Mozart, lloraría…

El artículo de Ángeles Caso contra la piratería (Magazine, 16/VII/2006), me ha traído un recuerdo de ayer, junto a unos grandes almacenes, donde el top-manta estaba presente a través de la mano de obra barata, probablemente de los que malviven en la idea buena de conocernos, personas de otros países que son carne de cañón para las redes mafiosas, a las que no vemos pero que se lucran con las ventas de piratería musical pura y dura, con compradores que se arremolinan paradójicamente alrededor de las sábanas blancas, que son recogidas con maestría absoluta, por las cuatro esquinas, cuando la policía está cerca.

Todos los vendedores son protagonistas de una canción triste, en este caso de Sevilla. Y ponen en sus manos la interpretación más dura del sinsentido del robo intelectual a mano armada, con la colaboración de aquellos que todo lo justifican, pero en la seguridad de que si alguien, alguna vez, les intentara copiar sus ocurrencias caería sobre ellos el insulto más procaz y el peso de la ciudad sin ley. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Y todavía no ha llegado este fenómeno a la música clásica, como consuelo de tontos. Mozart, desde donde quiera que esté, lloraría en su papel de Papageno, el protagonista por excelencia de “La Flauta mágica”, porque no sabría como encantar a pájaros que no hay por donde cogerlos…

Enviado a «Magazine» el 16/VII/2006

Superman vuelve

Cuando sabíamos todos que la Liga de la Justicia, a la que perteneció Superman, continuaba desactivada y que el terrorismo sigue campando por sus respetos,  hemos conocido a través de las Fuerzas Planetarias del Consumo que Superman vuelve para intentar salvarnos del peor enemigo (Magazine, 9/VII/2006). Creo que es una sabia estrategia americana, subliminal, ante el desastre de Irak, para intentar recuperar al reportero del Daily Planet, a ver si con sus poderes sobrenaturales, puede interpretar en claves periodísticas el libro de instrucciones de lo que pasa a nivel internacional para alcanzar una nueva estabilidad mundial.

Es curioso constatar cómo de forma recurrente necesitamos al héroe para que reinterprete la vida. No sé lo que ocurrirá con este Superman redivivo, pero todo apunta a que seguiremos intentando traducir los signos de los tiempos con la búsqueda de salvadores de la humanidad. Mientras, seguiremos huyendo de la auténtica pregunta interior que nos hace ser supermujeres y superhombres (en clave de superman) cuando la respondemos: ¿quién nos llevará de la mano, en el día a día, para agregar segundos de existencia mejor y más feliz? Si fuéramos más sensatos, no correríamos a las taquillas de “Superman vuelve”, porque allí no está la respuesta. Tampoco en el viento. Sólo, en el encuentro con la realidad de lo que somos, aunque los “supermanes” de nuevo cuño se asomen alguna vez por las ventanas de las dudas que todos llevamos dentro para intentar echarnos una mano.

Carta enviada a «Magazine el 9/VII/2006

Noche en Lusitania

Durante unos días he experimentado sensaciones históricas de la condición humana que supera fronteras y tiempos modernos. El pasado 11 de agosto, asistí al estreno de la obra “Viriato Rey”, de João Osorio de Castro, en el teatro romano de Mérida, donde pude compartir vivencias con la cercanía del expresidente de Portugal, Mario Soares y de muchas personas que en su condición de espectadores buscaban el paralelismo del sinsentido de las guerras ante los poderosos, como recogía una noticia de agencia (EFE) del día siguiente: “Roma y sus malas artes doblegaron de nuevo a Viriato en Mérida, pero no lograron aplacar el ansia de tregua, diálogo y paz del héroe lusitano que consiguió dejar una estela de esperanza en la condición humana, pese a las marchas triunfales de los vencedores”.

Suena como muy actual este mensaje y la representación dejó en el auditorio sensaciones suficientes para la reflexión en tiempos de guerra. Los cuarenta y cinco actores mostraron un esfuerzo especial para hacer llegar el teatro clásico a la experiencia sentida y vivida en el cada día que nos acompaña. La escena inicial, donde la desnudez de la verdad y de la inocencia de la niña-guerrero deja paso a lo largo de la obra, al auténtico amor y a la carga que supone la lealtad, culmina con un final de la más pura tragedia romana al uso.

