Fernando Fernán-Gómez: la muerte de un cómico

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Todavía recuerdo con emoción los planos finales de la película La lengua de las mariposas, donde Fernando interpretaba de forma magistral el papel de D. Gregorio, el maestro entrañable de Moncho (Pardal ó el niño gorrión, tan querido por su creador, Manuel Rivas, a quien tanto admiro), el niño asombrado por la forma en espiral de la lengua de las mariposas, maravillosos seres vivos que van siempre por el mundo volando con trajes de fiesta. Aquella cara con expresión entre admiración e inocencia ante lo que puede aparecer en la vida, aquella figura enroscada, sin tocarse, que el maestro republicano, dibujaba con tiza en la pizarra, todavía está alojada en mi memoria a largo plazo, con la suerte de que sé cómo localizarla y, si me apuran, hasta puedo discernir donde está alojada, quizá para siempre, en mi cerebro de secreto.

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Me gusta seguir recordando al actor que ya ha vuelto a la realidad de lo que somos, polvo somos y en polvo nos hemos de convertir, vanidad de vanidades todo vanidad, en esa interpretación de una parte de la profunda historia de España, al actor controvertido, amable para unos y muy desagradable para otros, aunque yo me permito decir que sabía algunas buenas intimidades de él, en mi adolescencia madrileña, porque conocí a una mujer que había estado cerca de él, vinculada a María Dolores Pradera.

Fernando era un cómico. En mi familia, perteneciente al discreto encanto de la burguesía del barrio de Salamanca y con la que viví en el Madrid de finales de los cincuenta -para que suene mejor, en el siglo pasado-, la palabra cómico levantaba sarpullidos, porque algunas viejas historias que nos emparentaban con una cómica, Carmen Cobeña, no eran bien vistas. No se hablaba normalmente de ella, de ellos, de los cómicos y, si en algún momento surgía la oportunidad por nuestras vinculaciones de amistad, por ejemplo, con los representantes en España de la compañía Mole- Richardson, responsables de la luminotecnia en las películas de la época, se pasaba página con la misma velocidad que Federico Martín Bahamontes bajaba el Galibier ó el Marqués de Portago conducía en la última recta del circuito donde se corrían las 24 horas de Le Mans.

Fernando ha abandonado ya sus viajes vitales a muchas partes, sabiendo de la dureza que suponía ser actor en la vida ordinaria, vivir o malvivir de ello, tragar quina en cualquier Régimen (él lo supo bien por la factura farisaica de todas y todos en relación con su participación en Botón de Ancla y Balarrasa) y superarlo todo con la dignidad que había aprehendido, así, para ser cómico, a pesar de las viejas historias que pesaban sobre ellos.

Estas palabras son un pequeño homenaje al maestro republicano, D. Gregorio, sobre todo al cómico que lo interpretó, que lo dibujó con tiza indeleble en mi memoria de hipocampo, y que simbolizaba una forma de entender el cine de compromiso, el buen cine, el cine de autor, el cine de la vida. Aunque me quedara en aquella sesión de tarde, con la ilusión de que hace tan solo unos días, los que defendemos las utopías y, por tanto, las ideologías, cabíamos en un taxi, ya ni siquiera de torero, es decir, sin trasportín, para los más antiguos del lugar. Pero ocasiones como éstas, las de las mariposas reinterpretadas por cómicos, nos permiten entrever que la utopía es posible, lo que hace que casi sin darse cuenta el cómico que se ha ido, en esta ocasión, nos haya vendido unos billetes hacia alguna parte, hacia la utopía de lo posible. Es lo que el Ché, tan querido para mí, decía siempre: seamos realistas, exijamos lo imposible…

Y, perdonen, llegamos al final. Yo no he querido callarme en esta muerte simbólica, como aquellos lugareños de la película particular que interpretó Fernando, el cómico, presa del terror de la indecencia, ante la cordada. Tengo prisa, porque se agotan los billetes de los autobuses de la utopía de la vida, que salen en esta ocasión de la estación de Andalucía.

