A todos los que a través de su vida se han emocionado con la copla lejana que viene por el camino, a todos los que la paloma blanca del amor haya picado en su corazón maduro, a todos los amantes de la tradición engarzada con el porvenir, al que estudia en el libro como al que ara la tierra, les suplico respetuosamente que no dejen morir las apreciables joyas vivas de la raza, el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía.
Federico García Lorca, extracto de la presentación oficial en 1922, en Granada, del l Concurso de Cante Jondo.
Sevilla, 9/XII/2022
La familia Morente, a la que tanto aprecio, ha preparado este año un espectáculo para la Navidad, Calle del Aire, en el que intervienen los tres hijos del gran Enrique Morente, Estrella, Soleá y José Enrique, junto a la madre, Aurora Carbonell y otros miembros de la extensa familia Morente-Carbonell, incluidos los dos hijos de Estrella y Javier Conde, Curro y Estrella. En esta ocasión, la familia Morente quiere hacer un homenaje explícito a Enrique Morente, por una obra que preparó en 2001 con esmero para su hija Estrella, Calle del Aire, en la que todas las canciones que la integran son populares, pero recogidas y adaptadas por el gran cantaor granadino: Nana, ¿Qué quieres que te traiga que voy a Burgos, Caracol, Los cuatro muleros, Noche de Paz?, Tangos del Chavico, Canción de los pastores, Salve gitana del Sacromonte, Calle del Aire, Tabanco, Bulería por soleá y Regalo de Navidad. Escuchar las letras es un deber como andaluz y escuchaor del cante de esta familia, porque me considero incluido en la dedicatoria, preciosa, que Federico García Lorca, ofreció en la presentación oficial en 1922, en Granada, del l Concurso de Cante Jondo, del que se cumple este año el centenario: “A todos los que a través de su vida se han emocionado con la copla lejana que viene por el camino, a todos los que la paloma blanca del amor haya picado en su corazón maduro, a todos los amantes de la tradición engarzada con el porvenir, al que estudia en el libro como al que ara la tierra, les suplico respetuosamente que no dejen morir las apreciables joyas vivas de la raza, el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía”.

Ser escuchaor en Andalucía de esta familia granadina, tan cerca de la etnia gitana, a la que tanto respeto y aprecio, es una obligación de cada andaluz, porque una cosa es cantar y tocar la guitarra, ser cantaores y cantaoras, así como guitarristas y, otra, escuchar, por parte de los escuchaores o escuchaoras, como le gustaba decir a Antonio Mairena: ¨[…] la actitud experimental , la búsqueda, la inquietud y la curiosidad, son cualidades imprescindibles para ser y hacer flamenco. La cantaora y el bailaor, la guitarrista o el fotógrafo que intenta captar el duende inaprensible, así como el oyente o escuchaor -que diría Antonio Mairena- buscan -o deberían buscar- no salir indemnes de la experiencia. Quiero decir con ello que el flamenco no resbala por la piel, sino que la modifica para siempre. Es un elogio de la caricia o, si quieren, una exaltación del impacto” (1).
Es lo que me ocurre cuando escucho cantar o veo bailar a Estrella Morente o a su hermana Soleá, ¡que nombre tan bonito!, no digamos bailar a Aurora Carbonell, su madre y esposa del gran Enrique, a quien dediqué en 2006, en este cuaderno digital, unas palabras llenas de emoción hace ya bastantes años, cuando publiqué un artículo, Estrella, una extraordinaria mujer, después de haber cumplido mi deber de escuchaor y veedor de la familia Morente – Carbonell: “Finalizaba su actuación en el teatro Maestranza, de Sevilla. De pronto dio un traspié por un escalón desagradecido y todo el teatro se sobrecogió por la posibilidad de caerse Estrella, porque todos la habríamos recogido en nuestros brazos para devolverla al escenario, a su firmamento, donde ella hace sentir rápido a los corazones, aunque no entiendas en toda su profundidad lo que quiere decir a cada uno al oído. Y Estrella, la hija de Enrique Morente, “la cantaora del nuevo siglo” (Magazine de 18/VI/206), continuó su cante, su baile, sin ayuda de nadie, como si no hubiera pasado nada, con la maestría aprendida de su madre, Aurora Carbonell, mujer que me pareció admirable en una entrevista entrañable de Jesús Quintero, que me permitió comprender mejor a Estrella en su baile de tintes árabes, en su cante reivindicativo de mujer de etnia gitana que canta la dignidad de sus vidas difíciles hechas vibraciones de sentimientos y emociones de la experiencia diaria. ¡Qué gran lección!”.
En el contexto actual, creo que suenan de una manera especial las palabras del villancico Noches de paz? (sic) cantado por Estrella, al que Enrique Morente le agregó un interrogante final, como si quisiera expresarnos una duda existencial de esa noche especial a través de su cante: Noche de paz, noche de amor / Nada duerme alrededor / Entre los astros se entiende el amor / Y en la tierra buscamos la luz / Brilla la estrella fugaz / Noche de paz, noche de amor / En el mundo el sol saliendo está / Y por la tierra buscamos la paz / Andando viene y andando va / Duerme el niño Jesús / No duerme el niño Jesús. Cuando estos días resuenen estas palabras en su espectáculo “Calle del aire”, comprenderemos bien ese interrogante del villancico, Noche de Paz?, que introdujo Enrique Morente, porque en noches de guerra, que no de amor y pobreza severa, como las actuales y muy cerca de nosotros, la tierra sigue buscando la luz a pesar de que el sol sale muchos días para todos, mientras que los niños Jesús proletarios, a los que definió así José Saramago en su infancia, no duermen con la tranquilidad que por justicia social deberían tener. La verdad es que no duerme el niño Jesús de la familia Morente, que andando viene y andando va, por la vida que le ha tocado vivir en este mundo al revés, en noches de guerra que no de paz.
(1) Ordóñez Eslava, Pedro, Flamenco y vanguardia. En un instante, un quejío y un anhelo, en Andalucía en la historia, 74, 2022, p. 41.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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