es bella

Sevilla, 19/X/2025 – 07:40 h (CET+2)

Lo dijo el diseñador Adolfo Domínguez en 1982, revolucionando también la moda asexuada cuando las dos Españas transitaban ya por la democracia de este país: “Para mí, la manera en que vestimos refleja lo que somos. Y en cada rostro está escrita la historia de cada ser humano. Quise que mi ropa fuera una segunda piel y de ahí mi eslogan de ‘la arruga es bella”. Aquella campaña tuvo una repercusión mundial asombrosa y consolidó una forma de entender la moda que ha llegado hasta nuestros días. Además, el eslogan se ha convertido en un aforismo de raíces profundas.

Lo he recordado hoy porque he leído un artículo “La muerte de la plancha es inminente: por qué tantas personas han dejado de planchar su ropa”, en el que se expone que la generación Z presume en las redes en haberse puesto de acuerdo para dejar de planchar, pero abriendo varios interrogantes alejados, en cierto modo, del eslogan de Adolfo Domínguez: ¿es la falta de tiempo, la sostenibilidad o la lucha contra la perfección la responsable? La arruga que se ve pasa a ocupar un lugar alejado de las tareas prioritarias de las nuevas generaciones. No es que sea bella para ellas, sino una denuncia de usos y costumbres pasadas de moda, sin más complicaciones. Más importante es pensar hoy el lugar que ocuparán en sus vidas las arrugas de cuerpo y alma, las imperfecciones humanas.

Todo ha cambiado y lo “casual” se impone frente a patrones clásicos, en un siglo en el que triunfa el cuidado obsesivo del cuerpo, en el que las arrugas corporales, la primera piel, tienen todas las de perder: hay que “plancharla” como sea, estirarla…Paradójicamente, pienso en esa primera piel de las personas mayores, en sus caras y manos, donde respetar las arrugas es una tarea contracorriente de lo que la sociedad requiere y, a veces, exige. Cremas y tratamientos tópicos de todo tipo, obviamente antiarrugas, junto a operaciones estéticas de todo tipo, hacen hoy día su agosto, pero también existe una contracultura que exige cada día más el respeto a la autenticidad de nuestro cuerpo y de nuestra piel cuando comienza el declive de la vida.

Irene Vallejo, la autora de El infinito en un junco, dice en un capítulo dedicado a la piel de los libros que “Nuestra piel es una gran página en blanco; el cuerpo, un libro”. Yo agregaría que las manos son el marcapáginas de la vida, que contienen páginas escritas por el tiempo: “El tiempo va escribiendo poco a poco su historia en las caras, en los brazos, en los vientres, en los sexos, en las piernas”; también, en las manos: “Recién llegados al mundo, nos imprimen en la tripa una gran “O”, el ombligo. Después van apareciendo lentamente otras letras. Las líneas de la mano. Las pecas, como punto y aparte. Las tachaduras que dejan los médicos cuando abren la carne y luego la cosen. Con el paso de los años, las cicatrices, las arrugas, las manchas y las ramificaciones varicosas trazan las sílabas que marcan una vida (1).

Cuando observo mi mano, arrugada ya por el paso del tiempo, apoyada sobre las páginas de un libro a modo de marcapáginas transitorio, ordenando la lectura, traigo a mi memoria las primeras experiencias de ella en el arte de escribir. Mi maestra, Dª Antonia, me enseñó caligrafía con palillero azul y plumillas de diferentes calidades y formas. Aprendí a escribir en la pizarra con tiza y borrador, caligrafía inglesa por supuesto, llenando cuadernos de “Diario” con letras artísticas de redondilla y gótica -con tinta negra muy aguada que preparaba el Director de mi Colegio, D. Enrique, en botellas de litro que volcaba en tinteros de porcelana blanca alojados en mi banca- adornadas con grecas imposibles que hacía sobre aquél papel cuadriculado de los cuadernos Rubio. Aquellas maravillosas clases me enseñaron algo importante: escribir lo que copiaba o sentía, transmitiéndolo con el pulso de mi mano, a mantener una forma de expresarme con trazados bellos, que es lo que significaba la caligrafía, palabra que sólo comprendí años más tarde, cuando la cuidaba en las ocasiones especiales que me enseñó Dª Antonia.

Mi mano, cogida de la mano del tiempo, siempre prefirió los manuscritos desde aquellas preciosas aventuras con Doña Antonia. Es verdad que “El manuscrito tiene una característica evidente, comparado con la máquina de escribir o la pantalla: la individualidad. La letra de una persona es algo exclusivo, como sabe bien el amante que reconoce ya desde el sobre una carta de su amada…” (2). Es lo que probablemente intentó explicarnos García Márquez sobre el realismo mágico de sus palabras manuscritas, aunque él las escribiera con una máquina de escribir clásica que superaba con creces la letra creada por la bola de tungsteno de su bolígrafo BIC de turno. Pero éste probablemente estaba allí, muy pendiente de su mano creadora, aunque arrugada probablemente por el tiempo, con su belleza dentro. Como ocurrió con la carta comunicando la pensión al coronel Buendía, que tanto esperó, mucho menos importante que lo que nos sucede en el día a día, cuando vamos como él del timbo al tambo de nuestras vidas.

De acuerdo con el eslogan de Adolfo Domínguez, en cada rostro y en cada mano está escrita la historia de cada ser humano. Por esta razón, creo firmemente que las arrugas de la piel son bellas, muy bellas.

(1) Vallejo, Irene (2020). El infinito en un junco. Madrid: Siruela, p. 79s.

(2) Millán, José Antonio (2015, 22 de octubre). El misterio de las palabrasEl País.com.