Sevilla, 24/XI/2007

La educación del ciudadano: el álbum cívico (II)

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Fotograma de Cinema Paradiso

El 20 de Octubre adquirí el compromiso de traer a este salón virtual la segunda parte de la parte contratante de la educación del ciudadano, en el marco de la serie que a tal efecto he publicado en este cuaderno en once entregas. Respecto de este post decía al finalizar: “Impecable, en su contexto. Aleccionador, hoy, para los timoratos del Reino. Como pasaba al final de las películas de mi época, anuncio que próximamente, en este salón, publicaré el Índice del libro. No tiene desperdicio. Adelanto unas líneas del mismo, a modo de tráiler, como en aquellas épocas… ¡Acomódense bien en sus butacas, porque la palabra admiración ha sido sustituida por perplejidaaaddd!”. Al igual que aquella familia portuguesa, con sus motos voladoras, daba vueltas y vueltas en el cilindro metálico, vertical, sorprendiéndonos en nuestras almas de niñas y niños, ávidos de emociones como las que sentí el día que abrí por primera vez este precioso libro, La Educación del Ciudadano, lo vuelvo a leer una y otra vez, dando vueltas a mi forma de comprender la vida educada, para la ciudadanía, bajándome al mundo real y entregando a la Noosfera el Índice completo de este apasionante tráiler cívico.

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Utilizando una reproducción facsímil, comienzo por la primera página real del Índice, donde la familia, la escuela, la ciudad ó el pueblo y lo que debe el ciudadano a la Comunidad, es una forma de adentrarse en una forma de corresponsabilidad social que nos asombra quizá en la realidad actual.

La siguiente página aborda realidades cotidianas para el bienestar personal y comunitario: la salud, la solidaridad con los más débiles o disminuidos desde la dimensión persona física, psíquica y social, respectivamente. Y la vida espiritual, donde centra la preocupación de la Comunidad (con mayúscula) respecto de la instrucción y educación del ciudadano. Recoge un ejemplo que no deja indiferente en su lectura: la importancia de los Museos: “Además del sistema escolar, la Comunidad contribuye a educar al ciudadano por medio de sus Museos. Y siempre comentando lo que “cuesta” mantener esta estructura educativa. Deliciosas las frases dedicadas a los “maestros” en la Universidad, de los que se reciben “método de trabajo, un ejemplo de conducta y un contagio de entusiasmo científico”. Y se adentra en el análisis de la estructura de la gran Comunidad nacional, estableciendo diferencias sutiles entre Nación y Estado, que haría temblar a las Cámaras actuales si se hiciera en algún momento una operación rescate para quedarnos, evangélicamente hablando, con lo “bueno”. Cito textualmente: “Es tan fuerte el sentimiento de nacionalidad, que es imposible destruirlo por medios materiales, pues resiste a todas las pruebas y resurge muchas veces cuando parecía muerto para siempre. (…) En España mismo podemos leer en la prensa y en folletos cómo algunas regiones formulan claramente sus aspiraciones nacionalistas, habiendo sido ya tratada esta cuestión en el Parlamento”. Es que estamos hablando de un gran reto: conocer e identificarse con la gran Comunidad nacional [sic] y con sus aciertos y debilidades.

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Este salón se está poniendo interesante. Pasen y vean. La página tercera del Índice promete grandes sorpresas: hay que defender los intereses generales contra los apetitos individuales, como una función maestra del Estado español. Y camina en terrenos difíciles definiendo, por ejemplo, la política: arte de gobernar a los pueblos. Define a los políticos, hacer política, estableciendo la diferencia clara y contundente con hablar de política: “Hay individuos que pierden horas y horas sentados en las mesas de los cafés hablando de política, pero que se retraen y no votan llegando el periodo de elecciones, que es cuando el ciudadano puede con su voto influir directamente en la vida pública y hacer política”. Votar es un “sagrado deber cívico”.

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A partir de aquí y para finalizar, comienza el sacrosanto deber contemporáneo de los deberes del ciudadano, destacando la escala gradual de los compromisos al respecto de los niños, los jóvenes y los adultos como ciudadanos con deberes muy concretos. Se define, por ejemplo, “cómo llega un joven a ser un buen ciudadano, con frases tan esclarecedoras que pueden constituir el mejor fotograma final, The End (Fin), de esta película de papel de filigrana ética impresa: “El ciudadano ideal es aquél que vive sobre todo por la sociedad, es aquel que puesto ante el dilema de tener que elegir entre su interés particular y el interés colectivo, sacrifica su interés particular en aras de la Comunidad”. Sobran más palabras y reinterpretaciones. Cuando he finalizado, de nuevo, la lectura de este libro y de determinados pasajes del mismo, me he ido a mi “ambigú” particular al igual que hacía cuando asistía a la sesión continua del cine Tívoli, en Madrid, porque ya sabía que la mejor película de vida ciudadana es la que estaba por venir. Perdón: por poner, por echar. Por vivir. Apasionadamente, con los visos de aquella educación de los años cincuenta, diferente, como ciudadano bajito (sin la locura atribuida por Serrat a los niños de aquellas épocas…) por mis pocos años de existencia.

