Ignoramos cuánto valen las cosas públicas


«Cuanto vale se ignora y nadie sabe / ni ha de saber de cuánto vale el precio»

Antonio Machado (1875-1939). Nota manuscrita en unos papeles perdidos

Lo dejó escrito Antonio Machado en unas maravillosas notas manuscritas y descubiertas no hace tantos años y que ahora cobran especial importancia porque se ignora cuánto valen las cosas públicas. Hoy es importante recordar esta frase del gran poeta sevillano porque se aprobarán los Presupuestos Generales del Estado para 2017, después de un largo recorrido político, mediático, y creo que estamos obligatoriamente obligados a conocerlos con detalle porque en ellos se encuentra la financiación del Estado y su proyección en las Comunidades Autónomas, en lo que corresponda. Además, no son inocentes, es decir, están planteados desde una determinada perspectiva política y ya sabemos que en su conjunto los Presupuestos Generales del Estado y los de las Comunidades Autónomas, tampoco lo son, porque todo depende del color político desde el que ve la forma de gobernanza correspondiente.

Hoy es unos de los días, políticamente hablando, más importantes para el país. Sé que estamos viviendo una etapa de desafección política muy preocupante, pero deberíamos prestar especial atención a lo que pasa -en este momento que escribo este post- en el Congreso de los Diputados, cuando no sabemos lo que realmente está pasando y tanto nos puede llegar a afectar en ámbitos tan transcendentales para la vida diaria de la ciudadanía como el empleo, la educación pública en todos sus niveles, la atención a la salud y su proyección en el Sistema Nacional de Salud, el desarrollo e implantación de servicios sociales equitativos y su proyección actual tan preocupante por la falta de aplicación efectiva de la llamada Ley de la Dependencia.

La verdad es que ignoramos cuánto valen las cosas públicas, mucho más por los años que llevamos instalados en la corrupción pública a todos los niveles, donde todo necio confunde valor y precio. También, por la falta de transparencia real y efectiva para conocer el recorrido completo del presupuesto, gasto y evaluación del dinero público, una tríada capitolina para el empoderamiento auténtico de la población.

Un ejemplo de transparencia que tiene el sustento de los datos públicos masivos, vale más que mil palabras. Sé que el Presupuesto del Estado y de las Comunidades Autónomas maneja términos diseñados a veces por el enemigo, pero conozco casos muy emblemáticos y didácticos para comprenderlo. Pongo el ejemplo del trabajo que realiza actualmente en España la Fundación Civio con algunas Comunidades Autónomas que se están situando cada vez más en clave de Gobiernos abiertos y transparentes, a través de la herramienta basada en la aplicación de los Presupuestos Abiertos de Aragón que Aragón Open Data ha abierto al uso público y que recomiendo analizar con detalle respecto de Andalucía, por ejemplo, donde se muestra y demuestra con creces que cuando hay voluntad política de difundir un Presupuesto es posible hacerlo. Se analiza la distribución del presupuesto regional en España durante los años 2006 al 2015, pudiéndose observar tanto el gasto presupuestado total, como el presupuesto por habitante. Se pueden ver las cantidades por área funcional, como por ejemplo Sanidad, referidas a cada región o a todo el territorio nacional. Conozco a David Cabo, trabajador incansable a favor del conocimiento accesible y libre, Patrono Fundador y director de la Fundación, porque en su momento trabajé con mucha ilusión por incorporar esta herramienta en Andalucía, solución que finalmente no se llevó a cabo, con gran decepción por mi parte.

La política presupuestaria transparente es aquella que transmite las acciones de gobierno de forma “clara, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad”, tal y como define la Real Academia Española la cualidad de transparente, es decir, la transparencia. Es verdad, porque el marco en el que se tiene que desenvolver la política de la gestión del dinero público por parte de los Gobiernos progresistas que la desarrollen, es el de la transparencia que se comprende en sí misma, que algunos viven (sin hacer esta política) como un castigo divino, cuando debía ser la quintaesencia de esta acción política que ahora nos ocupa en esta serie. Mucho más cuando se debería acompañar de una política digital para garantizar la equidad en la accesibilidad a los datos públicos masivos que hay detrás de cada presupuesto público, no digamos de los Presupuestos Generales del Estado. No solo es el resultado final de un camino legal, que también lo es, sino una actitud política de gobernanza que ampara los datos públicos masivos que posee en sus servidores gracias a la interrelación con la ciudadanía, a quien sirve y de la que se retroalimenta. La transparencia no es solo el objeto de una ley o un portal específico, sino una actitud pública mantenida en el tiempo, para que la accesibilidad a los datos digitales sea una constante en alta disponibilidad, gracias a una clara y rotunda política digital de carácter sustantivo, con visión de Estado y con una proyección hacia el Estado de las Autonomías, cruzada permanentemente por una transversalidad digital de amplio espectro que solo se consigue con políticas y estrategias digitales progresistas, avanzadas, que trabajan siempre en clave de interoperabilidad integral, sin fronteras atómicas que lo impidan.

El Gobierno actual debería abrir la trastienda donde se tramitan y gestionan de principio a fin los Presupuestos Generales del Estado, una vez aprobados y como compromiso en toda regla. Me quedo, sin ninguna duda, con la expresión preciosa sobre el lema “trastienda” que se utilizaba en el Siglo XVIII en España y así lo transmitió la Autoridad correspondiente (RAE A, 1739), pág. 341,2): hay que trabajar en la trastienda [pública], es decir, con cautela advertida y reflexiva en el gobierno de las cosas [públicas]… Sobre todo, repito, de las públicas, porque ignoramos cuánto valen realmente aunque todos participamos y/o nos beneficiamos o perjudicamos por ellas. De ahí que estemos obligatoriamente obligados a entenderlas.

Sevilla, 31/V/2017

PORQUE NO QUIERO OLVIDARLO, NI SIQUIERA UN MOMENTO…

Son imprescindibles las mujeres que escriben

PALABRAS CONTRA EL OLVIDO

Creo que a María Teresa León apenas se la conoce en España, no más allá de haber compartido una larga vida con Rafael Alberti. Ayer, en la Feria del Libro de Sevilla, la vi en muchos mostradores de librerías que enseñaban sus cartas de identidad, entre las que se encontraban las portadas de varios libros de y sobre María Teresa León. Me alegré al reencontrarme con ella, haciéndose justicia al rescatarla del olvido porque creo que, al igual que el título de un libro sobre el que escribí en este cuaderno digital en 2007, las mujeres que escriben (y leen) son peligrosas imprescindibles, es más, han aportado y aportan una riqueza incuestionable a la literatura.