Estuve muy expectante con la aparición de un amigo de juventud, Roberto Quintana, en el papel de Quinto Servilio Cepión, cónsul romano, embaucador, que supo comprar lealtades y traiciones, anulando tratados de paz con risa sardónica: Roma no paga a traidores. Me gustó mucho su interpretación, aunque sentí no poder saludarle al finalizar la representación. Roberto me trajo muchos recuerdos, sobre todo cuando compartía con él ilusiones, proyectos de vida y algún que otro reparto teatral.

Me impresionó la participación de la mujer en la gran obra de Viriato. Así lo simboliza el autor de la obra, João Osorio: “Un coro de mujeres lusitanas, presente durante toda la obra, apoyará el combate de Viriato, aprobando o condenando el comportamiento de los distintos personajes, comentando la esperanza que otorgan los dioses con sus treguas o el temor de los inminentes infortunios que deben afrontar además de un justo elogio a la mujer en su abnegada tarea de “compañera del hombre”.

Viriato lo intentó. Roma lo impidió. La inocencia se inmoló. ¿Por qué? La respuesta quedó clara y evidente, en una noche lusitana: la paz nunca será posible mientras suenen cerca las marchas de los supuestos triunfadores.

Gocé con el espectáculo. Así lo pedía el autor en sus palabras de presentación. 

Sevilla, 14/VIII/2006

El cedro del Líbano

Hace muchos años leí con sumo interés un texto del libro de Ezequiel (Ez 31, 1-18), en el Antiguo Testamento, que encumbraba de forma prodigiosa el cedro del Líbano, como ejemplo controvertido y alegórico del orgullo de Egipto, de cualquier mandatario mundial asimilado al Faraón del libro profético, y anunciaba cómo podía llegar el día en que el Señor Yahvéh podía castigar la maldad del Faraón asimilada a un árbol gigante y desmedido que no ha lugar frente a Él. Hoy he vuelto a leerlo, de forma pausada, para contextualizarlo en la actual guerra abierta con Israel, para no andarnos por sus ramas. El texto decía así:

«¿A quién compararte en tu grandeza?
Mira: a un cedro del Líbano
de espléndido ramaje,
de fronda de amplia sombra
y de talla elevada.
Entre las nubes despuntaba su copa.
Las aguas le hicieron crecer,
el abismo le hizo subir,
derramando sus aguas
en torno a su plantación,
enviando sus acequias
a todos los árboles del campo.
Por eso su tronco superaba en altura
a todos los árboles del campo,
sus ramas se multiplicaban,
se alargaba su ramaje,
por la abundancia de agua que le hacía brotar.
En sus ramas anidaban
todos los pájaros del cielo,
bajo su fronda parían
todas las bestias del campo,
a su sombra se sentaban numerosas naciones.
Era hermoso por su talle,
por la amplitud de su ramaje
porque sus raíces se hundían
en aguas abundantes.»

Los cinco versículos finales, son un símbolo de lo que la tradición ha querido reflejar sobre la historia de esta realidad bíblica, donde todo son palabras de acogida, mestizaje, pluralidad de culturas, sintetizadas en la siguiente expresión. “Y a su sombra habitaban muchas naciones”. La realidad de hoy es terca y contumaz. Entre la cerrazón de Hezbolá y la ley del talión de Israel, con el coro a tres voces diferentes, de Estados Unidos, Siria e Irán, se está destrozando segundo a segundo la convivencia pacífica de familias enteras, sobre todo niñas y niños libaneses de religión cristiana que nunca más volverán a leer y escuchar de sus mayores las maravillas de las bodas de Caná, donde el martes pasado murieron de forma incomprensible 52 personas, la mayoría de ellas niñas y niños (15 discapacitados) en busca de un refugio seguro y que a través de la televisión pudimos contemplar como funeral mundial por el fracaso del diálogo, sin capacidad de que la sombra del cedro los cobije más, a pesar de que la tradición les decía que se multiplicaban sus ramas, que todas las aves del cielo podían caber en su ramaje y, sobre todo, que a su sombra se podían sentar todas las niñas y niños del mundo como símbolo de una nación que solo desea la paz.

