Librería San Marcos, Plaza de San Marcos – Sevilla / JA COBEÑA
¿Estamos dispuestos a cambiar lo mejor de nuestra forma de ser para gustar a los demás? ¿Vale la pena?
En Yo voy conmigo, de Raquel Díaz Reguera
Sevilla tiene rincones especiales y así lo han reconocido escritores de fama mundial. Recuerdo ahora a Stefan Zweig cuando en su visita a Sevilla en 1905 dijo que “Aquí se puede ser feliz”. Lo leí en unas páginas dedicadas a esta ciudad en un libro suyo muy interesante, De viaje II: Francia, España, Argelia e Italia (1), escritas por un joven de veinticuatro años, buscando rincones que ya conocía por la obra de Mozart, pensando que la barbería de Fígaro iba a devolverle la comprensión de la relación de Don Juan y Carmen. Tampoco olvido sus contrapuntos en el siglo en el que despertaba la ciudad a un mundo nuevo: “Hay ciudades en las que nunca se está por primera vez. Deambulas por sus calles desconocidas y sientes como si de todos los rincones te acudieran los recuerdos, te llamaran voces amigas. Su rostro -porque las ciudades pueden ser como las personas: tristes y viejas, risueñas y jóvenes, amenazadoras y gráciles, dulces y afligidas- te suena de una ciudad hermana, o de una imagen, de un libro, de una canción. Y Sevilla es así”. Y nos une a Salzburgo, a Mozart, declarando a ambas “ciudades gemelas”. Cuando avanza en este hermanamiento (que alguna vez habría que honrar), aborda una cuestión dolorosa en la historia de Sevilla: “La vida parece tener aquí un ritmo más veloz, y las personas la sangre más viva; en ningún lugar hay más estómagos hambrientos que en Andalucía y, aun así, Sevilla brilla con su portentoso colorido, resplandece de alegría y nos saluda con miles de banderas. Aquí ser puede ser feliz”.
Esta mañana he entrado en el barrio de San Gil por la antigua calle Real, buscando esa felicidad que pregonó Zweig de Sevilla a los cuatro vientos de un mundo convulso y me he encontrado de nuevo con una librería feliz, dedicada a las niñas rebeldes, que conozco bien, con una seña de identidad dedicada a la plaza de su mismo nombre, San Marcos y con un escaparate ilusionante para leer historias de niñas especiales que un día quisieron ser diferentes. Estaba hoy cerrada por vacaciones del cuerpo, pero abierta a la actividad de almas inquietas. Los títulos reflejaban su forma de vender ilusiones para cambiar este mundo en un esfuerzo de barrio por mostrar a los cuatro vientos de Zweig que las niñas tienen que aprender, leyendo, a ser rebeldes.
Cierre metálico de la entrada a la librería San Marcos, Plaza de San Marcos-Sevilla / JA COBEÑA
Hay cuentos por doquier, pero de títulos y autoras no inocentes. También pequeñas postales con historias de mujeres rebeldes, colgadas de un cordel con pequeñas pinzas como si fuese una alegoría de ropa tendida para todos o aviso, para navegantes, de que otro mundo es posible. Es una maravilla quedarte minutos o el tiempo que haga falta delante de su escaparate para comprender el esfuerzo de sus dueñas para hacerte llegar mensajes diferentes en un mercado literario que no tiene compasión.
Mensaje en el interior de la librería San Marcos / JA COBEÑA
He repasado algunos títulos y he comprendido que queda mucho por leer sobre literatura de mujeres extraordinarias, imprescindibles, que escriben sobre la peligrosidad de ser libres, rebeldes. He anotado algunos que forman ya parte de una cesta de la compra que tengo dedicada a estos menesteres: Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, Yo voy conmigo y Blue y el secreto de las lágrimas, entre otros muchos, apasionantes. Por si les interesa, como miembros de un improvisado Club de la Curiosidad Digna de Niñas Rebeldes, con sede aquí, en Sevilla, donde enseñan que las niñas rebeldes pueden ser felices.
Sevilla, 10/VIII/2018
(1) Zweig, Stefan (2015). De viaje II: Francia, España, Argelia e Italia. Madrid: Sequitur.
Debe estar conectado para enviar un comentario.