
Menos turismo, más futuro! Pintada mural localizada en Ibiza capital / JA COBEÑA
Sevilla, 1/III/2023
Tengo que aclarar que nuestra llegada a Ibiza debía respetar, en la medida de lo posible, la experiencia de la llegada a la isla de Rafael Alberti y María Teresa León, nada más desembarcar del vapor-correo, Jaime II, aquel 28 de junio de 1936. A pesar de fijar nuestro “desembarco” aéreo y terrenal en Santa Eulalia del Río, por imperativos del viaje organizado al que nos habíamos suscrito María José y yo, nos dirigimos al día siguiente a la capital de la isla, Eivissa (Ibiza), en transporte público, porque sabíamos dónde habían tenido su primera residencia, concretamente en Puig des Molins (La Colina de los Molinos), junto al cementerio púnico que tantas veces describieron y mantuvieron en sus recuerdos más íntimos.
Es verdad que nada más llegar a la capital, nos encontramos con una pintada cerca de la estación de autobuses, que manifestaba cierto resentimiento hacia el turismo actual, de un colectivo de lugareños más jóvenes, con una frase que no hemos olvidado: “Menos turismo, más futuro”, con la firma de Juventud Republicana. Nos hizo reflexionar sobre qué significa en la actualidad la sobreexplotación del turismo en aquella isla, a pesar de que brilla por su ausencia en la época en que la hemos visitado, como pudimos comprobar día a día en las diferentes excursiones a las que fuimos, paseando por calles, playas, calas y pueblos prácticamente cerrados a toda actividad humana. Siempre nos decían lo mismo: “si estuviéramos haciendo esta ruta en pleno verano, no podríamos dar un paso…”. Era el presente de casi todas las localidades en las que pudimos, eso sí, observar la belleza del mar, de las innumerables calas, las iglesias-fortaleza, la presencia de la Iglesia en todas y cada una de las localidades visitadas y su toponimia actual, en la que se puede comprobar que cada lugar elevado a la categoría de pueblo, siempre tienen el nombre del santo a la santa bajo la que se organizó la presencia humana en los diferentes puntos de la costa y del interior en la isla, junto a una palabra lugareña que los sitúa en su momento histórico: Santa Eularia del Rius, Sant Antoni de Portmany, Sant Josep de sa Talaia, San Miquel de Balassat, Santa Gertrudis de Fruitera o Sant Carles de Peralta, entre otras muchas localizaciones.
Calles a través nos llevaron en la capital al Puig des Molins, una zona acotada en la actualidad, en la que divisé, sin poder acceder a él, el molino en el que se alojaron nuestros protagonistas y auténticos guías de este viaje, el Molino del Socarrat, que Alberti describió como “un molino de velas oscuras, que no funcionaban, pero de las que quedaba el armazón. Pagábamos nada: cinco pesetas” (1). Lo fotografié a duras penas, dada la lejanía, pero destacaba sobre todos como en aquella época, con una casa adosada en la actualidad. Allí, abrí las páginas de Retornos de lo vivo lejano, una obra preciosa de Alberti y leí los versos siguientes en su retorno a una isla dichosa, Ibiza:
Venid, días dichosos, que regresáis de lejos
teniendo por morada las velas de un molino;
por espejo de luna, la que el sol tiró al pozo,
y por bienes del alma,
todo el mar apresado en pequeñas bahías.
[…] Isla de amor, escúchame, antes de que te vayas,
antes, ya que has venido, de que escapes de nuevo:
Concédeme la gracia de aclarar los perfiles
del canto que a mi lengua le quede aún, poniéndole
esa azul y afilada delgadez de contornos
que subes cuando al alba renaces sin rubores,
feliz y enteramente desnuda, de las olas.
Se hizo un silencio sepulcral, nunca mejor dicho, cerca del cementerio púnico y nos dispusimos a entrar en la Villa Alta, Dalt Vila, tantas veces transitada por María Teresa y Rafael. Tengo que reconocer que siempre recurrí a la mejor guía que pude encontrar para recorrer aquel enclave tan peculiar, el libro de Antonio Colinas, citado anteriormente, a pesar de que todo cambia y casi nada permanece de lo que describió sobre este enclave aquella pareja de escritores excelsos. Hay que recordar que en los años treinta del siglo pasado, Ibiza fue un lugar escogido por pensadores, escritores y artistas de diverso género, desde el filósofo Walter Benjamin, un miembro de la familia del pintor Gauguin, su nieto Paul-René Gauguin, hasta Albert Camus, el arqueólogo Adolf Schulten o el fotógrafo Man Ray, al que he dedicado determinadas reflexiones en este cuaderno digital, entre otros célebres nombres de la cultura mundial.
De la vida placentera que pudieron tener durante los días previos al comienzo de la guerra civil, tres semanas exactamente, ocuparon sus recuerdos los detalles de la vivienda austera del molino, la higuera y el pozo que la circundaba, todo a modo de atalaya prodigiosa para divisar Alberti siempre el mar, su mar, así como la valla aparentemente protectora para el acceso a su lugar de estancia en la isla que tantas sorpresas les guardaba, un entorno que les permitía, a priori, cumplir el sueño de escribir El trébol florido, aunque el tiempo demostrara posteriormente que no fue posible, porque los albores de la guerra lo impedirían.
Aquel día nos dirigimos a Dalt Vila, para hacer el camino inverso que frecuentaban Rafael y María Teresa desde el Puig des Molins hacia el puerto, para descansar después de casi cuatro kilómetros de camino entre los restos de las sepulturas púnicas, mal protegidas entonces del vandalismo humano, hasta llegar al Paseo de Vara del Rey, la antigua S´Alamera, que facilitaba el acceso a un lugar emblemático en la vida de ellos aquellos días, el Bar la Estrella, muy cerca del monumento dedicado a los corsarios ibicencos, que todavía permanece en el mismo lugar en el que lo frecuentaban nuestros guías virtuales, Rafael y María Teresa, aunque no pudimos disfrutar de más recuerdos interiores del local porque, como nos ha ocurrido en casi todas las visitas de interés, estaba cerrado por final de temporada.
Entramos a Dalt Vila por unos túneles cercanos a los baluartes de Santiago, San Jorge y Santa Tecla, hasta llegar a la Casa del Rey Moro, al antiguo Seminario y a la plaza de la catedral, junto al Museo Arqueológico que, haciendo honor a nuestra experiencia de una Ibiza cerrada en invierno, tampoco pudimos visitar, a pesar de las palabras excelsas de María Teresa León sobre el fondo que pudo contemplar en la visita que describe en Memoria de la melancolía. Otra vez será. Comenzamos el descenso hacia el puerto por la Calle Mayor y allí pude contemplar el acceso a la casa de un gran amigo de Rafael y María Teresa en aquellos días y durante una parte importante de sus vidas, Justo Tur Puget, que conserva su encanto a pesar del paso de los años, un lugar al que dedica palabras hermosas María Teresa León en sus citadas Memorias: “La Vila de viviendas palaciegas, donde vivía mi amigo Justo Tur, en una casa de aljimeces…”. Desde allí bajamos al mirador de la plaza del Soto, para contemplar una panorámica marina excepcional., hasta llegar al arrabal árabe y la majestuosa entrada a la ciudad amurallada conocida como Portal Nou.