Conocí más de cerca a María Teresa León durante mi estancia en Roma en 1976, cuando vivía junto a Rafael Alberti en Via Garibaldi, 88, en el Trastévere, no a ella directamente sino a la persona que la cuidaba en los primeros atisbos de la enfermedad que la alejaría después del mundo real. Supe de sus viajes en tren hacia Milán, para que atendieran su situación compleja. Aun así, tengo que reconocer que solo conocía bien a Alberti, pero María Teresa fue un descubrimiento que tardé muchos años en atender y leer con el detalle y respeto que mereció siempre.

Hay una anécdota en mi historia reciente que me ha marcado mucho, porque quizá fue una forma simbólica de devolver a María Teresa León lo que este país le había robado durante muchos años, por el exilio y algo más duro todavía, el olvido. Sucedió en una gran superficie localizada en Sevilla capital. Había ofertas de libros con precios de saldo y cerca de la caja donde me situé para pagar me encontré con una torre de diez libros iguales de María Teresa León, Memorias de la melancolía, a un euro el ejemplar. Los compré todos con gran asombro de la cajera que, entre productos frescos de diverso origen, se encontró de pronto con diez libros iguales, una mercancía casi desconocida, sobre los que me pidió una sencilla explicación por aquella forma de proceder. No conocía a la autora y aproveché para explicarle quién era y la melancolía que me producía verla en aquella situación. Fue una operación rescate in extremis como pequeño homenaje de respeto y para sacarla del olvido. A día de hoy, solo conservo un ejemplar, porque los nueve restantes los regalé a personas que aprecio y que saben tratar bien a María Teresa. Es verdad, salvando las distancias obviamente, que se volvió a reproducir en mí una memoria de la melancolía.

TRECE CUENTOS

En este contexto, he leído hoy un artículo precioso, Los relatos olvidados de Luisa Carnés: exiliada republicana, escritora comprometida (1), que me ha parecido fascinante y que ha dejado al descubierto la ignorancia que tenemos en este país sobre la pléyade de mujeres escritoras que fueron silenciadas durante el régimen franquista. Me emociona conocer esta operación rescate de mujeres que escribieron maravillosamente bien, pero desde el exilio en el mayor número de casos. Luisa Carnés escribió dos obras señeras, de alto voltaje político, Tea Rooms y Trece cuentos, que por lo narrado en el artículo parecen apasionantes. Leerlas será el mejor homenaje a esta mujer, olvidada durante tantos años de desidia y desprecio a las mujeres escritoras de este país durante la posguerra y pertenecientes también a la denominada Generación del 27.

Al igual que los santos, la Feria del Libro de este año, que se clausuró ayer, tiene también su octava y este pequeño homenaje es como poner un broche de oro personal a este acontecimiento literario en esta ciudad, que tanto aportó para el controvertido descubrimiento de América y que todavía está por descubrir en su realidad actual. Mujeres escritoras, como Zenobia Camprubí, María Teresa León, Simone de Beauvoir y Luisa Carnés, entre otras muchas, merecen nuestro aprecio y respeto todos los días, porque sencillamente lo dedicamos hoy, especialmente, a sus libros.

Baste un ejemplo final de lo que escribí en 1976 sobre una mujer escritora citada anteriormente, Simone de Beauvoir, después de un análisis de su magnífica obra El segundo sexo, ignorada en España en los años de autos por su texto y contexto: “Es indudable que el análisis de Simone de Beauvoir sobre la infancia, no pasa de ser un análisis monocolor de su infancia, que era también la infancia de la época, década de los años diez y veinte del Siglo XX. Paradójicamente, acepto que muchas reflexiones de ella podrían aplicarse a décadas posteriores, donde la educación sexual (no olvidemos que es su preocupación fundamental en esta obra) ha brillado por su ausencia. Hoy, asistimos a un momento diferente, donde los jóvenes han hecho periclitar el edificio clásico de las inhibiciones y frustraciones sexuales. Bastaría citar el fenómeno registrado en Italia, con la publicación del libro “Porci con le ali”, donde Rocco y Antonia viven una experiencia sexo-política muy similar y donde el vocabulario utilizado para sus expresiones dialécticas, desde el principio y hasta el fin del libro, darían que pensar incluso a Simone. Junto a esta realidad, la formación real hoy es una formación de la calle, de los diferentes clubes, de la filmografía, donde el lenguaje desenfadado manifiesta un epifenómeno muy curioso: la insatisfacción por saturación (…). El problema radicó en que la lectura de “El segundo sexo”, a escondidas, por ser manzana prohibida, facilitó un curso acelerado de formación y de satisfacción de curiosidad, con todos los problemas que podría acarrear a las mujeres lectoras. Hoy, su obra, aporta datos de interés a nivel histórico, pero cualquier manual o revista “avanzada” abre ya los ojos a muchas realidades. Aun así, hay que reconocer la valiente realización de Simone de Beauvoir, su desesperada lucha por encontrar su libertad…” (2). También, lo que aportó a los hombres y mujeres de muchas épocas, lectores y lectoras de relatos basados en la libertad intelectual, la que amó María Teresa León, a quien tanto aprecio.

Sevilla, 29/V/2017

(1) Franch, Ignasi (2017, 28 de mayo). Los relatos olvidados de Luisa Carnés: exiliada republicana, escritora comprometida.
(2) Cobeña, J.A. (1976). La personalidad frustrada de Simone de Beauvoir. Trabajo de doctorado realizado en mayo de 1976, en Roma (sin publicar).

La ciudadanía lee en la Feria del Libro

Al lector de se llenaron de pronto los ojos de lágrimas, y una voz cariñosa le susurró al oído:

– ¿Por qué lloras si todo en este libro es mentira?

