Dime que me quieres

He vivido una experiencia recientemente que quería compartir en este diario personal. El día 2 de febrero, cuando regresaba a casa después de una jornada de trabajo muy interesante, escuché en Radio 5, a las 15.20 horas, aproximadamente, una “canción con historia” que me hizo pensar en la cultura en que habían crecido mis abuelos y mis padres. Fue solo un fragmento, cantado por Concha Piquer, pero que por sí solo representaba la España pura y dura de una determinada época:

Si tú me pidieras que fuera descalza,
pidiendo limosna descalza yo iría.
Si tú me pidieras que abriera mis venas
un río de sangre me salpicaría.
Si tú me pidieras que al fuego me echase,
igual que madera me consumiría.
Que yo soy tu esclava y tú el absoluto
señor de mi cuerpo, mi sangre y mi vida.

La verdad es que vino un semáforo en rojo, ¡qué casualidad!, y no pude quedarme ni con la voz, creí siempre que era la de Concha Piquer, ni con la letra completa, porque la afirmación “que yo soy tu esclava y tú el absoluto” era una firma indeleble de una posición española que aún perdura. Reconozco que me golpeó esta frase desde mi suelo ético. Hoy mismo, buscando en Google la historia de la canción (compuesta por Rafael de León), a través de la frase programática anterior, he constatado que la puedes conseguir como “politono” para el teléfono móvil y que es posible localizar 600.000 veces esta idea. Ya sé como seguía, causándome honda preocupación:

Y a cambio de eso, que bien poco es.
Oye lo que quiero decirte a mí
Dime que me quieres, dímelo por Dios.
Aunque no lo sientas, aunque sea mentira,
pero dímelo.
Dímelo bajito,
te será más fácil decírmelo así.
Y el te quiero tuyo será pa’ mis penas,
lo mismo que lluvia de Mayo y Abril.
Ten misericordia de mi corazón.
Dime que me quieres.
Dime que me quieres, dímelo por Dios.

Escribí a Radio Televisión Española, para que “Rodri”, responsable del programa, me ayudarse a localizarla. No me ha contestado, pero a través de Internet he podido conseguir la letra entera y nuevas interpretaciones del deseo deseante “dime que me quieres”, con el mismo título: Tequila (Me costó mucho y al final decidí ir a tu casa y ahora estoy frente a ti, quiero escucharlo y no me importa rogarte por favor no juegues con mi corazón), Camela (Hoy de ti necesito un poco mas. No me basta con tenerte. No me quiero conformar), Andy y Lucas (Y yo te haría una casa en el cielo, ay, justito en el cielo
Tan solamente pa´ que viva mi niña, esa por la que muero
) y Ricky Martin, entre otros, que tampoco me han tranquilizado mucho. Este último, en un alarde de originalidad caribeña, canta:

Enciende tu motor yo soy tu dirección
Las calles de mi amor quitaron el stop
ven y ven y ven y
Dime que me quieres en la intimidad
Sabes que me puedes dominar
No hay nadie como tu, eres mi cara y cruz
Mi corazón es para ti

La verdad es que la línea delgada roja entre Concha Piquer y Ricky Martin, con públicos diferentes, en espacios y tiempos diferentes, se sobrepasa continuamente por mensajes hablados y cantados a los cuatro vientos, siendo verdaderas cargas de profundidad contra la dignificación del lenguaje no sexista y la auténtica posición de la mujer y del hombre, en igualdad de condición social a la hora de ser personas. Subyace en los dos casos la realidad del dominio, realidad que debería estar en las antípodas de la solidaridad en la compañía, en el equilibrio de fuerzas vitales, anatómicas y de la inteligencia social: para sí mismo y para los demás.

Ha sido una pequeña experiencia derivada del mundo de la radio. Pero he pensado muchas veces en las pequeñas cosas, en la necesidad de que ganemos segundos de credibilidad en la lucha por la igualdad de género. Y estas realidades, ya provengan de Radio 5, Concha Piquer ó Ricky Martin, no son el mejor arquetipo de que otra realidad es posible, por respeto a nuestra historia y al futuro inmediato. El final de la canción de Concha Piquer no dejaba duda alguna:

Si no me mirasen tus ojos de almendra,
el pulso en las sienes se me pararía.
Si no me besasen tus labios de trigo,
la flor de mi boca se deshojaría.
Si no me abrazaran tus brazos morenos,
pa siempre los míos, en cruz quedarían.
Y si me dijeras que ya no me quieres
no sé la locura que cometería.
Y es que únicamente yo vivo por ti.
Que me das la muerte o me haces vivir.
Dime que me quieres, dímelo por Dios.
Aunque no lo sientas, aunque sea mentira,
pero dímelo.
Dímelo bajito,
te será más fácil decírmelo así.
Y el te quiero tuyo será pa’ mis penas,
lo mismo que lluvia de Mayo y Abril.
Ten misericordia de mi corazón.
Dime que me quieres.
Dime que me quieres, dímelo por Dios.

Ha llegado el momento de crear una nueva letra, ¡ojalá sea un día próximo una canción!, que comience por una declaración de intenciones hermosa:

Podemos decirnos, cara a cara,
que nos queremos,
sin importarnos el sexo,
sin importarnos la riqueza material
que cualquiera de los dos tenemos…

Podemos decirnos, cara a cara,
que nos queremos:
que nos importa la vida de cada uno,
porque somos,
sin importarnos la riqueza material
que cualquiera de los dos tenemos…

Y después, pondremos la música. La que sea más acorde con la vida de mujer ú hombre que llevamos dentro.

Sevilla, 18/II/2006

Género y vida

Periódicas 4

Nos vamos acercando al final de esta serie: Periódicas. Hoy abordo, mejor dicho, «ayer» abordé…, un análisis de los contrarios en la información. Puede ser muy interesante traerlo a nuestros días, porque el efecto de muchas noticias suele conllevar la neutralización de la misma mediante el abandono: zapping, apagado «mental», inhibición y responsabilidad vicaria, porque la culpa de todo «eso» la tiene la gente, como diría Cafrune. No saques de contexto, por favor, la ley de Crosby: dijo lo que quería decir. En eso consiste su encanto y actualidad.

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