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UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

Picasso, persona y personaje, cincuenta años después

Carlos del Amor en el Telediario Especial: 50 años de la muerte de Picasso

Sevilla, 8/IV/2023

Hoy se cumple el 50 aniversario del fallecimiento de Pablo Picasso en Mougins (Francia), que ha recordado recientemente la televisión pública de este país, de la mano de Carlos del Amor, en un bloque informativo especial del Telediario 2, desde su Málaga natal, «donde pasó parte de su infancia. Desde allí, se ha hecho un recorrido biográfico que ha pasado también por A Coruña, Barcelona, París, Madrid o Guernica, ciudades que marcaron su trayectoria», con una parada obvia en relación con su obra de proyección internacional, Guernica, que por sí misma simboliza la magia de su pintura.

Carlos del Amor ha hecho un trabajo impecable para resaltar aspectos esenciales de Picasso como persona y personaje, que no se deben separar, sin obviar los pasajes oscuros de su alargada y, a veces, polémica trayectoria vital. Me he sentido muy identificado con la semblanza en los planos dedicados a Guernica, donde todavía pueden contar aquel bombardeo algunos supervivientes del mismo. No olvido mi visita a aquel lugar en el verano de 2018, tan representativo de la locura de las guerras. Cuando finalicé aquel encuentro, que era una deuda con él, me di cuenta de que había vivido aquella experiencia vital en silencio, con la mirada puesta en el famoso cuadro de Picasso, guardado en mi memoria de secreto, que interpreté mejor que nunca al compartir con Begoña, en su casa rediviva, el drama de su terrible bombardeo, el 26 de abril de 1937. Picasso nos legó una pintura plagada de preguntas a través de mujeres, niños y animales que sufren. Hay pocos hombres, solo el mensaje explícito de que esos hombres son solo lobos para el hombre, en una reinterpretación de la mítica frase de Hobbes: homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre). En este cuadro se representa la verdad expresa de la guerra y el sufrimiento que siempre conlleva, sobre todo para los más débiles, mujeres, niños y ancianos. Nos debería servir hoy para convertirnos en militantes de la paz, de cualquier paz que se deba defender en los círculos donde somos y estamos, sobre todo cuando se lucha con dignidad por otro mundo mejor y posible. Los niños y niñas de Guernica jugaban aquella tarde en sus aceras, hablando en euskera, con aires de libertad, en paz. Los habría pintado Picasso, en esa ocasión, de forma admirable, porque él llevaba ese dolor dentro.

Junto a semblanzas casi siempre muy amables con la obra del pintor, también se expuso la otra cara más controvertida de su persona de todos, en su relación con las mujeres, que las llevó siempre a su obra desde diferentes perspectivas, como lo expresaba Dora Maar, por ejemplo, una de las siete mujeres que formaron parte de su azarosa vida, al afirmar que «cuando Picasso cambiaba de mujer, todo cambiaba», no escapando este contexto de la crítica feminista, desde hace ya unos años, que acusa al pintor de ser un maltratador y un misógino, señalando este reportaje a una historiadora, Estrella de Diego, que pide «recuperar matices», sin que esta crítica deba suponer en ningún caso «una enmienda a la totalidad de la obra de Picasso». Un ejemplo de este debate se encuentra reflejado en la obra de Eugenia Tenenbaum, Las mujeres detrás de Picasso, que «ve más sombras que luces en el artista», cuya sinopsis oficial no deja dudas al respecto, porque «pone el foco en las protagonistas tanto de la vida como de la obra del célebre pintor. Olga Khokhlova, Dora Maar, Françoise Gilot o Jacqueline Roque son solo algunos de los nombres que inspiraron al malagueño, le ayudaron a promocionar su obra y le cuidaron en todas las etapas de su vida. ¿Cuánto sabemos de él y cuánto de ellas? Mujeres de talento desbordante, todas tuvieron que superar innumerables obstáculos y enfrentarse a las violencias que sobre ellas vertieron tanto el artista y el entorno en el que les tocó vivir como, más tarde, la historiografía y sus sesgos de género. Este libro nos acerca a las biografías de quienes hicieron que Pablo se convirtiera en Picasso y de quienes existieron no gracias al pintor, sino a pesar de él».

Cuando finalizó el bloque informativo dedicado el pasado martes a Picasso, tomé conciencia de nuevo, de acuerdo con Terencio, de que nada humano me es ajeno y que se puede y se debe hablar de Picasso desde todas las perspectivas posibles de su vida, en libertad plena, como persona y personaje, pero con una condición: conocerlo bien para poder emitir juicios bien informados, incluso cuando se conmemora el 50 aniversario de su fallecimiento, lejos de su tierra, en un exilio no inocente, al que no se debe descargar de su memoria democrática e histórica. Fundamentalmente, porque las lleva dentro.

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UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

Como quien cava un pozo con una aguja

DIA DEL LIBRO 2015
Día del Libro 2015

Hoy, Día del Libro, quiero regalar este post a quien lo lea. También, este sueño para quien así lo sienta

Aprendí el significado de este dicho turco leyendo el discurso que leyó Orhan Pamuk en el acto de entrega del Premio Nobel de Literatura en 2006, publicado después con un título muy sugerente, tanto como las palabras escritas en su dilatada vida: La maleta de mi padre. Es verdad que la vida de un escritor se hace poco a poco, horadando la persona de secreto que todos llevamos dentro, aunque no todos lo descubran, es decir, cavando el pozo del alma con una aguja virtual. Esa es la razón de que existan pocos escritores que aporten al mundo sus pozos con agua, porque es su misión, no la de estar secos.

Hoy se celebra el Día del Libro en nuestro país, que no ocupa el centro del mundo, sino solo una provincia del mismo, una de las preocupaciones de más de veinticinco años de soledad de Pamuk en Estambul, buscando su lugar ansiado de escritor, encerrado en una habitación con fronteras domésticas. En este día, he hecho la reflexión que acompaña este autor a lo largo de su vida, todavía hoy: ¿por qué escribo? Y he buscado las razones de Orhan Pamuk cuando hablaba de la maleta que un día le entregó su padre y que reflejaba lo que había aprendido de él y de una premonición hecha hacia él después de un abrazo de silencio: “…me dijo de repente y como si tal cosa que algún día me darían el premio [Nobel de Literatura] que hoy recibo con gran alegría”.