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Sevilla, 21/XI/2007

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La historia de las células huso (spindle) en el cerebro ó lo que debemos al cerebro de las ballenas jorobadas

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Ha saltado la noticia a los medios de comunicación: Japón reinicia la pesca de ballenas jorobadas tras 34 años de moratoria. No soy persona ávida de la última noticia de Greenpeace, pero ayer escuché atentamente la noticia acerca de la autorización japonesa para que barcos de su flota pesquera zarparan desde el puerto de Shimonoseki, en el sur de Japón, por la mañana, con órdenes de cazar hasta 50 de estos cetáceos que desde hace décadas se encuentran protegidos por la ley internacional. Junto con el desastre ecológico que provocan estas cacerías mortíferas, el posible exterminio de la especie puede tener consecuencias también irreparables para la investigación de unas células que se hallan en su cerebro y que se denominan células spindle por la forma de huso que tienen (especie de tubo alargado que se estrecha en sus extremos). También se denominan neuronas VENs, neuronas Von Economo, nombre que se les otorga por su descubridor, Constantin von Economo (1876-1931).

El interés de la investigación se centra en que estas neuronas podrían estar envueltas en procesos cognitivos, -aprender, recordar y reconocer-, dado que se ha comprobado fehacientemente que estas ballenas tienen sofisticadas habilidades comunicativas, capacidad de formar alianzas, de cooperar, de transmitir cultura, haciendo uso de determinadas aptitudes. Se sabe también que estas capacidades habrían evolucionado en los cetáceos hace unos 30 millones de años, dos veces antes que en hombres y simios. Son células que se encuentran en la corteza cerebral, sede la inteligencia humana elaborada. Así se publicó como noticia de gran alcance en noviembre de 2006, a través de la agencia Reuters, gracias a la publicación científica de los profesores Patrick R. Hof y Estel Van der Gucht, de la Escuela de Medicina Monte Sinaí, en Nueva York, sobre La estructura del córtex cerebral de la ballena jorobada (1). Por tanto, es probable que “algunas de estas capacidades estén relacionadas con la complejidad histológica comparativa en la organización del cerebro, tanto en los cetáceos como en los homínidos».

El cerebro de las ballenas jorobadas es muy valorado en laboratorios de neurociencias. Sus 9 kilos de peso, aproximadamente seis veces el tamaño medio del cerebro humano, permite lograr una disección completa y compleja para analizar la estructura de las neuronas spindle, cuyo papel trascendental ya traté en el post dedicado a las islas de Reil, recogiendo un texto de Sandra Blakeslee que no dejaba lugar a dudas sobre su importancia neuronal: “El lugar que sirve como la estación emocional para toda la información que llega desde los distintos circuitos dedicados a las emociones se encuentra al final de todos esos caminos neuronales en dos conjuntos celulares conocidos como ínsulas. Sin embargo, ha sido en la ínsula derecha frontal donde los científicos han encontrado más actividad emocional. Todas estas regiones están conectadas a través de las enormes células spindles [células directamente involucradas en la producción, organización y manipulación de los sentimientos, las emociones y el sentimiento de moral, ubicadas la mayor parte de ellas en la ínsula derecha frontal] y otros circuitos neuronales que se encargan de reproducir y de percatarse de todo tipo de sentimientos y emociones. Estas células y el área insular derecha controlan y ordenan las emociones, poseen un mapa sentimental de lo que ocurre en el cuerpo internamente y lo que pasa en el mundo externo. La enigmática región se activa cuando miramos al ser que amamos, cuando percibimos injusticias y decepción o cuando sentimos incertidumbre frente a ciertas recompensas. También cuando nos avergonzamos y, si se trata de una madre, cuando escucha a un bebé llorar. En esta área también encontramos otra región en donde se almacenan los recuerdos autobiográficos y donde hacemos conciencia de que somos una persona, un ser humano con nombre y pasado y que nos desplazamos en el espacio-tiempo que caracteriza el universo en que vivimos. La conciencia y la moral se alojan en estos lugares”.