Y él respondió:

– Lo sé, pero lo que yo siento es de verdad

Ángel González, extracto de “La verdad de la mentira”

Hoy ha tenido lugar un acto entrañable en la Feria del Libro en Sevilla. A las 13:00 horas, en la Pérgola, la Asociación “Iniciativa Sevilla Abierta”, de la que soy miembro, ha protagonizado un encuentro con la ciudadanía a través de la lectura de textos sobre un hilo conductor muy sugerente «Reivindiquemos los placeres «inútiles» de la vida», en unos momentos en que todo lo que no se considera útil no merece la pena, obedeciendo exclusivamente a las leyes del gran mercado del mundo. En ese acto he leído, junto a nueve personas más, de diferentes extracciones sociales de esta ciudad, unas palabras que he preparado este año en el contexto de la Feria, «Escribir es como cavar un pozo con una aguja», sobre una idea del premio Nobel, Orhan Pamuk, que me atrapó en el placer inútil (para algunos…) de escribir cavando en la persona de secreto que todos llevamos dentro.

Deseo compartir las palabras leídas con quienes siguen las publicaciones en este cuaderno digital. Si algo tuviera que destacar del acto de hoy, junto al agradecimiento a la Asociación por haberme invitado a participar, a su presidente Eliseo Monsalvete y a la conductora del encuentro, Pilar Lebeña, es la intervención de una lectora de 6 años, Amanda, que ha leído con sentimiento un texto extraordinario de Ángel González, el que encabeza este post. Solo por escucharlo y escuchar a Amanda ha merecido la pena el placer “inútil” de estar allí.

Sevilla, 28/V/2017

Hace muchos años que Raimon dijo no

La banda sonora de la vida de cada uno es muy particular como lo era el patio de mi casa de la infancia. Pero algunas canciones marcaron épocas inolvidables donde por ósmosis libertaria nos impregnábamos de música y músicos que nos hacían vibrar en la búsqueda de un país mejor para todos. Es el caso de Raimon, que la semana próxima se despide definitivamente de los escenarios, después de años incansables de idas y venidas cabalgando sobre un corcel imaginario de ilusiones y proyectos para todos. Recuerdo, sobre todo, dos canciones que las recupero de mi memoria de hipocampo con una facilidad asombrosa al cantarlas: Al vent y Diguem no, porque el idioma alternativo en la época de autos, finales de los sesenta y comienzos de los setenta del siglo pasado, tenían un sentido reivindicativo como plus de la lucha por la democracia en España.

Los últimos meses en este país han sido especialmente virulentos en relación con decir NO, con mayúsculas, a una situación política que era insostenible, vivida a lo largo de 2016 y con vaivenes de infeliz memoria. Lo traigo a colación porque la canción de Raimon, Diguem no, era un manual breve para mantener el no en la vida, en ocasiones en la que hay que enfrentarse a situaciones complejas y saber decir y mantener el no, a pesar de las dificultades que normalmente conlleva. Raimon nos decía en su canción que ahora que estamos juntos, diré lo que tú y yo sabemos y que a menudo olvidamos: hemos visto al miedo ser ley para todos, hemos visto a la sangre -que sólo hace sangre- ser ley del mundo. Y enarbolaba el estribillo de la dignidad personal y colectiva frente a los que no defienden el interés general, a los que conocemos por su nombre y sus siglas: no, yo digo no, digamos no. Nosotros no somos de ese mundo. No, digamos no.

Para no decaer en el empeño proseguía: hemos visto al hambre ser pan para todos. Hemos visto que han hecho callar a hombres llenos de razón. Y nos animaba a cantar juntos: no, yo digo no, digamos no. Nosotros no somos de ese mundo. No, digamos no. Nosotros no somos de ese mundo. En mi época, se prohibieron las dos estrofas finales por atentar contra principios del Régimen: hemos visto al hambre ser pan para los trabajadores. Hemos visto encerrados en la prisión a hombres llenos de razón. Sin comentarios.

Me parecía justo y benéfico ser agradecido con Raimon porque me permitió luchar por ideales puros, utópicos para los de siempre, pero que no olvido. Cuando he sabido que ya no los cantará más en público, para todos, he sentido la necesidad de compartirlos de nuevo, al viento, con el pensamiento y sentimiento puesto en esta letra, porque esos ideales son incluso más fuertes que el viento. Mediante el compromiso social activo, porque si ese compromiso no tiene la fuerza del corazón que pones en ello, es solo eso, una palabra sin más. Rafael Alberti lo expresaba de forma impecable: Libre solo el corazón, más que el viento.

Con Raimon supe lo que era cantar al viento (al vent…) cuando la vida nos da penas, porque el mero hecho de nacer es ya un gran llanto y que la vida puede ser ese llanto; pero nosotros podemos seguir cantando al viento, con la cara al viento, con el corazón al viento, con las manos al viento, el viento que sopla para todo el mundo, aunque muchos no seamos de ese mundo que tiene al miedo como ley para todos, porque hemos visto a la sangre -que sólo hace sangre- ser ley del mundo. Por todo ello, es muy importante saber mantener el No a lo que es indigno, el NO que aprendimos con Raimon cantándolo en su idioma de todos y de secreto.

Sevilla, 27/V/2017

Precariedad de precariedades, todo es precariedad

PRECARIEDAD

Se acabó la estabilidad en nuestra vida porque casi todo lo que tocamos es precario. Es un adjetivo que nos acompaña especialmente en estos tiempos revueltos, especialmente en los trabajos que llevan a cabo los parados que malviven en la larga estela de la crisis que asola el mundo o de la legislación laboral actual en este país (que hay que cambiar con prioridad absoluta), aunque estoy de acuerdo desde hace ya muchos años con Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química en 1977, cuando defendía que estamos instalados en la inestabilidad, afirmación derivada de su actividad científica. Ya lo vaticinó también y muchos siglos atrás Heráclito de Éfeso en su clásico discurso sobre “todo fluye, nada permanece”, pero sin que todavía se hubiera impregnado del magma de la miseria social, cuando la ausencia de democracia tomó el control férreo del rumbo social de la humanidad. Por cierto, sin enterarse la Iglesia a lo largo de los siglos de lo que en realidad le pasaba al mundo, al interpretar que aquello era la constatación más plena de que hay tiempo de todo en la existencia y que la precariedad de precariedades es solo precariedad total. O lo que es lo mismo, vanidad de vanidades, todo es vanidad.

