
Finalizo esta serie dedicada a la visión estratégica del tratamiento de los datos públicos masivos que existen en la Administración tanto a nivel estatal como autonómico, centrando hoy este análisis en la reflexión estratégica sobre la auténtica razón de existir de los datos públicos masivos: la salvaguarda del interés general en la generación y tratamiento estratégico integral e integrado de los mismos, como resultado de las políticas digitales llevadas a cabo por el Gobierno correspondiente, protegiendo el ecosistema público digital del país.
¿Qué es el ecosistema público digital? El conjunto de personas atendidas por la Administración mediante sistemas de información que se interrelacionan entre sí en economías de escala, para obtener productos adecuados que salvaguarden el interés general de la ciudadanía y su evaluación continua. Entre estos productos adecuados se encuentra el tratamiento de la información que genera esta interrelación, creando bases de datos públicos masivos, por ejemplo y a título indicativo, que no exhaustivo, en ámbitos públicos de marcado interés general como puede ser la salud, educación, servicios sociales, empleo, entre otros. Siempre con visión de Estado, no solo en localizaciones territoriales concretas, que nunca formarían parte del ecosistema público digital, como ocurre en la actualidad, con ejemplos tan evidentes como los sistemas de información de salud de Comunidades Autónomas, que no pueden interoperar entre sí y con otros sistemas propios por no existir políticas digitales al respecto, generando además un gasto público insoportable y con daños colaterales al citado ecosistema, generando un puzle digital inhumano, al no poder obtenerse información conectada y compartida que redundaría en beneficio del interés general, gran víctima de esta dejación política. Para decirlo claramente, se está incurriendo en una clarísima dejación de cumplimientos constitucionales en el funcionamiento de la Administración al respecto.
Bajando a realidades concretas y próximas, los artículos anteriores de esta serie han abordado diferentes formas de abordar esta oportunidad extraordinaria que tienen tanto el Gobierno central como los Gobiernos de las Comunidades Autónomas en este país, en sus múltiples centros de procesos de datos, donde se trata de consolidar la información derivada de sus múltiples departamentos, sin visión alguna de pertenencia al ecosistema público digital que se debería definir, construir y estructurar con visión de Estado. El problema actual radica en que al no existir política pública digital de amplio espectro, lo que resulta es la proliferación de depósitos de información, digitales por supuesto, pero sin tratamiento profesional de ecosistema público digital, por problemas serios de interoperabilidad al no haberse fijado políticas públicas digitales al respecto.
¿Qué hacer? Ya lo he manifestado por activa y por pasiva en este blog: para empezar, es urgente crear una Secretaría de Estado de Política Digital, dependiente de la Presidencia del Gobierno, que establezca una estructura a nivel de Estado que fijara una estrategia pública digital, más allá de la estrictamente necesaria para el cumplimiento de la Agenda Digital de Europa que, por supuesto, integraría, pero como una responsabilidad pública más y no exclusiva, como ocurre en la actualidad, para llevar a cabo políticas digitales en el corto, medio y largo plazo, con visión más allá de una legislatura. Todo el tiempo que pase sin abordarse esta cuestión significará una pérdida de tiempo lamentable para salvaguardar el interés general de la ciudadanía en el ámbito digital, que es a quien debe servir. Además, porque mantener esta situación es un despilfarro de dinero público que no se debería permitir por más tiempo. Lo grave no es el gasto, que no inversión, en infraestructuras digitales para mantener el desorden digital existente, sino el tiempo perdido y que difícilmente se podrá recuperar, teniendo al alcance de la mano la posibilidad que ofrece una política adecuada en el tratamiento de los datos públicos masivos, que es lo que abordo ahora con carácter especial.
El ecosistema público digital está en peligro si no se toman medidas con carácter urgente y sin más dilación. Lo he dicho en múltiples ocasiones: no confundamos gasto con inversión pública al respecto. El problema actual no es que no haya dinero público para abordar estas cuestiones, el problema real es que no hay liderazgo político para coger el toro por los cuernos de una vez y llamar a esta realidad por su nombre: dejación política en un acción tan sentida y percibida por la ciudadanía, como es la realidad digital, al estar viviendo todos en un ecosistema digital que nos ofrece posibilidades extraordinarias para construir un mundo diferente, a pesar de los detractores del mismo, que también existen. Lo que no es tolerable es contemplar que el Estado es el primer artífice de este desastre en el tratamiento de los datos públicos masivos, al no ordenar y organizar política y legalmente esta actividad, teniendo muestras en el ámbito internacional donde ya se han tomado medidas serias al respecto.
Al igual que en el cambio climático, hay que convencer a los descreídos y distraídos que no acaban de convencerse de que el establecimiento de estas políticas digitales es imprescindible para el progreso de este país, donde la economía del conocimiento que puede ofrecer el ecosistema público digital puede ser una fuerza tractora extraordinaria como primer motor inmóvil (que decía Aristóteles) para obtener resultados alentadores para la ciudadanía y empresas emergentes. Porque urge salvar el ecosistema público digital.
Con esta serie, que finaliza hoy, cumplo otro sueño: llegar a ser, en un día no muy lejano, miembro del ecosistema público digital de este país, escribiendo hoy con palabras de compromiso activo que sirvan para los demás, aunque reconozco que ser dueño de las palabras, es el acto humano por excelencia porque es una posibilidad que solo pertenece a mi especie, siendo consciente de que genera en el acto de escribirlas un miedo cerval ante la página en blanco. Pero son solo proposiciones, tal y como lo aprendí un día ya lejano de Pablo Milanés, porque las ideologías digitales, ya saben, tampoco son inocentes: Propongo compartir lo que es mi empeño / Y el empeño de muchos que se afanan / Propongo, en fin, tu entrega apasionada / Cual si fuera a cumplir mi último sueño.
Sevilla, 2/XII/2016
NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de http://www.mintic.gov.co/portal/604/w3-propertyvalue-634.html
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