El mismo profeta, Ezequiel, interpretando la voz de Yahvéh dice en el mismo capítulo: cuidado con lo que le puede pasar al Faraón, hoy simbolizado en cualquier poder maltratador, porque los que se han refugiado en la sombra del cedro malinterpretando las palabras de Dios y de las personas, acaban “como el común de los hombres” porque los extranjeros, los más bárbaros entre las naciones, le han talado y derribado. Creo que así se entiende mejor el contenido de la letra de su himno,  que contempla esta realidad como pueblo, porque “su cedro y su orgullo, son símbolo eterno”.

Sevilla, 6/VIII/2006

Pausa del natural color

Cuando comienzan las vacaciones, la primera experiencia que suelo vivir es la de entrar en situación de pausa: laboral, horaria, profesional, pero no mental y, desde luego, no existencial. Es una época extraordinaria para echar a volar la inteligencia y dejarla hacer y deshacer en el mundo de secreto que todos llevamos dentro del cerebro. Desde el 29 de julio no había tecleado una sola letra para este cuaderno, aunque puedo asegurar que en el vuelo anillado de parte de mi inteligencia, determinadas neuronas (marcadas ó anilladas virtualmente) han decidido agruparse para actuar y hacer recorridos ó vuelos muy interesantes. Pero yo había aprendido del Diccionario de Autoridades (1737) un contexto de la palabra pausa que me agrada recordar en estas circunstancias: “sabía por experiencia que le duraba poco esta pausa del natural color y desamparo de los sentidos”. Dicho y hecho.

He iniciado, por ejemplo, la tarea de recopilación de fuentes primarias y secundarias sobre la inteligencia digital. Sigo muy pendiente de aquel compromiso con la malla pensante formada por personas cercanas a Internet, que siguen ilusionadas en adquirir conocimiento sobre esa maravilla de tan poco peso físico a la que llamamos cerebro y a su expresión más humana, en todos los sentidos: la inteligencia creadora ayudada por los sistemas y tecnologías de la información y comunicación. Estoy fascinado con los avances científicos que se producen casi cada segundo vital. Me ha impresionado el estado del arte sobre el mapa cerebral en formato de atlas que ya está a disposición de estudiosos, entre los que me encuentro, para conocer mejor las similitudes de enfermedades y éxitos humanos, comparando más de siete mil muestras tomadas entre voluntarios que han cedido su forma de ser cerebral para el beneficio de la humanidad, en los últimos diez años y facilitando un fondo de 40 billones de datos. Se encuentra en la Universidad de California, en el Laboratorio de Neuroimagen, donde se están llevando a cabo los avances más espectaculares en el mapeado de las funciones y estructura del cerebro, a través de algoritmos computacionales y de imagen por ordenador. El atlas resultante se ha constituido a través de mapas informatizados que muestran los planos del cableado y los circuitos de las neuronas, la psicología, la bioquímica y la biología molecular de las estructuras y las funciones cerebrales. Es una maravillosa y potente herramienta para descifrar los misterios del cerebro, ayudar al tratamiento de las enfermedades mentales y potenciar la digitalización de algunas formas de actuar de la inteligencia humana y animal.

