
Sevilla, 27/III/2021
En tiempos de coronavirus, la cultura sigue abriéndose paso en aguas turbulentas. Alexandra Dovgan tocará esta noche en el Auditori de Barcelona, con un programa complejo para sus trece años de edad, demostrando su saber hacer artístico como pianista consumada y de gran maestría profesional. Actuará por una iniciativa muy loable del Auditori en el Festival Emergents Barcelona, donde se invitan a los jóvenes artistas más destacados del panorama nacional e internacional. Junto a la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC), dirigida por Kazushi Ono, interpretará el Concierto para piano nº 1 de Felix Mendelssohn y la Sinfonía en Do, D. 589, La pequeña, de Franz Schubert, obras que requieren una excepcional digitación y comprensión de las partituras originales, trabajo que conoce bien al estar muy cerca de ella en su prolongada formación pianística el gran pianista y maestro ruso Grigory Sokolov.
Alexandra está tocando el piano desde los cuatro años de edad, consagrándose a esta actividad artística que la ha encumbrado a lugares de privilegio profesional para muchos intérpretes con bastante más edad que ella. Su vida ha sido una obstinación en el sentido que siempre aprecié de Herman Hesse cuando afirmaba que hay una virtud, a la que quería mucho, una sola, que se llama “obstinación”, es decir, obediencia a una sola ley que lleva al “propio sentido”: “Admite solo conocer piezas clásicas: “No puedo mencionar cantantes pop porque no los conozco”. Se trata de una declaración que podría sorprender viniendo de una adolescente común. Pero Dovgan, que toca el piano de dos a cuatro horas diarias, no tiene tiempo para conocer otros estilos. Tampoco lo tiene para las redes sociales, que considera “una pérdida de tiempo que no me puedo permitir”. “Sé que mi vida es muy distinta a la de una adolescente común, pero yo he crecido con esto y para mí es una vida totalmente normal”, afirma tímidamente” (1).

Ella dice que “cada tecla del piano es un instrumento distinto y el movimiento de todas una orquesta entera”, que le gusta el piano porque puede expresar a través de él lo que siente, declarando a Chopin como su compositor favorito. Esta noche comprobará la honestidad del público español como ella lo ha manifestado recientemente, adjetivo que escuchó de su mentor, el excelente pianista Grigory Sokolov, que así la calificó al conocerla a través de Youtube, sorprendentemente.
Sé que el director venezolano Gustavo Dudamel ha ido a los ensayos previos a la actuación de esta noche de Alexandra Dovgan en el Auditori, habiéndose quedado impresionado por su maestría. La trayectoria de Dudamel en relación con la importancia de los valores emergentes musicales en su país, le permiten emitir un juicio bien informado, como persona que inició sus primeros pasos musicales en El Sistema, una organización que se debe conocer siempre como contrapunto, nunca mejor dicho, de la situación social y política en Venezuela. Recuerdo que después de un ensayo de la Suite Escita, opus 20, de Serguéi Prokófiev, con la Filarmónica de Los Ángeles, en diciembre de 2016, dijo algo a los componentes de la orquesta que no he olvidado a la hora de acercarme al piano o al clave, en mi caso, y que hoy volverá a resonar en mi alma de secreto al escuchar a Alexandra junto a la OBC: “No se trata solamente del performance perfecto. Les estaba diciendo que quería una perfección imperfecta. El riesgo, aquel punto donde tú miras y da vértigo, donde tienes el control de todo y al mismo tiempo, no lo tienes. E inspirar a los demás. Porque, fíjate, tú técnicamente puedes conocerlo todo, pero si no inspiras al grupo no vas a hacer nada especial. Nadie quiere escuchar algo completamente limpio, perfecto, pero que no tenga ningún tipo de alma”. Estoy convencido de que Alexandra Dovgan, en su ejecución con perfección imperfecta de Mendelssohn, transmitirá esta noche su alma honrada al público asistente, honrado, como lo califica ella. Al escucharla, recibimos ahora la vacuna multisecular de la música, porque siempre ha sido, es y seguirá siendo «compañera en la alegría y medicina para el dolor» (musica laetitiae comes, medicina dolorum).

(1) Alexandra Dovgan, la pianista de 13 años que llega al Auditori (lavanguardia.com)
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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