Otra vertiente de sumo interés en la investigación de la función neuronal de las células spindle, se encuentra en estudios científicos sobre su relación con las demencias que causan la pérdida de inhibición en determinadas situaciones sociales. Se ha descubierto en ensayos científicos dirigidos por el profesor que las personas con demencia frontotemporal (FTD) incurren en un comportamiento inapropiado e impulsivo y algunas veces hasta llevan a cabo actos criminales como el hurto en tiendas. Se examinaron los cerebros de 7 pacientes fallecidos con FTD y los compararon con 7 controles que habían muerto de causas no relacionadas con el cerebro, al igual que 5 pacientes diagnosticados con enfermedad de Alzheimer, un tipo de demencia muy diferente que afecta fundamentalmente la memoria. Los investigadores encontraron que uno de las dos áreas del cerebro que contienen VENs, el córtex anterior cingulado, tenía un aspecto muy diferente en pacientes con FTD: había una reducción del 74% en el número de VENs en comparación con los controles. En contraste, los pacientes con Alzheimer tenían solamente una reducción pequeña y no significativa desde el punto de vista estadístico (2).

En la investigación que llevé a cabo en mi Tesis Doctoral sobre las inteligencias sociales, abordé la importancia de esta patología, de la que traigo a colación la siguiente aportación: “Por ser de especial interés para la presente investigación, es conveniente detenerse en el análisis pormenorizado de la inteligencia social expresada mediante las dos inteligencias propias de esta tipología: la intrapersonal y la interpersonal. Comenzamos por la primera: la inteligencia interpersonal. Los orígenes biológicos de esta inteligencia son fácilmente identificables por razones antropológicas y etológicas: Gardner cita la prolongada infancia de los primates, que nos lleva de la mano a la problemática de la separatidad (problemática estudiada con detenimiento por Bowlby, 1978b, con bebés humanos), que demuestra a todas luces que el desarrollo interpersonal corre desde ese momento un serio peligro. Por otra parte, el segundo factor peculiar de la especie humana, es la importancia que para los seres humanos tiene la interacción social. Todas las habilidades de interacción de nuestros antepasados requerían de la interacción, traducida en participación y cooperación, así como necesidad de cohesión, liderazgo, organización y solidaridad. La operación nuclear identificable es la capacidad para sentir distinciones entre los demás: en un primer estadio, los contrastes en los estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En un estadio más avanzado, consistiría en leer las intenciones y deseos de los demás, aunque se hayan ocultado. La máxima expresión de esta habilidad social se da en los líderes religiosos y políticos, en los profesores y maestros, en los terapeutas, en los padres. La investigación cerebral apunta a que los lóbulos frontales desempeñan un papel muy importante en el conocimiento interpersonal. De acuerdo con Gardner, la enfermedad de Pick, una variedad de demencia presenil, implica una rápida pérdida de las habilidades sociales al estar dañados los lóbulos frontales (Holman, Chandak y Garada, 1995). Estos estudios recientes y el apoyo de tecnologías tan importantes y exactas como RNM, TAC y, sobre todo, PET, permitirán ir consolidando la base neurofisiológica de patologías invalidantes para las habilidades sociales por estar dañada la inteligencia social” (3).

La noticia de agencias finalizaba con una frase desgarradora: “Estas ballenas no tienen que morir”, afirmó Junichi Sato, portavoz de Greenpeace, el viernes pasado: “Las jorobadas son ballenas muy sensibles que viven en entornos muy cerrados, por lo que con sólo una muerte se podría provocar un enorme daño”. Entre otras razones porque a ellas debemos sentimientos nobles para investigar el legado que los seres humanos hemos recibido a través de evolución de las especies a lo largo de millones de años: sofisticadas habilidades comunicativas, capacidad de formar alianzas, de cooperar, de transmitir cultura, haciendo uso de determinadas aptitudes, que a los cazadores de hoy los debería dejar, cuando menos, atónitos.

