Sevilla, 25/II/2022
Me he acordado de Bartleby el escribiente cuando a casi cualquier petición respondía su lacónica frase “preferiría no hacerlo”, porque abordar el problema del acoso escolar (bullying) que existe en los patios de los colegios, que sufren muchos niños y niñas, es una cuestión que entristece el alma, que hace daños irreversibles en la mente de quienes lo sufren. Hoy lo hago, es decir, prefiero hacerlo, como acto solidario con miles de niños y niñas de este país que hoy mismo están sufriendo acoso escolar impresentable por parte de compañeros de clase o de escuela o instituto, amparados muchas veces por silencios cómplices colectivos. No olvido el ciberacoso, que también se produce en el patio virtual de internet.
La reflexión anterior la traigo a colación por el estreno en nuestro país de una película, Un pequeño mundo, candidata a los Premios Oscar 2022 por Bélgica, con guion y dirección de Laura Wandel, su primera obra cinematográfica que ya ha sido reconocida a nivel mundial y sobre la que ella explica, de forma muy acertada, el porqué de su argumento: “Escogí el colegio, y sobre todo el patio, porque es una micro-sociedad. El tema de la integración está en las escuelas. Me dediqué a observar patios durante varios meses antes de empezar a rodar y descubrí que existía la noción de territorio. En el patio, todo el mundo intenta ocupar su sitio. La infancia es la época de los primeros descubrimientos, cuando la vida y las relaciones son muy intensas. También es cuando diseñamos y construimos nuestro paisaje interior. Los primeros años de colegio influyen en ese paisaje, que a menudo determina nuestra opinión del mundo cuando somos adultos. Incluso más que aprender a leer y a escribir, exploramos las relaciones con los demás”. Es lo que Laura Wandel ha querido representar de forma excelente en su película y lo ha conseguido con creces a tenor de los reconocimientos recibidos de todo tipo.
Si tuviéramos que concretar el argumento de la película en una sola frase creo que podría servir la que sigue: “el miedo a salir al recreo”, porque ¿qué es lo que pasa por la mente de un niño o niña que se sienten acosados por sus compañeros de clase y de colegio, cuando corren de forma alocada al patio de recreo? Fundamentalmente miedo, a salir, a encontrarse con la burla despiadada, el insulto soez, el señalamiento por alguna singularidad que a los demás les sirve de disculpa para atacarle, por ejemplo unas simples gafas, ataques de palabra y obra sin defensa alguna, ni propia ni asociada, dejándose golpear muchas veces como única defensa para ver si así se cansan. Eso…, no ocurre casi nunca. Luego, nada más que silencios propios y asociados, cómplices, vergonzosos, sobre todo de quienes tienen el deber de proteger a estos niños y niñas zaheridos en su alma infantil. Lo he leído también en una crónica interesante de la película: “En un patio se desatan las relaciones de poder desde la infancia. En un patio hay violencia. Hay opresores y oprimidos. Un patio es, en resumen, una metáfora del mundo de los adultos que ocurre fuera”. Una metáfora del miedo que tiene un alcance desconocido en la vida de quienes sufren el acoso escolar de todo tipo.
La sinopsis oficial de la película es esclarecedora: «Nora entra en primaria cuando descubre el acoso que sufre su hermano mayor, Abel. Nora se debate entre su padre, que la anima a actuar, y su hermano, que le pide que guarde silencio. Un terrible conflicto de lealtad». El argumento es una metáfora del miedo que sufrimos todos los días al salir al patio de la vida, acosados permanentemente por tierra, mar y aire. Eduardo Galeano lo definió muy bien como “miedo global”, porque vivimos “en el tiempo del miedo”: Miedo a la soledad y miedo a la multitud. / Miedo a lo que fue. / Miedo a lo que será. / Miedo de morir. / Miedo de vivir. Lo que ocurre es que todavía es más grave este miedo en un alma infantil, porque el sufrimiento es inabordable por el propio devenir de su desarrollo infantil.
