Sevilla, 2/XI/2020
Lo he manifestado recientemente: “La verdad es que a veces tengo la sensación de vivir en un mundo al revés. Eduardo Galeano ya nos lo mostró de forma directa y sin paños calientes en una obra que, como tantas otras, han pasado bastante desapercibidas en nuestro país. Nos invitó hace ya veintidós años a entrar en la escuela de ese mundo tan opresivo para personas que buscan otra forma de ser y estar en el mundo de todos y lo sintetizó en unas palabras, Si Alicia volviera, que no olvido: “Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana. Al fin del milenio, el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies” (1).
En un mundo al revés quiero resaltar hoy la dialéctica que aprendí del filósofo Blas Pascal, cuando relacionaba diversión (divertissement) y compromiso (engagement). Dos opciones en busca de una solución al largo caminar en la vida. Me ayuda en el abordaje de una situación muy preocupante que estamos viviendo desde hace meses en nuestro país con ocasión de la pandemia del coronavirus. Me refiero en concreto al comportamiento de los jóvenes de amplio espectro de edad denominada “joven” (sobre todo para estadística) en relación con las restricciones de determinadas conductas habituales que obligan en este momento las autoridades sanitarias. El resultado es lamentable y afecta a todas las capas sociales de la juventud, desde la realidad de la pobreza más extrema hasta el mundo llamado universitario. Da igual, lo que la juventud no concibe es que se restrinja la diversión en su sentido más pleno. Lo del compromiso es harina de otro costal. Es verdad que no se debe generalizar porque cometemos serios errores en los análisis que se hacen, pero la realidad es abrumadora es todo el país. ¿Qué es lo que está pasando?
Es la tercera vez que escribo sobre esta realidad desde el comienzo de la pandemia. En las dos ocasiones anteriores traté una pregunta inquietante ¿Por qué los jóvenes ningunean la COVID-19? y cómo me sentía ante el comportamiento de esos jóvenes ya avanzada la nueva normalidad, Consternado y conturbado, en la que analizaba estos adjetivos derivados de la situación actual. Hoy quiero detenerme en el análisis de la percepción del mundo al revés por parte de todos y, lógicamente, por el comportamiento de los jóvenes objeto de este post, porque la realidad que gravita sobre la mente de estas personas es que el mundo no funciona y que sus respuestas no bastan para explicar lo que está pasando. También, que necesitan verter hacia el exterior su desencanto, con mucha desorientación en este mundo al revés y a que no han aprendido la esencia del compromiso activo porque la educación que han recibido está llena de lagunas y muy desorientada.
La esencia del problema está en la realidad del mundo al revés, tan magistralmente expuesto por el escritor uruguayo Eduardo Galeano, en el libro citado anteriormente:
¡Vayan pasando, señoras y señores!
¡Vayan pasando!
¡Entren en la escuela del mundo al revés!
¡Que se alce la linterna mágica!
¡Imagen y sonido! ¡La ilusión de la vida!
¡En obsequio del común lo estamos ofreciendo!
¡Para ilustración del público presente y buen ejemplo de las generaciones venideras!
¡Vengan a ver el río que echa fuego!
¡El Señor Sol iluminando la noche!
¡La Señora Luna en pleno día!
¡Las Señoritas Estrellas echadas del cielo!
¡El bufón sentado en el trono del rey!
¡El aliento de Lucifer nublando el universo!
¡Los muertos paseándose con un espejo en la mano!
¡Brujos! ¡Saltimbanquis!
¡Dragones y vampiros!
¡La varita mágica que convierte a un niño en una moneda!
¡El mundo perdido en un juego de dados!
¡No confundir con las groseras imitaciones!
¡Dios bendiga a quien vea!
¡Dios perdone a quien no!
Personas sensibles y menores, abstenerse.
(Basado en los pregones de la linterna mágica, del siglo dieciocho)
Bajando a nuestra realidad en España, se me ocurre elaborar un nuevo pregón en defensa de los que no comprendemos este mundo al revés: ¡Pasen y vean, el mayor espectáculo del mundo al revés!, como dicen ahora los directores de pista del Circo Nacional, de cuyos nombres no quiero acordarme ahora, pero que casi todos conocemos.
¡Vayan pasando y vengan a ver…!
¡La crisis económica!
¡Vengan a ver los peligros para la salud: COVID-19, la falta de recursos suficientes para hacer frente a la pandemia!
¡El paro!
¡El mal comportamiento de los políticos!
¡La sanidad!
¡Los problemas políticos en general!
¡La falta de acuerdos, unidad y capacidad de colaboración, la situación e inestabilidad política!
¡Lo que hacen los partidos políticos!
¡La acción del Gobierno y partidos o políticos/as concretos/as!
¡Los problemas de índole social!
¡La poca conciencia ciudadana (falta de civismo, de sentido espíritu cívico))
¡La educación!
En este pregón de linterna mágica, improvisado para describir ahora la realidad de lo que está pasando en este país, he recogido con exactitud el orden cronológico de las respuestas dadas en el último barómetro del CIS, correspondiente a octubre de 2020, no el mundo al revés de ficción o el que diseñan los hombres de negro desde un apartamento en Manhattan, sino de lo que de verdad está pasando por la cabeza de las personas de este país representadas en el barómetro y ante la siguiente pregunta con respuestas espontáneas: “¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?”, dando el resultado por totales según lo expuesto anteriormente.
El mundo al revés que vivimos es que tenemos un problema económico muy grave en el país, que viene de antiguo, la irrupción brutal de la COVID-19, el paro galopante, el mal comportamiento de los políticos y los problemas derivados de esta situación que son muchos, la sanidad pública cada vez más asfixiada en profesionales, la inversión y dotación económica insuficiente, problemas de pobreza extrema y otros de variada índole social, la falta de conciencia ciudadana ante lo que está ocurriendo y, por último, la realidad alarmante de la educación pública y concertada.
Todo esto está afectando a la población en general, pero sobre todo a los más jóvenes. La di-versión [así, con guion] y el compromiso, que pueden caminar juntos, hay que plantearlos con este principio de realidad, no olvidando que el sentir común es de sensatez extrema y que lo que necesitamos es que se atienda a lo que realmente nos pasa a todos. Lo que pasa es que los que tienen que tomar decisiones, no saben muchas veces lo que nos pasa. Sobre todo, a los más jóvenes.
(1) Eduardo Galeano (1998). Si Alicia volviera, en Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Madrid: Siglo XXI Editores de España.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.
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