Pamuk, en ese delicioso discurso, confesó por qué escribía y hoy lo he recordado. Como homenaje a un día que hay que celebrar en este país que como ya he escrito en otras ocasiones no es de librerías, sino de bares, aunque el mercado se empeñe en disimular lo contrario: “¡Escribo porque quiero hacerlo, con toda el alma! Escribo porque a diferencia de otros, no me siento a gusto con un trabajo común y corriente. Escribo para que libros como los míos sean escritos y para poderlos leer. Escribo porque estoy molesto con ustedes, con todo el mundo. Escribo porque me complace enormemente sentarme en un cuarto a escribir sin descanso. Escribo porque solamente modificando la realidad puedo soportarla. Escribo para que el mundo entero sepa cómo yo, cómo nosotros en Estambul y en Turquía hemos vivido y vivimos. Escribo porque amo el olor del papel, de la pluma y de la tinta. Escribo porque creo más en la literatura, en el arte de la novela, que en cualquier otra cosa. Escribo porque es un hábito, una pasión. Escribo porque tengo miedo de ser olvidado. Escribo porque me gusta la celebridad y toda la notoriedad que el escribir conlleva. Escribo para estar solo. Escribo en la esperanza de entender por qué estoy furioso con ustedes, con todos. Escribo porque me gusta ser leído. Escribo para terminar de una vez por todas esta novela, este texto, esta página que en algún momento comencé a escribir. Escribo porque todos esperan que escriba. Escribo porque tengo una fe infantil en la inmortalidad de las bibliotecas y en el lugar que mis libros tendrán en los estantes. Escribo porque la vida, el mundo, todo es increíblemente bello y maravilloso. Escribo porque gozo traduciendo en palabras toda la belleza y la opulencia de la vida. Escribo, no para contar historias sino para construir historias. Escribo para liberarme del sentimiento de que siempre existe un lugar al que -como en una pesadilla- jamás podré llegar. Escribo porque nunca he conseguido ser feliz. Escribo para ser feliz”.

Un día me atreví a responder también a esa pregunta, que reproduzco a continuación como justificación personal e intransferible de por qué escribo, siendo consciente de que tengo que volver a leer las palabras de Pamuk para aprender de él cómo se cava, con una aguja, un pozo literario de secreto.

Sevilla, 23 de abril de 2015, en la celebración del Día del Libro

¿Por qué escribo?

VOCACION
William-Adolphe Bouguereau (1825-1905), Vocación

Es una pregunta a la que todavía no había dado respuesta, como a tantas preguntas de mi vida, sobre todo tres que superan con creces a ésta (Eclesiastés, 3, 1-22): ¿Qué gana el que trabaja con fatiga? o en otra variación sobre el mismo tema: ¿qué saca el hombre de todo su fatigoso afán bajo el sol?; ¿quién sabe si el aliento de la vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de la bestia desciende hacia abajo, hacia la tierra? y, por último, ¿quién guiará al hombre a contemplar lo que ha de suceder después de él? A día de hoy, la única respuesta que me sigue pareciendo coherente es la del propio Eclesiastés, un auténtico líder de las asambleas: hay que hacer camino al andar y aprender una gran respuesta provisional en la vida: es mejor caminar con otros, porque si nos caemos siempre habrá alguien que te levante, porque la amistad es como la cuerda de tres hilos: jamás se puede romper.

Escribir es una realidad más terrenal, pero tiene un misterio intrínseco a su razón de ser y existir, que deseo revelar en lo que me afecta personalmente. ¿Por qué escribo? En primer lugar, porque es la forma de expresar de forma especial, con palabras, la esencia de mi persona de secreto, interpretando la realidad que rodea permanentemente mi vida de forma voluntaria pero no inocente. Ser dueño de las palabras, es el acto humano por excelencia porque es una posibilidad que solo pertenece a mi especie, aunque genere en el acto de escribirlas un miedo cerval ante la página en blanco. Cada vez que me enfrento a esta realidad, recuerdo algo que aprendí hace ya muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma “Seis propuestas para el próximo milenio”: “…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial” (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar).

En segundo lugar, porque considero que escribir es un acto de militancia activa en el compromiso intelectual, por varias razones: el mero hecho de cuestionar la existencia de uno mismo al servicio estrictamente personal, es decir, el trabajo permanente en clave de autoservicio, así definido e interpretado, rompiendo moldes y preguntándonos si lo importante es salir del pequeño mundo que nos rodea y mirar alrededor, ya es un signo de capacidad intelectual extraordinaria que muchas veces no está al alcance de cualquiera por imperativos del mercado. Desgraciadamente. Además, porque al escribir se hace patente el compromiso con uno mismo y con los demás, fundamentalmente con los más desfavorecidos por la vida. Siempre lo he asociado con la responsabilidad social, porque me ha gustado jugar con la palabra en sí, reinterpretando la responsabilidad como “respuestabilidad”. Ante los interrogantes de la vida, que tantas veces encontramos y sorteamos, la capacidad de respuestabilidad al escribir (valga el neologismo temporalmente) exige dos principios muy claros: el conocimiento y la libertad. Conocimiento como capacidad para comprender lo que está pasando, lo que estoy viendo y, sobre, todo lo que me está afectando, palabra esta última que me encanta señalar y resaltar, porque resume muy bien la dialéctica entre sentimientos y emociones, fundamentalmente por su propia intensidad en la afectación que es la forma de calificar la vida afectiva. Libertad, para decidir siempre, hábito que será lo más consuetudinario que jamás podamos soñar, porque desde que tenemos lo que he llamado a veces “uso de razón científica”, nos pasamos toda la vida decidiendo. Cuando tienes la “suerte” de conocer las interioridades del dilema al escribir, ya no eres prisionero de la existencia. Ya decides y cualquier ser inteligente se debe comprometer consigo mismo y con los demás porque conoce esta posibilidad, este filón de riqueza. Aunque nuestros aprendizajes programados en la Academia no vayan por estas líneas de conducta. Cualquier régimen sabe de estas posibilidades. Y cualquier régimen, de izquierdas y derechas lo sabe. Por eso lo manejan, aunque siempre me ha emocionado la sensibilidad de la izquierda organizada o la de “los de abajo” que dicen ahora.