También he verificado el grado de avance en el conocimiento de la corteza cerebral. Según fuentes acreditadas en 2005, “durante los próximos dos años, los científicos de ambas organizaciones trabajarán a la par utilizando la enorme capacidad de cómputo de la supercomputadora eServer Blue Gene de IBM a fin de crear un modelo detallado de los circuitos de la neocorteza, la parte más grande y más compleja del cerebro humano. Ampliando el proyecto para modelar otras áreas del cerebro, los científicos esperan con el tiempo poder construir un modelo exacto y basado en computación del cerebro completo. Relativamente poco es lo que en realidad se sabe sobre el funcionamiento del cerebro. Utilizando el modelo digital, los científicos realizarán simulaciones del cerebro basadas en computación a nivel molecular, para echar luz sobre procesos internos tales como el pensamiento, la percepción y la memoria. Los científicos también esperan poder conocer cómo y por qué ciertos microcircuitos funcionan mal en el cerebro, como sucede en alteraciones psiquiátricas como el autismo, la esquizofrenia y la depresión”. Creo que se abren unas posibilidades que obligan a estar muy cerca de estas realidades auspiciadas por IBM y la École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL) bajo la denominación científica de Proyecto Blue Brain (Cerebro azul). El proyecto intentará en palabras del doctor Henry Markran, director del Laboratorio de Circuitos Neuronales integrado en el Instituto de Mente y Cerebro de la EPFL, “hacer una réplica en software de una columna de la neocorteza. La neocorteza constituye aproximadamente el 85% de la masa total del cerebro humano y se le atribuye responsabilidad por las funciones cognitivas del lenguaje, el aprendizaje, la memoria y el pensamiento complejo. Una réplica exacta de la columna de la neocorteza es el primer paso esencial para simular el cerebro completo y también brindará el enlace entre los niveles genéticos, moleculares y cognitivos de la función cerebral. En fases siguientes del proyecto, se ampliará la simulación para incluir circuitos de otras regiones del cerebro y, con el tiempo, del cerebro completo”.

En tercer lugar, asisto como espectador e investigador a la demostración científica mundial en los progresos para imitar las funciones del cerebro, destacando sobre todas el vuelco en relación con la regeneración de las neuronas, dando al traste con lo investigado hasta hace solo dos años. Se demuestra, por otra parte, que la estructura del cerebro es relativamente simple, porque a diferencia de las computadoras, cambian de manera constante sus conexiones para modificar la forma en que procesan la información: “Ahora tenemos microscopios que pueden ver conexiones individuales entre neuronas. Hemos podido determinar que el cerebro puede retraer conexiones y fabricar otras nuevas en pocos minutos”, dice el profesor de bioingeniería de la Universidad de Stanford, Kwabena Boahen. Eso permite explicar cómo unos dos kilos de neuronas, dentro de la caja mágica de un cerebro tipo humano, pueden concretar todas las operaciones vinculadas al pensamiento humano. Boahen cree que previos intentos para crear inteligencia artificial han fracasado porque los científicos no tomaron en cuenta esa extraordinaria flexibilidad del cerebro. “Con el fin de lidiar con la complejidad, necesitamos determinar cómo hacer que las cosas se conecten”, dice. Su solución es crear chips que puedan reprogramarse en respuesta a la información que reciben. Como neuronas en el cerebro, deben eliminar viejas conexiones y crear nuevas de acuerdo con las necesidades. A diferencia del cerebro, los chips no cambian sus conexiones, se basan en un itinerario para seleccionar información y decidir qué curso seguir. El primer producto del laboratorio de Boahen es un chip retinomórfico, que está siendo sometido actualmente a una serie de pruebas. El chip contiene unos seis mil fotorreceptores y cuatro mil conexiones de nervios sintéticos. Su tamaño es de una octava parte de la retina humana. Además, consume solo 0.06 vatios de energía. Una computadora digital, en contraste, usa un millón de veces más energía que un cerebro humano. “Hacer prótesis neurales requiere que igualemos la eficacia del cerebro, no solo su actuación”, dice Boahen. Un chip de ese tipo podría ser colocado dentro de un ojo en uno o dos años, dice, luego de que los ingenieros logren resolver algunos problemas, como la fabricación de una “interfaz” eficaz y una fuente compacta de energía.