Sevilla, 19/XI/2007

(1) Hof, P. R. y Van der Gucht, E. (2006). Structure of the cerebral cortex of the humpback whale, Megaptera novaeangliae (Cetacea, Mysticeti, Balaenopteridae). The Anatomical Record, Published Online: November 27, 2006. (DOI: 10.1002/ar.a.20407).

(2) Seeley, W. W, Carlin, D. A., Allman, J. M, Macedo, M. N., Bush, C, Miller, B. L. & Dearmond, S. J. (2006). Early frontotemporal dementia targets neurons unique to apes and humans. Annals of Neurology, 60 (6), 660-667.

(3) Cobeña Fernández, J.A. (2001). Las inteligencias sociales. Un modelo conceptual de las habilidades sociales desde el marco de la Psicología de la salud. Tesis Doctoral no publicada, Universidad de Sevilla, p. 49s.

Memorias de hipocampo (I)

Inicio una nueva serie de hojas escritas, en este cuaderno de bitácora, dedicadas a palabras estructuradas y concatenadas en diferentes formatos: artículos, cartas, conferencias, ensayos, presentaciones y reflexiones, que he creado a lo largo de mi vida y que se alojan hoy día en mi hipocampo, como sede declarada de mis diferentes memorias. Es un homenaje anticipado a la belleza de esta estructura cerebral, cuando todavía puedo hacer uso de ella de forma excelente, a la que ya dediqué un post específico y que es, curiosamente, uno de los más leídos por quienes acuden a esta isla desconocida de la Noosfera digital, de acuerdo con las estadísticas de acceso que utilizo.

Comienzo por unas palabras de agradecimiento (antes se decía discurso) que pronuncié en el acto de recepción del Premio Nacional de Informática y Salud 2000, que me entregaron en Madrid, en Enero de 2001, como profesional que por trayectoria y dedicación había colaborado especialmente en la implantación de la informática en el entorno sanitario, y que simbolizaban bien una forma de entender el compromiso con la sociedad de un empleado público que ama su trabajo diario, con unas claves que expuse con sentimiento y pensamiento, en días en los que siempre comenzaba todo

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Fotografía de Bertrand Tavernier, durante el rodaje, con uno de los niños protagonistas de Hoy comienza todo

PREMIOS NACIONALES DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE INFORMÁTICA DE LA SALUD – 2000

MADRID, 18 DE ENERO DE 2001

Buenas noches. No me gustaría convertir estas palabras de agradecimiento en un mero formalismo al uso, sino convertirlas en un canto al reconocimiento social del ser humano que, en definitiva, es lo que deberían perseguir estos premios, si me apuran, cualquier premio. Cuando he asistido a este tipo de actos, siempre he recordado unas palabras de un poeta paisano mío, sevillano y maltratado por la derecha intransigente, un hombre llamado Luis Cernuda, porque refleja la incapacidad que, a veces, tienen las palabras para expresar lo que se siente, se ama o se agradece, como en este caso:

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de
su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Exactamente es así: hoy les voy a hablar de mi amor verdadero, que no se llama gloria, fortuna o ambición. Hoy asistimos a la entrega de un premio al mejor profesional de informática… Junto con el agradecimiento sincero del reconocimiento social, deseo, a través de estas palabras, devolverles lo que me han dado como símbolo social de que casi nada nos pertenece sino que, al contrario, se nos confía, porque todo es muy relativo. Yo no pertenezco a la legión de embajadores del tratamiento de la informática como los proclamadores de la buena nueva digital, del evangelio digital, en frase de Hans Magnus Enzensberger, aquellos que declaran a los ciudadanos como ignorantes molestos. No soy tampoco vendedor de cajas de trucos pragmáticas, en expresión del mismo autor. No me gustan las brechas digitales, como nos alertaba un editorial del periódico El País, el pasado día 3 de Enero, al abordar los peligros del analfabetismo informático, afirmando que Internet, como la gran apuesta digital, puede ser una herramienta eficaz para reducir las diferencias en el acceso a la información que es lo que hace verdaderamente libres a los ciudadanos. Lo que he venido haciendo desde que tengo uso de razón es buscar sentido a la vida cualquiera que sea la posición que se ocupa en ese momento en el vivir diario. Pero el sentido de lo relativo es abrumador cuando nos consideramos solidarios, personas comprometidas con su espacio y tiempo, públicos, como es mi caso en la esfera profesional. Si este premio simboliza algo, es el reconocimiento a una Comunidad Autónoma, Andalucía, que me ha permitido ser funcionario público, administrador público y, desde el día 13 de junio de 2000, alto cargo público. Es decir, es la sociedad la que brinda la posibilidad de ser y de ser premiado, como en esta ocasión. Y es la sociedad la que resulta premiada, porque te ha permitido ser y ser premiado. Luego a ella va dirigido este premio.