En tercer lugar, porque me transforma y renueva continuamente el alma, porque podemos escribir la historia mejor y jamás contada pero, si le falta alma, no es nada (1): “Y eso el lector lo nota. Intuye que a esa perfección le falta algo”. Se llama corazón, alma, un texto en el cual se nota si el autor se ha enamorado de su libro más allá de las ideas que quiere contar”. Y me reafirmo en lo que ya he expresado en los últimos años sobre escribir con el alma, tal y como lo estoy haciendo ahora: “Esto me ha pasado a mí. Me he enamorado de mis libros y estoy viviendo esos momentos en los que mi alma está pendiente de todo, para que no falte nada a las personas que quieres y a las desconocidas que van a captar esos sentimientos y emociones que adornan siempre la inteligencia conectiva que escribe, que se expresa desde dentro de cada autor, siendo Internet un medio poderoso y lleno de recursos para difundir este momento mágico, dando la razón a San Agustín cuando escribía en un perfecto latín un constructo que me ha acompañado siempre: bonum est diffusivum sui (el bien, se difunde a sí mismo). O lo que es lo mismo: la buena literatura, escrita con alma, se difunde a sí misma. Todavía más, con la ayuda de las tecnologías y sistemas de información, porque se construye y difunde con la inteligencia digital, cada día más al alcance de muchas personas que saben qué es escribir con el alma de la pasión.

José Manuel Blecua, director de la RAE, ha dicho recientemente que al escribir copiamos siempre de los autores que hemos leído a lo largo de nuestra vida y nos han marcado. Quizá, al escribir hoy estas palabras especiales, para decir algo especial, he copiado una experiencia contada una vez por el escritor portugués António Lobo Antúnes, sobre una idea preciosa aportada por un enfermo esquizofrénico al que atendió tiempo atrás: “Doctor, el mundo ha sido hecho por detrás”, como si detrás de todo está el alma humana que fabrica el cerebro. Porque según Lobo Antúnes “ésta es la solución para escribir: se escribe hacia atrás, al buscar que las emociones y pulsiones encuentren palabras. “Todos los grandes escribían hacia atrás”. También, porque todos los días, los pequeños, escribimos así en las páginas en blanco de nuestras vidas…

Sevilla, 30/X/2014

(1) http://www.joseantoniocobena.com/?p=3776

La culpa de todo eso la tiene la gente


“Son hombres y mujeres como nosotros, hermanos que buscan una vida mejor; hambrientos, perseguidos, heridos, explotados, víctimas de guerras… Hombres y mujeres como nosotros. Buscaban la felicidad”.
Francisco. Plaza de San Pedro, 18/IV/2015

Ayer dio la vuelta al mundo la terrible noticia de los 700 inmigrantes desaparecidos al hundirse su barco en aguas libias. Es verdad que todo pasa, pero no todo queda, porque lo nuestro es pasar, porque la culpa de todo eso creemos que la tiene siempre “otra gente”, como cantaban María y Federico en mi juventud:

“Quién tiene la culpa si la paloma sueña ser águila.

Quién tiene la culpa de que la flor se muera de espaldas.
Quién tiene la culpa de la indiferencia que cierra los ojos para la decencia y los abre grandes a las apariencias.

Estribillo
Ni yo ni usted ni el vecino, ni siquiera sus parientes, la culpa de todo esto, la tiene la gente. (BIS)

Quién tiene la culpa de la fe perdida de los días sucios y de las mentiras.
Quién tiene la culpa que no cambie nada y tener las manos frías y gastadas.

Estribillo
Ni yo ni usted ni el vecino, ni siquiera sus parientes, la culpa de todo esto, la tiene la gente (BIS)

Quién tiene la culpa de este gran silencio.
Quién tiene la culpa de que yo esté muerto…

Estribillo
Ni yo, ni usted ni el vecino, ni siquiera sus parientes, la culpa de todo esto, la tiene la gente (BIS).

Creo que la culpa de todo eso, la tiene la organización mundial de la miseria [sic] y la desastrosa distribución de la riqueza y pobreza en los países de origen, así como esa gente concreta que apuesta por tratar a las personas como mercancías, frente a los derechos y deberes de esos inmigrantes que creen que otro mundo en su vida es posible y caen en las mafias del transporte de personas como fardos, sin importarles nada ni nadie. Europa en general y España en particular no solo deben quedarse en escuchar con resignación la noticia. Habría que actuar con un plan de emergencia multilateral para afrontar un problema de lesa humanidad.

Dicen los expertos que los inmigrantes que utilizan estas embarcaciones u otras más pequeñas durante la travesía de su vida, aprenden a no hablar al llegar a Europa o España, a no mirarse a la cara, porque en los interminables días que duran estos viajes descarnados, si llegan a puerto firme, solo pueden mirar hacia adelante, siempre en la misma postura, todos juntos, hacinados, para ver si Europa o España los acoge en su misteriosa holgura de riqueza y libertad. Ser o tener, esa es su cuestión. Hasta que un día los encontramos en un semáforo, en nuestros cómodos viajes cotidianos, donde los pañuelos a un euro pueden servirnos para justificar sus lágrimas cuando nos miramos de frente, entonces sí, cara a cara.

Hoy, podríamos recordar de nuevo, con dolor de alma y corazón, la canción de María y Federico con una estrofa final diferente, pero sin cambiar quizá el estribillo final, asumiendo la parte de responsabilidad que nos toca cuando callamos ante determinados silencios cómplices:

Quién tiene la culpa de este gran silencio.
Quién tiene la culpa de que 700 inmigrantes estén muertos…

Estribillo
Ni yo ni usted ni el vecino, ni siquiera sus parientes, la culpa de todo esto, la tiene la gente (BIS).