La precariedad, como cualidad del lema “precario”, tiene una tradición oral en España que se recoge por primera vez en el Diccionario de Autoridades, al que acudo con frecuencia reverencial, porque creo que la definición de “precario” tiene un valor extraordinario en nuestro tiempo moderno: “[…] en lo forense se aplica a lo que solo se posee como en préstamo y a voluntad de su dueño”. También, en la definición actual del DRAE, se jerarquiza su comprensión correcta: “De poca estabilidad o duración. Que no posee los medios o recursos suficientes. Que se tiene sin título, por tolerancia o por inadvertencia del dueño”. Es verdad, la precariedad es la anti dignidad en estado puro, porque no se tiene nada por la vía del derecho o del deber, sino como préstamo y a voluntad de la autoridad competente (sin suponer que tenga por ahora tics militares). Pero el Diccionario de Autoridades recoge a continuación una explicación de la utilización del término que me parece mucho más sugerente todavía, al interpretar literalmente su larga vida latina, de donde procede: “Que el respeto de los Consejos se apoya en la Majestad de los Reyes, y es el espíritu que los anima, que cuando esta falta, como sucedía en aquella ocasión, era precaria cualquier obediencia”. Es decir, todo es cuestión de Majestad, del principio de autoridad bien entendido.

Creo que esta última acepción corrobora lo que está pasando en este país donde casi todo es precario o se vive en la precariedad más absoluta: falta la autoridad ética suficiente en quienes tienen que ejercerla y se legisla de una forma que no es tolerable para muchas personas de este país, refiriéndome en concreto y para que se entienda bien, a la situación de paro y trabajos en precario que asolan el país. Cualquier obediencia está también en precario, porque casi nadie se fía del orden y poder político establecido, porque lo único a lo que se puede acceder, salvo honrosas excepciones, es a un trabajo que no tiene correspondencia casi nunca con los títulos universitarios que se posean y por tolerancia de una legislación complaciente. Lo que ocurre con el trabajo precario es solo una manifestación de la precariedad que se extiende como una gota de agua o un mar en el que falta “majestad ética ejemplar” para exigir la obediencia debida en todos los órdenes de la vida. Ya lo decía anteriormente: precariedad de precariedades, todo es precariedad. Falta ejemplaridad política y eso es lo que nos pasa, como siglos atrás pasaba con la falta de Majestad de los Reyes. De ahí a la obediencia precaria universal en todo lo que se mueve, solo hay un paso. Estamos avisados por la Historia.

Sevilla, 25/V/2017

NOTA: la imagen se ha recuperado de la edición de hoy de elpais.com

Un lápiz de carpintero

EL LAPIZ DEL CARPINTERO

La realidad inteligente, sí señor. Todos soltamos un hilo, como los gusanos de seda. Roemos y nos disputamos las hojas de morera, pero ese hilo, si se entrecruza con otros, puede hacer un hermoso tapiz, una tela inolvidable…

Manuel Rivas, El lápiz del carpintero

Algo está ocurriendo esta semana en mi memoria de secreto, porque todos los caminos por los que transito, yendo del timbo al tambo (como decía García Márquez en sus cuentos peregrinos), se cruzan en un denominador común bien señalizado: el respeto hacia la memoria histórica de este país, en los momentos cruciales de la guerra civil en el siglo pasado, en sus antecedentes políticos, históricos y en sus consecuentes sociales de dolor y sufrimiento.

He buscado en la caja donde guardo recuerdos de lo vivido lejano y he encontrado una foto de mi padre en el frente de Extremadura en 1938, a sus veinte años, unos meses antes de resultar herido de gravedad y de arrastrar una minusvalía motora y acústica hasta su muerte a los veintisiete años, como consecuencia del bombardeo de la aviación republicana en Cabeza del Buey (Badajoz). No he podido interpretarla nunca. Precisamente, por no haber podido cruzar ninguna palabra con él, me permito darle las gracias por posar con la arrogancia y frescura de quien no entendía nada de lo que estaba pasando pero que lo tenía que pasar desgraciadamente para que la historia lo interpretara un día de forma ecuánime, con un fondo en el color sepia de la cerrazón de unos y otros.  También, porque cuando respetamos la memoria histórica podemos ejercer el perdón con conocimiento y libertad. Estoy convencido que perdonar es comprender y a veces se comprende tanto que no hay nada que perdonar.

En este contexto anímico, esta mañana me he encontrado en una de las aceras de esta ciudad (las que amaba Jane Jacobs) un lápiz de carpintero, usado, hecho en España, de nombre “Carpintero”, en cursiva dorada, fabricado por Molin (Spain). Lo he asociado inmediatamente con el que conservo todavía sin haberle sacado punta alguna (desde el punto de visto físico, no intelectual y sentimental), que regalaban con la primera edición de un libro maravilloso de mi querido maestro Manuel Rivas, El lápiz del carpintero, una obra que ocupa un lugar preferente en las estanterías de mi biblioteca de toda la vida, en una sección que lleva por título: Libros para llevarse a una isla desconocida y desierta.

Rápidamente he ido al capítulo 5 del libro y he vuelto a leer, al menos tres veces, aquellas andanzas del pintor que había conseguido un lápiz de carpintero en la cárcel de la Falcona, en Santiago de Compostela, cuando su amigo Marcial Villamor, sindicalista y carpintero, se lo regaló, un lápiz de su oficio, antes de que lo mataran los paseadores que iban de caza a aquella prisión. Ese lápiz había pasado por muchas manos obreras y comprometidas y él pudo sustituir la teja con la que habitualmente pintaba por ese lápiz maravilloso en sus resultados, que más adelante explica con lujo de detalles Manuel Rivas.