Desde hace varios años, exactamente desde 1997, la Comunidad Autónoma Andaluza y su Sistema Sanitario Público vienen manifestando una apuesta clara por la revolución digital. Hablo en términos de revolución porque así debe ser. Una revolución centrada en los ciudadanos, a los que ofrezco este premio, ciudadanos andaluces, del sur, que también simbolizan el auténtico concepto de ciudadano que nos viene dado en este país por la Constitución. Y la revolución digital hace patente que junto a sus características de progreso inexorable en las comunicaciones y, por tanto, en la culturización a través de la información, la integración de los sistemas y tecnologías solo tiene sentido cuando se hace y se construye centrándola en los ciudadanos. Y es lo que ha permitido sentar las bases de un nuevo paradigma público sobre el que seguimos trabajando a diario, que contemplando lo que ocurre con el concepto y la praxis de la nueva economía, sabe distanciarse de los conceptos espurios de la revolución digital para poner las cosas en su sitio, entre los conceptos de evangelio digital y manual de supervivencia para personas comprometidas con su futuro. Y tenemos una gran oportunidad por estar en España y en el Sur, como reconocía Nicolás Negroponte en una reciente visita a nuestro país: “Dentro de ese futuro cercano, destaca el potencial de los países mediterráneos en Internet. Ciertas características de la Red y de la mentalidad latina coinciden: carácter abierto, desconfianza hacia la autoridad y fuerte creatividad. (Hoy las webs más visitadas de Estados Unidos están diseñadas por hispanos)”. Sin comentarios.

El premio se hace interesante y fecundo por su rastro, por su huella. Nace un nuevo compromiso en la clave que ofrecí como primicia el día de mi toma de posesión como Secretario General del Servicio Andaluz de Salud, es decir, hoy, con este premio, vuelve a empezar todo. Dominique Sampiero escribió un excelente guión para la película de Bertrand Tavernier, Hoy empieza todo, donde se reflejaba la realidad de los contrapuntos de una gestión directiva extrapolable a toda gestión ideologizada, como es la acción política de un sistema sanitario público. Hace años empezó todo lo que hoy nos rodea en clave de libertad a través de la Constitución donde se definió el papel que juega la Administración en el territorio español y, por extensión, en Andalucía. La ordenación sanitaria del país y de la Comunidad marca el camino de la acción pública de las altas cargas que algunas personas, sobre todo personas, tienen que desarrollar en el desempeño de los cargos. Y los nombramientos pasan, las tomas de posesión, pasan, los premios pasan y la vida de cada uno de los altos cargos que en el mundo nacional y andaluz son y han sido, pasan. Sólo queda la calidad de la percepción personal e intransferible de la cosa pública, en un constante ir y venir en la encrucijada de cada cometido, normalmente expresado en los compromisos de estructura.

Recibir este premio significa algo muy importante: la salud es un compromiso sobre un producto inasible, perecedero, por definición, con una clave extraordinaria que nos la ofrece el concepto de salud positiva, es decir, la salud creadora, ilusionante, proactiva, educadora… Si, además, la acción de salud que a cada uno compete se troca en trabajo comunitario, compartido, solidario, sentido, deseado y deseante, las posibilidades del todo sanitario se hacen más próximas y duraderas.

Cuando Dominique Sampiero explicaba por qué se puso este nombre a la película nos puede dar la clave de este acto que trasciende lo meramente protocolario y compromete en la acción transformadora: Todo lo que va a ocurrir es lo contrario a un cuento de hadas. Lo contrario de Había una vez… ¿Qué les parece si hoy ofreciéramos este titular: Hoy empieza todo… para la SEIS, para cada uno de sus miembros, para los premiados?… Reconozco que es una espada de doble filo. Porque o estamos asistiendo a un momento en que muchos pueden pensar que la sociedad pierde sus valores y creencias en el bienestar social ideologizado y dejamos entonces terreno abonado para el desencanto de los mercaderes, o la acción creadora de salud aprovecha esta ocasión y buscamos entre todos la mejor manera de comenzar todos los días el gran compromiso de servicio a los ciudadanos en lo más íntimo de su propia intimidad, que es el derecho inalienable a la protección de su salud, con el gran instrumento de apoyo que supone la revolución digital.