Sevilla, 20/IV/2015

No olvido a Víctor Jara en tiempos de silencios cómplices

No le olvido porque Víctor Jara significó mucho en mi vida de secreto y en la de millones de personas dignas. Todavía hoy lo recuerdo en relatos de mi juventud comprometida con la vida y la muerte, tal y como lo describí en el post que adjunto hoy, escrito en 2009, cuando lo enterraron de forma digna «en el mismo sitio de 1973, después de que exhumaran su cadáver de nuevo para poder certificar la violencia con la que actuaron los soldados y oficiales de Augusto Pinochet contra sus palabras, su testimonio de vida, su compromiso ético».

Hoy he conocido (1) que un juez de Florida ha ordenado esta semana que el hombre identificado como su asesino, Pedro Pablo Barrientos, responda ante la justicia por cargos de tortura y ejecución extrajudicial. Es una noticia que sirve para comprobar que no debemos participar en silencios cómplices cuando la falta de honestidad y ética nos rodea, porque la verdad, al final, nos hace siempre más libres.

Nada más. Sé qué papel tan importante han jugado en esta acción su mujer y su hija Amanda, tan recordada por su padre en una canción que nunca olvido. También, el del Centro de Justicia y Responsabilidad por su trabajo encomiable para recuperar dignidad para aquellas personas que sufren violaciones de derechos humanos en todo el mundo. Solo me queda darles las gracias hoy por su ejemplo.

Sevilla, 17/IV/2015

(1) Ayuso, Silvia (2015, 17 de abril). Justicia al fin para Víctor Jara. El país.com.

Víctor Jara y mi memoria de hipocampo

Te recuerdo Amanda / la calle mojada / corriendo a la fábrica / donde trabajaba Manuel…

VICTOR JARA

Víctor Jara, fotografía recuperada el 6 de diciembre de 2009, de http://radionuevaaurora.files.wordpress.com/2007/09/056-victor-jara.jpg

Es verdad que recuerdo la muerte de Víctor Jara, cuando yo llevaba un año trabajando en el Hospital Universitario San Pablo, en la antigua Base americana “San Pablo Frontera”, en septiembre de 1973, en unas condiciones difíciles para estar cerca de la vida y de la muerte de las personas que allí se atendían. Con veintiseis años. Fueron días de contradicción interna porque recordaba a Víctor Jara en canciones protesta que me sabía de memoria y no comprendía por qué le habían asesinado de forma tan brutal. Además, con escasa información en un país que agonizaba en su dictadura feroz, que asimilaba personalmente de forma difícil en mis compromisos con la Universidad de Sevilla.

Llevo días leyendo numerosas referencias a la muerte de Víctor Jara, en el Estadio Nacional que nunca olvidaré, gracias a Costa Gavras, en su película desgarradora, Missing, que tantas veces he recordado, como acicate para que no abandone el compromiso con la ética social.

El 16 de septiembre de 1973, lo enterraron de forma humilde y clandestina gracias al aviso de una persona que descubrió su cadáver junto a la tapia del cementerio. Y el pasado 5 de diciembre de 2009, volvió a recibir sepultura digna, en el mismo sitio de 1973, después de que exhumaran su cadáver de nuevo para poder certificar la violencia con la que actuaron los soldados y oficiales de Augusto Pinochet contra sus palabras, su testimonio de vida, su compromiso ético.

Treinta y seis años después, lo he acompañado por las calles de mi memoria de hipocampo, la de secreto, hasta depositarlo de nuevo en el mismo sitio que ha estado en estos treinta y seis años de mi vida, recordando su sonrisa, sus rizos, que tanto enfadaron al soldado que le golpeó brutalmente en el estadio, en una muerte lenta (1), porque era un cantante marxista-leninista (en interpretación celtibérica que tanto resonaba en mis oídos en aquella época y durante la famosa transición):

-¡Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda! -gritó el oficial.

Después, he buscado siempre a Víctor Jara a través de Quilapayún, conjunto con el que convivió durante años muy importantes de su vida. Y lo he encontrado hoy, escuchando de nuevo canciones de compromiso para que no olvide nunca mi memoria histórica, a Víctor Jara:

Levántate y mira la montaña
de donde viene el viento, el sol y el agua.
Tú que manejas el curso de los ríos,
tú que sembraste el vuelo de tu alma.

Levántate y mírate las manos
para crecer estréchala a tu hermano.
Juntos iremos unidos en la sangre
hoy es el tiempo que puede ser mañana.

Sevilla, 6/XII/2009

(1) Délano, M. (2009, 6 de diciembre). La muerte lenta de Víctor Jara. El País, Domingo, pág. 12s.

En busca de islas desconocidas

Martha Mckeen
Edward Hopper, El «Martha Mckeen» de Wellfleet – 1944

Hopper está en Málaga, en el Museo Carmen Thyssen, con motivo de una exposición temporal bajo el título de “Días de verano. De Sorolla a Hopper”, que se podrá visitar desde el 28 de marzo hasta el 6 de septiembre de 2015. Este cuadro de portada me ha recordado una vez más el compromiso contraído con Saramago de buscar incesantemente islas desconocidas, en la clave que nos regaló con sus palabras trazadas en un libro inolvidable, El cuento de la isla desconocida, que me acompaña siempre en los viajes hacia alguna parte de mi vida.

Cualquier situación puede ser una buena excusa para volver a iniciar esta apasionante búsqueda. El año pasado, con motivo de la publicación de un libro precioso, Atlas de islas remotas, conocidas hasta donde he podido investigar, propuse que también se debería hacer un atlas de islas desconocidas, que sería maravilloso compartir en la Noosfera de miles de millones de personas que ahora vivimos en el planeta tierra. Aunque en el libro se hacía una reflexión sorprendente y, quizá, disuasoria: “El paraíso es una isla. Y el infierno también”.

