Intuiciones desde la tegala de Saramago

Sevilla, 25/V/2022

… el sueño es un prestidigitador hábil, muda las proporciones de las cosas y sus distancias, separa a las personas y ellas están juntas, las reúne, y casi no se ven una a otra…

José Saramago, El cuento de la isla desconocida

Se están celebrando estos días en Sevilla unas jornadas organizadas por la Academia de Buenas Letras y la Fundación Cajasol, Saramago. Las huellas de la literatura, que tratarán de varias facetas del Premio Nobel y en las que se presentarán publicaciones recientes sobre el escritor, todo ello enmarcado en los actos conmemorativos del centenario de su nacimiento, en Azinhaga, el 16 de noviembre de 1922, hecho que he recordado en muchas ocasiones a través de una obra suya preciosa, Las pequeñas memorias, en las que cuenta que nació en una calle estrecha, en Azinhaga, si atendemos a la etimología árabe de esta aldea: as-zinaik, siendo en sí mismo una contradicción porque su auténtico significado es “vereda” y una calle no es una vereda. Con su gracejo tan particular, arranca su historia de las tentaciones del niño que fue con estas reflexiones de una casa, de una calle junto a una vereda que a pesar de su traslado a Lisboa a los dos años, marcaría tan profundamente los caminos de su apasionante y dilatada vida. Es obvio considerar que la presencia del escritor portugués es permanente en este cuaderno digital, desde el primer post en Internet, publicado para la Noosfera en diciembre de 2005, cuando en la declaración de principios tomé de él una idea que es el hilo conductor de mi vida, es decir, caminar siempre hacia adelante, porque de esta forma el mundo sólo tiene interés si se descubre así, navegando a veces también por mares procelosos en busca de islas desconocidas: “Inicio una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas. Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por Saramago en El cuento de la isla desconocida, será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, esto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma «Seis propuestas para el próximo milenio»: «…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial» (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar)”.

Sé que Pilar del Río, su compañera inseparable, acaba de publicar una obra, La intuición de la isla. Los días de José Saramago en Lanzarote, que leeré inmediatamente, porque me sentiré muy cerca de ellos en A Casa, su Casa, situada en Tías (Lanzarote), que conozco y donde estuve disfrutando de su biblioteca y  zona de creación literaria del premio Nobel, tan sólo unas semanas después de su fallecimiento en 2010, momentos que recogí en mi publicación La tegala de Saramago, cuyo prólogo vuelvo a publicar a continuación, porque el título escogido por Pilar del Río en su nueva obra responde perfectamente a lo que José Saramago me ha ofrecido en todas y cada de sus obras, desde su tegala especial, una intuición permanente para ser más libre y confiar en la dignidad del ser humano, sin lugar a dudas. Me sumo así, humildemente, a los actos conmemorativos de su nacimiento en su querida Azinhaga, lugar que he recordado en diversas ocasiones especiales en este blog: Siempre he tenido muy presente a este autor en mi quehacer diario. Las personas que me aprecian, saben bien que ha sido un regalo constante en sus vidas, porque las páginas de aquél pequeño cuento, todavía me siguen ofreciendo oportunidades de reinterpretarlas todos los días desde la tegala de Saramago como “lugar de referencia para la población canaria, un lugar en altura suficiente para que los guanches pudieran comunicarse con señales de humo. Señales que desde Tías, desde la calle donde habitó y habitará por muchos años, La Tegala, Saramago hizo y hace al mundo entero para que nos comprometamos con la esencia de la vida, dejándonos llevar por el niño o la niña, ¿inocentes?, que todos llevamos dentro…

Me gusta mucho la palabra “intuición”, en dos acepciones actuales del Diccionario de la Lengua Española (RAE): facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento y, desde un punto de vista coloquial, presentimiento, aunque Saramago creo que prefirió siempre el pre-sentimiento (con guion) humano en defensa de los más débiles,  quizás en el sentido que lo expresó Rafael Alberti en un poema precioso: Sentimiento, pensamiento. / Que se escuche el corazón más fuertemente que el viento. / Libre y solo el corazón más que el viento. / El verso sin él no es nada. / Sólo verso. La intuición alcanzó con el paso de los siglos su significado actual laico, porque el Diccionario de Autoridades explicaba que su significado, extraído de la Teología, era “tener vista y conocimiento claro de alguna cosa, especialmente de Dios”, lo que se adjetivó después de una forma rotunda en el mundo ordinario como lo “intuitivo”: “lo que es perteneciente u propio de la intuición o conocimiento claro o como quien mira a una cosa como es en sí o cara a cara”.  

La tegala de Saramago

Prólogo

Necesitamos salir de nosotros mismos. Este aserto lo aprendí de José Saramago, cuando tuve la gran oportunidad de leer su cuento maravilloso, muy breve, El cuento de la isla desconocida, que me acompaña desde 1998 en mi vida de todos y en la de secreto. Si a esta realidad ética le uno el descubrimiento de Teilhard en 1962, dejándome una huella indeleble, en su declaración de que el mundo solo tiene interés hacia adelante, es fácil comprender la quintaesencia de este nuevo libro, que recopila determinados posts que escribí en los últimos años a la sombra de la tegala de Saramago.

Siempre he tenido muy presente a este autor en mi quehacer diario. Las personas que me aprecian, saben bien que ha sido un regalo constante en sus vidas, porque las páginas de aquél pequeño cuento, todavía me siguen ofreciendo oportunidades de reinterpretarlas todos los días desde la tegala de Saramago como “lugar de referencia para la población canaria, un lugar en altura suficiente para que los guanches pudieran comunicarse con señales de humo. Señales que desde Tías, desde la calle donde habitó y habitará por muchos años, La Tegala, Saramago hizo y hace al mundo entero para que nos comprometamos con la esencia de la vida, dejándonos llevar por el niño o la niña, ¿inocentes?, que todos llevamos dentro…

Escribiendo y leyendo de nuevo las páginas que siguen, que ya fueron escritas en su momento, que también puede ser en el hoy mío y en el de cada lector o lectora de esta nueva entrega a la Noosfera, doy un paso más en conocer ese niño que cada uno lleva dentro, el mío, el tuyo, el de todos y todas, desde el compromiso adquirido un día para navegar en “La Isla desconocida”, aunque Groucho Marx, con su especial gracejo, interpretó esta necesidad suplicando que lo buscaran inmediatamente [al niño], cuando el comentario general es que la torpeza de estar y ser en la vida, su razón de ser, se conoce y se sufre a veces desde que somos pequeños:

“- ¡Hasta un niño de cinco años sería capaz de entender esto!… Rápido, busque a un niño de cinco años, a mí me parece chino“

Estoy muy agradecido a Saramago, por su testimonio permanente, que resalto especialmente en la última entrega de la serie que le dediqué en torno a su tegala particular, cuando probablemente observa desde no se sabe qué sitio del Cielo, cómo desde Roma se reinterpreta su vida y su obra, sin com-pasión [sic] alguna.

Prefiero quedarme con un mensaje del cuento tanta veces citado, donde pone en boca de una persona muy humilde, la limpiadora del palacio del rey, un gran secreto para ser más felices cada día, todos los días: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual”.

Sevilla, 10 de marzo de 2014

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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