Sobrecoge el entorno que crea el autor para describir cómo cuenta el pintor a sus compañeros de la Falcona lo que ha pintado en el cuaderno y donde todos están representados, es decir, quién era quién de los que estaban allí dibujados en su particular Pórtico de la Gloria. Con su lápiz de carpintero en la oreja, aplanado para no hacer daño, les explica el retrato que ha hecho de cada uno. Casal, exalcalde de Santiago de Compostela, era ahora Moisés; Pasín, miembro del sindicato ferroviario, era San Juan Evangelista. El teniente Martínez pasaba a ser San Pablo, a pesar de sus antecedentes como carabinero y concejal republicano. Y dos viejos encarcelados que les acompañaban en aquella ocasión “eran los ancianos que estaban arriba, en el centro, con el organistrum, en la orquesta del Apocalipsis. Y a Dombodán, joven e inocente, le dijo que era un ángel que tocaba la trompeta. Finalmente, otro testigo de aquella escena sobrecogedora, Da Barca, asumió en el dibujo del pintor un papel enigmático, el del profeta Daniel, que es el único “que sonríe con descaro en el Pórtico de la Gloria”.

PORTICO DE LA GLORIA

No sé qué se ha pintado con el lápiz que he encontrado esta mañana en la calle. Lo que puedo asegurar es que la moviola de los últimos días de mi vida ha comenzado a proyectar en mi persona de secreto imágenes dibujadas por el lápiz de Manuel Rivas, comprendiendo mejor que nunca que se debe recuperar la dignidad intacta de los que luchan todos los días por alcanzar en beneficio de todos, por interés general, un mundo mejor. Los llamados imprescindibles, según Bertolt Brecht. También, he dibujado simbólicamente la militancia en el Club de las Personas Dignas, al que pertenecen millones de personas en este país, que debe ser escuchada siempre para la toma de decisiones de la sociedad organizada, de las minorías silenciosas, de los portavoces de los que menos tienen, de los que luchan hasta el final sin bajarse de las pateras de la vida, alejadas de barcos repletos de gente que disfrutan en cruceros inútiles el dolce far niente pero que no aportan nada a la sociedad. Los que escuchan La Internacional y siguen vibrando al cantarla, sabiendo lo que dicen, formando parte del grupo que estaba en la Falcona, intentando comprender lo que les decía aquel día el pintor, como protagonistas del Pórtico de la Gloria retratados con un humilde lápiz de carpintero.

Es posible que hoy pudiera dibujarse de nuevo otro Pórtico de la Dignidad, con otros rostros anónimos que luchan por la libertad de todos, con un lápiz rojo de nombre “Carpintero”, en cursiva dorada, fabricado por Molin (Spain). Lo importante es que pensemos que todo es posible en la realidad inteligente, en el mundo de internet, en la Noosfera de las Personas Dignas, mucho más universal y accesible por equidad porque “Todos soltamos un hilo, como los gusanos de seda. Roemos y nos disputamos las hojas de morera, pero ese hilo, si se entrecruza con otros, puede hacer un hermoso tapiz, una tela inolvidable…”, que podemos dibujar siempre incluso con un lápiz olvidado y rojo, de carpintero.

Sevilla, 24/V/2017

Impasible el “alemán”

El día que el triunfo alcancemos
ni esclavos ni dueños habrá
los odios que al mundo envenenan
al mundo se extinguirán

El hombre del hombre es hermano
derechos iguales tendrán
la tierra será el paraíso
patria de la humanidad.

La Internacional (fragmento)

En mi colegio se cantaba el Cara al sol con una rutina que hoy me sobrecoge al recordarlo, pero yo no era consciente de lo que significaba en el fondo y forma de la época y, menos todavía, de lo que quería decir su letra. Sorprendentemente, supe muchos años después que el edificio de mi colegio, durante la guerra civil, fue incautado por la FAI y que instalaron allí un Ateneo Libertario. Si aquellas paredes hablaran, estoy seguro que la Internacional sonaría ante la atenta mirada de la familia de Dª Antonia, mi querida maestra en todos lo órdenes de la vida, que siempre tuvo compasión con lo ocurrido en aquellos años tan difíciles, porque sabía que los milicianos que estaban enfrente (vivían en la otra acera de la calle Narváez, muy cerca de mi casa) les habían perdonado la vida al conocer que en aquél colegio, antes de la confiscación, se había dado acogida por igual a las niñas y niños más desfavorecidos del barrio, sin recursos. Fueron las mujeres del edificio donde vivía la familia dueña del Colegio las que al conocer que se querían llevar detenido a D. Fernando, el marido de mi maestra, contestaron con gran entereza: ¡de ninguna manera, a Don Fernando no se lo llevan ustedes! Los milicianos se fueron y no volvieron más.

He recordado muchos años después, cuando dejé las cosas de niño, que en un determinado momento al cantar el Cara al sol, todos gritábamos al unísono una frase sin sentido alguno, “impasible el alemán”, cuando lo que dice textualmente es impasible el ademán, y están presentes en nuestro afán. Afortunadamente, nunca me dio por aprender aquella letra que de forma subliminal cantábamos a voz en grito perfectamente formados, que no uniformados, en el patio de mi colegio.

Siempre he dicho que menos mal que Dios me recogió a tiempo para no seguir aquella senda que nunca más he vuelto a pisar…, haciendo camino al andar. Entre comuniones, confirmaciones y demás actos de fe del discreto encanto de la burguesía madrileña, aquella canción tan confesional del régimen, se fue diluyendo en mi memoria de secreto como un azucarillo en el café de Levante libertario que a veces frecuentamos en la vida.

Traigo a colación esta reflexión, salvando lo que hay que salvar necesariamente, al escuchar de nuevo estos días La Internacional, canción emblemática de la Internacional Socialista, que tanto asusta a los de siempre y casi despreciada por los que antes estaban en el barco donde siempre se tocaba emulando a la orquesta del Titanic. Estoy convencido de que muchos de los que escuchan ahora la canción, solo oyen estrofas sin comprender bien la letra y estribillos que, para mí, tienen un profundo significado histórico. Más o menos lo que me pasaba a mí con el “alemán”, que allí no estaba. No me atrevería decir lo mismo de los que la cantan ahora, porque presupongo que la conocen bien, al menos en su ritual actual.

Su letra, nacida en el contexto de las revoluciones laborales del último cuarto del siglo XIX, es del escritor francés Eugène Pottier, miembro de la Comuna de París, “un movimiento revolucionario que fue brutalmente reprimido durante la Semana Sangrienta. Lo escribió tras estos hechos que le obligaron a huir de una sentencia de muerte, primero a Gran Bretaña y luego a Estados Unidos” (1). La música se compuso en 1888 por Pierre Degeyter a petición de un coro de trabajadores de Lille (Francia) llamado La Lyre des Travailleurs.