En definitiva, se trata de imitar de la mejor forma posible lo que alcanzamos a ver en el laboratorio de la vida y para ello tenemos que conocer antes cómo funciona el cerebro, diagramándolo. Y eso es lo que Bruce McCormick, director y profesor emérito del Laboratorio Neurológico de la Universidad Texas A&M, espera crear usando una cámara microscópica denominada Tomografía del Tejido Cerebral. El aparato rebana tejido del cerebro de una rata usando un cuchillo de diamante, lo ilumina con un rayo láser, registra una imagen con una cámara digital y almacena los datos en un disco duro. El dispositivo puede recoger detalles aun más pequeños que los de una neurona individual. Y la información visual es luego reconstruida para crear un modelo tridimensional del cerebro. “Ahora podemos hacer la tomografía del cerebro de una rata en menos de un mes”, dice McCormick. Pero el cerebro humano es mil quinientas veces más grande que el cerebro de una rata, y contiene cien billones de conexiones. Por lo tanto, el Laboratorio Neurológico enfrenta grandes desafíos. El equipo del laboratorio requiere desarrollar programas que puedan registrar los grandes volúmenes de información visual desde todos los ángulos. La intención es completar un mapa del cerebro humano en 20 años.

Ray Kurzweil, un investigador de inteligencia artificial, que ha publicado recientemente un libro muy polémico, La singularidad está cerca, ha afirmado que “dentro de 30 años, posiblemente antes, tendremos todos los datos sobre el cerebro humano y estaremos en condiciones de crear sistemas que podrán emularlo”. Añade en este sentido: “se creará una inteligencia superior. Un ordenador es más rápido que el cerebro humano en algunas cosas, pero lo difícil es que tenga la riqueza, sutileza y profundidad de nuestro pensamiento. Para lograrlo será clave el software de la inteligencia, basado en la ingeniería inversa, que copia el funcionamiento del cerebro humano. Nuestros circuitos cerebrales son tridimensionales y se basan en unas complejísimas conexiones. Escaneando el cerebro podremos crear una réplica, y usando circuitos artificiales tridimensionales de nanotubos (tubos microscópicos) podremos imitar su funcionamiento y crear una inteligencia artificial avanzada. El profesor norteamericano Andreas Nowatzyk ya trabaja en un proyecto para copiar el cerebro de un ratón. Es un primer paso para lo que vendrá luego”. Para Kurzweil, “la Singularidad es un concepto que acuñó en los años 50 John Von Newmann, uno de los padres de la cibernética, para referirse al impacto que tendría el desarrollo tecnológico sobre el futuro. También es un término que en matemáticas significa infinito. En el libro hablo del cambio crucial y profundo que representará la unión de la inteligencia artificial y la humana. Será una ruptura en la historia”.

Sigo creyendo que este siglo será el siglo del cerebro y acompañadas estas investigaciones de los avances espectaculares en genómica, se conocerá con gran detalle cómo funciona el cerebro, en salud y enfermedad y, por tanto, la conducta humana, sana y enferma, aunque el carácter irrepetible de la circunstancialidad que modela las conductas de acuerdo con patrones sociales, nunca llegará a reproducirse en el laboratorio, simplemente por un principio presocrático muy radical desde el punto de vista científico y de autor conocido, Heráclito de Éfeso: nadie se baña dos veces en el mismo río…, de la vida personal e intransferible. Aunque creo firmemente que la ciencia nos permitirá cruzarlo para ir siempre hacia adelante.

Sevilla, 5/VIII/2006

Charo, maestra de Andalucía

Anoche estuvimos compartiendo horas de existencia con unos amigos: Chari (para nosotros) y Gregorio. Hacía tiempo que no intercambiábamos las sencillas realidades de nuestras vidas, con sus altibajos e incomprensiones. Sólo dos horas, pero que transcurrieron llenas de satisfacción por un hecho que rodeó el tiempo congelado de una experiencia que pongo a disposición de la inteligencia digital, compartida en el paso de las páginas de este cuaderno, también  digital, como homenaje a Chari, a sus alumnos y a sus madres. Fue un momento muy emocionante compartir algo que le había ocurrido al finalizar el Curso, en junio. Las madres de las alumnas y alumnos del Curso 6º B, de los que ella ha sido “maestra de vida”, le habían dedicado unas palabras, escritas en cursiva, con una orla muy cuidada, que decía lo siguiente:

Para la señorita Charo

Llegó el final. Los alumnos de 6º B que un día empezaron en este colegio cuando aún no levantaban dos palmas del suelo, han terminado su escolarización aquí. Este ha sido su segundo hogar.
Empezaron con 4 años a escalar una gran montaña y hoy han llegado a la cima. Han pasado por muchas etapas. Etapas muy importantes de su vida. Y para ello siempre han tenido la ayuda de sus profesores.
Vd. ha sido su guía durante estos dos últimos años, quizás los más difíciles, porque cada vez están más cerca de la adolescencia y cada vez es más difícil tratarlos. Pero, ¡ENHORABUENA!. Mejor no lo ha podido hacer. El resultado es tangible: un grupo de niños con una buena preparación, a los que le ha inculcado una serie de valores muy importantes que le servirán para el resto de su vida, y entre los que ha sembrado mucho cariño. Cariño, que a lo mejor no todos ellos saben demostrarle, pero que en el fondo sabemos, que todos la quieren y que la echarán de menos.
Nosotros, las madres de estos niños, solo queremos decirle:

GRACIAS POR TODO

Gracias por ayudarnos a educarlos.
Gracias por su paciencia, por su entrega, por su dedicación y por haber enseñado a nuestros hijos a ser un poquito “mejor persona”.
 

Me ha llamado la atención que solo lo firmaran este texto las madres, pero sabemos que la situación social es así. Seguro que ellas son las que han estado atentas de verdad al crecimiento de sus hijas e hijos, a las llamadas al orden de Chari (para las madres “Señorita Charo”), en el buen sentido del término, en un barrio a veces conflictivo por su propia realidad social, donde han crecido con niñas y niños que provienen de ambientes difíciles. La realidad de género es visible incluso en los agradecimientos a la vida. Por eso, también deseo hacerles un homenaje explícito a ellas, cuidando hasta en el más pequeño detalle la realidad sentida de sus hijas e hijos, con un regalo que no tiene precio pero sí valor. Inmenso valor.

Y lo que me entusiasma en la operación rescate de la credibilidad de “lo público”, que es necesario ejecutarla en décimas de segundo por la hemorragia que sufre la función pública a diario, es que todo lo narrado ha ocurrido en un Colegio Público, situado en el Polígono de San Pablo, un barrio de clase media y baja, donde Chari (para nosotros) tiene que desenvolverse en situaciones carenciales de todo tipo: afectivas, materiales (ellas siempre busca lápices de colores de donde no lo hay…), minerales, bolígrafos, objetos de demostración y lo más importante, suplir con mucha imaginación el respeto mutuo donde a veces esas niñas y niños no lo sienten en su casa, sencillamente porque no existe.

Cuando estábamos comentando las palabras de agradecimiento de las madres de sus alumnas y alumnos de 6º B, también recordó una ausencia que ha marcado su recorrido con estas niñas y niños a las que tanto ha entregado. Se refirió a su alumno Cristian, que murió atropellado a los nueve años, en el aeródromo de Tablada, en diciembre de 2004, por un coche que participaba en una competición ilegal. La recuperación de una foto suya, para integrarla como miembro de un equipo que de acuerdo con sus madres “empezaron con 4 años a escalar una gran montaña”, hace que desde cada cielo particular se puedan ver estas realidades con un sentimiento especial.

En el mismo acto, le regalaron también un reloj, muestra de que el tiempo pasa, y una caja para guardar fotografías. De lo que estoy seguro es que Chari va a guardar en la mejor caja que existe, el cerebro con fondo de corazón, lo que unas madres de Junio le han entregado con el valor rescatado que aún tienen algunas palabras de reconocimiento a la función pública de maestra.

Sevilla, 29/VII/2006

Género y vida

Sobre el autor

Siete meses escribiendo en este cuaderno de bitácora, al que te he invitado en numerosas ocasiones a participar, necesitaban identificar al autor. Por respeto a los demás he escrito unas palabras a modo de señas de identidad y meditadas hasta la saciedad, porque nunca me ha gustado estar en el anonimato de determinados compromisos, aunque sí en otros, quizá en muchos… Espero que te animes a participar porque esa es la quintaesencia de esta aventura en cubierta, navegando sólo hacia adelante.

Gracias por haber llegado hasta este puerto. Lo merecías.