El barco de Hopper, situado físicamente en Wellfleet, un pueblo pequeño ubicado en el condado de Barnstable en el estado estadounidense de Massachusetts, me ha recordado también que hay que saber hacia dónde navegamos en el río de la vida todos los días y a qué puerta se llama de las ofertas reales de cada vida para descubrir el amor que lo mueve todo, pero saliendo cada uno de sí mismo para contemplar lo que hay que cambiar en cada persona de secreto para compartirlo con los demás. Existen además, varias puertas a modo de oportunidades, a las que podemos llamar y entrar dependiendo de nuestra actitud ante la vida: la Puerta de las Peticiones, la de los Obsequios y… la del Compromiso. Además, ese atlas de nuestras islas desconocidas, a configurar, es siempre personal e intransferible, de difícil localización por personas ajenas a nuestro barco de secreto. A menos que la mujer de la limpieza que nos presentó Saramago en su cuento acuda también en nuestra ayuda…

Así lo escribí un día, no tan lejano, cuando describía la forma de acceder a esas islas tan necesarias para vivir con dignidad humana: “Sigo entretejiendo una telaraña digital en torno a la divulgación científica de las estructuras del cerebro humano, de la inteligencia digital, porque estoy convencido que la Noosfera es la gran aventura por descubrir en toda su potencialidad”, porque […] “El viaje de la “Isla desconocida” que me regaló en el más puro anonimato su autor, José Saramago, no se me olvidará nunca. Gracias a él, fueron 43 pequeñas páginas las que el 10 de diciembre de 2005, cuando registré este blog, aparecieron como por arte de magia en mi memoria a largo plazo como abriéndose paso, hoja a hoja, para tener un sitio preferente -intercaladas- en este cuaderno de derrota, en términos marinos. Quizá fuera porque siempre he insistido en mi vida que lo importante es viajar hacia alguna parte, buscándonos a nosotros mismos y, a veces, en compañía de algunas y algunos, los más próximos y cercanos. Al fin y al cabo, tal y como finalizaba el cuento de Saramago. Su compromiso”.

El paraíso y el infierno existen, sin lugar a dudas, en el viaje hacia alguna parte, hacia islas desconocidas, que hacemos cada día. Quizá deberíamos aprender en el aquí y ahora de cada uno, de la misión y visión perfecta del charrán ártico, que persigue un objetivo claro que siempre cumple: alcanzar las metas propuestas volando por esos mundos de dios. Porque buscar islas desconocidas, es decir, descubrir cómo somos cuando decidimos vernos desde fuera, es lo mejor que nos puede pasar en la vida sola o asociada. Al fin y al cabo, la vida se nos pasa… volando.

Sevilla, 6/IV/2015

El ejemplo del charrán ártico

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Más no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
Y en tu vejez arribes a la isla
Con cuanto hayas ganado en el camino,
Sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Konstantinos Kavafis, Ítaca

Lo he leído con asombro. El charrán ártico, es un ave migratoria de unos 35 centímetros de largo y 80 de envergadura, y poco más de 100 gramos de peso, que protagoniza la migración más larga del reino animal. Cada año, vuela más de 70.000 kilómetros en su viaje de polo a polo. Durante su vida, de unos 34 años de media, vuela lo equivalente a tres viajes de ida y vuelta a la Luna. Su viaje anual, desde Groenlandia al Mar de Wedell, en la Antártida, y viceversa, no lo hacen de forma directa, ya que pasan un período de un mes a unos 1.000 kilómetros al norte de las islas Azores, en el centro del Océano Atlántico. El charrán ártico no elige la ruta más corta, sino que hace una gran «S» a través del Atlántico, para aprovechar los sistemas de vientos y ahorrar así un poco de energía. Además de esta hay otra rutas migratorias, como de Alaska hasta Tierra del Fuego (1).

Todo es espectacular en esta maravilla de la naturaleza. Este viajero infatigable por excelencia, lleva millones de años haciendo algo que sabe hacer muy bien, viajar de forma incansable, a finales de agosto de cada año, con una media de unos 700 kilómetros diarios, durante unos ocho meses, incluyendo un mes más de descanso en el norte de las Azores, con un objetivo superior del que no admite distracción alguna: llegar a su meta, volviendo siempre a su Groenlandia querida, aunque se puede elegir el grupo entre los dos que se separan siempre en las Azores para volver a encontrarse en la Antártida. A partir de este polo, vuelven juntos a su punto de partida. Existen muchos interrogantes sobre su apasionante aventura, que se ha controlado con técnicas geoespaciales, mediante la implantación de un pequeño aparato de 1,4 gramos para conocer dos veces al día su localización exacta (2).

MIGRACION CHARRAN
Representación del viaje de polo a polo que realiza cada año el charrán ártico / http://www.arctictern.info

Esta experiencia me ha aportado reflexiones acerca de lo que aprendí hace ya muchos años de Teilhard de Chardin: el mundo solo tiene interés hacia adelante. Igual que lo vive el charrán, que no se distrae nunca de su objetivo principal: llegar al destino previsto, a pesar de que atraviese experiencias inauditas que le obligan a realizar un vuelo impecable para no separarse de su meta final. Con una diferencia sobre la especie humana: puede repetir su maravillosa aventura hasta 34 veces en su corta vida, una por año, aprovechando siempre el viento favorable de cola, tal como lo aprendió de sus antepasados.

Del charrán debemos aprender a volar y perseguir siempre un objetivo claro: alcanzar las metas propuestas. El ser humano, que un día salió de África para viajar también de forma incansable por el mundo, tuvo un antecedente en la evolución del charrán ártico. Teilhard lo simplificaba en un ejemplo muy gráfico: el tigre no es fiero porque tiene las garras, sino al revés: tiene garras porque en su evolución natural se desarrolló en él el instinto de fiereza. Por decirlo de alguna forma, las garras vinieron después. La evolución entera es la consecuencia de la ramificación de lo psíquico. El eje de avance es una línea delgada roja anímica, no material” (3). Sencillamente, porque lo anímico precede siempre a lo morfológico, dado que la explosión de la evolución fue el cerebro humano, el que nos permite hacer hoy el largo viaje de la vida, sin esperar que Ítaca nos enriquezca. Porque vivir es lo mejor que nos pasa.