Hoy empieza todo. Actos como este te hacen ver que el cine no es de cine. Contenemos la respiración. Todos nos enfrentamos a este acto en un cuerpo a cuerpo. Un gran corazón late, se alarma, va más despacio, se dirige a ustedes con la convicción de su promesa, su respeto a la autoridad, su compromiso individual y colectivo con la sociedad en general y la andaluza, en particular. Todos los rostros miran en la misma dirección. Este impulso es el que nos acompañará siempre y nos permitirá conducir esta microhistoria saludable. ¿Saben por qué? Porque aunque hoy comience todo, en verdad, todo se parece al amor…

Sevilla, 11/XI/2007

El cerebro feliz

Louis van Gaal, aquél polémico entrenador del Fútbol Club Barcelona, reprendió el 23 de diciembre de 1999 a un periodista holandés con una frase que hizo historia: «Tú, siempre negativo, nunca positivo». Aquel cerebro deportivo hizo diana en una conducta que atormenta al ser humano con una frecuencia inusitada. A menudo, sentimos que no nos encontramos bien, mentalmente hablando. Comenzamos a ver todo oscuro, negro, con una preconcepción de la vida, de las cosas, del trabajo, de la familia y de las amistades, donde no brilla lo positivo de la vida. Proyectamos en todo lo que nos rodea nuestro propio estado de des-ánimo [sic] y comenzamos a verlo todo, siempre, de forma negativa, nunca positiva. Y aquí es donde adquiere carta de naturaleza la inteligencia, el cerebro humano. Porque con independencia del aserto afortunado de Van Gaal, ¿es cierto que algunas personas suelen actuar así de forma habitual?, ¿se puede justificar esta conducta humana?.

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Las zonas señaladas en rojo, la corteza cingulada anterior y la amígdala, aparecen con activación importante en la RMNf (fotografía del experimento citado en Nature)

El pasado 24 de octubre saltó a la Noosfera un mensaje muy esperanzador, porque se ha descubierto cómo funciona el cerebro optimista, posiblemente feliz, habiéndose detectado mediante resonancia magnética nuclear funcional (RMNf) que se puede localizar ya la predisposición a esperar hechos positivos. En un artículo publicado en la revista Nature (1), por la doctora israelí Tali Sharot y colaboradores, pertenecientes al Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York, se ha demostrado que a través de las imágenes obtenidas mediante la RMNf se puede observar el mecanismo cerebral que subyace al optimismo y las diferencias entre unos individuos y otros. También se ha concluido que este mecanismo está localizado en la amígdala y en la región de la corteza cingulada anterior. También se ha comprobado que estas estructuras son más pequeñas cuando las personas sometidas a este estudio pensaban en situaciones negativas del futuro y cuando se recordaba el pasado. Por el contrario, estas áreas son mayores en los más optimistas.

Elisabeth Phelps, coautora del artículo de referencia y directora del laboratorio donde se ha llevado a cabo la investigación, ha declarado al respecto que «Comprender el optimismo es crítico, ya que se lo relaciona con la salud física y mental. Por otro lado, una visión pesimista está correlacionada con la gravedad de los síntomas de la depresión». La bondad de este tipo de avances científicos es que nos permite vislumbrar los efectos contrarios de los hallazgos, descubriéndose al mismo tiempo que la depresión sabemos también dónde reside, por decirlo de forma metafórica. Tal y como se sabe a través del artículo publicado en Nature, el equipo de Phelps sometió a un grupo de siete hombres y a ocho mujeres, de edades comprendidas entre los 18 y los 36 años, a que pensaran en acontecimientos de su pasado, y que luego imaginaran su futuro durante 14 segundos, mientras sus cerebros eran analizados mediante resonancia magnética funcional, pidiéndoles también que se imaginaran a sí mismos en situaciones futuras como «ganar un premio» o «terminar con una relación amorosa».»Cuando los participantes imaginaban circunstancias positivas, se detectaba una mejora de la activación en el cíngulo anterior y en la amígdala, que son las mismas áreas cerebrales que parecen funcionar mal en la depresión», dijo la doctora Tali Sharot, principal autora del trabajo, que actualmente realiza un posdoctorado en el University College London, en Gran Bretaña. Los participantes más optimistas mostraban una mayor actividad en esta región al imaginar eventos futuros positivos», agregó la doctora Sharot. “Nuestros resultados sugieren que mientras el pasado está cerrado, el futuro está abierto a interpretación, lo que permite a las personas tomar distancia de posibles eventos negativos y acercarse hacia aquellos que son positivos», declaró Phelps por su parte.