Hay varias versiones de la letra, ajustada siempre a quien la utiliza como santo y seña partidista. La que se ha escuchado estos días, cantada por los fieles a la candidatura en primarias de Pedro Sánchez, como cierre de todos sus actos, es la siguiente, que transcribo por respeto a su contenido actual (2):

Arriba los pobres del mundo
en pie los esclavos sin pan
alcémonos todos al grito
¡Viva la Internacional!

Removamos todas las trabas
Que oprimen al proletario
Cambiemos al mundo de base
Hundiendo al imperio burgués.

Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alzan los pueblos
por la Internacional.

Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alzan los pueblos con valor
por la Internacional.

El día que el triunfo alcancemos
ni esclavos ni dueños habrá
los odios que al mundo envenenan
al mundo se extinguirán

El hombre del hombre es hermano
derechos iguales tendrán
la tierra será el paraíso
patria de la humanidad.

Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alzan los pueblos
por la Internacional.

Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alzan los pueblos con valor
por la Internacional.

Sé lo que dice la canción y se puede ajustar como justicia, no ajustamiento, a la situación actual en el mundo, que todavía es posible cambiarlo a pesar de los agoreros mayores del Reino de la Tibieza y de la Tristeza, que existir existen. Hay dos estrofas que me sigue ilusionando cantarlas y vivirlas con especial ilusión, sobre todo con el coro de Quilapayún, a los que tanto aprecio: El día que el triunfo alcancemos / ni esclavos ni dueños habrá / los odios que al mundo envenenan / al mundo se extinguirán // El hombre del hombre es hermano / derechos iguales tendrán / la tierra será el paraíso / patria de la humanidad. No me pasa con lo que he contado de mi canto a un «alemán» desconocido, impasible y que como la música militar nunca me supo levantar.

Es verdad, todas las canciones que se convierten en himnos, no son iguales. Hay que seguir luchando por un mundo sin esclavitud de ningún género, para que el odio sofisticado no sea el hilo conductor de la vida, porque somos hermanos en la existencia que a cada uno le toca vivir y porque hay que preservar la tierra para que sea siempre un Paraíso y Patria de la humanidad. Un sueño…, internacional.

Sevilla, 23/V/2017

(1) http://verne.elpais.com/verne/2017/05/22/articulo/1495444756_897089.html

(2) http://web.psoe.es/ambito/alpedrete/docs/index.do?action=View&id=99429

Algo más que primarias

PRIMARIAS PSOE

Sigo muy de cerca el proceso de primarias en el PSOE. Creo que, como ciudadano político -en el sentido etimológico más puro de ambas palabras, casi una tautología- hay que hacerlo, porque cuando nos pre-ocupa (así, con guion) el presente y futuro de este país, tomamos conciencia de que el resultado de la elección final no es lo mismo en todos los casos. Soy una persona que cree en algo esencial para la persona de secreto y la de todos: el mundo solo tiene interés hacia adelante, tal y como se titula este blog. Por cierto, de forma no inocente en todos los órdenes de la vida.

He leído los programas/propuestas (1) que se han presentado por los tres líderes en liza y aunque, cuando se examinan con detalle, podemos resaltar determinados aspectos positivos en todos, es importante destacar la visión de conjunto del contenido de cada uno y, sobre todo, cómo se han preparado, cuál ha sido el índice de participación interna y externa en la elaboración de los mismos y qué resultados se pretenden alcanzar por su impacto político y social, más allá de una mera cuestión procedimental e interna de partido. Al menos, de lo que he podido tener noticias a través de las páginas oficiales de las candidaturas o por las redes sociales asociadas. Como testigo diario del procedimiento llevado a cabo y a título personal, tengo que reconocer que el presentado por el equipo de Pedro Sánchez, no por cantidad de páginas, sino por la calidad de las mismas, ofrece una cohesión de principios de regeneración política para el presente y el futuro del partido –in crescendo– que va más allá de meras declaraciones de principios. La metodología expositiva del texto de Pedro Sánchez ayuda didácticamente a contextualizar la situación actual de una sociedad que exige cambios urgentes, pero analizando bien que los problemas que hay en España y en Europa, concretamente, no nacieron ayer, sino que son el resultado de políticas desacertadas y propiciadas de forma brutal por el capitalismo liberal. El apartado 1º es clarificador al respecto: «Este documento plantea la estrategia del socialismo democrático español para los próximos lustros. Es un documento que ha sido abierto al debate y las aportaciones de la militancia, a los sectores sociales que durante décadas han confiado en el papel transformador del PSOE, y a la juventud, que exige a la política nuevos horizontes. Surge en un tiempo de convulsiones en el que la reconstrucción de la cohesión de los socialistas exige un debate de ideas urgente y reclamado por la militancia sobre la redefinición del proyecto del PSOE y de la socialdemocracia». Es decir, asume que hay que hablar de estrategia, procesos y resultados. Y lo hace.

No obstante, las propuestas de Patxi López abordan cuestiones muy comprometedoras y atrayentes, socialmente hablando, al tener en cuenta conceptos tan actuales como vivir en una «modernidad líquida», instalada en un cambio frenético y continuo, el ajuste de la economía a estrictas reglas de la democracia y no al revés, la revolución digital y su impacto en el ámbito laboral, el proyecto de activación vital de los jóvenes o la atención preferente hasta su desaparición de la nueva clase social que nace por el humillante precariado. Además, creo que hay un hilo conductor en este programa de López que lo ennoblece: el esfuerzo de integración de todas las candidaturas en el día después. Eso le honra.

Sobre el texto apresurado de Susana Díaz, mantengo que es el que denota, más que los otros dos, que es solo una declaración de principios, con una falta de análisis riguroso en el texto y contexto de antecedentes y consecuentes de lo que expone a través de cinco grandes líneas directrices. Quizá se refrenda este apresuramiento en la forma de abordar las conclusiones y propuestas finales de su documento en solo dos páginas y media, de forma telegramática en una cuestión, medidas para un nuevo partido, que declara expresamente al abordar este final sintético y que señalarlo así lo considero de especial relevancia.