Sevilla, 23/VII/2006

La parábola de los eritreos

Dedicado a los diez hombres buenos del pesquero «Francisco y Catalina», así como a todas aquellas personas, cualquiera que haya sido su posición de compromiso (político, social, humanitario, solidario, comprensivo) en este conflicto, que han creído en que las actitudes de los diez tripulantes del barco salvador hacen más visible la realidad de la inteligencia social del ser humano.

Eran 51 personas embarcadas con rumbo a una isla desconocida. Se hicieron a la mar en una patera desvencijada, pero pintada con la dignidad de la esperanza, aprovechando la sabiduría de los expertos mayores de Eritrea que suelen mirar al mar con la nostalgia de los olvidados. Su navegación exquisita, inteligente, los dejaba a veces en el desamparo del mar abierto. Pasaban los días y no avistaban rastros humanos de supervivencia. Todo se agotaba. Hasta lo fundamental: la creencia en el otro más próximo. Cuando la desesperación era evidente, apareció un barco de bandera española, andaluza por más señas, acostumbrado a la pesca en caladeros ricos en desesperanza, alternativos, como salvadores de alta mar en los que la duda de hacerlo los sumergía en un mar de preguntas sobre lo complicado que va siendo ser buenos.

No lo pensaron mil veces, aunque sí novecientas noventa y nueve. ¡Los recogemos! ¡Nos llevaremos también la patera como ejemplo de la ética de arrastre de la vida, como símbolo de la miseria transportada a los mejores mundos posibles, con los cabos de la duda! Para que figure en el museo de la intolerancia. Y se lo comunicaremos a nuestros mayores en todos los sentidos. Y todos decían: ¿cómo os habéis complicado la vida de esta forma, si casi nadie se hubiera enterado?, o ¿no sabéis que hay traficantes de marineros que cierran sus operaciones en alta mar?, ¡en menudo lío nos habéis metido!, con un plural mayestático que podía alcanzar hasta el Vaticano. Todas las voces, a una, empezaron a buscar razones para abordar el problema que venía desde Malta, porque en un acto solidario donde los haya, las autoridades decían desde esa “isla conocida”, a los cuatro vientos y sin mucho escrúpulo,  que “no podían admitir la entrada ilegal de 51 personas encontradas en alta mar”. Y los marineros, diez hombres buenos, comenzaron a llamar a todas partes, hasta que la conciencia se remueve y a nivel de Estado, el símbolo del puerto de Carboneras (Almería) actúa como revulsivo de una matrícula de decencia representada por diez personas, profesionales del mar que no dudaron en comprometerse con la vida.

Los eritreos, que eran mayoría, todos, subieron al barco. Fueron atendidos como personas, alimentados, admitidos como compañeros de un viaje a alguna parte. El Gobierno de España comenzó su tarea de atención diplomática porque Malta seguía en sus trece: “de quedarse aquí, nada de nada, porque la caridad bien entendida empieza por uno mismo”. Y comenzó el reparto: yo me quedo con doce, tú con cinco, aquél con otros cinco, aquellos otros con la mayoría, 29, respectivamente. La mercancía estaba adjudicada. Ya todos tranquilos, medallas por aquí y por allá y los eritreos preguntándose todavía qué Dios existe para que siendo tan visible su bondad, representada por los marineros del Francisco y Catalina, los tuvieran que separar, empaquetados, para vivir en el mundo mejor que soñaban cuando salieron de su país en busca de maravillas desconocidas. La gran enseñanza que nos han transmitido radica en su docilidad para ser transportados a un mundo ideal, a cualquier precio, porque seguir viviendo en el que lo hacían cotidianamente solo los llevaba a una muerte segura en vida. Esperando siempre que alguien, fundamentalmente bueno, los recoja y los atienda con caridad bien entendida. En tierra, mar ó aire. Eso sí, con una etiqueta en la espalda de cada uno: “¡Atención, mercancía muy frágil!”, que les asegure seguir viviendo en esta sociedad del bienestar ó malestar y de lectura sencillamente imposible.