En el post que publiqué sobre la estructura de la amígdala en este cuaderno de inteligencia digital, el 25 de febrero de 2007, Cerebro y género: una cuestión de amígdalas, abría unas líneas de investigación muy importantes para conocer bien esta pequeña estructura cerebral: “Desde el punto de vista científico, ya sabemos muchas cosas de la amígdala cerebral. Es una estructura muy pequeña y evolutivamente muy antigua. Dependiendo de su tamaño se puede identificar el carácter de una persona, llegándose a saber que una atrofia de la amígdala llevará a la persona que la sufra a una seria dificultad en el reconocimiento de los peligros, siendo realmente asombrosa la asociación que se puede llegar a dar entre su hipertrofia y la violencia y agresión. Se puede llegar a conocer hoy, a través de técnicas no invasivas de tomografía mediante emisión de positrones (PET), el coeficiente de las emociones en cada lado de la amígdala”. Y así fui adentrándome en el conocimiento de esta maravillosa central emocional y sentimental que tantos quebraderos de cabeza (nunca mejor dicho) suele darnos a lo largo de la vida. Sobre todo porque como finalizaba en ese post, es probable que cambie nuestra actitud ante la vida sabiendo que depende muchas veces de procesos en la neurotransmisión que, si los conocemos bien, podemos autojustificar las reacciones del periodista holandés que no gustaba a Van Gaal: “Tengo la impresión que la próxima vez que nos comamos una almendra, vamos a tener una sensación (¿emoción, sentimiento?) diferente de lo que hacemos. Probablemente, porque la amígdala cerebral de cada una, de cada uno, ha mandado unas señales neurológicas diciendo a la corteza cerebral que ya sabe por qué está sintiendo algo especial. Misión cumplida”.

Hoy, de forma especial, porque ya sé que muchas veces no se puede controlar de forma autónoma la actitud positiva o negativa ante la vida propia ó asociada, maravillándonos de dos pequeñas estructuras, del tamaño de una almendra, las amígdalas cerebrales, que me proporcionan un bien-estar ó un bien-ser (perdón por el neologismo), que el cerebro se encarga de tratarlo para que cada persona sea más inteligente en el acontecer diario, con sus cadaunadas, de cada una, de cada uno, de todos.

Sevilla, 7/XI/2007

(1) Tali Sharot, Alison M. Riccardi, Candace M. Raio & Elizabeth A. Phelps (2007). Neural mechanisms mediating optimism bias. Nature 450, 102-105 (1 November 2007).

Atocha: una verdad incómoda

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Cuando me he despertado esta mañana, la verdad estaba todavía allí (y aquí: en una sentencia ejemplar, en un juicio modélico, en la muerte sin sentido, real, en quienes lucharon por devolver vida a quienes se les escapaba en segundos de terror, en las personas y organizaciones que quisieron saber siempre la verdad machadiana, es decir, aquella que se busca en común, guardándose cada una, cada uno, la propia; en el Estado de Derecho, en aquellas personas afectadas por el atentado, que todavía no comprenden nada del absurdo de las creencias en algunos responsables del más allá que –paradojas del destino- hacen la vida imposible a los del más acá; en los silencios de los dioses a favor de la inteligencia humana, y en la democracia que se construye con las pequeñas acciones y cosas del día a día).

Cuando me he despertado esta mañana, la verdad estaba todavía allí (y aquí: he decidido cuidarla porque he crecido en las contradicciones de un país lleno de oportunidades en los últimos treinta años, que está más cerca de las culturas desconcertadas que de la educación para la ciudadanía).

Cierto.

Cuando me he despertado esta mañana, una verdad incómoda estaba todavía allí.

Sevilla, 4/XI/2007