Alalá (Alegría)

ALALA

Ya se acerca el momento de compartir Alegría, alalá en lenguaje caló, en la clave que expresó Mario Benedetti: «Defender la alegría como una bandera… como un principio / como un destino… como una certeza… como un derecho…». Es un proyecto de cine social, un documental comprometido con causas que se pueden ganar y que los de siempre dan siempre por perdidas, llevado a cabo por Producciones Singulares, con la colaboración de la Fundación Alalá entre otras instituciones, recordándome el espíritu y la obra de Costa Gavras o Bertrand Tavernier en películas sublimes y mágicas de profundas raíces sociales.

Alalá nos muestra una escuela de flamenco para niños en el barrio marginal sevillano del Polígono Sur, más conocido por Las Tres Mil Viviendas, con una presencia masiva de personas pertenecientes a la etnia gitana, donde el paro y la droga hace estragos, pero que tienen en el flamenco una forma de entender la vida, dándonos lecciones de ser y estar en el mundo de una forma diferente.

Sigo muy de cerca a la directora de este documental, Remedios Malvárez, por su hilo conductor profesional que me parece admirable. Ya hice una mención especial en este cuaderno digital de un corto dirigido por ella, Silencio, premiado en numerosas ocasiones, en el que también se muestra un compromiso muy concreto con la sociedad a través de un relato que denominé en su momento Elogio de lo sencillo y sublime. Cuenta una historia de una mujer sevillana, María Ángeles Narváez Anguita, con el nombre artístico de “La niña de los cupones”, hija de emigrantes, que nació en Aarau (Suiza), en el año 1975, que con solo 6 años de edad y a causa de un producto farmacológico, se quedó totalmente sorda del oído derecho, conservando algunos restos auditivos en el izquierdo, concretamente, deja de oír sonidos por debajo de los 30 decibelios. Finalizó su carrera de danza española en el año 1999, llegando a ser la primera persona sorda en España graduada en esta disciplina por el Conservatorio de Sevilla y pionera en el cante y baile flamenco en lenguaje de signos, que ella considera como su forma de transmitir la sensibilidad y la expresión de los sentimientos en el flamenco. Alterna en la actualidad la venta de cupones de la ONCE con esta expresión de belleza y sensibilidad paradójicamente sonoras.

No he visto todavía Alalá, pero lo imagino como una obra de arte concebida en el respeto a los que son diferentes y nos enseñan diariamente a comprender este mundo diseñado a veces por el enemigo. Su título es sugerente, pero me quedo con la expresión de Benedetti que imagino presente en su hilo conductor, “defender la alegría como un derecho”, porque el deber de la tristeza y del dolor de los que menos tienen es algo que impone la sociedad de consumo, mercantilizada, que hay que erradicar y contrarrestar con ejemplos de alalá como los que día a día se pueden encontrar en las Tres Mil viviendas, zona comanche para exquisitos sociales, aquellos que viven solo la alegría que proporcionan las mercancías y que están incapacitados metafísicamente para distinguir valor y precio.

Mi felicitación antecedente (la consecuente está garantizada) a Remedios Malvárez y a su equipo técnico de dirección, rodaje y producción, porque representa corporativamente y a través de producciones singulares una forma diferente de fotografiar y ver la vida con ojo crítico, quizá en la clave que nos enseñó hace ya muchos años Antonio Machado, un andaluz diferente también: «El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve». Como cuando nos miran, con alalá, las niñas y niños de las Tres Mil Viviendas, en el primer mundo, en Sevilla.

Sevilla, 22/VI/2016

 

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