¿Qué hacer? Se nos ocurren siempre muchas respuestas pero la fundamental es no dejar pasar sin pena ni gloria este tipo de actuaciones y acabar de una vez por todas con los silencios cómplices. Denunciar siempre, callar nunca. Sobre todo, hay que trabajar sin descanso en los colegios introduciendo programas específicos para este tipo de acoso escolar. Por esta razón, destaco hoy la Guía Didáctica que proporciona la productora de la película, especialmente dedicada a trabajadores de los centros educativos, para llevar a cabo una experiencia junto a los alumnos en torno al hilo conductor de la película, su lenguaje cinematográfico y la temática en cuestión. Recomiendo su lectura porque es una oportunidad para no dejar pasar mucho tiempo para estar mejor informados y actuar, porque este acoso escolar de patio real y virtual, por el ciberacoso, está más cerca de nosotros de lo que a veces pensamos.
La función social del cine se hace grande y esplendorosa con esta película que se estrena hoy en España. Recuerdo que en 2018 visité una exposición en el espacio Caixaforum de Sevilla, dedicada a Cine y emociones. Un viaje a la infancia, organizada por la prestigiosa Cinémathèque française y la Obra Social “la Caixa”. En aquella ocasión se detallaba que a través del cine “se configura un retrato emocional de la niñez, a través de siete ámbitos que entrelazan películas y materiales de diversa índole para conformar ese retrato emocional”: “Alegría: muestra películas que reflejan el afán de los niños por aprender y por vivir, sus ganas de ser entendidos y protegidos y su capacidad para reinventar el mundo, una virtud que se olvida con el paso del tiempo pero que el cine es capaz de volver a activar. Rabia: explora los instantes de enfado y frustración que se viven durante la infancia, que quedan grabados en la memoria y que se reconocen al verlos en la pantalla. Risa: muestra cómo la risa de los niños en el cine se contagia a los espectadores, no solo por la ternura que provoca sino también por la identificación con la travesura, la situación inesperada o la invención de algo nuevo y disparatado. Lágrimas: la soledad, el abandono o el rechazo son algunos de los sentimientos tratados en este ámbito, como manifestaciones del sufrimiento infantil que generan en el espectador una sensación de dolor compartido. Miedo: explora los momentos de terror durante la infancia. El miedo puede ser producto de una fantasía, pero su efecto es real en estos pequeños y en quienes los miran desde la butaca. Valentía: recuerda que en la infancia se puede ser también el más valiente gracias a una energía que permite superar cada desafío que el camino plantea. Paradójicamente, el valor de los más pequeños enseña a los mayores que sus desafíos a veces no son tan difíciles de afrontar. Ilusión: el cine genera siempre fascinación en los espectadores. ¿Cómo se construye esa ilusión? ¿cómo la viven los niños cuando juegan a ser cineastas?”. Sentimientos y emociones que hay que cuidar siempre, especialmente en la vida infantil.
Es la magia del cine que hoy, con el estreno de Un pequeño mundo, nos invita a escribir una página nueva de solidaridad con los niños y niñas que sufren acoso escolar, para que vuelvan a sentir la alegría de vivir, su “afán por aprender y por vivir, sus ganas de ser entendidos y protegidos y su capacidad para reinventar el mundo, una virtud que se olvida con el paso del tiempo pero que el cine es capaz de volver a activar”. Para que no se olvide en nuestro Estado de derecho, ni siquiera un momento, con la defensa a ultranza de un principio del sistema educativo español, configurado de acuerdo con los valores de la Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en Ella, según se recoge en la nueva Ley de Educación de nuestro país, entre otros, en su artículo 1. k), un principio que deberíamos grabar con letras de oro en nuestra mente para no olvidarlo jamás: «la educación para la convivencia, el respeto, la prevención de conflictos y la resolución pacífica de los mismos, así como para la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, y en especial en el del acoso escolar y ciberacoso con el fin de ayudar al alumnado a reconocer toda forma de maltrato, abuso sexual, violencia o discriminación y reaccionar frente a ella».
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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