
Sevilla, 28/III/2022
Anoche recibió El limpiaparabrisas un Óscar al mejor corto animado, dirigido por Alberto Mielgo y producido por Leo Sánchez, a los que dediqué una palabras de reconocimiento en este cuaderno digital, el pasado martes 22 de marzo, como una auténtica premonición. Mi enhorabuena por este éxito internacional, porque como decía Luis Cernuda, “el trabajo humano, con amor hecho, merece el reconocimiento de los otros”.
Vuelvo a publicar íntegro el artículo citado, Un limpiaparabrisas para amar la vida. Es importante que este reconocimiento se divulgue en un país tan cainita y de olvidos cómplices, porque necesitamos reforzar la calidad humana y profesional de artífices diarios de la cultura como manifestación artística del conocimiento y de la esencia del ser humano. En este sentido, recuerdo siempre las palabras del cardiólogo catalán Valentín Fuster, residente durante desde hace muchos años en América, que pronunció en 2013 durante una de sus múltiples visitas a España: “Yo puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en España. Pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…” o lo que es lo mismo, puedo estar hablando todo el rato de lo que hace mal este país, pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…, si alguien nos representa con dignidad más allá de nuestras fronteras y alegrarnos por ello, rompiendo los silencios cómplices a los que estamos acostumbrados o a desprestigiar a quien tanto lucha por sus ideales y principios. Y comprobaremos que es verdad, que se hacen muchas cosas muy bien en este país y que aparentemente son de otro mundo pero que, gracias a un director excepcional español, junto a un productor que arriesga capital y esfuerzo humano y profesional para alcanzar un objetivo tan bello, no confundiendo nunca valor y precio, contribuimos a dignificar el país por un premio internacional de cine, un Óscar, que debería causar la admiración necesaria y justa de todos, sin excepción alguna. Por ello, desde Andalucía también, ¡enhorabuena, Alberto Mielgo y Leo Sánchez!
Un limpiaparabrisas para amar la vida
En tiempos procelosos necesitamos más que nunca descubrir islas desconocidas que nos proporcionen paz y armonía interior. Tal es el caso de una película de animación, El limpiaparabrisas, que está nominada al Mejor Cortometraje de Animación, en la 94ª edición de los Premios Óscar 2022, que se celebrará el próximo domingo 27 de marzo en el Dolby Theatre de Hollywood, escrita, dirigida y diseñada por Alberto Mielgo, con una dilatada carrera en esta forma de animar la vida real, demostrado con los premios EMMY recibidos hasta esta realización y con la coproducción de su estudio PINKMAN.tv y el de Leo Sánchez. Hay que resaltar las ayudas públicas que ha recibido esta producción, entre las que destaca el ICEX, así como la Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid por medio de su oficina “Madrid Cultura y Turismo”, que ha apoyado y ayudado de una manera firme la promoción de este extraordinario proyecto.
Es un cortometraje de quince minutos de duración, con “una visión muy personal y particular sobre el Amor y las relaciones”, que arranca con una inquietante pregunta: ¿Qué es el amor? A partir de ella, un hombre, un autorretrato del director, en un restaurante y fumando de forma compulsiva, reflexiona sobre qué es el amor por medio de una sucesión de historias y situaciones personales transidas de incomunicación y silencios. En una entrevista realizada a Leo Sánchez, coproductor, se dice algo que me ha impactado porque, como tantas veces he escrito en este cuaderno digital, se observa que en cada plano del corto hay alma. A la pregunta de si se han utilizado actores reales, “porque la vida que transmiten los personajes es increíble, tienen alma…”, Leo Sánchez responde: “Depende en qué términos se vea, entiendo lo que quieres decir. Si la pregunta es que si se ha usado la técnica de “captura de movimiento” o rotoscopia o se ha grabado y se ha usado un filtro después…, rotundamente no. La película se ha animado de manera tradicional, hemos trabajado con animadores de la industria de animación tradicional del más alto nivel. Lo que pasa es que cuando estos animadores trabajan con un personaje cartoon es habitual que ellos mismos se graben para tenerlo como referencia, para observar los movimientos y expresiones. Después eso lo llevan al cartoon. Alberto Mielgo es muy meticuloso con sus referencias, él se graba y esas referencias se las pasa al animador que anima totalmente el personaje teniendo en cuenta esas referencias. La duda que te surge a ti, como a mucha otra gente, es porque hemos trabajado con personajes con proporciones humanas, porque es la estética que buscaba Alberto. Esto genera este punto muy afortunado que te lleva a preguntarte qué estás viendo realmente. Pero como te comentaba, al final ha sido un proceso muy tradicional”. Me ha quedado claro que tienen alma porque se ha intentado recuperar la vida interna de cada original humano y su circunstancia. Ese es su secreto.
Al final, pasando planos esclarecedores, suena una canción con un mensaje profundo: “Si no estás preparado para el amor ¿cómo puedes estarlo para la vida? Así que amemos libremente, amemos fuerte, amemos ahora. Porque pronto moriremos…”. A la pregunta del principio, “¿qué es el amor?”, el mismo hombre contesta con firmeza: “el amor es una sociedad secreta”. Una conversación de clientes de la cafetería, como un rumor, cierra los planos finales del corto junto a los títulos de crédito: “te estás proyectando hacia delante, en vez de quedarte en la intersección. Sí, estoy de acuerdo, soy un desastre, porque estás en medio de la calle y cuando dejo de hacerlo, dejo de adivinar hacia dónde vamos, en lugar de vivir el momento… Las cosas se desenvuelven con mayor facilidad, es cuando realmente van como a mí me gusta”.
La verdad es que todo se nubla en la mente y en el corazón cuando llueve y se moja el alma, que también sucede, siempre no a gusto de todos, pero tomando conciencia de que ese todo se puede limpiar también con el amor líquido del limpiaparabrisas de la vida, porque al final todo depende del color del cristal con el que se mira cada aquí y ahora de esa turbulenta forma de ser y estar en el mundo que cada uno vive. Juan Ramón Jiménez me lo enseñó hace ya muchos años, cada vez que traspasaba la cancela de su casa en Moguer, en la calle Nueva: “[…] era de hierro y cristales blancos, azules, granas y amarillos. Por las mañanas. ¡qué alegría de colores pasados de sol en el suelo de mármol, en las paredes, en las hojas de las plantas, en mis manos, en mi cara, en mis ojos! […] Yo miraba sucesivamente todo el espectáculo, el sol, la luna, el cielo, las paredes de cal, las flores -jeranios, hortensias, azucenas, campanillas azules-, por todos los cristales, el azul, el grana, el amarillo, el blanco. El que más me atraía era el amarillo. Por el cristal amarillo todo se me aparecía cálido, vibrante, rejio, infinito […] Todo allí acababa bien; era un término como el del beso en el amor, como el de la gloria verdadera e íntima en el arte; después de mirar por el cristal amarillo ya no quería yo más y me quedaba contento”. Como me pasa a mí hoy al ver en repetidas ocasiones el corto de Mielgo, con el color de cada plano, que llevan el alma dentro.
NOTA: el corto que figura en la cabecera de estas palabras, es la versión censurada, sin subtítulos para su visualización en Youtube. La versión original, sin censura, se puede ver en https://youtu.be/i8MQl7vCkMQ. Para quien le interese, también se puede visualizar, doblado al castellano, hasta el 20 de abril de este año, en RTVE: Somos cine – El limpiaparabrisas (corto) (rtve.es)
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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