Sevilla, 22/VII/2006

Kathakali

He finalizado la lectura de un libro iniciático en la cultura india, muy próximo a la realidad de Kerala, que me autoimpuse como disciplina lectora por el respeto que debo a India y su forma de comprender la vida rodeada de microsecretos que tarde o temprano acaban desvelándose. Lo citaba en mi artículo de 25/VI/2006, Namasté, donde reflejaba la odisea que solo había comenzado en el hallazgo de un rito de aproximación personal. He descubierto la riqueza de los sentimientos indios a través de una danza, kathakali, con nueve formas de expresar la interpretación de estados afectivos con vocación de permanencia en la vida personal: amor, desprecio, pena, furia, valor, miedo, asco, asombro y distanciamiento. Y creo que solo se puede traducir en aproximaciones a sus significados si hubiéramos tenido la suerte de haber nacido allí, para crecer en la dignidad austera de un fuego con hojas secas de cocotero, agua perfumada y aroma de jazmines, sabiendo que el amor se vive solo en el presente y que la cara sabe reflejar de forma excelente las mudanzas del corazón.

A través de esta danza ancestral, he aprendido a desarrollar la inteligencia del respeto a la vida y a sus circunstancias. Las nueve navarasas (estados emocionales) citadas anteriormente, son la quintaesencia de la danza kathakali, donde mimo, danza y música se funden en el respeto a la memoria histórica de una cultura.  La lectura me ha incorporado a un lugar de ensayo virtual (kalari), donde el maestro de danza (kalamandalam) me ha llevado de la mano para iniciar unos tímidos pasos en la mirada penetrante (noku) de un actor caracterizado especialmente para seguir admirándome de todas las cosas, tal y como lo aprendí de Aristóteles en mi adolescencia.

“Las nueve caras del corazón”, sentidas por Anita Nair,  brinda una oportunidad de conocer una cultura milenaria, con una riqueza contextual que no es la que se transmite a veces de un país, India, que enseña a respetar la dialéctica de tradición y progreso, sin menospreciar aquello que ennoblece el día a día de la vida humana, en cualquier rincón del mundo.

Sevilla, 19/VII/2006

La NASA reconoce la inteligencia española

A las 3.50 horas de hoy, saltaba la noticia al mundo de agencias sobre algo que nos concierne en la preocupación existencial sobre el origen de la vida: “La NASA ha encargado al Centro de Astrobiología (CAB) de Madrid la estación meteorológica con la que contará el laboratorio robotizado que enviará a Marte en el año 2009 para averiguar si el planeta rojo tuvo en el pasado condiciones para la vida y si todavía las tiene”. Y este Centro, dirigido por una persona apasionante sobre la que escribí algunas impresiones el pasado 27/V/2006, el Profesor Juan Pérez Mercader, con su mochila de conocimientos científicos al hombro, tal y como le saludé por primera vez en El Rompido (Huelva), el 25 de mayo pasado, entregará al mundo su inteligencia conectiva para desentrañar las claves de los interrogantes que nos pueden ayudar a prepararnos para lo que viene.

Entre tanta noticia de catástrofes psicológicas y sociales, donde el dolor de los débiles son siempre portada gratuita de una sociedad que cambia rápidamente de canal para que no nos amarguen la sobremesa y la tarde, porque los responsables son siempre “los otros”, noticias como la del reconocimiento al Centro de Astrobiología de Madrid son una bocanada de recuperación de la credibilidad en el ser humano, en su inteligencia creadora con proyección digital.

Solo quería agradecer al profesor Juan Pérez Mercader esta contribución. Probablemente no era la noticia del día, pero quién sabe si será la del mañana próximo, cuando determinados informes de ese laboratorio en Marte nos ayuden a desvelar que no podemos seguir viviendo y pensando como hasta este aquí y este ahora. Y el profesor Pérez Mercader nos contará con su sencillez abrumadora que cuando un día se despertó a la ciencia, la vida en Marte ya estaba allí. Como nos lo contaría Augusto Monterroso en su brevedad creadora. Porque entre las habilidades del profesor Pérez Mercader está la de escribir “cuentos científicos” para la humanidad: “érase una vez un accidente congelado en la evolución del universo”…

Sevilla, 16/VII/2006

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