Es importante hacer esta maniobra de aproximación a los diferentes contenidos de los tres programas y/o propuestas porque, aunque no milite en el partido de referencia, repito que estoy muy pre-ocupado [sic] con los antecedentes y el resultado final que se vaya a producir en estas primarias ya que, en política, ni todos los partidos, ni todos los líderes, son iguales. Además, porque como ciudadano político (es la segunda vez que lo afirmo etimológicamente hablando), me decanto por la implantación, seguimiento y evaluación de la socialdemocracia y su adecuación al principio de realidad social en el mundo, en Europa y, concretamente, en España, por cercanía de identidad de Estado, porque hoy por hoy es el fundamento social que permite que se apliquen de forma más rotunda los principios de igualdad, solidaridad y participación equitativa mediante la defensa del bien común. Estos son mis principios al respecto y no tengo otros, a diferencia del célebre aserto de Groucho Marx, aunque no gusten a una mayoría de este país.

He leído recientemente en un libro clarificador de Josep Borrell, Los idus de octubre, que la socialdemocracia tiene que enfrentarse en el momento actual a cinco retos, enmarcados en la doctrina de Alain Bergounioux en La revue socialiste: la construcción de nuevos compromisos para regular los conflictos sociales, la sostenibilidad del desarrollo y su integración en todas las políticas sociales, las políticas socialdemócratas porque no pueden ser eficaces sin una dimensión europea, resolver el problema de las identidades nacionales y, en quinto lugar, adaptar la organización de los partidos socialistas a la innegable y puesta en cuestión de las democracias representativas. Estoy totalmente de acuerdo con este planteamiento ordenado de ideas que se deben convertir en praxis social de amplio espectro.

Creo que con este enfoque último se puede deducir que el resultado mañana de las primarias no nos debería dar igual, porque está en juego una nueva forma de abordar la situación política del presente y futuro del país que, en legítima competencia con otras ideologías políticas, puede vislumbrar una forma diferente de avance social transformador e ilusionante.

En conclusión: todos los líderes de estas primarias no son iguales. Sus propuestas programáticas, tampoco. En cualquier caso, el resultado lo decidirán sus militantes, aunque los observadores -como meros ciudadanos políticos- seguiremos de cerca esta recta final con legítima pre-ocupación y con la esperanza de que se produzca, en un plazo breve de tiempo, un avance sustancial en la transformación social de España.

Sevilla, 20/V/2017

(1) Programas/propuestas de las candidaturas de Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López

(2) NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de http://www.psoe.es/

Los niños y las niñas de Murillo

MURILLO

Bartolomé Esteban Murillo, Niño asomado a la ventana (1675)

Las palabras que siguen es un pequeño homenaje personal en el tiempo preparatorio de la celebración del Cuarto centenario del nacimiento de Murillo en la ciudad de Sevilla. Recoge una constante en su obra pictórica, la que dedicó a los niños y niñas de Sevilla que menos tenían, frente a ángeles imposibles e inalcanzables que también pintó, que hoy son vistos por millones de personas en el mundo en museos de diversas localizaciones geográficas donde la obra de Murillo se contempla con admiración y respeto. Como este niño sevillano que sonríe asomado a una ventana de libertad y que tanto admiro.

Esta mañana estuve contemplando el monumento dedicado a Murillo en la Plaza del Museo, viéndole rodeado de una alfombra de flores de jacarandá, muy cerca de un lugar mágico, la sala V del Museo de Bellas Artes, donde he recordado algo que me causó una gran impresión en una visita que hice en 2015. En aquella ocasión, tuve una experiencia extraordinaria, porque un cuentacuentos estaba enseñando a niños y niñas de dos años, con arte excelso, el pequeño secreto de la Virgen de la Servilleta. Al terminar su intervención magistral, en breves minutos doblemente buenos, les entregó unas hojas con trazos del cuadro explicado, para que los colorearan con lápices multicolores de cera. Y comenzaron a dar color a una obra que previamente ya les habían presentado en clase sus maestras, sus maestros, en el buen sentido de la palabra maestra, maestro.

MUSEO BELLAS ARTES SEVILLA
Niños y niñas ante la Virgen de la Servilleta – Museo de Bellas Artes / Fotografía del autor

Fue un momento mágico y estaba convencido de que Murillo disfrutó aquel día de forma especial, porque solo buscaba encontrar en las madres presentes su papel de vírgenes anónimas y el rostro saliente de todos y cada uno de los niños pintores, como el de la servilleta, aunque tendría que pensar detenidamente de qué forma podría pintar también a las niñas como nuevas protagonistas de sus cuadros, en una revolución de género que nunca pudo imaginar. Fui testigo directo de cómo una abuela le explicaba a su nieta que la Virgen era una madre buena. Se hizo un silencio sonoro y se despidieron del pintor. La niña, mirando hacia atrás, buscaba la servilleta original de la que le había hablado el cuentacuentos porque por más que miraba el cuadro de Murillo no la veía por ninguna parte. Solo a su abuela, en su papel maravilloso de madre que está en la tierra, con ella en brazos. Ocurrió en minutos algo especial: en esa ocasión eran los niños y niñas de Sevilla los que pintaban a Murillo, cuando él pintó como ningún otro artista de la época a los niños como centro de atención especial en su obra.

Es maravilloso contemplar un lienzo que está lejos de nuestro país, Niño asomado a la ventana, que simboliza algo muy importante: probablemente era un niño pobre, como tantos miles que había en Sevilla en aquella época, pero asomado a un mundo diferente a través de una ventana liberadora. Así lo he pensado y así lo transmito.