Sevilla, 5/IV/2015

(1) http://zonacurio.blogspot.com.es/2013/06/animales-extraordinarios-la-migracion.html
(2) Egevang, Carsten (2010). Tracking of Arctic terns Sterna paradisaea reveals longest animal migration. PNAS, February 2, 107 (5), 2078-2081.
(3) Cobeña Fernández, J.A. (2006). El punto omega (V).

Escribir de manera especial, con alma

MUSEO DE LA INOCENCIA
Museo de la Inocencia. Estambul.

Los lectores de Cien Años de Soledad son hoy una comunidad que si viviera en un mismo pedazo de tierra, sería uno de los veinte países más poblados del mundo. No se trata de una afirmación jactanciosa. Al contrario, quiero apenas mostrar que ahí está una gigantesca cantidad de personas que han demostrado con su hábito de lectura que tienen un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano.

Gabriel García Márquez. Extracto del discurso en Cartagena de Indias (26/IX/2007).

Han sido dos experiencias recientes que marcarán probablemente mi vida de aquí en adelante. La primera, recordar unas palabras de Gabriel García Márquez con motivo de la edición de un millón de ejemplares de Cien años de soledad, en su homenaje en Cartagena de Indias, durante la jornada inaugural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, el 26 de septiembre de 2007, donde recordaba cómo empezó su aventura de escribir: “No sé a qué horas sucedió todo. Sólo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente”.

La segunda experiencia ha sido en un encuentro fortuito con un artículo de Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura en 2006, Una mirada a mis fuentes de inspiración, en el que explica de forma minuciosa, cómo se fraguó una novela que ha tenido luego su proyección en un museo de Estambul que conserva su título: El museo de la inocencia: “Treinta y cinco años después, al terminar El museo de la inocencia, decidí que había llegado el momento. De todos los libros que había escrito, esta novela era la que más claramente suscitaba preguntas como: “¿Cuándo se le ocurrió esta idea?”, “¿Qué le inspiró para escribir esta novela?”, “¿De dónde se sacó esto?”, y así sucesivamente. Y escribe una lista de influencias, hasta trece, “sacadas de la vida, la literatura y el arte”, con una maestría proverbial, con alma.

Es verdad que desde hace muchos años me ha acompañado también Ítalo Calvino en mi viaje profesional, cuando en las intervenciones oficiales, tales como conferencias o clases, comenzaba siempre con un homenaje explícito a este escritor ante la maravillosa aventura de la página en blanco, incluso cuando comencé una travesía especial en este cuaderno de bitácora: “Inicio una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas. Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por Saramago será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, esto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma “Seis propuestas para el próximo milenio”: “…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial” (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar)”.

Escribir todos los días con el espíritu de hacer felices a los demás, gracias al ejemplo de García Márquez, es un compromiso que asumo desde hace tiempo. Ahora tengo que tratar de responder a muchas preguntas del libro de mi vida, que algunos llaman biografía y que yo denomino “tiempo de secreto y de todos”. Probablemente tenga que leer o visitar de forma pausada El museo de la inocencia, para comprender bien por qué nos empeñamos en convertir los recuerdos que motivan nuestra escritura en oscuros o claros objetos de museos de la inocencia reales o virtuales cuando los lectores visitan nuestras palabras. Pero lo verdaderamente difícil es la soledad sonora ante la página en blanco, en cualquier soporte, porque podemos decirlo todo o nada, de todos los modos posibles, aunque lo verdaderamente fascinante es comprometerse todos los días en decir algo especial. Porque nos queda la palabra. Nunca inocente, por cierto, porque tiene alma.

Sevilla, 26/III/2015

¿De quién es el agua?


Comité en Defensa del Agua y de la Vida. Ecofondo.

Yo era la que más corría
y a todas partes llegaba
y de verde se vestía
lo que a mi paso quedaba;
todos me quieren tener
pero muy pocos me cuidan
y eso que soy el secreto,
el secreto de la vida.

Jorge Velosa, Las adivinanzas del jajajajay

Hoy se celebra el Día Mundial del Agua. Contribuyo en esta celebración, publicando un post que escribí en octubre de 2014, porque se debe prestar atención a un bien preciado y necesario sobre el que deberíamos hacernos la pregunta de los peces jóvenes en la parábola de Foster Wallace: «¿qué… es el agua?, más allá de lo que apenas percibimos todos los días sobre ella cuando la utilizamos casi sin darnos cuenta. Porque es el secreto de la vida.

Sevilla, 23/III/2015

DIA MUNDIAL DEL AGUA

¿De quién es el agua?

Deberíamos prestar más atención al agua y a sus dueños actuales. Quizá nos puede servir ahora una reflexión muy curiosa que utilizó David Foster Wallace al comenzar el discurso que dirigió a la promoción de graduados del Kenyon College en 2005, con una pequeña parábola: «Buenos días, chicos. ¿Qué tal está el agua?». Los dos peces jóvenes siguen nadando y al cabo de un rato uno de ellos mira al otro y le pregunta, «¿Qué demonios es el agua?».

Álvaro Marcos, que reflexiona en un artículo reciente publicado en El estado mental, sobre atención y dignidad en un mundo complejo, sobre “peces”, me ha llevado de la mano a prestar atención hoy al agua, porque “aprender a pensar y a vivir una vida compasiva (y, por extensión, “digna”) conlleva preservar “el grado de (auto)consciencia suficiente para elegir a qué prestamos atención y decidir cómo construimos significado a partir de la experiencia”, instando a no perder nunca de vista todo aquello que, si bien esencial, de puro ubicuo se torna transparente hasta hacerse invisible, de modo que hace falta recordarse, una y otra vez: “esto es agua, esto es agua”. Porque “la verdadera libertad requiere atención, y consciencia, y disciplina, y ser capaz de preocuparse por otras personas, y de cuidarlas y sacrificarse por ellas de mil maneras casi imperceptibles y muy poco atractivas, cada día”. ¿La alternativa a este esfuerzo?: “la inconsciencia, la configuración por defecto, la ‘carrera de ratas’, la sensación continua y punzante de haber tenido y haber perdido algo infinito”.

