Balada de los que iremos a Granada

UNA HABITACION PROPIA

Si altas son las torres, el valor es alto.
Venid por montañas, por mares y campos.
Entraré en Granada.

Rafael Alberti, Balada del que nunca fue a Granada, en Baladas y canciones del Paraná (1954)

Siempre me acompaña, en mi memoria de secreto, la Balada del que nunca fue a Granada, de Rafael Alberti. Resuena en su voz la muerte dolorosa de su amigo Federico García Lorca, a quien visité el año pasado en su casa natal en Fuente Vaqueros (Granada), donde leí párrafos suyos dedicados a las personas de su pueblo como homenaje de la lectura que nos hace más libres: Porque es necesario que sepáis todos que los hombres no trabajamos para nosotros sino para los que vienen detrás, y que éste es el sentido moral de todas las revoluciones, y en último caso, el verdadero sentido de la vida (Federico García Lorca (1931), Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros). Impecable.

He conocido que el miércoles pasado se inauguró en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, la exposición Una habitación propia. Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes, 1919-1936, “organizada por la Fundación Federico García Lorca y la Residencia de Estudiantes, que recorre el paso del poeta por la Residencia, primero como residente, durante los años 1919-1928, y después, a través de los proyectos que prolongaron su vinculación con ella hasta 1936” (1). La exposición se mantendrá hasta el 27 de julio, fecha en la que se inicia el viaje definitivo a Granada donde se podrá ver en su enclave definitivo.

La exposición es un homenaje de despedida al legado del poeta al Centro Federico García Lorca de Granada, en agradecimiento a la Residencia de Estudiantes, donde la Fundación tiene su sede y custodia su legado desde 1986, año en que se inició el proyecto de recuperación de la Residencia. García Lorca vuelve a Granada, a su hogar, donde iremos a acompañarlo en este viaje hacia alguna parte de la España libre, un lugar que acogerá definitivamente su legado y que podremos disfrutar en un plazo muy breve de tiempo.

Vuelvo a leer de forma pausada la balada de Alberti y me detengo en versos que todavía duelen…, antes de ir definitivamente a Granada, a su Centro, donde podré contemplar muy pronto muchos vestigios de su obra, recuerdos de su habitación propia, de su alma de todos y de secreto: “Qué lejos por mares, campos y montañas! Ya otros soles miran mi cabeza cana. Nunca fui a Granada. / Mi cabeza cana, los años perdidos. Quiero hallar los viejos, borrados caminos. Nunca vi Granada. / Dadle un ramo verde de luz a mi mano. Una rienda corta y un galope largo. Nunca entré en Granada. / ¿Qué gente enemiga puebla sus adarves? ¿Quién los claros ecos libres de sus aires? Nunca fui a Granada. / ¿Quién hoy sus jardines aprisiona y pone cadenas al habla de sus surtidores? Nunca vi Granada. / Venid los que nunca fuisteis a Granada. / Hay sangre caída, sangre que me llama. Nunca entré en Granada. / Hay sangre caída del mejor hermano. Sangre por los mirtos y aguas de los patios. Nunca fui a Granada. / Del mejor amigo, por los arrayanes. Sangre por el Darro, por el Genil sangre. Nunca vi Granada. / Si altas son las torres, el valor es alto. Venid por montañas, por mares y campos. Entraré en Granada”.

Porque si altas son las torres del desencanto actual, el valor es muy alto para los demócratas. Iremos a visitar a Federico García Lorca por montañas, por mares y campos. Entraremos en Granada, con respeto y admiración, con esta balada de Alberti escrita en el corazón.

Sevilla, 16/VI/2017

(1) http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/acto.jsp?rsection=Actividades&acto=6583
(2) http://elpais.com/diario/1980/02/27/ultima/320454006_850215.html

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