Cuando me alejaba de la mirada de Murillo, en bronce inmovilizado, en una obra realizada en 1864 por el escultor madrileño Sabino de Medina, en la que se representa al pintor de pie sobre un estrado de mármol donde sostiene una paleta y un boceto -¿de un niño o una niña de Sevilla?-, he recordado también la situación de pobreza de niños de Andalucía en general y en Sevilla en particular, en el momento actual, según el informe último sobre el Estado de la Pobreza en Andalucía 2016, en el que se afirma que “Uno de los colectivos más afectados por la pobreza es los niños y niñas de nuestra comunidad. A pesar de haber descendido en un año, 4 puntos, el 48,1% de los menores de 18 años en Andalucía aún se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social. La Comunidad se encuentra muy lejos de poderse comparar con la tasa nacional, 34,4%23. Andalucía es la segundad comunidad con la tasa de pobreza infantil más alta de España, por detrás de Ceuta. Andalucía es la región con mayor número de niños viviendo en hogares con baja intensidad de trabajo, en total 18,8%; en 2014 el porcentaje se situaba en 24,2%, mejorando 5,4 puntos. El 9,8% de los menores andaluces de 18 años vive en hogares con carencias materiales severas, frente al 9,1% de los menores españoles. En 2014, en Andalucía el dato era de 10,1% y en España del 9,5%. En este aspecto ambos datos se mantienen muy próximos, no sucediendo lo mismo en la tasa de pobreza ni en el BITH [Población con baja intensidad de trabajo por hogar]” (1).

Obviamente, he pensado que Murillo, cuatrocientos años después de su nacimiento, volvería a pintar hoy con carácter preferente a los niños y niñas de Sevilla con pobreza visible e invisible, que todavía existen, a los que siempre quiso dedicar una parte muy importante de su obra, como homenaje a los que menos tienen, a los invisibles para los que tienen todo, para que comprendamos que hay que fijar prioridades al recordarlo ahora en ceremonias y festejos especiales. Para que no olvidemos su mensaje pictórico ni siquiera un momento. Para que todos los niños y todas las niñas que viven en Andalucía, puedan asomarse ya a las ventanas de dignidad personal que solo existen en las grandes alamedas de libertad.

Sevilla, 18/V/2017

(1) Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza, EAPN-A (2016). Estado de Pobreza en Andalucía. 2016.

El sueño de poner una librería

FERIA DEL LIBRO 2017

Raúl Guridi, Leer es ver más allá de las páginasCartel de la Feria del Libro. Sevilla 2017

No olvido los tres sueños de Guido Orefice, el protagonista de La vida es bella: distinguir el norte del sur (que también existe); leer a Schopenhauer, por su canto a la voluntad como motor de la dialéctica pendular de la vida y, en tercer lugar, poner una librería. De todo hizo un arte para vivir, para enseñar a leer las señales de la vida, porque hablar es solo cosa de personas. Leer, igual de bello. Pero primero hay que «poner», después «abrir», porque creo que hay que poner cada cosa en su sitio. Me gusta mucho el lema “poner”, cuando se refiere a un negocio tan peculiar como es una librería. Poner, según la 13ª acepción de la RAE, es: “Establecer, instalar. Puso un negocio”, ponerse en ello, dedicarse plenamente a algo, mientras que “abrir”, según la 15ª acepción de la RAE significa: “Dar principio a las tareas, ejercicios o negocios propios de instituciones o establecimientos políticos, administrativos, científicos, literarios, artísticos, comerciales o industriales. Abrir las Cortes, la Universidad, un teatro, un café”. Luego primero se pone, después se abre. No es lo mismo.

Se acerca la Feria del Libro en Sevilla, que está puesta desde el 18 al 28 de este mes en la Plaza Nueva. Tiene un lema precioso: Leer es ver más allá de las páginas. Siento siempre algo especial cuando se acercan estos días porque perteneciendo al mundo digital, siento cierta debilidad por los libros atómicos. Tengo que reconocer que me marcó mucho en mi infancia la librería “Lino” en la calle Narváez, en Madrid. Lino te atendía de forma correcta, educada, sin descomponer su figura de librero/papelero al alternar dos negocios en uno: vendía libros y objetos de papelería, sobre todo, escolar. Tuvo visión de futuro cuando lo “puso”, como intuyendo lo que venía después. Siendo niño recuerdo sus consejos recorriendo el pasillo estrecho detrás del mostrador, rodeado de estanterías de madera inundadas del olor profundo de las gomas Milán. Sobre todo, el olor inigualable a papel, que no tiene parangón. Salía siempre de allí cono chiquillo con zapatos/libros/cuadernos nuevos. No he olvidado nunca a Lino, siempre impecable y con sus gafas redondas de sabio despistado.

Es una oportunidad para acercarme de nuevo a los libros, sabiendo de antemano que nada es inocente en este negocio. Lo que sí tengo claro es que, gracias a libreros a libreras, seguimos ilusionados en conocer bien a autores que nos devuelven muchas veces la razón de existir o ser, aunque la dialéctica que viven las librerías con la competencia del mundo digital abre una nueva forma de adquirir este conocimiento. Lo leía recientemente en la revista “Mercurio”, de este mes (191, 2017), en una entrevista a Lola Larumbe, propietaria de una librería también muy querida para mí, la Alberti, como se la conoce coloquialmente en Madrid. Ante la pregunta de cómo se puede convencer al lector para que acuda más a las librerías y menos a esas plataformas de Internet que sirven tan eficazmente, Lola responde: “Es una cuestión de principios. Si no vivimos con unos principios, apaga y vámonos. Nuestra actitud ha de ser activa y combativa. Si no quieres subempleos, sueldos mínimos, contratos basura, no puedes engordar ese sistema. Como nuestro poder político es muy pequeño, hay que consumir responsablemente, es casi la única arma”.

Un gran debate está en medio de esta situación, aunque siempre creo que hay elementos de convergencia muy claros. La librería que es atendida por profesionales del libro, te ofrece un asesoramiento personal e intransferible, en espacios de diálogo responsable que no encuentras en Internet, donde lo probable es que la orientación de compra sea por opiniones de servicio, pero difícilmente de contenidos. Es lo que Lino hacía muy bien cuando yo era un niño, porque hablaba con él (como librero) como niño, pensaba como niño, razonaba con él como niño. Ahora, que he dejado las cosas de niño, busco siempre profesionales en este sector, en una ciudad como Sevilla que es más de bares que de librerías. La próxima Feria del Libro, será una ocasión formidable para coger la linterna de Diógenes y buscar libreros y libreras para una nueva forma de descubrir la vida pasada, presente y futura a través de algunos libros. Los que nunca se olvidan, porque hubo siempre una persona detrás que, como Lino, te habló de su quintaesencia, no de los fárragos en los que los sume el mercado. Sencillamente, porque siempre te ayudan a comprender que leer consiste en ver más allá de las páginas de un libro…

Sevilla, 16/V/2017

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