Placa conmemorativa y zaguán de entrada de la casa que perteneció a Justo Tur, en la calle Mayor de ibiza, en Dalt Vila / JA COBEÑA
Bajamos por la calle Mayor, recordando la procesión que vivió en primera persona María Teresa, que también cita en las páginas dedicadas a Ibiza, con motivo de la celebración de las fiestas de San Cristóbal, pudiendo tomar unas imágenes del interior del Monasterio de San Cristóbal, de un azulejo conmemorativo, con un texto que no nos dejó indiferentes: “Canonesas [regulares] de San Agustín. Aquí se reza por todos los hombres y mujeres. Todos somos hermanos y hermanas”. Sin comentarios laicos. Finalizamos la visita frente al Mercado de las Verduras, una actividad tradicional multisecular en Ibiza, que todavía perdura, también cerrado como no podía ser menos en este ferrafebrero de Ibiza.

El Bar La Estrella, en la actualidad, junto a la placa conmemorativa colocada por el Ayuntamiento de Ibiza en 2021
Rafael Alberti y María Teresa León sólo llevaban dieciocho días en Ibiza, desde su llegada el 28 de junio, hasta que se produjo el comienzo de la guerra civil, el 18 de julio de 1936. Allí, en el barrio de La Marina, volvimos a leer las páginas dedicadas por ella a esta isla junto al monumento a los corsarios y muy cerca de su querido bar La Estrella, despidiéndonos de todo lo visto como un símbolo de una visita fugaz pero con el tiempo dentro, tal y como lo ha recogido el Ayuntamiento de Ibiza en una placa colocada en ese bar, en homenaje a los dos ilustres visitantes: “¡Adiós, Pau! ¡Adiós, Escandell! ¡Adiós, Justo Tur! Adiós, adorable isla pequeña de Astarté! Nos vamos, pero mucho hemos de hablar de ti, hermosa entre las hermosas… Tenemos que sentarnos en el café de la Estrella -¿Verdad, Pau? ¿Verdad, Escandell?- mirarnos, recordar…».

Caminamos de regreso a Santa Eulalia del Río, para coger el autobús de línea. Al regresar a la estación volvimos a encontrarnos con el mensaje de la pintada que nos saludó nada más comenzar nuestra visita a la capital y pensamos que es verdad: Ibiza debe pensar en su futuro, frecuentarlo, para ir más allá del turismo. La cultura milenaria que desprende la isla puede ser un reclamo para el mundo. Así lo proclamaron a los cuatro vientos cuantos pensadores y artistas vivieron en la isla huyendo del mundanal ruido, a partir de los años treinta del pasado siglo. ¡Qué paradoja en la actualidad!, que también experimentamos cuando en este paseo de regreso a lo conocido, descubrimos el monumento donado en 2016 por el fundador del Grupo Pachá, Ricardo Urgell, a la ciudad de Ibiza, dedicado a los orígenes y las influencias del mundo hippie en la isla de Ibiza, realizado por la escultora Ció Abelli, en una réplica de la fotografía de Toni Riera, “Padre e hija, caminando”, tomada curiosamente en Ámsterdam, no en aquella tierra.
Con la experiencia vivida, constatamos, una vez más, la realidad próxima del mundo al revés, que proclamó a los cuatro vientos Eduardo Galeano: Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana. Al fin del milenio, el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies (2).
(1) Colinas, Antonio, Rafael Alberti en Ibiza, Barcelona: Tusquets, p. 28, 1995.
(2) Galeano, Eduardo, Si Alicia volviera, en Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Madrid: Siglo XXI Editores de España, 1998.
NOTA: todas las fotografías de las diferentes composiciones, han sido realizadas por JA COBEÑA.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
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