Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901). El Cuarto Estado.
Hemos recorrido muchos caminos de democracia, hemos abierto muchas veredas; hemos navegado en cien mares y atracado en cien riberas, todo ello para llegar hasta aquí, en un momento de desazón territorial muy importante en el país. La jornada de hoy en Cataluña refleja el fracaso de la Política de Estado en asuntos que tienen una larga trayectoria y que se han mirado de lado en numerosas ocasiones. Cualquier conversación que se inicie en terreno político refleja hoy la desazón y el desánimo que se ha instalado en la ciudadanía y que ha venido para quedarse. Ha nacido una gran fractura social entre los Gobiernos y la ciudadanía que, desde el principio de los tiempos, es dueña de sus decisiones mediante los votos en democracia.
Lo que está ocurriendo en Cataluña es una consecuencia lógica y clara del Estado del Malestar en el que estamos instalados, que va más allá de un problema territorial concreto. Llevamos ya muchos años de desastre político que traspasa nuestras fronteras y que aquí ha tenido un efecto demoledor en ideales y creencias. Se ha interiorizado una conciencia de ciudadanía descreída ante lo divino y lo humano, siendo tarea ciclópea encontrar personas que quieran seguir creyendo que otro mundo es posible. Se ha universalizado el pandemonio político ante la creencia de que todos los políticos, absolutamente todos, son iguales. Lo más grave radica en que esperándose una reacción popular ante el desastre anunciado, se constata que se ha instalado en la sociedad, ante el estado de malestar general (en esta ocasión con minúscula), una especie de absolutismo de sentimientos y conciencias de clases pasotas, en el dejad hacer, dejad pasar más absolutista que podamos pensar, porque “nosotros” los ciudadanos, no podemos hacer nada ante la miseria que nos invade y que nos traen los políticos y su política. Los principales perjudicados de este estado del arte democrático somos los que soñábamos en el estado del bienestar, que hace ya muchos años creímos que todavía era posible. Los “idiotas”, que llamaba Calicles.
En el libro de José Luis Pardo, Estudios del malestar (1), encontré a finales del año pasado una aclaración conceptual entre bienestar y malestar que me ayuda hoy a discernir dónde nos encontramos exactamente como ciudadanos. Todo radica en comprender qué es el contrato social que permite a los seres humanos durante un tiempo declarar la paz y no la guerra, así como pasar del estado de naturaleza pura, donde todo vale, al estado civil, donde imperan las leyes que regulan la convivencia humana a todos los niveles. Creo que en la realidad catalana actual, se ha roto el contrato social escrito en la Constitución, en diferentes artículos y ahora es difícil, con el paso del tiempo, intentar recuperar los pasos perdidos en renovar el contrato social que nos permita construir un Estado amable, políticamente hablando, el mismo que defendía Sócrates frente a Calicles, enemigo de acuerdos y pactos y que en una ocasión le dijo estas palabras cargadas de ira, porque su interlocutor era partidario del acuerdo frente la pugna, el conflicto y el enfrentamiento en sí mismos: “Qué amable eres, Sócrates, llamas “moderados” a los idiotas”.
Efectivamente, el conjunto de “idiotas” para los partidarios de Calicles redivivo, queremos que se hable urgentemente de “acuerdos” en este país, en muchos ámbitos, porque amamos el contrato social que dignifica al ser humano, pasando del imperio de lo natural a lo social (Estado del Bienestar), del todo vale como seña de identidad de la ley de la selva (Estado del Malestar) al respeto de la Ley que regula la convivencia pacífica entre seres humanos.
Sevilla, 1/X/2017
(1) Pardo, José Luis (2016). Estudios del malestar. Políticas de autenticidad en las sociedades contemporáneas. Barcelona: Anagrama.
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