Poniendo especial atención en relación con las cosas públicas de estos días, he conocido recientemente la situación que se ha creado en la provincia de Huelva con la gestión del agua. La noticia no podía ser más explícita: “Se acabó la tregua. Los más de 50 alcaldes integrados en Giahsa, la entidad de agua de la mancomunidad de municipios onubense Mas, han apercibido a Aqualia, la empresa adjudicataria de la mayoría de servicios privatizados en Huelva, de que han observado indicios “de conductas desleales que pudieran ser sancionables en vía administrativa o penal”. Es el paso previo a convertir el expediente en denuncia por incumplimiento de la Ley de Defensa de la Competencia y posibles “prácticas corruptas”.

Creo que estamos ante un modelo de privatización de la gestión del agua que sobrepasa muchas líneas rojas en relación con derechos de la ciudadanía en relación con recursos naturales de imprescindible uso por parte de las personas en su vida diaria. La jurisprudencia nacional e internacional defiende a todas luces el agua como derecho humano esencial: “La Asamblea General de Naciones Unidas, aprobó el 28 de julio de 2010, en su sexagésimo cuarto período de sesiones, una resolución que reconoce al agua potable y al saneamiento básico como derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”. Al ser un recurso público que nos lo ofrece la naturaleza, su auténtica dueña, se debe garantizar su gestión pública, sin ninguna duda, debiéndose alejar de toda privatización pura y dura como está ocurriendo en la actualidad, trocándose un derecho vital en pura mercancía. Se debería abrir un debate al respecto en el marco de lo que denomino segunda transición para declarar de forma contundente y nítida el derecho constitucional de acceso al agua potable con garantías públicas de acuerdo con los protocolos aprobados por organismos internacionales en los que participa nuestro país.

He escrito en bastantes ocasiones sobre el agua en este blog, decantándome siempre por su declaración como derecho fundamental en el acceso a la misma: Agua y cerebro, Arqueología subacuática… del cerebro y El aquí y ahora del agua, como textos fundamentales. Destaco sobre todo el pronunciamiento de su vinculación con el cerebro y con las decisiones que puede tomar gracias al agua, que lo hace inteligente entre otras funciones. Fue una experiencia maravillosa el que incluyeran una en 2008 una referencia mía al respecto en la exposición de motivos que sustentaba el articulado reformatorio de la constitución nacional de Colombia a fin de consagrar el derecho al agua potable como fundamental y otras normas concordantes con tal declaración para ser sometido a la consideración del pueblo colombiano mediante referendo constitucional: “Esta mágica sustancia es vida, simboliza vida. Sin ella no existiríamos y no podríamos estar en comunicación. Podemos afirmar que somos la inteligencia del agua. Como lo expresa el profesor español, José Antonio Cobeña, autor del libro La Inteligencia Digital: “Existe una realidad irrefutable en el ser humano: su cuerpo está compuesto en un 60 por ciento de agua, el cerebro de un 70 por ciento, la sangre en un 80 por ciento y los pulmones en un 90 por ciento. Si se provocara un descenso de tan sólo un 2% de agua en el cuerpo se comenzaría a perder momentáneamente la memoria y de forma general se descompensaría el mecanismo de relojería corporal. Todo lleva a una reflexión muy importante: el agua nos permite ser inteligentes. Y la disponibilidad del líquido elemento en el planeta que habitamos es la siguiente: hay 1.400 millones de kilómetros cúbicos de agua, de los cuales el 97 por ciento es agua salada. Del 3 por ciento restante de agua dulce, tres cuartas partes corresponden a agua congelada en los Polos o a recursos inaccesibles que, por lo tanto, tampoco se pueden beber. Eso nos deja a los humanos cerca de un uno por ciento del total de agua en la Tierra para usar. Es decir, existe una descompensación en la situación y disponibilidad del uno por ciento mágico que permite desarrollar la inteligencia, todos los días”.

El texto para la reforma de la Constitución de Colombia fue avalado por 2.039.812 firmas, reconocidas oficialmente por la Registraduría Nacional del Estado Civil, aunque finalmente no prosperó, después de un debate parlamentario de 2010. Deberíamos aprender de todas formas de lo que otros países han reivindicado de forma excelente, porque el agua es un patrimonio público que no debería entregarse nunca al mercado. La necesaria revisión de la Constitución actual en España puede ser un momento crucial para incluir este derecho al acceso al agua, de forma explícita mediante un artículo concreto, como derecho humano esencial de los españoles y así se debería declarar para defender también su gestión pública en el denominado ciclo completo del agua.

También lo afirma Álvaro Marcos en su artículo: “Y es que preguntarse por la importancia de la atención viene a ser como preguntarse por la importancia de la importancia: algo que parece una perogrullada y, por eso mismo –como sucede con todas las aparentes perogrulladas-, un ejercicio extremadamente sano y revelador”. En este caso la atención sobre el agua, que además se convierte ahora en un asunto relevante, nadando -como estamos- en la mediocridad de los olvidos. Porque hay que recordar que el agua es el secreto de la vida. Porque la Verdad, según Foster Wallace, “Tiene que ver con el verdadero valor de la verdadera educación, que no va de notas ni de obtener títulos y sí simplemente de estar atento, atento a lo que de verdad es muy real y fundamental, a lo que está tan escondido, incluso a la vista de todos, que tenemos que seguir recordándonos una y otra vez:

«Esto es el agua.»
«Esto es el agua.»

Sevilla, 2/X/2014

NOTA: el video que figura al comienzo de este post es un video promocional del Referendo por el Agua en Colombia. Comité en Defensa del Agua y de la Vida, recuperado el 2 de octubre de 2014 de Ecofondo: http://www.ecofondo.org.co/videos.php?id=91