Melodía principal de Cinema Paradiso
Sevilla, 17/V/2022
En esta ocasión y ante la página en blanco, voy a ir de mis asuntos a mi corazón, porque el viernes pasado se estrenó en este país una película especial, Ennio, el maestro, dirigida por Giuseppe Tornatore, el inolvidable director de Cinema Paradiso (1988), gran amigo del músico, que compuso una banda sonora inolvidable para su película emblemática y que forma parte del cine de culto mundial y, con bastante modestia lo digo, de la banda sonora de mi vida y de mi persona de secreto. Morricone había afirmado, más de una vez, que Tornatore era la única persona que podía hacer una película sobre él con todas las garantías de verdad cinematográfica.
Ennio Morricone jamás pensó que la música sería su destino, aunque la profesión del padre, trompetista, le abrió desde pequeño un camino para saber qué era verdaderamente la música. Como se dice en los títulos de crédito de su tráiler oficial, la historia de su música es la historia de su vida, porque la hemos seguido escuchando durante toda la vida en momentos especiales de cada vida, de cada historia personal. Él pensó en sus primeros pasos como compositor que componer música de cine era una humillación y ese sentimiento de culpa lo venció poco a poco componiendo bandas sonoras inolvidables.
Personalmente, creo que la banda sonora de Cinema Paradiso es la mejor muestra de lo expuesto anteriormente. Recientemente, con motivo del fallecimiento del actor Jacques Perrin, que interpretaba en esta película el papel de Salvatore, de adulto, con el alma de Totó/Salvatore niño en su interior, escribí un artículo en el que lo recordaba con emoción por su papel en los planos finales, con una música envolvente de Morricone que no olvido. Salvatore aprendió que lo que hiciera en la vida tenía que amarlo y Totó/Salvatore lo comprendieron de forma especial cuando descubrieron, cada uno en su tiempo y en su momento, lo que Alfredo le había guardado en aquella caja metálica con un rollo de las escenas que la censura no le permitía proyectar en su amado Cinema Paradiso. Las lágrimas de Salvatore o Jacques Perrin, tanta monta, monta tanto, en las escenas finales de la película, no las he olvidado. Jacques Perrin se fue a su cielo particular en una búsqueda eterna de besos perdidos y acompañado por unos compases mágicos de Ennio Morricone. Fue una ocasión más de recordar el mundo mágico de esa gran película, porque todavía suenan en mi interior las palabras de Alfredo a Totó, Salvatore en la edad juvenil y adulta, en unas escenas inolvidables, en las que Alfredo le aconseja que salga de sí mismo para buscar islas desconocidas, las que describía extraordinariamente José Saramago en su cuento «La isla desconocida»: “La vida es más difícil… Márchate…, el mundo es tuyo, … no quiero oírte más, solo quiero oír hablar de ti… Hagas lo que hagas, ámalo”. Le ayudó a salir de su zona de confort y nunca he olvidado aquellas escenas ni aquellas palabras. Todo un símbolo.
Al título oficial de la película, Ennio, el maestro, le he agregado a la palabra “maestro” otra: “imprescindible”, que amo en su contenido, explicitado muchas veces en este cuaderno digital, que Bertolt Brecht desarrolló en Elogio a los combatientes: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles. Su contribución a la música, entendida como “compañera en la alegría y medicina para el dolor (musica laetitiae comes, medicina dolorum)”, a lo largo de su larga carrera como compositor, lo atestiguan, formando parte de la banda sonora de las vidas de muchas personas, engrandeciendo sus almas. Nuestras almas.
Gracias, Giuseppe Tornatore. Ennio Morricone, un maestro imprescindible, falleció el 7 de julio de 2020 y sus obras seguirán manteniendo y expresando siempre su dignidad personal y profesional. Ahora, al contemplar esta película de alguien en el que siempre confió sus recuerdos, estoy seguro de que seguirá poniendo música inolvidable a su cielo particular, en beneficio de todos.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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